América del sur/Ecuador/10 Mayo 2018/Fuente: mundo.sputniknews
El acceso a la educación mejoró en Ecuador en los últimos años, pero la calidad de la misma sigue siendo un reto para el país, dijo la gerenta de la Práctica Global de Educación para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, Reema Nayar.
«Ecuador ha mejorado sus tasas de acceso educativo y graduaciones en todos los niveles entre 2007 y 2017; el promedio de años de escolarización para la población de más de 25 años aumentó en un año en promedio», señaló Nayar durante la presentación en Quito del Informe sobre el Desarrollo Mundial 2018: Aprender a hacer realidad la promesa de la educación.
También destacó que Ecuador fue el país de América Latina que «más mejoró su desempeño en literatura y matemática en los exámenes estandarizados» administrados por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), aunque los indicadores muestran que persisten «desigualdades importantes a nivel regional y entre diferentes grupos étnicos».
En ese sentido, apuntó que en el país «solo 36% de estudiantes de sexto grado pueden inferir, deducir y analizar información en un texto escrito» y que «solo la mitad de estudiantes en sexto grado puede realizar operaciones aritméticas simples».
Para Nayar «estos resultados son preocupantes» pues indicarían que «solo siete de diez ecuatorianos obtendrían educación básica antes de ingresar a trabajar», lo que invita a «reflexionar sobre la manera de enfocar el esfuerzo educativo ecuatoriano» para «contar con una población productiva y preparada para los retos de un mundo global tecnológico e integrado».
Economía cambiante
La habilidad «más preciada» de los países, continuó, será su capacidad de «ajustarse» a una economía cambiante que demanda que las competencias de su fuerza de trabajo sean «constantemente adaptadas y renovadas durante el proceso educativo, que no terminará en la escuela, sino que se prolongará a largo de la vida productiva».
Si bien el ministro de Educación, Fander Falconí, recibió favorablemente las críticas del organismo internacional, lamentó que en el informe existan «pocas referencias al mencionar el caso ecuatoriano, tanto en lo positivo como en lo negativo».
Sin embargo, mencionó que la propuesta de Ecuador es lograr una gestión educativa que pase de manejar «eficientemente los recursos a un sistema que se consolide en la calidad».
Asimismo destacó que es la primera vez que el Ministerio de Educación aparece como el primer ejecutor de la política pública ecuatoriana, es decir, que es la entidad que mejor ejecuta el presupuesto asignado, llegando a 37% en lo que va del año, especialmente en inversión destinada a generación de infraestructura y cobertura.
«Tenemos un enorme desafío de reorientar ese presupuesto a la calidad de educación», enfatizó el ministro al tiempo de indicar que lo segundo será reducir «las grandes diferencias territoriales» e invertir en los lugares que más lo necesitan, como Esmeraldas (noroeste), gran parte de la Sierra central y en las provincias de Santa Elena y Guayas (oeste), diferenciando de esta manera la política pública.
Pero Falconí destacó también los avances que ha logrado el país en la materia, como la inserción estudiantil y el freno a la deserción a través de programas específicos.
Según sus datos, al menos 106.000 personas desertan del sistema educativo cada año debido a la vinculación temprana al mundo del trabajo, a aspectos sociales relacionados con embarazos adolescentes, al rezago estudiantil y a la falta de motivación en los estudios, una problemática que debe tener «una salida absolutamente práctica» y para lo cual se realiza evaluaciones de impacto de las políticas con el fin de «orientar de mejor manera algunos programas esenciales».
En su informe, el Banco Mundial releva el rol de la educación en los países, pues se asocia con beneficios económicos y no económicos en lo individual y en lo colectivo, pues mejores niveles educativos aseguran mayor empleabilidad, mejores salarios y reducción de la pobreza.
Asimismo, garantizan mayores niveles de productividad, lo que determina el crecimiento económico a largo plazo de las sociedades.
Sin embargo, apunta el informe, es necesario que las naciones tengan mercados laborales que funcionen, instituciones democráticas y políticas sociales que permitan anclar el aprendizaje al desarrollo y alcanzar dichas metas.
En América Latina, de cada 100 personas que rondan los 15 años, 15 no están en el sistema educativo y de las 85 restantes, 50 obtienen los aprendizajes mínimos necesarios.
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