Por: Ollantay Itzamna
Si existe en América Latina un país más vapuleado y humillado por el intervencionismo norteamericano, durante el pasado y presente siglo, ese país es Guatemala.
País tropical con abundantes tierras fértiles y agua dulce que podrían saciar el hambre y la sed de toda Centroamérica. Pero, es el país, en este momento, más empobrecido y desnutrido de toda América Latina, después de Haití.
El mayor daño que causó esta condición de colonialidad continuada no es tanto en lo material (ocupación, despojo, golpes de Estado, etc.), sino a nivel moral, espiritual e intelectual en las grandes mayorías de su población. Sí. Se configuró y afianzó en el imaginario colectivo e individual del guatemalteco humillado, indígena o no, la creencia de: “Nuestro redentor vendrá de los EEUU”. La condición de colonialidad se grafica en el amor/deseo que el colonizado tiene por su verdugo. A mayor nivel educativo, mayor es la condición de colonialidad.
Esta creencia, consciente o inconscientemente se materializa en las conductas, emociones, sentimientos y categorías de análisis que vierten analistas y opinadores en los medios corporativos y en las redes sociales.
Coyuntura electoral evidencia nuestra condición de colonizados
Como en las mitologías de la Caverna, las noticias, análisis y comentarios nacionales sobre el proceso electoral para el próximo 16 de junio excluyen por completo cuestiones como: el debate sobre el neoliberalismo como ideología y el injerencismo norteamericano como geopolítica.
Es más, se asume, implícita o explícitamente, que la Embajada norteamericana es el veedor democrático de dicho proceso electoral. Por eso se aplaude las excepcionales capturas o requerimientos legales contra narco candidatos guatemaltecos en los EEUU como un acto valioso para limpiar y/o persuadir a un proceso electoral limpio. ¿En qué momento le importo a los gobiernos norteamericanos el bienestar o libertad de los pueblos de Guatemala?
Los gobiernos norteamericanos, mediante las iglesias pentecostales y las ONG financiadas por la USAID (que ahora financia casi a la totalidad), instauraron en el imaginario guatemalteco las “infalibles” verdades sobre las bondades del sistema neoliberal, y sobre la benignidad de la “ayuda norteamericana”. Esas creencias, construidas en los antros de la cooperación de la USAID, se divulgó y divulga en las universidades y centros de investigación. Y, así, de tanto repetirse se convirtió en verdades absolutas.
Por eso en estas elecciones, como tampoco en el pasado, el sistema neoliberal, ni el imperialismo en Guatemala, son asuntos de debate, ni por los partidos políticos socialdemócratas, la izquierda, mucho menos por la derecha. Este performance “electoral”, llega al grado que un candidato de la izquierda (uno de los más potables) afirma: “Nosotros no planteamos, ni debatimos ideologías, plateamos soluciones a los problemas cotidianos de la gente”.
Ningún partido político plantea la necesidad de revisar o auditar el letal sistema neoliberal vigente. Mucho menos cuestionan el intervencionismo norteamericano que con su financiamiento y asesoramiento colapsó a todas las instituciones públicas del país.
En Guatemala el resultado de las próximas elecciones ya están decididas desde antes de la convocatoria. El gobierno de los EEUU tiene más de 20 partidos, con sus candidatos “probos” en acción. Y uno de ellos seguirá implementando el saqueo neoliberal, y afianzando el imperialismo en este país del eterno Viernes Santo.
Probabilidades del Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP)
En este espectro colonial, los nefastos impactos del sistema neoliberal encubó su antídoto narrativo desde las comunidades y territorios en resistencia al despojo. Estos actores sociales, por primera vez en la historia republicana, lograron crear su propia organización política denominada MLP, con recursos, ideas y esfuerzos propios.
La principal bandera de MLP es la “nacionalización de todo lo privatizado”, y el proceso constituyente popular y plurinacional para la creación del Estado Plurinacional. Su triada ética es: Austeridad (disminuir salarios a funcionarios públicos), Transparencia (quitar el secreto bancario para funcionarios publicos) y Honradez (quitar el derecho de antejuicio para funcionarios).
Fueron las comunidades en resistencia quienes en asamblea eligieron las y los candidatos. Thelma Cabrera, indígena maya mam, va a la Presidencia. Y, Vicenta Jerónimo, maya mam, encabeza el listado nacional para diputados.
Utilizan las asambleas comunales y las redes sociales para difundir sus propuestas de gobierno. En las ciudades y en el área rural las propuestas de MLP tienen bastante aceptación. Especialmente porque es la única organización política que plantea necesarios cambios estructurales al país. Aunque por el racismo y el machismo generalizado, le costará aún a Guatemala optar por el rostro de bronce de MLP.
Serán las comunidades en resistencia, junto a un creciente segmento electoral del sector urbano, quienes colocaran algunos diputados en el Congreso Nacional por MLP. Lo inquietante es cómo actuarán dichos representantes de cara a los planteamientos de MLP como diputados. Si se convierten en diputados “bien portados”, MLP pasará formar parte de la clásica izquierda insignificante. Si logran sacar la agenda política del Congreso de la República a las calles, entonces, fagocitarán al monstruo colonizado hasta desafiar políticamente a su amo.
La Embajada norteamericana tiene todo bajo control para evitar que los resultados electorales sean favorables para el MLP. Pero también es consciente, por su desastrosa experiencia en la rebelión democrática boliviana, de diciembre del 2005, que no puede atacar abiertamente a MLP si acaso no quiere acelerar la primera rebelión democrática del presente siglo en Centro América.