Por: Casimiro Méndez
Democracia no sólo es la participación de la ciudadanía en los procesos electorales cada tres o cada seis años para elegir a nuevos representantes populares. Democracia no sólo es depositar el voto en una urna, y desentenderse de las consecuencias que traerá consigo haber optado por determinada opción política. Democracia no es ejercer el derecho al voto para para dejar en manos de unos cuantos, la conducción de los destinos de un país. No se equivoquen, eso no es democracia. La democracia es la forma de gobierno que confiere al pueblo el ejercicio del poder. Democracia es la participación del pueblo en las decisiones de gobierno, es definir el papel de la economía y su utilidad, sí los recursos de pueblo se utilizan para rescatar bancos y empresas privadas o decidir sí con esos recursos se construyen más escuelas, hospitales y vivienda pública. Tener la decisión sobre la aplicación de recursos es uno de los fines últimos de la democracia. Entonces podemos asegurar que la democracia es la construcción colectiva, organizada y participativa del pueblo para edificar una sociedad más justa y un futuro mejor. Democracia es la sociedad en movimiento resolviendo problemas colectivos.
Ningún gobierno en turno puede garantizar el pleno ejercicio de la democracia, la democracia como el poder se ejercen no se transfieren, y de su cumplimiento, el pueblo vigilante es el responsable. Si el pueblo transfiere al gobierno o al parlamento su responsabilidad democrática, dicha sociedad podría correr el riesgo de dejar de ser representada por su gobierno y perder sus derechos legalmente ante el parlamento.
Por muy progresista que sea un gobierno o un parlamento, pero sí los dejamos solos en esta lucha por recuperar los derechos laborales hasta hoy perdidos, los resultados no serán nada alentadores para nosotros. La tarea de recuperar los derechos es exclusiva de los trabajadores de la educación, de nadie más, esa tarea es intransferible. No debemos actuar como en 2012 y 2013, que después de aprobada la mal llamada reforma educativa, salimos a las calles a manifestarnos, cuando el golpe estaba dado. Y ese golpe nos ha costado la vida de varios compañeros, su integridad física, su libertad y su trabajo. La lucha por nuestros derechos laborales debe estar consagrada en la constitución mexicana, no en las leyes secundarias.
Es momento de las propuestas, de la reflexión, del debate. Estamos ante una nueva etapa histórica, no podemos decir que ha llegado el momento, porque siempre ha estado ahí. Frente a nosotros, esperando nuestra fuerza ideológica, organizativa, nos está esperando con nuestros irrenunciables principios en bien de nuestros niños y del pueblo de México.