Por: Enrique Sacristán.
Tras completar su formación en España, la astrofísica serbia Mirjana Pović se marchó al continente en el que siempre quiso trabajar: África. Desde el Instituto Etíope de Ciencia y Tecnología Espaciales compagina sus investigaciones sobre galaxias con la lucha para incorporar a la mujer a la ciencia, una labor reconocida con el premio Nature Research Award en la categoría de ‘ciencia inspiradora’.
l 30 de octubre se entregaron en Londres los galardones Nature Research Awards, promovidos por el grupo Naturey la compañía The Estée Lauder para apoyar la igualdad de género y mostrar el trabajo de las científicas.
En la nueva categoría de ‘ciencia inspiradora’, que premia los logros de jóvenes investigadoras y sus esfuerzos para que otras mujeres accedan al ámbito científico, especialmente en países empobrecidos, la primera ganadora ha sido Mirjana Pović (Pancevo-Serbia, 1981).
Esta luchadora conoció de niña la guerra en su país natal, pero logró salir adelante y graduarse en astrofísica. Después acabó de formarse en España y hoy es profesora del Instituto Etíope de Ciencia y Tecnología Espaciales, además de doctora vinculada al Instituto de Astrofísica de Andalucía.
¿Por qué se marcha una científica europea a Etiopía?
África siempre ha sido una de mis pasiones. Me fascina su diversidad y belleza, y me indigna que siga siendo un continente explotado. Siempre quise trabajar para promover la educación y la ciencia en este continente, como una forma de luchar contra la pobreza junto a mis compañeros africanos. Después de años de cooperar en distintos proyectos y países, en 2015 acepté la invitación para ayudar a crear el Instituto Etíope de Ciencia y Tecnología Espaciales (ESSTI, por sus siglas en inglés), el primero de este tipo en todo el este y centro de África.
“Siempre quise promover la educación y la ciencia para luchar contra la pobreza junto a mis compañeros africanos”
¿Cuál es objetivo de este instituto?
Lo fundó en 2016 el Ministerio Etíope de Innovación y Tecnología. Con los datos de los satélites y el desarrollo de la investigación y tecnología en este campo, el país espera mejorar muchos de sus retos actuales, como la educación y salud pública en zonas remotas y rurales, el acceso al agua y los recursos energéticos, la producción agrícola, el aumento de infraestructuras, etc. En cuanto a instalaciones astronómicas, de momento contamos con el pequeño observatorio Entoto, que dispone de dos telescopios de un metro, aunque está previsto disponer de otro de cuatro metros en el futuro.
¿Y cuáles son tus funciones?
Soy jefa del departamento de Astronomía y Astrofísica, investigadora y profesora en el ESSTI. Contribuyo al desarrollo institucional, científico y la formación del profesorado en universidades públicas de Etiopía y otros países de África. Llevo trabajando los últimos 13 años para mejorar la educación y el desarrollo científico en este continente.
¿Puedes comentar alguno de tus proyectos?
He dado clases en orfanatos y enseñado a niños de la calle en Tanzania, Sudáfrica y Ruanda. He formado a las primeras generaciones de estudiantes de máster y doctorado en astronomía en Etiopía, Tanzania, Ruanda y Uganda, colaborando en el desarrollo de la astronomía extragaláctica. Dentro del proyecto NASE (Network for Astronomy School Education) he preparado a maestros de escuelas secundarias en Kenia, Ghana y Etiopía; y en colaboración con la Sociedad de Mujeres Etíopes en Ciencia y Tecnología, he emprendido actividades con niñas de Secundaria para animarlas a trabajar en ciencia.
¿Toda esta labor es la que te ha premiado el Nature Research Awards ‘ciencia inspiradora’?
Este reconocimiento valora particularmente el trabajo que se hace en países empobrecidos, especialmente con niñas y mujeres. En mi caso, creo que ayudará a visibilizar los esfuerzos que se están haciendo en Etiopía y otros países africanos por el desarrollo científico. Este premio pertenece a todos mis compañeros que trabajan día a día para mejorar la educación y la ciencia, y a los que impulsan la astronomía y ciencias espaciales en África. También espero que sirva para motivar a los compañeros de países desarrollados a compartir su conocimiento y experiencia, así como a los niños –en particular a las niñas– para hacer ciencia en África.
¿A qué vas a destinar los 10.000 dólares del premio?
A dos proyectos: la creación de una red africana de mujeres dedicadas a la astronomía y las ciencias espaciales (African Network of Women in Astronomy and Space Science) para visibilizar, unir y empoderar a las mujeres en este campo; y a apoyar al mayor número de niñas posible en zonas rurales y remotas de Etiopía.
La imagen que se suele tener de Etiopía es la de un país conflictivo y con hambrunas. ¿Es esa la realidad?
Este país se enfrenta a muchos retos nada fáciles de solucionar, pero al mismo tiempo hay muchísima esperanza y motivación entre la gente, que confía en que la situación va a mejorar en el futuro. El programa del ESSTI es uno entre varios, dentro de una visión general para garantizar las mejoras a largo plazo.
¿Has tenido algún problema por ser una mujer blanca que viene a enseñar a África?
En este continente he vivido muchas cosas y no siempre ha sido fácil. A lo largo de mi vida he aprendido a valorar las situaciones difíciles, que también sirven para aprender en la vida. Al enseñar en África nunca he recibido una crítica directa, posiblemente por estar siempre vinculada a proyectos iniciados por compañeros africanos. Siempre he tratado de apoyar a instituciones y asociaciones locales. Creo profundamente que los proyectos a largo plazo, para que sean eficaces, tienen que venir de dentro. Desde fuera lo que podemos hacer es colaborar con nuestro conocimiento y experiencia.
“Sin acceso a una educación pública y gratuita jamás podría haber llegado a donde estoy hoy”
¿Cómo fue tu formación en Europa?
Me pude graduar en Astrofísica porque el acceso a la universidad en Serbia es gratuito, y doctorar gracias a una beca del Instituto de Astrofísica de Canarias. Sin acceso a una educación pública y gratuita jamás podría haber llegado a donde estoy hoy. Además, durante todo ese tiempo ha sido fundamental el apoyo de mi familia y de la gente de mi alrededor. Antes de llegar al ESSTI, trabajé durante seis años en el Instituto de Astrofísica de Andalucía, institución a la que sigo vinculada como doctora, manteniendo colaboraciones científicas con el grupo de actividad nuclear en galaxias.
¿Es esa tu línea de investigación?
Sí, principalmente las galaxias activas: estudiar la importancia de la actividad nuclear en la formación y evolución de galaxias. Recientemente, utilizando datos en el infrarrojo lejano, hemos encontrado una población de galaxias activas con tasas de formación estelar más altas de lo esperado. Ahora hemos conseguido tiempo de observación en el telescopio SALT de 11 metros, en Sudáfrica, actualmente el mayor telescopio óptico de la Tierra, y esperamos que sus datos espectroscópicos nos ayuden a entender mejor la física que está detrás de estos objetos.
¿Cómo se pueden romper las barreras del acceso de la mujer a la ciencia en África?
La pobreza es uno de los principales factores que limita la vida de la gente, afectando sobre todo a las mujeres y las niñas. Para resolver esto, la lucha tiene que ser a largo plazo, y estoy convencida que el desarrollo en educación y ciencia es la mejor herramienta. Además es fundamental ofrecer modelos de referencia a las niñas, las jóvenes y las mujeres, conectándolas con mujeres científicas.
En países como Etiopía, ¿no convendría invertir en aspectos como la sanidad y la educación antes que en ciencia o astronomía?
Es importante invertir en todo. Por supuesto en cosas de primera necesidad, como la alimentación, la salud, el acceso al agua potable o la luz eléctrica, la seguridad civil, la prevención de desastres naturales y las crisis humanitarias… Eso es obvio, pero también hay que invertir en el desarrollo educativo, científico, tecnológico e industrial. Esta segunda parte es necesaria para luchar contra la pobreza a largo plazo. Si no, el continente africano jamás saldrá de esa situación y de la explotación constante de sus recursos naturales y humanos, como lleva sucedido desde hace siglos y desgraciadamente continúa pasando hoy en día.