El «embudo» del sistema educativo en Mesoamérica
Los países de Mesoamérica, entre ellos El Salvador, viven un «efecto embudo» en sus sistemas educativos, es decir que a medida que los niños y jóvenes crecen, son cada vez menos los que van a la escuela y adquieren los conocimientos y habilidades específicas de cada nivel educativo.
De acuerdo con una publicación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) la educación primaria se ha casi universalizado. «Sin embargo, ir a la escuela es condición necesaria, pero no suficiente para que los niños aprendan», puesto que solo el 46 % del total de infantes logra los «aprendizajes mínimos».
«En cinco de los ocho países con datos hay más niños que asisten a la escuela y no aprenden que niños aprendiendo en la escuela», dice la publicación.
El «efecto embudo» se hace evidente en la transición de la primaria a la educación secundaria, puesto que un tercio de los jóvenes queda excluido del sistema, en la gran mayoría de los casos porque abandona la escuela. Este porcentaje varía según países: desde 14 % en México hasta 57 % en Honduras. En El Salvador el 41 % no cursa la secundaria, y de los que sí lo hacen, el 44 % no la termina.
«El problema del abandono escolar es masivo y afecta a prácticamente todas las regiones del país… La exclusión también se hace notar en los aprendizajes. El porcentaje de jóvenes que cursa la secundaria y aprende lo mínimo es de 16 %, comparado con 43 % que no aprende lo mínimo a pesar de cursar la secundaria».
Según las estimaciones, de los 623,101 jóvenes de entre 20 y 24 años que viven en El Salvador, solo 87,234 terminan la secundaria con los aprendizajes mínimos esperados; 261,702 termina la secundaria sin lograr los aprendizajes mínimos, y 274,164 no termina la secundaria.
En El Salvador entre los problemas asociados a esta brecha educativa, están la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades en el mercado laboral.
El país «sufre altos niveles de violencia, que se reflejan en que 23 % de los jóvenes que asisten a la escuela dice ser víctima de burlas, acosos o golpes», dice el BID, mientras que la pobreza «opera como otro filtro de exclusión», puesto que muchos jóvenes optan por realizar tareas domésticas en el hogar o salen a buscar trabajo remunerado en vez de estudiar.
Esto, abonado al desempleo juvenil, explica por qué 23 % de los jóvenes de El Salvador son categorizados como «ninis», es decir que ni estudian, ni trabajan.
«En Mesoamérica, el 11 % de la población migra de sus países; en El Salvador el porcentaje llega al 25 %. Las caravanas de miles de jóvenes marchando hacia el norte en busca de mejores oportunidades de vida sugieren que la migración también puede estar jugando su parte en el abandono escolar», afirma el estudio.