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Pese a ello, las autoridades transmiten un mensaje de control de la situación y dicen que solo se trata de una meseta de nuevos contagios que remitirá
Se cumplieron los temores de la mayoría de los padres al comienzo del curso escolar ruso, el pasado 1 de septiembre, y los alumnos de la capital han sido los primeros en ver cómo se cierran sus escuelas. La maniobra ha sido disfrazada de permiso escolar, en la línea de la actitud que están tomando las autoridades rusas para gestionar la crisis del coronavirus, es decir sin adoptar medidas radicales o tomándolas gradualmente. Esta semana, el alcalde de Moscú anunció a través de su blog que la semana de vacaciones escolares de otoño, prevista este curso para principios de octubre -suelen ser en noviembre- se prolongará una semana más para evitar la propagación del coronavirus, del 5 al 18 de octubre.
Quedan excluidos del cierre general del 5 al 18 de octubre los jardines de infancia. Sin embargo, deberán seguir la misma norma que las escuelas los centros que imparten extraescolares y que, en muchas ocasiones, dependen del Ayuntamiento, como los numerosos conservatorios municipales o los cursos de natación infantiles, por ejemplo.
Advertencias in crescendo
La medida es la última de una serie de advertencias y recomendaciones que vienen lanzando las autoridades y que, si se sigue el esquema del pasado marzo, irán endureciéndose con el paso de los días, en caso de que las cifras no remitan. Una de las más significativas llegó el pasado fin de semana y también de la mano de Sergey Sobianin, el regidor moscovita. Sobianin, un reconocido workaholic, colgó el pasado domingo a las 8 de la mañana en su blog una petición a los gerentes de las empresas de la capital para que transfirieran al modo remoto al mayor número de empleados posible. Todo ello, sin perjuicio del servicio de la empresa, puntualizaba posteriormente en un texto en el que se quedaba en el terreno de la recomendación. También se dirigió a los mayores de 65 años y enfermos crónicos a los que pidió que salieran de casa solo lo imprescindible. El mensaje concluía sin dar datos, pero advertía que, si se bajaba la guardia, los casos aumentarían y apelaba a la responsabilidad colectiva e individual.
Dos días después, la recomendación se transformaba en decreto municipal con una duración de un mes. Aunque, la medida no es totalmente restrictiva como lo fue en las semanas del confinamiento ya que, por ejemplo, no se les han cancelado los pases para el transporte público a los jubilados, que viajan gratis. Sin embargo, sí que hizo Sobianin un reproche a los mayores de la capital que no siguieron sus consejos en los días que transcurrieron entre su carta con recomendaciones y el decreto.
Acelerón de contagios
Si se miran las estadísticas oficiales, sí es cierto que en los últimos diez días los casos de contagio se han acelerado. El pasado 20 de septiembre, por ejemplo, ya dentro de una tendencia creciente, se produjeron 6.148 casos en toda Rusia, mientras que hoy uno de octubre se ha informado sobre 8.945 nuevos casos, por cierto un 30% de ellos en la capital y su provincia.
Sin embargo, las autoridades se están esforzando en transmitir un mensaje de control de la situación. Desde Rospotrebnadzor, la Agencia Federal de Salud, se ha dicho hoy que la situación puede alcanzar una meseta (insisten en utilizar este término y en no hablar de pico), que su subdirectora fija en los 9.000 nuevos contagios diarios, pero que se doblegará si se siguen las medidas de seguridad.
También situaba en el terreno de la responsabilidad individual la evolución del virus, el portavoz de la presidencia, Dimitry Peskov, quien culpó directamente a la actitud de los ciudadanos del aumento de casos. Aunque contemporizó a continuación, diciendo que en el ánimo de su Gobierno no está imponer más restricciones, sino tener a punto la infraestructura sanitaria para el previsible aumento de casos.
Putin, el poli bueno
Y como suele ocurrir en el storytelling ruso, también se reservó un espacio para el mensaje del jefe del Estado, Vladímir Putin. Un mensaje menos duro que el de su portavoz y sus subordinados, buscando identificarse con el ruso medio, como en muchas ocasiones cuando se dirige a la población sobre asuntos de política doméstica. En una reunión con los miembros de su Gabinete, se mostró comprensivo con el hartazgo de los ciudadanos con el uso de la mascarilla -son minoría los que la usan por la calle y en el transporte público- pero al mismo tiempo pidió que se sigan las recomendaciones sanitarias para no tener que volver a una situación de confinamiento como el sufrido la pasada primavera. Una situación que, por cierto, una de cada tres pymes rusas reconoce que no podría superar nuevamente, según un estudio de la agencia Omnibus realizado en 32 regiones del país.
Con un nuevo confinamiento o no, con segunda ola o solo meseta, lo que parece claro es que Rusia se prepara para una mayor incidencia del virus en las próximas semanas, sobre todo a partir de mediados de octubre cuando está previsto que llegue el frío este año. Algunos factores así lo indican. Por ejemplo, diversos medios informaron hace unos días cómo se pedía a los médicos de urgencias que regresasen de sus vacaciones.
Además, la incidencia de la enfermedad en los escolares es de solo el 2%, según explicó Anna Popova, la directora de Rospotrebnadzor, con lo que cobra importancia la idea de que el alcalde ha querido dejar a los niños en casa para evitar que se produzca una explosión de casos en las escuelas y los niños actúen como contagiadores. Popova fue más optimista con los adultos, de los que dijo que un 25% son inmunes, bien porque ya la han sufrido o porque no han desarrollado síntomas. También anunció que desde su departamento se sugerirán medidas restrictivas cuando el stock de camas para coronavirus esté por debajo del 30%.
Fuente: https://www.niusdiario.es/internacional/europa/moscu-cierra-escuelas-pueda-teletrabaje_18_3020070280.html