Por: Datin Mahathir
“Lograr la igualdad de género en la educación es fundamental para el desarrollo de un país”, dijo Mahathir, al tiempo que reconoció que está aumentando el número de mujeres formadas, activas fuera del hogar y que participan en la vida diaria de sus países, incluida la política. «Estudios internacionales han demostrado que los países con igualdad de género en la educación tienen un mejor crecimiento económico», dijo. «El hecho de formar a las niñas produce un efecto multiplicador y beneficios a lo largo de las generaciones y las comunidades», especialmente en materia de salud y seguridad para los niños.
«Si los países sólo incrementan la educación primaria, prepararán a los niños para trabajar únicamente en trabajos peor remunerados, como obreros o empleados domésticos», dijo. «Si incrementan el número de escolarizaciones y el número de estudiantes que finalizan la educación secundaria, producirán en masa trabajadores de fábrica y vendedores para elaborar productos de forma barata para los países desarrollados. A pesar de que necesitamos trabajadores de todos los niveles, son los ciudadanos con títulos de educación superior los que realmente son capaces de hacer progresar al país hacia un nivel diferente. Por eso, aunque es admirable que muchos países estén reduciendo sus índices de analfabetismo, deben centrarse en mantener a los niños en la escuela el mayor tiempo posible y apoyarles a lo largo de todos los peldaños de la escalera educativa.
El papel de la educación a la hora de fomentar la igualdad y la desigualdad
Mahathir señaló que parte de la lucha por lograr la igualdad de género dentro de la educación consiste en eliminar los estereotipos de género en el aula y los materiales educativos. Además, sostiene que si no se toma como base un enfoque sensible con el género en los programas de estudio y las reformas del sistema educativo no se podrá conseguir ningún cambio en la sociedad.
«En lo que respecta a las relaciones de género, las desigualdades en la educación reflejan y engendran desigualdades en la sociedad, especialmente entre los hombres y las mujeres», insistió Mahathir. «Desatender la educación de las niñas implica que no dejarán de ser incultas y por tanto vulnerables a la manipulación y la explotación. Su falta de conocimientos las dejará desvalidas ante aquellos mejor formados y expuestas a un abuso que en ocasiones desemboca en enfermedades e incluso la muerte».
Dio el ejemplo de Mukhtar Mai, una mujer pakistaní que fue entregada a otra familia como recompensa por el delito que había cometido su hermano y a la que violaron y golpearon. A pesar de ser analfabeta, su supervivencia dependió de su propia determinación de buscar justicia. Mukhtar identificó su falta de conocimientos como la fuente de sus problemas y con el dinero que recibió de varios simpatizantes después de que su caso se publicara en los medios abrió una escuela donde ella misma está estudiando.
Niños y niñas formados
Según Mahathir: «El primer paso es escolarizar a las niñas. Pero este éxito debe ser equilibrado. Para desarrollar el país necesitamos TANTO niñas COMO niños en la sociedad. En mi opinión, ningún desequilibrio, ya sea a favor de las niñas o de los niños, es sano».
«Contar con altos índices de niñas en las instituciones educativas no se traduce automáticamente en una mejor vida para ellas y para las mujeres si sigue habiendo actitudes arraigadas», insistió. La agencia gubernamental malaya PEMANDU, encargada de estudiar la transformación económica, descubrió que un 40% de las tituladas mujeres ni siquiera llega a trabajar una vez que deja la universidad. Otro 25% deja de trabajar tres años después de entrar a formar parte de la población activa. «Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), para que un país se desarrolle, cerca del 70% de sus mujeres debe tener un empleo remunerado, así que estas cifras son preocupantes», dijo.
«Podemos suponer que el motivo de este fenómeno es que los estereotipos de género no han cambiado», dijo Mahathir. «A pesar de sus titulaciones, las mujeres consideran que hay menos puestos de trabajo para ellas. En parte, los estereotipos de género han hecho que sus elecciones de asignaturas tiendan a limitarse a las artes, algo que muchas veces no coincide con lo que el mercado laboral necesita. E incluso si optan por las ciencias, tienden a elegir profesiones consideradas como más ‘apropiadas’ para ellas».
También señaló que las mujeres se enfrentan al mismo problema al que se han enfrentado desde el momento en que comenzaron a trabajar fuera del hogar: tienen dos trabajos, uno fuera y otro dentro de él. «Para muchas mujeres, sin apoyo, es demasiado difícil. En un país como Malasia, donde la ayuda doméstica es cara y las buenas guarderías escasean, la presión sobre las mujeres es muy fuerte. Por eso, no es de extrañar que muchas empresas se quejen de que justo cuando las mujeres están dando lo máximo de sí, suelen dejar el trabajo porque también es cuando se casan y tienen hijos».
Luchar contra los estereotipos de género en la escuela
Mahathir también subrayó que el problema de la desigualdad en la sociedad no cambiará si la educación en las escuelas no cambia. Y la educación en las escuelas refleja la sociedad que la rodea. Si los programas de estudio no son sensibles con el género y se repiten una y otra vez los mismos estereotipos de género, eso es exactamente lo que absorben los niños y las niñas. Si los libros dicen constantemente que «el lugar de la mujer» está en la cocina y que los hombres siempre son los líderes y los jefes, no es de sorprender que las niñas duden en elegir asignaturas más masculinas o más difíciles en la escuela.
«Necesitamos la igualdad de género porque tiene sentido garantizar que la mitad de nuestra población participe en la sociedad plenamente, justo igual que la otra mitad» dijo.
«Un proverbio chino dice que las mujeres sujetan la mitad del cielo. Pero cuando observamos los papeles importantes que las mujeres ejercen en nuestras sociedades, creo que sujetamos más de la mitad del cielo. Sin nosotras, no habría niños, y si los hubiese, no estarían sanos. Nuestras familias no comerían si no garantizásemos que tengan comida todos los días. La experiencia de la epidemia mundial del SIDA ha demostrado que el mayor desastre de cualquier familia es la muerte de la madre, no del padre. Mientras la madre sigue viva, hace todo lo posible por mantener su familia intacta y alimentada».
Según Mahathir, si las niñas y las mujeres reciben una educación, cuando se conviertan en madres, serán mejores madres y educarán mejor a sus hijos. Asimismo, insistió en que no se podrá conseguir sin igualar la condición de los géneros, y que no se pierde nada con la igualdad de género. «Entonces, ¿cuál es nuestra excusa para perpetuar esta desigualdad?» preguntó.
Publicado originalmente en: http://worldsofeducation.org/new/spa/magazines/articles/222