Por: Dinorah García Romero
El foco de interés y de atención es calidad más que nunca en educación, formación docente y vida universitaria.
La semana que acaba de pasar ha estado movilizada por diversos hechos ocurridos en el contexto nacional. El que da origen a este artículo se vincula con la Normativa 09/15 para regular la elaboración y desarrollo de los Programas de Formación Docente en la República Dominicana, emitida por el CONESCyT el 11 de noviembre de 2015. El Ministro de Educación Superior, Ciencia y Tecnología ha planteado la posibilidad de una revisión de esta normativa. Asociaciones de Universidades del país avalan la revisión propuesta por el Ministro de Educación Superior. Algunas de las razones para avalar la revisión, que aparecen en la prensa, concitan la atención de distintos sectores sociales y educativos. Además, generan preocupación, al tocar la calidad de dos pilares nucleares, la educación y la formación docente. Pero la situación que se suscita resulta sumamente importante. Se perciben dos aspectos distintivos: uno que evidencia la relevancia que la sociedad dominicana le confiere a la calidad de la educación y a la calidad de la formación de los docentes. Queda claro que no le da igual cualquier tipo de educación. El otro aspecto queda evidenciado con la postura proactiva e interpelante de distintos actores educativos y sociales. Estos ciudadanos y medios de comunicación muestran que se ha fortalecido el desarrollo del pensamiento crítico en el país. La puesta en acción de esta capacidad favorece la búsqueda de soluciones a los problemas con visión y perspectivas plurales y con mayor integralidad.
El Plan Decenal de Educación, 1992; el Plan Decenal 2008-2018, el Movimiento Social Coalición Educación Digna, 2010-2012; la Ley 1-12 Estrategia Nacional de Desarrollo 2030; el Pacto Nacional para la Reforma Educativa en la República Dominicana, 2014-2030 y la Normativa 09/15 evidencian una constante: énfasis en la necesidad de calidad de la educación, calidad de la formación y del desempeño de los docentes. Estos documentos hacen visible un trabajo arduo de la sociedad para cualificar el sistema educativo dominicano en sus ámbitos preuniversitario y de la educación superior. Estos referentes no son perfectos, pero aportan significativamente. Son revisables, pues estamos en el 2021; pero no para retroceder y mucho menos para institucionalizar la cultura de lo fácil. Es necesario superar las rupturas que provocan desgastes y nuevas fragilidades en el sistema educativo del país.
El compromiso con la calidad de la educación y de la formación de los docentes es ineludible e innegociable. Esto es lo que importa; los colores partidarios de los que intervinieron, no interesan. Importa, además, la continuidad de todo aquello que permita avanzar, cualificar las estructuras y acentuar el rigor científico en la educación y en la formación de educadores. Ya no es aceptable dar marcha atrás. Las universidades del país no tienen en plan hacer retroceder lo que se ha logrado hasta la fecha. Si alguna lo ha pensado, está fuera de la historia. Ella misma ha de cavar su tumba y organizarse para desaparecer en soledad. La educación dominicana está urgida de cambios estructurales. No hay fuerza humana, política, religiosa o económica, que pueda eliminar o bloquear los pasos -pequeños y escasos- que se han dado hasta este momento. Las instituciones de educación superior están llamadas a ser pioneras en innovación y en calidad integral de la educación y del desarrollo social de la nación. Este es el espíritu que mueve a la mayoría de estas instituciones. Es necesario fortalecer el diálogo entre la Academia y la sociedad; crear lazos fundados en una confianza básica que fortalezca a ambas instancias. La educación dominicana no resiste fracturas entre la Academia y la sociedad. El foco de interés y de atención es calidad más que nunca en educación, formación docente y vida universitaria. Y todo este empeño ha de estar orientado a lograr un país más educado, más civilizado y justo.
Fuente: https://acento.com.do/opinion/compromisos-ineludibles-e-innegociables-8932899.html