Autor: Sylvia Torres
Nicaragua
Se debe atender cómo funciona la industria de la estética, y exigir los derechos a la salud y a la información completa y veraz sobre su procedimiento
Una joven veinteañera falleció, el pasado 18 de junio, en un hospital privado de esta ciudad capital, horas después de realizarse una cirugía estética. Con la oportunidad de conocer, opinar y juzgar que brindan las redes sociales, la discusión del caso se ha vuelto viral.
Desde el anonimato, personas, como Glenda A. se lamentan del fallecimiento de la joven, pero deploran el que ella, aparentemente, se sometiera a la cirugía para agradar al esposo, según la opinante, “ningún jodido aprecia el esfuerzo de su mujer, no vale la pena”. Otras, acusan al marido de frívolo por haber financiado la cirugía y, en su pesar, reafirmar que su esposa era “bella”.
Tras el fatal desenlace, una tensa discusión se mantiene entre quienes acusan a la fallecida de ser vanidosa, y quienes reclaman la responsabilidad del facultativo.
“El control sobre el cuerpo femenino es uno de los pilares fundamentales del patriarcado. Según tiempo y geografía, este regula en qué espacio se mantiene, qué se muestra, qué se cubre, cómo, cuándo y con quién se reproduce”, indicó Eva Blanco, del Grupo Feminista de León.
El debate sobre esta muerte se inserta en un terreno clave de la confrontación feminismo/patriarcado: el control del cuerpo.
Muchas han criticado la presión social hacia las mujeres para encajar en un modelo de belleza que no coincide con las mujeres reales y cómo ese mandato empuja a muchas a poner en riesgo su salud y su vida. Al mismo tiempo, también defienden la idea de que cada persona decide sobre su cuerpo y puede intervenirlo para alcanzar comodidad con la identidad sexual respectiva.
En este sentido, la feminista Gracia Oro manifiesta, en un ensayo disponible en la web (“Soy feminista y tengo un implante de mamas”), su irritación porque, entre algunos feminismos, “hay un fuerte apoyo al derecho a decidir sobre su vida y lo más importante, su cuerpo, por ejemplo, a practicarse un aborto, pero el quirófano para fines cosméticos es un paso demasiado lejos. ¿No se deberían respetar todas las opciones de las mujeres acerca de la modificación del cuerpo – ya sea que estemos hablando de maquillaje, color de pelo, tatuajes, piercings o sí, incluso, la cirugía estética?, asegura.
A las operaciones de cirugía plástica, otras personas las ubican dentro de las “burkas ideológicas”, una opinión en línea con Fatema Mernissi, desaparecida feminista marroquí, quien escribió en uno sus más famosos libros, El harén de Occidente: “La diferencia básica entre musulmanas y cristianas consiste en que el velo de las segundas es invisible. El ayatolá de las mujeres occidentales es, pues, la anorexia… y su extremismo, la moda… la burka de occidente es la talla”, ha escrito.
Refiriéndose a las cirugías estéticas, Frank Hooker Solano, del Programa Feminista La Corriente, muestra lo paradójico del mandato de ser atractivo, pues “el sistema (patriarcal), que produce y fomenta estereotipos de belleza y vigila a los cuerpos que no encajan en tales estándares, [mientras que a la vez], culpa cruelmente a la joven que murió tras cirugía estética de “provocarse su muerte” por “vanidosa”.
El médico David Páramo, quien ha sido acusado de iatrogenia o mala práctica médica por otros casos, fue acusado días atrás por homicidio involuntario. Páramo, quien que guarda prisión preventiva, se anuncia en revistas de carteleras de cine o redes sociales, y ofrece un catálogo de procedimientos que va desde el aumento de glúteos hasta maquillaje permanente.
El listado ya no incluye agrandamiento de pene, procedimiento que lo hizo “famoso” en 2001, después de que un joven ingresara a un hospital público con piel necrosada en el pene, por causa de un mal implante de grasa, supuesto a mejorar el desempeño viril del paciente.
A pesar de ese escándalo, Páramo continuó ofreciendo toda suerte de procedimientos que van desde la liposucción, el aumento de glúteos, la aplicación de botox, el levantamiento de párpados, de glúteos y abdominoplastia, hasta el maquillaje permanente, con un rango de costos entre los 230 a los 3.200 dólares.
La mayoría de las personas pide un castigo para el médico, ya que, aunque él caracterizó el resultado de la intervención como “una desgracia quirúrgica”, hay otras cinco denuncias en su contra.
Una de ellas es la de Allison Molina, de 26 años, que data de julio de 2014. Precisamente el día de la fatídica cirugía del 18 de junio, ella esperaba al médico en un juzgado local para que Páramo respondiera por mala práctica. El médico le practicó a Molina un aumento de senos que, presuntamente, derivó en una complicación pulmonar, ya que le perforó el tórax y la pleura (el tejido que rodea los pulmones).
“Lo peor de todo es que yo me salvé, pero esta otra mujer no, yo sé lo que es eso, casi muero, y por eso me solidarizo con su familia y voy a mantener mi denuncia”, declaró Molina, públicamente. Ella dijo que desincentivó a otras mujeres de tratarse con Páramo, pero se lamenta de no haber hecho público su caso con anterioridad. La joven agregó que muchas personas tuvieron problemas y no quisieron denunciar por temor a someterse al examen popular.
Sin embargo, desde 2001, el urólogo Jorge Saborío acusó a Páramo de “negligencia médica y falta de profesionalismo”. Según el urólogo, quien salvó la vida y el miembro viril del paciente con las iniciales A.M., el cirujano plástico no comunicó al paciente que desconocía cómo hacer una cirugía de elongación y engrosamiento de pene, y la realizó en condiciones inadecuadas, sin equipos médicos apropiados, medicinas, no antibióticos.
Esta antigua negligencia médica estuvo en los juzgados capitalinos, pero el director de regulación y acreditación del Ministerio de Salud, en ese tiempo Norman Jirón, aseguró que en esta institución no se interpuso ninguna denuncia sobre este caso, quedando Páramo libre de toda responsabilidad.
Por su parte el director Armando Siú director del Colegio de Cirujanos Plásticos, declaró días atrás a un medio televisivo que Páramo tiene una deuda con el Colegio y que este último decidió no aceptarlo en él.
De 55 cirujanos plásticos existentes en el país, solo 35 están colegiados. Cada cirujano realiza por lo menos tres cirugías al mes; las más comunes son la liposucción y el aumento mamario. En 2010, una enfermera anestesióloga fue a la cárcel por la muerte de una paciente, mientras el médico se libró de la condena, con el pago de una indemnización económica a la familia de la víctima.
En medio de esta controversia, el tema no ha sido parte del debate feminista. Pero la docente universitaria Ana Victoria Portocarrero dijo que “hay que profundizar en la reflexión, enfocándose en que “en efecto existe una gran presión hacia las mujeres para que calcemos con estereotipos de belleza determinados, y que esto tiene que ver, sin duda, con elementos patriarcales y raciales que deben cuestionarse. Pero tampoco se puede ver esto únicamente como un acto de vanidad y complacencia genérica, pues no debemos olvidar que la ‘belleza’ constituye para mucha gente, también una suerte de capital que permite obtener trabajos y notoriedad, entre otras cosas”.
Portocarrero también precisó que mujeres y hombres intervienen su cuerpo para sentirse bien con ellas mismas y con el estilo que les define. “El ejercicio, el teñirse el pelo, el hacerse un tatuaje o instalarse una chapa en la nariz son todas modificaciones corporales que se hacen, no necesariamente para agradar a otras personas, sino para sentirse cómodas con cierto estilo”, dijo.
Finalmente, dijo que ella defiende el derecho de las trans, por ejemplo, a “hacer y rehacer sus cuerpos, y ¿por qué no podrían hacerlo las mujeres cisgénero o los mismos hombres?”. Estas últimas son las personas conformes con el género que le fue asignado al nacer.
Lo que se debe atender es cómo funciona la industria alrededor de esos temas, y exigir los derechos a la salud y a la información completa y veraz sobre estos procedimientos, concluyó.
Fuente: http://confidencial.com.ni/cirugia-estetica-cuerpo-disputa/
Sylvia Torres: Columnista en El Confidencial. Nicaragua