www.ecoportal.net/27-07-2016/
El precio del marfil se ha disparado hasta los 2000 dólares por onza y la matanza alcanza cada año a más de 35.000 elefantes. El fotoperiodista Álvaro Ybarra Zavala viaja a Kenia para captar su supervivencia.
A principios del siglo XX, unos cinco millones de elefantes vivían en el continente Africano. Hoy, su población, a la espera de que este año se complete el gran censo de elefantes –financiado con siete millones de dólares por el cofundador de Microsoft Paul G. Allen–, se estima en menos de 470.000 individuos.
Como ocurre con el mercado de las materias primas africanas, la creciente demanda de China y otros países del Lejano Oriente desató a finales de la pasada década la codicia por el marfil africano de un modo exponencial. El precio de este preciado material, de hecho, se ha disparado desde el año 2004, pasando de los 200 a los 2000 dólares por onza. La matanza, calculan los expertos, alcanza cada año a más de 35.000 elefantes
En los últimos años, sin embargo, gracias a las políticas de sensibilización del gobierno y de entidades como Big Life o la David Sheldrick Wildlife Trust, la tendencia ha cambiado. El programa de huérfanos de la David Sheldrick Wildlife Trust es uno de los proyectos de conservación de elefantes más ambiciosos que existen en Kenia. El compromiso de estas fundaciones es clave en la lucha contra el tráfico ilegal de marfil y sus políticas de implicación de la población local en la protección de estos extraordinarios animales son todo un éxito. «Ahora, en nuestra tierra vemos a los elefantes como compañeros de viaje del futuro de nuestro pueblo –apunta Tim Casaina un de los principales comandantes de rangers de la la Fundación Big Life Foundation –. Si logramos protegerlos sabemos que el pueblo masai tendrá futuro en esta región»
Los Rangers de la Big Life Foundation, fundada en 2010 por el fotógrafo británico Nick Brandt, llevan un lustro luchando contra esta plaga en la región de Amboseli que, hasta hace muy poco tiempo era uno de los puntos más calientes del tráfico ilegal de marfil en Kenia. Amboseli está considerado, de hecho, como una de las mejores experiencias de observación de la fauna de todo el planeta.