03 de agosto de 2016 / Por: Augusto Costa Zabaleta / Fuente: http://www.cronica.com.ec/
La música, la estética es la meditación a la música, no solo como fenómeno, sino como máxima y clara revelación de la voluntad; no solo como un arte privilegiado y superior, sino como una manifestación estética especial; es la objetividad y acopio sutil de la voluntad integra; es el reflejo fiel de lo que es el universo; “La música en su conjunto es la melodía cuyo texto es el mundo”.
“La música no es a diferencia de las demás artes, copia de la manifestación de la voluntad, si no copia directa de la voluntad misma”.
La música representa verídicamente el núcleo recóndito de todas las manifestaciones, el corazón de todo lo existente, y nos transporta a todos los estados interiores y sentimientos, elevándonos al éxtasis de la plenitud, es decir el raudal de la filosofía; en síntesis, es el néctar exótico y divino exhalado por el fuego del alma, es la intimidad entre la vida, los sentidos y el espíritu; cuando la palabra y el pincel enmudecen de impotencia, la música habla; es comunión y evasión; es un universo inmaterial; es el único pensamiento original; la música es esencia y substancia, la ausencia pura de la razón, y el espíritu de la inmortalidad; es el único placer de los sentidos sin generar el mal; la música toma libre al espíritu, da alas al pensamiento, y es la manifestación del ensueño más íntimo de la esencia del mundo; es la sinfonía del alma nacida para amar, y el coro celestial de ángeles, que envuelve el universo con un manto de nácar y zafiros, que nos da luz y magnimidad.
Con la melodía de la música se apaciguan las inquietudes, se mitigan las penalidades, y se cicatrizan las heridas; se apaciguan las tormentas del alma, y se reconcilian las enemistades de los sentimientos; se fortalecen los lazos fraternos de la amistad, y se cristalizan los deseos más fervientes del amor, por ello se sublimiza lo iracundo y se concilian las diferencias, para convertirse en mansos y apacibles raudales de comprensión y afecto; porque si no existieran los notas excelsas y tiernas de la música, la vida se tornaría en un pensamiento vacío, en un deseo vano, en una existencia calcina, en un cautiverio, en una prisión sin redención ni perdón. (O).
Fuente artículo: http://www.cronica.com.ec/opinion/columna/columnista/item/14263-una-elocuente-manifestacion