Las mujeres en Turquía

Por Juan Pablo Aguirre Quezada

Intensa discriminción

 “Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas”. Martin Luther King

Las mujeres en Turquía —como en otros países de Medio Oriente— no tienen las mismas oportunidades de acceso que los hombres, a diferentes elementos de desarrollo como trabajo, vivienda o educación. En ese sentido el Instituto Turco de Estadística refiere que de cerca de 5.5 millones de estudiantes en el país -en educación media, superior o posgrado- 45.8% son mujeres y 54.2% hombres.

Más preocupante aún es que si bien la expectativa de escolaridad es de 15 años, para las mujeres es un año menos; además, el analfabetismo afecta a 8.2% de la población femenina mayor de 15 años, por únicamente 1.6% de los varones. En materia de empleo, las mujeres jóvenes enfrentan una situación de vulnerabilidad en este país, ya que cerca de 22% de la Población Económicamente Activa (PEA) de este sector y género está en situación de paro; mientras, que en la misma edad, el desempleo masculino es de 16.9%.

Si bien existen factores culturales, históricos o familiares que pueden explicar esta inequidad, también influyen las políticas educativas. En este país la educación obligatoria consiste en la etapa primaria (Ilkögretim), media (Ortaöğretim) y preparatoria (Lise); cada período es de cuatro años.

En este sentido, la Gran Asamblea Nacional aprobó a finales de marzo de 2012 una reforma educativa comúnmente conocida como 4+4+4 (en referencia a los años de escolaridad en cada ciclo académico), pero ha dividido las opiniones del país, ya que algunas voces consideran que el cambio puede causar más inequidad y fortalecer el aspecto religioso dentro de las aulas, lo que puede afectar el desarrollo formativo de las mujeres. Otros sectores consideran que esta medida es una reinvidicación de derechos que habían sido ignorados por los anteriores gobiernos.

Si bien el cambio brinda doce años de educación obligatoria -en contraste con los ocho que eran ofrecidos anteriormente-, la reforma también supone la posibilidad de que los estudiantes asistan a escuelas religiosas, lo que podría incrementar la deserción en el último ciclo y marginar de su asistencia a diferentes sectores sociales. Ejemplo de ello es que de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) 38% de los hombres entre 25 y 64 años han concluido su bachillerato, por 29% de las mujeres. Esto, pese a que en el Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) el promedio femenino es 16 puntos mayor que el masculino en áreas como matemáticas, ciencias o lectura.

Esta vulnerabilidad atrajo el interés de diferentes organizaciones sociales en la cuestión de equidad de derechos en este país. Human Rights Watch documentó que además de los rezagos en materia educativa y laboral, mujeres y niñas en Turquía reciben maltratos en su hogar, lo que afecta a cuatro de cada diez personas del género femenino. El informe señala que los vacíos legales y errores en la aplicación de la Ley son los principales elementos que permiten la impunidad en los casos de violencia a las mujeres en esta nación.

La equidad y no violencia a las mujeres es un reto importante para Turquía de cara a los compromisos internacionales y las relaciones exteriores con la Unión Europea, ya que por geografía y política es uno de los países de Medio Oriente que tienen  más lazos con las naciones del “viejo continente”. Es, además, una oportunidad para brindar mejores condiciones de vida a más de la mitad de la población turca.

Por su parte, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) alertó de las dificultades que enfrentan las mujeres para acceder al pleno empleo que les permita desarrollarse personal y familiarmente. Dicha instancia señala que en promedio, el porcentaje de participación laboral femenino fue de 29.5% en 2012; sin embargo, esta cifra se eleva por las damas que trabajan en la parte europea del país, ya que en el resto (la península de Anatolia) la cifra no llega alcanza 10%. Además, 37% de la población femenina que labora no percibe ingresos debido a que se desempeñan en negocios familiares; en contraste, únicamente uno de cada 20 trabajadores varones están en esta situación. En tanto, la OCDE informó que tres de cada diez mujeres trabajadoras en Turquía tienen que laborar más allá de su horario laboral, lo que afecta el balance vida-trabajo.

Ante estas circunstancias, instituciones internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) han hecho llamados y realizado actividades a fin de sensibilizar a la población y ponerle un alto a la discriminación y violencia de género en diferentes países, incluyendo Turquía.

Dentro de la población vulnerable existen sectores que son los más desprotegidos. En este sentido en el territorio turco se han refugiado migrantes de zonas limítrofes en conflicto como Siria e Irak. Lamentablemente diferentes medios de información y organizaciones de la sociedad civil refirieron la venta de mujeres esclavas por parte del Estado Islámico (ISIS) en la frontera sur, lo que infringe los derechos humanos.

En los últimos años Turquía ha tenido un importante desarrollo económico —con algunos periodos de crisis—  siendo uno de los primeros países en afiliarse a la OCDE y tiene participación en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Sin embargo, aún tiene retos importantes en materia de desarrollo social y en especial, mejorar la calidad de vida de las mujeres.

Fuente: http://www.siempre.com.mx/2016/09/las-mujeres-en-turquia/

Imagen: www.siempre.com.mx/wp-content/uploads/2016/09/3302-aguirre.jpg

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Juan Pablo Aguirre Quezada

Doctor en Humanidades, Universidad Latinoamericana