Desde el cielo inmenso de su praxis se puede escuchar el grito poderoso del más avanzado filósofo-científico conocido por la educación latinoamericana ¡América tiene que ser original! Originales han de ser sus instituciones y su gobierno, y originales los medios de fundar uno y otro ¡O inventamos, o erramos! Este es nuestro Simón Rodríguez, el más prominente educador nacido en estas tierras, el 28 de octubre hace 247 años en aquella Caracas colonial, donde breves décadas después surgiría la revolución independentista que aún hoy continúa.
Muchas de sus ideas estuvieron adelantadas por siglos a sus tiempos y como suele suceder en la historia, en su momento no fueron valoradas. Debieron esperar años y años para que fuesen comprendidas, asumidas y practicadas por diversidad de teóricos en todo el mundo. Y en este sentido es sensato recalcar, como siempre desde la autocrítica rotunda que nos mueve el alma, no hemos sido precisamente los educadores venezolanos en bloque quienes hemos asumido con la preponderancia pertinente, al «Sócrates de Caracas» como lo llamaba Bolívar.
Y más allá de asumir a nuestro Robinson por mera empatía nacionalista, se trata realmente de promover la comprensión de su legado teórico-práctico pues contiene las claves fundamentales para transitar hacia el sistema educativo que necesita la democracia participativa y protagónica de la Venezuela Bolivariana del siglo XXI. Allí dentro están esperando incólumes las bases para que avancemos a un estadio cualitativo del proceso bolivariano, a otra etapa, donde además de promover «las miles» de comunas, escuelas y hogares construidos (por ejemplo), se estudie, comprenda y promueva el cómo se está desarrollando la vida cualitativamente en esos hermosos alcances cuantitativos.
Sin embargo sería mezquino evitar decir específicamente de la educación, que han sido extraordinarios los logros, al punto que debieron ser reconocidos por la mismísima UNESCO, que no puede ser señala de chavista por cierto. Solo en educación universitaria a través de la Misión Sucre y la Misión Alma Mater la matrícula se ubica como la quinta más alta porcentualmente en el planeta y la segunda en América Latina. Aquí logramos democratizar radicalmente la posibilidad de profesionalizarnos a través de la educación.
Ha sido enorme el avance pero creo con convicción que llegamos al momento de preguntarnos si es esto suficiente. La educación como la conocemos, en la que nos hemos instruido y formado, ha sido contraria al principio de la originalidad convocado por nuestro Robinson. Ha sido copia de la educación que ha necesitado el sistema del capital para su reproducción y el problema principal con ello, es que esta forma educativa está adecuada a las condiciones, potencialidades y vulnerabilidades ecosistémicas de las zonas norteñas del planeta distintas a las nuestras en el Sur, en correspondencia con nuestra historia y cultura. Llegó el momento de avanzar a otras perspectivas educativas para percibir la vida y Simón Rodríguez nos da las pautas con la rebeldía de su obra, su fraseo corto, su expresión sinóptica y su comprensión crítica-sistémica de la realidad.
El proceso histórico bolivariano nos conllevó a la independencia política y es momento de trascender a la independencia económica, científica y tecnológica, lo cual solo será posible con otro modelo educativo, con otra percepción y proyección de nuestra realidad, con prácticas que tengan base en el bagaje construido por la experiencia de toda la humanidad, si, pero a su vez con prácticas que no han sido develadas aún por la comprensión humana. Para que podamos desarticular las tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten en la sociedad venezolana y configuremos una nueva socialidad desde la vida cotidiana. Debemos alcanzar esa poderosa premisa robinsoniana que nos está pendiente del educar radicalmente, emocionalmente, con profundidad para aprender haciendo y trascender la simple instrucción. Tenemos pendiente educar como lo hizo el Simón maestro con Bolívar. Una educación que nos encienda la luz y nos abra el corazón como a Bolívar, para lo grande y hermoso, la libertad y la justicia, para la nueva vida. Simón Rodríguez VIVE.
Tomado de: http://www.aporrea.org/educacion/a236269.html