16 de noviembre de 2016 / Fuente: http://pcnpost.com/
Por: Rodrigo Arce Rojas
Si queremos visualizar el desarrollo forestal que queremos lo primero que habría que hacer es conceptualizar ambas palabras “desarrollo” y “forestal”. A estas alturas pareciera que hablar de aquellas palabras es bizantino porque hemos hablado tanto y tanto tiempo ha transcurrido que quedaría la impresión que la historia se ha clausurado pero no es así.
En medio de la incertidumbre de los tiempos por lo menos tenemos claro (coyunturalmente) algunos atributos respecto al desarrollo. Primero que no existe una única forma de entender y vivir el desarrollo. Segundo que los desarrollos son contextuales y que no puede haber una fórmula única para entender y disfrutar el desarrollo. Tercero que el marco de desarrollo se ha incrementado sustancialmente.
Así de los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio hemos algo más que duplicado con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Lo que marca la época es el reconocimiento de la multidimensionalidad del desarrollo. De ello no podemos hacer abstracción al hablar de los bosques.
La palabra forestal también tiene otras connotaciones cuando se reconoce explícitamente la biodiversidad forestal, la gestión de paisajes, la gestión de territorios. De la mirada de recurso hemos pasado a la mirada de territorios con toda la complejidad que el término implica, es decir masa, energía, información y sentido.
Queda claro entonces que no solo estamos hablando de aspectos biofísicos (sin desconocer o subestimar su importancia) sino que también implica la consideración de aspectos sociales, institucionales, legales, culturales, psicológicos, entre otros aspectos.
Las discusiones sobre desarrollo forestal no pueden eximirse de las grandes discusiones globales sobre nuevas formas de entender el desarrollo. Los grandes problemas de frontera que se identifican con relación a los bosques no pueden tratarse solo desde una perspectiva disciplinaria y queda más claro para todos la necesidad de enfoques interdisciplinarios, transdisciplinarios e incluso indisciplinarios. Bajo este marco plantearemos algunos de los principales principios a tomar en cuenta para el desarrollo forestal que queremos.
Estos principios no deben tomarse por separado sino que forman parte de un todo integrado absolutamente interrelacionado e interdependiente.
Principio de totalidades: lo que implica tomar en cuenta todas las personas, todas las edades productivas y de conservación, todas las culturas, todos los actores, todos los sectores, todos los niveles, todos los agentes económicos, todos los servicios ecosistémicos de los bosques, todas las posibilidades (sostenibles) de aprovechamiento y conservación de los ecosistemas. Esto implica superar los esquemas de exclusión y subestimación de actores y procesos. Implica también reconocer al ser humano en toda su integralidad como ente biopsicosocial, con cuerpo, corazón, mente y espíritu. La integración entre el tener, el ser y el hacer. Este principio no implica caos sino un orden por descubrir a través del diálogo generativo.
Principio de dialogicidad: No se trata de quedarse en las polarizaciones, tensiones o confrontaciones. Bajo este principio se busca que dialoguen el pasado, el presente y el futuro; el sistema bosque con el entorno global del cual forma parte; lo moderno con lo llamado tradicional; la ciencia con los saberes ancestrales; la tecnología moderna con las tecnologías tradicionales; la producción con la conservación; los bosques con los sistemas agroproductivos, las matemáticas con la poesía; lo pragmático con la ética; la razón con la intuición; lo material con lo espiritual. Más que polarizaciones lo que se busca es darle dinamismo al sistema en búsqueda de equilibrios dinámicos.
Principio de sinergias: Lo que se busca a través del diálogo, la participación, la concertación y la gobernanza es sumar esfuerzos, administrar toda la energía biofísica y sociocultural de los ecosistemas forestales y su sociodiversidad asociada. Se busca las complementariedades estratégicas a favor del aprovechamiento sostenible, conservación de los bosques y la contribución efectiva a la calidad de vida, buen vivir, vivir bien o vida plena que plantean los diversos actores forestales.
Principio de sostenibilidad: este es el principio que ordena todo el sistema pues no hay desarrollo forestal posible si se afecta la capacidad productiva y reproductiva de los bosques. Se requiere una mirada de socioecosistemas sostenibles donde se mantienen los procesos ecológicos, se mantiene la resiliencia y la capacidad adaptativa de los bosques y los otros sistemas vegetales asociados. El principio de sostenibilidad requiere una atención seria, profunda y comprometida para no devaluar la sostenibilidad subordinándola a intereses de crecimiento económico. Todas las dimensiones son importantes y todas requieren recibir la debida atención.
Principio de equidad y justicia: el desarrollo forestal implica un profundo respecto a las personas y a su derecho de un ambiente sano y saludable. Ciudadanos y ciudadanas requieren ser respetados por su condición de personas. La vida en general necesita ser respetada en tanto el ser humano es parte de la naturaleza. No es posible contaminación o daños a los ecosistemas y las personas que afecten su integridad física y cultural. Por ello la necesidad de la justicia ambiental y forestal.
Bajo estos principios podemos plantear participativamente las diversas opciones de desarrollo forestal. Como se ha señalado, ello requiere profundos procesos participativos de diálogo generativo y transformador. Se requiere mucha creatividad e innovación para explorar todas las posibilidades y encontrar caminos sensatos. Toda la institucionalidad (políticas, leyes, acuerdos, pactos, arreglos sociales) debería ser pensada para que florezca un desarrollo forestal inclusivo y sostenible.
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