América del Sur/ Ecuador/Diciembre 2016/Entrevista/Rebelion
Entrevista a René Ramírez, titular de la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación
Para el académico 2016 “puede ser leído como el año del fin del largo siglo XX en términos históricos”. Agrega que el Brexit, la victoria de Donald Trump en Estados Unidos y la muerte de Fidel Castro simbólicamente marcan un parteaguas en la correlación de fuerzas a nivel mundial, tanto política como económica. Álvaro García Linera señala que es el fin de la globalización.
¿Cómo se llama su nuevo libro?
‘La gran transición: en busca de nuevos sentidos comunes’.
¿Por qué la gran transición?
En referencia al libro de Karl Polanyi ‘La gran transformación’, ubico lo sucedido en Ecuador en esta década en el marco de la disputa política, de los antecedentes neoliberales que marcaron dos décadas perdidas para el país y América Latina. Existe un absurdo histórico de querer señalar que 10 años es suficiente para hacer una transformación estructural, como han mencionado ciertos políticos como María Paula Romo o Guillermo Lasso. Eso es no tener idea de la historia, ni ecuatoriana ni mundial. Aquello es imposible, más aún cuando se tuvo que desmontar una institucionalidad creada para generar una sociedad oligárquica y luego de destruirla volver a edificar otra que busque el bien común de las grandes mayorías.
Si alguien está siendo arrastrado por la corriente en dirección a una cascada, lo primero que tiene que hacer es enrumbar el barco para que tome otra dirección. Estos diez años han permitido re-direccionar el barco, navegando a contracorriente de las relaciones de poder mundial y generar la energía social suficiente para dirigirse hacia aguas pacíficas y poder anclar en buen puerto. Parte de la gran transición implica haber redireccionado el barco, al mismo tiempo que se mejoraba el bienestar de sus pasajeros.
¿Esto quiere decir que no existe una década ganada?
Claro que existe una década ganada y tenemos frente a nosotros otra década por ganar, pero es primero una década por disputar. No obstante, debemos hacer una lectura histórica de la década ganada. Más allá de los resultados sociales, que son a todas luces positivos (se ha reducido la pobreza, han mejorado los niveles de consumo, de ingreso, acceso universal a educación y salud, entre otros.), existe una década ganada en términos políticos justamente porque está viva la posibilidad de seguir disputando una transformación de las estructuras sociales para edificar un nuevo orden social: la construcción de una democracia humana sostenible; es decir, la sociedad del buen vivir.
¿Cuáles son las condiciones históricas que identifica en esta transición que viabilizan la gran transformación?
Que haya existido un momento destituyente/constituyente, donde la ciudadanía manifieste la necesidad de firmar un nuevo pacto social de convivencia que genere un nuevo orden social; que el nuevo pacto social viabilice una transformación estructural y que las decisiones políticas que acompañan al nuevo pacto hayan sido acciones estructurantes que permiten configurar las condiciones de posibilidad de poder disputar la gran transformación.
Está claro el momento destituyente/constituyente, ¿pero el nuevo pacto social viabiliza un nuevo orden social?
No me cabe la menor duda. El horizonte de sentido está plasmado en el nuevo texto constitucional. Los tránsitos para la transformación son algunos. Por ejemplo, debemos pasar: 1) del antropocentrismo al biocentrismo; 2) del colonialismo y patriarcalismo a la sociedad pluridiversa (plurinacional e intercultural); 3) de la democracia exclusivamente representativa (que es consustancial al capitalismo) a la democracia humana sostenible, basada en la participación y deliberación social; 4) del capitalismo de mercado (desmercantilización social) a la economía social y solidaria y, 5) del Estado corporativo mercantilista al Estado soberano popular garantizador de derechos.
Europa planteó la construcción del Estado de Bienestar y esa ha sido la última propuesta de construcción de un nuevo orden social (luego del fracaso de los ofrecimientos de sociedad realizados por el bloque soviético). Ahora parece que la derecha empieza a desmantelarlo. En este marco, el camino se basaba, entre otras aristas, en reconocer la igualdad de los ciudadanos frente a los derechos sociales basados en la democracia representativa. Sin lugar a dudas, las propuestas constitucionales de Suramérica avanzan en esa dirección y los gobiernos progresistas han avanzado rápidamente en reducción de pobreza, desigualdad y democratización de derechos. Pero en el mundo que vivimos aquello es insuficiente.
La “nueva modernidad”, si cabe el término, pasa por la construcción de sociedades plurinacionales. Eso plantean las Constituciones de Ecuador y Bolivia, que sin lugar a dudas están en la vanguardia en estos términos. Mientras esto planteamos en el Sur, en Europa la semana pasada en dos días murieron 340 migrantes tratando de llegar a sus tierras. De hecho, en 2016 se llegó a la cifra récord de 4.300 muertos en el Mediterráneo con tres veces menos llegadas de migrantes por el mar que en 2015. Europa ahora es sinónimo de oscurantismo y barbarie. La igualdad tiene que convivir con la diversidad y reconocer la diversidad de identidades que hay en el mundo. En este marco, la vanguardia está en reconocer la ciudadanía universal y el reconocimiento de que se pueden construir Estados Plurinacionales unitarios respetando la pluriculturalidad de identidades y de naciones que conviven en cada territorio.
En su diagnóstico del surgimiento del fascismo a mediados del siglo XX, Polanyi muestra cómo el nacionalismo xenófobo fue una reacción contra la enorme desigualdad provocada por el libre mercado, un mecanismo de defensa social. En nuestros días, salvando las distancias de la analogía, parece ser que la historia se repite.
¿Y en el ámbito económico qué implican las transiciones que viabilizan la transformación?
A nivel mundial, podría pensar que 2016 puede ser leído como el año del fin del largo siglo XX en términos históricos. El Brexit, la victoria de Trump y la muerte de Fidel simbólicamente marcan un parteaguas en la correlación de fuerzas a nivel mundial, tanto política como económica. Solo el rechazo de los tratados transatlántico y transpacífico y la salida de la UE de Gran Bretaña configuran otro escenario en el panorama mundial. García Linera señala que es el fin de la globalización. Personalmente creo que es el comienzo de otra globalización. Ecuador debe pensarse en ese marco.
En estos 10 años se ha podido caminar disputando el sentido de la barbarie de lo que es el capitalismo pero obviamente dentro del capitalismo. La izquierda autista cree que era viable hacerlo desde otro sistema. ¡Imposible! A veces siento que esta izquierda no entiende nada de lo que significa el poder, en tanto que la derecha tiene un gran entendimiento no solo de su significado sino también de cómo ejercerlo. En términos resumidos puedo señalar que en el libro planteo que en esta década se han realizado tres acciones (a diferentes velocidades) que son indispensables para seguir disputando una gran transformación: 1) una gran desconcentración del capital; 2) una nueva acumulación socio-ecológica originaria; 3) una gran acumulación de capital físico. Queda pendiente buscar edificar una forma de organización productiva en donde se redistribuya produciendo y se produzca distribuyendo. Planteamos la construcción de una economía social de los conocimientos construida desde una lógica colaborativa.
En estos procesos se tienen que configurar otros sentidos comunes que rompan la hegemonía del valor de cambio y se edifique una nueva apropiación social valórica basada en la vida y en el valor de uso. Debemos romper con la sociedad que sabe el precio de todo, pero conoce el valor de muy pocas cosas. La construcción y apropiación de tales sentidos es tarea pendiente de la segunda transición que se encuentra en disputa.
¿La izquierda que usted llama autista señala que los grandes ganadores son los capitalistas? ¿Qué opina frente a tal afirmación?
La década es ganada porque ha ganado toda la sociedad. La diferencia es que en comparación con el período precedente a estos diez años hubo una prioridad deliberada: los pobres y los trabajadores. En el libro demuestro que el crecimiento de estos 10 años fue pro-pobre y pro-trabajador. La participación en el pastel (que, dicho sea de paso, se duplicó) disminuyó 10% para los capitalistas y se distribuyó en los trabajadores y en aquella economía denominada mixta (por ejemplo, economía popular, cooperativas, etc.).
En estos diez años se tomaron decisiones que disputaron una desacumulación de la lógica capitalista; es decir, que pase de manos —ya sea en stock o en flujos futuros— de los capitalistas hacia la sociedad, ya sea directamente o indirectamente a través del Estado. Para muestra unos botones: el resarcimiento de los dos mayores atracos sociales en la historia del país, con la auditoría de la deuda externa y el cobro del salvataje bancario de 2000; la recuperación social de las rentas petroleras; el financiamiento de la duplicación del bono de desarrollo humano destinado a los más pobres financiados con las utilidades de los bancos privados son ejemplos de esta desconcentración de capital. En términos estructurales, debemos estar vigilantes que el acuerdo comercial no conlleve una reconcentración de la acumulación en el capital transnacional y que aquella acumulación originaria producida en esta década no sirva para generar otra acumulación, sino que produzca reconcentración de la riqueza en donde se perpetúe el patrón de especialización del país.
Asimismo, se ha dado una nueva acumulación socio-ecológica originaria, sobre todo al democratizar capacidades humanas: acceso a educación, salud, seguridad social, o al evitar la emisión de 6,3 toneladas/año de CO2 como consecuencia del cambio en la matriz energética, etc. No es fortuito que el promedio de vida de los ecuatorianos haya aumentado 5,5 años. En esta transición, así no le guste escuchar a la izquierda autista, siempre será necesaria una acumulación importante de capital físico no especulativo que viabilice otra acumulación: carreteras, hidroeléctricas, puertos, aeropuertos, etc.
Lo que debemos tener claro es que en este escenario se ha producido una acumulación que no existía antes y que la derecha se está frotando las manos para servirse la mesa puesta. Luego que se creó una riqueza que no existía, la derecha busca concentrar los beneficios en pocas manos en capitalistas nacionales y/o transnacionales. Congelar el aumento del gasto social por 20 años, imponer eliminar la obligación de garantizar la educación inicial y media que sea pública y gratuita realizada por Temer; o la reducción de la inversión en Ciencia y Tecnología que realizó Macri o la propuesta de Lasso de privatizar la seguridad social para que cada “uno elija” su proveedor a nombre de la libertad (léase el que tiene plata elija y para los demás nada) es clara evidencia de una nueva acumulación que pretende hacer o ya lo está haciendo los grandes capitales en nuestro continente luego de la década social ganada por los gobiernos progresistas. La propuesta de la derecha: la apropiación de las capacidades humanas y las instituciones de interés común. Debemos darnos cuenta de que en Argentina, Brasil –por ejemplo- la disputa por la transformación se ha vuelto muy opaca.
¿Cuál debería ser la estrategia?
En la disputa de constitucionalizar a la sociedad ecuatoriana se debe tener claro el sentido de la historia que vivimos actualmente. La inserción en el mundo ya no pasa por permitir un libre flujo de bienes y servicios. Como señalé, parece ser que 2017 será el inicio del siglo XXI. Esa estrategia es del siglo pasado y nos sumiría en la peor de las dependencias de la historia. Cuando en el libro hablo de la gran transición también señalo que no se trata de una sola transición sino de dos: la que firmamos los ecuatorianos y que está plasmada en el texto constitucional y la que sucede a escala mundial: el tránsito del capitalismo industrial al capitalismo cognitivo basados ambos en procesos de financiarización especulativa de la economía. La nueva política comercial pasará por el manejo de la propiedad intelectual, y la estrategia debe estar vinculada a una inserción inteligente en los grandes circuitos de generación de conocimiento, tecnología e innovación en el marco de las necesidades y potencialidades de nuestros pueblos. Lamentablemente, veo muy poco debate sobre cuál es el papel de la ciencia en la trasformación social y cuál es la estrategia de desarrollo tecnológico para las próximas décadas en Ecuador. Ecuador no saldrá de las trampas de desarrollo sino plantea una estrategia clara de cómo romper la dependencia tecnológica y cognitiva; pero tampoco saldrá adelante sino sabe defender y conocer la biodiversidad que tiene.
No es fortuito que en los tratados mundiales se obligue a los países a poner en los códigos orgánicos penales sanciones hasta con prisión cuando se atenta a los derechos de autor o de propiedad, en tanto que no se diga nada cuando se roba la biodiversidad de nuestros territorios (biopiratería). En el libro se plantea que la nueva geopolítica ya pasa por la disputa de la relación conocimiento-biodiversidad; es por eso, que la estrategia planteada es el bio-conocimiento para el buen vivir de nuestros pueblos y nacionalidades. Gracias a Dios tenemos petróleo pero debemos tener claro que únicamente gracias a una acción colectiva social deliberada podremos ser un país terciario exportador de conocimiento y tecnología. Gracias a Dios tenemos Galápagos, pero gracias a la voluntad de los ecuatorianos nos construiremos como Innopolis.
¿A qué se refiere cuando señala el poco debate que se da sobre estos temas en el proceso electoral?
Es muy triste ver cómo hemos caído en la democracia de la ‘encuestología’, que para el caso de la oposición al gobierno consiste simplemente en oponerse a todo lo que el gobierno ha hecho según sus encuestas. No existe ninguna propuesta. No solo eso. Si uno analiza lo que dicen los candidatos, el país quebraría más temprano que tarde. Ecuador no tiene política monetaria por tener el dólar, la política comercial podrá verse cercenada por obvias razones y a su vez se escucha en las propuesta de los candidatos que van a bajar impuestos, van a quitar el impuesto a la salida de divisas o el del anticipo del impuesto a la renta, etc.
Cuando el gobierno puso las salvaguardias, entre otras razones, para defender la dolarización, la derecha inmediatamente salió a atacarlo. Se quiere garantizar derechos de calidad como en el ‘primer mundo’, con sistema de impuestos del cuarto mundo: ¡inviable! De concretarse tales acciones, en poco tiempo el Ecuador tendría que salir de la dolarización (sino varía el precio del barril del petróleo radicalmente hacia arriba). Creo que estamos en un debate poco serio en el campo económico en el proceso electoral.
Un punto más: se está disputando el pasado reprimido. La derecha dice: se gastó demasiado, ahora hay que enmendar a través del sacrificio. Es la moral punitiva, que busca inducir el temor y resolverlo señalando a un chivo expiatorio. En todos los discursos de oposición se anuncia un mesías negativo y se escucha el tono lastimero de miércoles de ceniza del carnaval revolucionario. La izquierda debe seguir disputando el futuro: la esperanza, inyectar la convicción de que es posible que todos vivamos bien, aquí, hoy y en esta tierra llamada Ecuador. ¡Dejemos que la esperanza venza al miedo!
¿Qué papel juegan los medios de comunicación en esta disputa?
Los medios de comunicación son la principal herramienta de poder usada por la derecha para producir desencanto y desesperanza. Los noticieros, los diarios intentan construir la sociedad del miedo, de la sospecha, de la desconfianza. Los noticieros que más crecen en audiencia son los que más sangre presentan. A esto se suman las redes sociales, esta nueva esfera pública que permite a través del anonimato (trolls) difamar sin ninguna responsabilidad pública. Las estrategias de piramidación cuando se intenta generar la noticia de la semana son claras: se usan los grandes medios masivos y los grandes ‘influenciadores’ que tienen muchos seguidores en sus cuentas de redes sociales y que no azarosamente suelen ser periodistas de medios privados. Por eso, hoy en día uno de los principales principios que hay que disputar en la democracia es la verdad y su defensa en la esfera pública.
Como ciudadano esperaría que cualquier candidato a la Presidencia de mi país siempre esté apegado a la verdad y tenga la valentía, en caso de haberse equivocado, de aclarar y pedir disculpas públicas por el error cometido. No que se utilice la mentira como estrategia deliberada de ganar votos. Es la estrategia de una derecha sin moral. Debemos tener claro que no habrá democracia de calidad mientras no exista ética en la política y mientras no reine la verdad en la esfera pública.
Existe una izquierda que señala que ha sido una década desperdiciada. ¿Qué opina?
Comparto lo señalado por Emir Sader: para quienes ha sido una década desperdiciada es para la misma izquierda que realiza tal afirmación. La pregunta que hace el sociólogo brasileño es pertinente: si gobiernos como el de la Revolución Ciudadana serían responsables por el retorno de la derecha como suelen afirmar estos grupos, entonces, ¿por qué esta ‘ultra izquierda’ no se ha fortalecido, no ha aprovechado el debilitamiento de los gobiernos progresistas y han ocupado su lugar? Simple, porque no tiene ninguna base popular y porque sus argumentos no han penetrado en ningún sector de la población. Esta izquierda debería aprender que también son responsables de sus acciones o no actuaciones.
Lamentablemente, la derecha ha sido mucho más astuta y eficiente en términos políticos que esta izquierda. No es casualidad que esta izquierda en las próximas elecciones no tenga ningún vocero directo como candidato presidencial. Una izquierda sin pueblo, no es izquierda. En este sentido, parece que les quedó grande el sustantivo izquierda. ¡Sí que han desperdiciado esta década!
¿Cuál es el papel de la política en este sentido?
Quizá tan importante como viabilizar la disputa es que la misma transición descrita ha sido realizada en el marco de una historia democrática y pacífica. El proceso de reconfiguración social, al tener estas características, ha permitido recuperar la confianza en el otro y sobre todo la capacidad de asombro ciudadano frente a la injusticia social, lo cual ha permitido transitar de la ira de los indignados a la esperanza ciudadana. La derecha tiene claro que la confianza, la esperanza ciudadana y la recuperación de la política son la principal arma que tienen los procesos progresistas para seguir avanzando.
En este marco, es vital para la derecha desencantar, desesperanzar a la ciudadanía y desmantelar la imagen de la política como espacio para crear un orden social justo. En este marco, es necesario entender la acción política como medio pero también como fin del proceso de cambio. De esa manera, la acción política debe crear un círculo virtuoso, basado en actores que apoyen y empujen el cambio, y que el cambio que sostienen y auspician los fortalezca. Frente a la sociedad de la desconfianza y el miedo que busca instaurar como sentido común la derecha, uno de los principales retos que tiene Lenín Moreno es reseducir a la ciudadanía –como lo hace- para seguir con el espíritu esperanzador que hemos tenido en estos 10 años, lo que implica generar otra estética en la política.
Fuente
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=219900
Imagen
https://lh3.googleusercontent.com/gVh6qu-DDAVN2qXDxQ0o16hSN783VGPQCasm_XOypOU5Y3Zf9LhKjiTINBjGxM5_IU5xZg=s85