Europa/ España/ 9 Enero 2017/ Autora: Esperanza Escribano/ Fuente: Kaos en la Red.
La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) se ha convertido en toda una institución en la protección del derecho a la vivienda a base de parar desahucios. Pero desde 2012, año en el que nació la Obra Social de la PAH, la plataforma ha extendido su forma comunitaria de lucha a otros derechos: desde los suministros básicos a la educación. Plataformas como las de Manresa o Sabadell han puesto en marcha proyectos tales como una escuela popular o una red de alimentos.
Manresa y la nueva Escola Popular
Aunque muchos ya no existen, en estos cuatro años la PAH ha ocupado 49 bloques para realojar a unas 3.500 familias en todo el Estado español. “La contabilización es difícil porque se están recuperando bloques masivamente”, explica Berni Sorinas, portavoz de la Obra Social de la PAH y miembro de la PAHC de Manresa (Plataforma de Afectados por la Hipoteca y el Capitalismo), “pero ahora habrá unos 12 activos en toda Catalunya “.
La PAHC con más bloques es la de Manresa, con seis, seguida por las de Vallecas, con cinco, y Sabadell, con 4. La ‘C’ que añaden a su nombre las PAH de Manresa y Sabadell no es casual. Son las que más han progresado “al entender que el problema va más allá de la burbuja inmobiliaria”.
La acción principal de la Obra Social es garantizar el derecho a la vivienda que la Administración no puede asegurar.
En el Estado español, sólo el 1% de la vivienda pertenece al sector público, mientras que en Europa la media es del 24%. La PAHC de Manresa se enfrenta a situaciones abusivas como la sobreocupación: “hay familias en precario que se juntan y entre dos comparte una casa que quizás sólo tiene dos habitaciones”, aclara el portavoz. Frente a este panorama, la Obra Social defiende la ocupación para dar un uso social a las viviendas vacías en manos de la banca.
En este contexto, la asamblea vio “que las hijas de la PAHC crecían con ciertas carencias educativas, porque viviendo en pisos en mal estado o con la amenaza del desahucio, sus casas no eran espacios de afecto, porque sus padres no podían pagar clases particulares o porque no tienen la formación para darles el refuerzo que necesitan “, explica Sorinas. Fue así como nació la idea de construir en los bajos de uno de los bloques ocupados la Escola Popular de Manresa.
El proyecto, que arrancó en octubre, funciona de lunes a viernes con 20 orientadores voluntarios que dan clase a 50 niños de primero a sexto de primaria. El trabajo más importante es el de autoprotección, en un espacio “que entiende que la educación popular es esencial para que el proyecto sobreviva y los jóvenes de mañana puedan seguir liderando las luchas”. Cada dos niños tienen un acompañante “que es un poco un referente de vida, alguien en quien apoyarse si la cosa en casa está jodida, un educador de calle”, resume el portavoz. El acompañante tiene relación con la familia, el colegio y el niño, de modo que coordina que todo funcione. La hermana de Sorinas se encarga de una niña y él pone el ejemplo de las matemáticas; si en el colegio le dicen que necesita refuerzo, ella se encarga.
La escuela funciona también para personas que no están en la PAH. “Nos dimos cuenta de que hay familias que quizás tienen vivienda, pero necesitan nuestro apoyo en educación” explica Sorinas, para quien las experiencias de la PAH les han enseñado que deben cubrir muchas necesidades, incluidos los suministros. “La PAH tiene que transformarse en un movimiento por el derecho a la ciudad”, manifiesta, y afirma que si no están haciendo más es porque “la realidad en vivienda es tan bestia que no llegamos”.
La PAH se está convirtiendo “en un paraestado que realoja a familias que han agotado todas las vías para acceder a una vivienda pública”, comenta Sorinas. Cuando se procede a recuperar casas de los bancos, las familias lo hacen con un informe socioeconómico en la mano en el que la administración reconoce que no dispone de vivienda social para una familia en situación de vulnerabilidad. “Necesitamos llenarnos de argumentos para ganar el debate sobre lo que es legal frente a lo que es legítimo en el relato público”, comenta.
Antes de okupar cualquier bloque, la PAH se pone en contacto con el banco propietario o con Sareb para pedir el alquiler social, “porque las familias lo que quieren es tener una situación regularizada y no el miedo al desalojo”. Pero Sorinas explica que Sareb no reconoce a la PAH como interlocutor político: “nunca nos han cogido el teléfono ni nos han llamado”, señala, “a pesar de que el 75% [del capital de Sareb es público”.
Todas las nuevas líneas de actuación de cada PAH surgen de una reflexión colectiva. Si en algo ha triunfado el movimiento, es en la ruptura del individualismo al que aboca el sistema capitalista. Así, los bloques de la PAH se han ido convirtiendo en redes de autodefensa: “es complicado que se desaloje a la fuerza un edificio entero, en comparación a un piso solo”, explica el portavoz de la Obra Social.
El próximo proyecto que la PAHC de Manresa pondrá en marcha será una lavandería popular en un espacio que contará con cinco lavadoras y tres secadoras, “porque hay muchas familias que no pueden pagar las facturas de la luz o el agua”, detalla el portavoz. La lavandería popular será también un espacio autogestionado con el objetivo de seguir generando espacios comunitarios, “la principal tarea de la PAH”. Eso se diluye en decenas de actividades pequeñas como las de los padres que se organizan para llevar a sus hijos al colegio o vecinos que cocinan para varias familias porque disponen de más tiempo. “Al final, se trata de defender el derecho a una vida digna”, concluye Sorinas.
Sabadell: autogestión y apoyo mutuo
La vivienda es la punta del iceberg de muchos otros problemas asociados que las asambleas de la PAH intentan combatir. En Sabadell hay varios grupos, entre ellos el de Autogestión y el Grupo de Apoyo Mutuo, que han avanzado en otras direcciones.
“Nuestras asambleas son cada vez mayores y se nos complicaba el tratamiento de la parte más emocional, como se merece” aclara Emma Giné, portavoz de la PAHC de Sabadell, que reúne cada semana alrededor de 200 personas. Sin un funcionamiento estructurado, los martes se encuentran los que lo desean para compartir una merienda o simplemente charlar de lo que vaya surgiendo. Entre otras dinámicas, el grupo de apoyo mutuo organiza una cena de Navidad al que puede asistir quien quiera.
El grupo de autogestión ha puesto en pie, entre otras cosas, una red de alimentos. Sus miembros acuden a las grandes superficies a buscar la comida que se tira y los viernes preparan unos lotes que se reparten entre los que lo necesitan. Además, también consiguen muebles, electrodomésticos o ropa: “si una familia que acaba de okupar un piso en uno de los bloques necesita mobiliario, lo apuntan en una lista que se pone en conocimiento del grupo de autogestión que intentará conseguirlo “. El único requisito es que se participe en el proceso de recolecta en general. Es una manera de combatir la caridad.
Hace cuatro años que el grupo comenzó también una pequeña campaña de recogida de juguetes que se reparten el 4 de enero con la Cabalgata de Reyes de la PAHC, que este año puede contener sorpresas como las Reinas Magas. Para recibir los juguetes, el grupo plantea dos requisitos: que no sean sexistas ni bélicas. Todos los niños reciben un juguete con el que se intenta inculcar la igualdad.
El secreto para conseguir la implicación de todos los miembros se encuentra en el funcionamiento de la asamblea. Los miércoles se tratan “absolutamente todos los casos, no se diferencia entre hipotecas, alquileres u okupaciones”, aclara Emma Giné. La reunión empieza a las 19 h y en ella se tratan primero los temas que tienen que ver con la organización y las acciones, y luego los casos. En esta segunda parte, se ponen en una urna papelitos con el nombre de cada persona que tenga alguna novedad o duda y se van sacando de forma aleatoria para que cada uno exponga su problemá y se asesore colectivamente. “Es una forma para que la gente entienda dónde está y vea que la PAH es un colectivo, no una gestoría”, explica la portavoz.
Otro brazo del pulpo de la PAHC de Sabadell lo constituye la comisión de mujeres. Creada hace dos años, surgió a raíz de la detección de algunos casos de violencia machista en los bloques. Además del protocolo de tolerancia cero, que supone la expulsión inmediata del agresor del edificio, este grupo comenzó a reunirse con colectivos de Sabadell como Justa Revolta, que hace muchos años que trabajan sobre temas feministas.
Con ellas proporcionaron formación para que el grupo fuera capaz de combatir el machismo, detectar casos de violencia de género o estudiar el acompañamiento que se puede facilitar a las víctimas. La portavoz razona que “las personas muchas veces no saben dónde acudir y no es lo mismo que te anime a denunciar una asistente social que una igual a ti, compañera de asamblea, que conociéndote puede ser más sensible”. Muchas de las actividades, como clases de autodefensa, se han abierto al resto de mujeres de la PAH que no participan en el grupo.
En marzo de 2016 se celebraron por primera vez los Campamentos de Aprendizaje y Servicio de los Minyons i Escoltes de Catalunya, en el bloque Guillem Aguiló de la Obra Social de Sabadell. Durante cuatro días se organizaron talleres con los niños de la PAHC, como un programa de radio, un taller de swing, o uno sobre el miedo. “Los acogimos en los pisos que quedaban vacíos en el bloque”, relata Giné, emocionada porque “la presencia de una institución como Escoltes ayuda mucho a normalizar la realidad de quienes viven en los bloques”.
Cerca de uno de los bloques de la PAHC de Sabadell, sus vecinos decidieron okupar un solar vacío y convertirlo en un huerto que hoy en día está abierto al resto de vecinos del barrio. Lo gestionan entre todos, con asamblea y funcionamiento propios.
Terrassa: recuperación de vivienda y suministros
Cuando se le pregunta a Rosi Aribo sobre la actividad de la Obra Social de la PAH de Terrassa, lo tiene claro: “ayudar a las personas a recuperar viviendas y que puedan vivir en ellas con un alquiler social”. En el último año han conseguido firmar 40 arrendamientos de este tipo. “Antes eran víctimas de desahucios por hipoteca, pero ahora lo son por alquileres” explica Aribo, que en los últimos años se ha encontrado también con muchos casos de imposibilidad de acceso a los servicios básicos.
Desde ayudarles a pinchar la luz o el agua (siempre de suministros públicos) a guiarlos en los servicios sociales, la Obra Social de Terrassa que por ahora no tiene ningún bloque okupado, ayuda en todo lo que puede al que lo necesita. “No hemos tenido necesidad de okupar porque últimamente hemos conseguido que las familias a las que querían desahuciar entraran en la mesa de emergencia y el ayuntamiento les facilitara un alquiler social, y eso es muy satisfactorio”, afirma Aribo.
Disponible: http://kaosenlared.net/la-pah-el-movimiento-transformado-en-institucion-en-defensa-del-derecho-a-la-vivienda-y-mas-alla/