Saltar al contenido principal
Page 1 of 2
1 2

Chile: Arranca Escuela Popular de Autogestión de Trasol: hacia una pedagogía de la solidaridad

Recomiendo:
1

Economía alterna

Arranca Escuela Popular de Autogestión de Trasol: hacia una pedagogía de la solidaridad

Tweet about this on TwitterShare on FacebookEmail this to someone

Fuentes: Rebelión

El integrante de la Federación de Cooperativas de Trabajo Trasol, Marcelo Reyes, evocó los comienzos de la organización, centrándose en el estudio colectivo que hicieron de la economía solidaria de Luis Razzeto, y posteriormente de las visitas a las experiencias de producción autogestionada de Argentina, donde vieron en concreto los empeños del trabajo autónomo.

Impecable resultó la inauguración de la Escuela Popular de Autogestión (EPA) el reciente 4 de noviembre, organizada por la Federación de Cooperativas de Trabajo (Trasol) de Chile, apoyada financieramente por el Servicio de Cooperación Técnica (Sercotec), y en la cual participaron presencial y telemáticamente las organizaciones autónomas Tierra Húmeda, Cooperativa Cabras de Cerro, Asamblea Popular por la Dignidad, Colectivo Yugo Organizada, Coocrear, Cooperativa Kincha, Cooperativa Centroalerta, Cooperativa de Trabajo las Treilas de Isla Mocha Ltda., Cooperativa Energía Comunitaria Peñalolén, Cooperativa Pangea, Fundación Nudo de Agua, Espacio Santa Ana, Asamblea de Trabajadores/as del Colegio Paulo Freire, De Todos los Rincones, Cooperativa Mapuche Kume Mogen, Correvuela, Centro Cultural Ex Fábrica Barrios Bajos de Valdivia, Comité por el Derecho a la Vivienda Luchadores y Luchadoras de Barrancas, Cooperativa de Trabajo Red Genera, Cooperativa de Trabajo Auxilio Te Limpio, Artífices de Barrancas, Pan y Orgasmo, Centro Cultural El Arca, Fipancu, Academia de Música Satélite, Junta de Vecinos Tierras Rojas, Con+Sustenta, PanQuinoaNativaFermentada, Hampy, Acción Errante, La Ruta de La Lata, Cooperativa de Vivienda Violeta Parra, Movimiento Valparaíso Ciudadano, Comité Ecológico Ampliación Villa Dulce, y GAFA.

La actividad de autoformación, educación popular y mutua correspondencia de saberes, que se realizará entre el 4 de noviembre de 2023 y el 13 de enero de 2024, inició con un momento de reflexión espiritual y acopio de energías de las y los asistentes, propio de las culturas del Abya Yala, para luego pasar a los saludos remotos de importantes amigos de la iniciativa.

Jorge Larenas es el Director de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la Universidad de Chile, entidad de educación superior con quien Trasol construyó una alianza con el propósito de que el organismo de la principal universidad pública del país acredite y certifique la participación de los cooperativistas en la EPA. De hecho, al final de la escuela, a cada uno de los asistentes se le otorgará un diploma respaldado por Trasol como por la Universidad de Chile.

La autoridad máxima de la FAU relevó el valor de efectuar un empeño justo en medio de un mundo y una contingencia llena de incertidumbres y cambios dramáticos. Jorge Larenas recordó que «el Instituto de la Vivienda que levantamos hace 40 años, emergió en plena dictadura como un proyecto del profesor Edwin Haramoto y que tenía que ver con pensar la vivienda no como un objeto, sino como un proceso. Y ello significó incorporar la totalidad de las tensiones políticas, sociales, culturales y económicas de la sociedad a nuestro quehacer, lo cual alentó los nexos con sectores críticos a la dictadura militar. El Instituto de la Vivienda ha persistido en esa tradición y ligadura con la reconfiguración del movimiento popular hasta la actualidad».

Larenas acentuó que, lejos de todo paternalismo, «como universidad pública somos un recurso disponible para los requerimientos y el devenir de las organizaciones sociales con el fin de que ganen su autonomía».

Posteriormente, y también vía zoom, el ingeniero brasileño en producción, especialista en economía solidaria y tecnología social, y además coordinador del primer encuentro internacional de autogestión, Flavio Chedid, expresó que resulta preciso «fortalecer las redes internacionales que hemos forjado, manteniendo una fluida comunicación de nuestras actividades locales y prestando atención a la diversidad de personas e iniciativas que confluyeron en ese primer encuentro que efectuamos en el 2019, antes de la pandemia; diversidad que fue a la vez su riqueza».

Asimismo, Chedid detalló que en el momento de la evaluación del siguiente encuentro, tres años luego de la pandemia, «hay que hacer la autocrítica, sobre todo en el plano de no tornar academicistas las exposiciones y espacios de nuestras concertaciones, sino que acentuar sus aspectos prácticos y productivos, y lograr organizar de mejor manera los análisis de coyuntura, entendiendo que en nuestras reuniones acuden participantes de diversos países. La verdad es que no sabemos bien qué es la autogestión, pero sí sabemos que se trata de una práctica. Ello nos puede llevar a formular como desafío la pedagogía de la autogestión».

Por su parte, la dirigenta argentina representante de la economía social y presidenta de la Federación Cooperativismo y Trabajo, Edith Encina, rememoró el IX Encuentro Internacional de La Economía de lxs trabajadorxs que se realizó en Puerto General San Martín, Rosario, entre el 28 y el 30 septiembre pasado.

«Para mí escucharlos ya comporta un aprendizaje», abrió Encina, «esto de la autogestión la comenzamos a transitar en el 2006 en Argentina, cuando nos tomamos la fábrica, sin saber qué era el cooperativismo. No tenemos un manual que diga cuáles son los pasos a seguir. Pero sí vamos dejando huellas en este gran camino que recorremos todos. Ahora bien, en el andar creo que debemos plantearnos y replantearnos qué es lo que queremos nosotros como sociedad».

Edith Encina manifestó que «mientras nos vamos transformando en líderes de la autogestión, a la vez, debemos ser muy críticos respecto de la manera que construimos nuestros proyectos. Claro, nos cuesta que nos reconozcan como sector específico y que nos saquen de la estigmatización de ser una economía de pobres, y por nuestra parte, de una economía de piqueteros, de marcheros, y que no trabajamos, cuando en la realidad estamos todos todos los días trabajando, produciendo y generando puestos de trabajo dignos. El sistema se ha encargado de visibilizar sólo lo malo que hacemos, nunca lo bueno. ¿Qué estamos haciendo incorrectamente a la hora de exhibirnos como sector?».

La dirigenta argentina dijo que «en términos políticos, tenemos muy pocos referentes que están ocupando un espacio institucional. Y cuando lo hacen, pronto olvidan sus raíces y orígenes», y añadió que, «por eso creo que es tan importante la formación. De hecho, tenemos fuertes relaciones con las universidades. La cuestión es que cuando nosotros vamos a las universidades y hacemos alguna exposición frente a estudiantes que están próximos a terminar su carrera y luego les consultamos si alguien piensa en trabajar en nuestros sectores, pues nadie levanta la mano. ¿Cómo vamos visibilizando lo nuestro, tendiendo a igualarnos con el resto de las economías?».

Durante la segunda parte de la inauguración de la EPA, el representante de Trasol, Marcelo Reyes, explicó que la autogestión «es una práctica histórica que está determinada por el contexto en el que le toca desarrollarse. Hoy en Chile nuestro entorno se presenta como ultra neoliberal, por tanto, priman las relaciones competitivas sobre las solidarias y las condiciones en las que se despliegan nuestras unidades productivas se encuentran debilitadas».

«El cooperativismo nunca lo hemos visto como un fin en sí mismo, sino como una herramienta de organización que nos permite contar con una personalidad jurídica y, de ese modo, resultar visibles para el Estado. En ese sentido, vale advertir que existen cooperativas para todos los gustos. Ocurre, por supuesto, que en Trasol nos conducimos tras el horizonte de un tipo de cooperativismo que camina contra las lógicas empresariales y por la transformación de la realidad, y que privilegia las necesidades de las personas sobre la ganancia», aclaró Marcelo Reyes, y puntualizó que «la economía popular para nosotros funciona como un marco de referencia que dibuja nuestra identidad anticapitalista. En otras palabras, cuando hablamos de economía popular queremos decir ‘economía no capitalista’, de manera tal que en su práctica intenta romper con las relaciones de represión, explotación y opresión de unos sobre otros».

«La economía popular y solidaria nos lleva a proyectar un mercado opuesto al capitalista, contrario al mercado del lucro donde hegemonizan agentes monopólicos y cuya tendencia es constituir diversas industrias super concentradas, como pasa en el sistema bancario o el retail. Por tanto, imaginamos un mercado donde no existen actores predominantes; estamos pensando en mercados locales, colaborativos y en los cuales los oferentes y demandantes se sitúan en igualdad de condiciones», expuso Reyes y agregó que, «estas conductas las ubicamos en territorios específicos, en los cuales puedan desarrollarse relaciones comerciales justas».

El integrante de Trasol evocó los comienzos de la organización, centrándose en el estudio colectivo que hicieron de la economía solidaria de Luis Razzeto, y posteriormente de las visitas a las experiencias de producción autogestionada de Argentina, donde vieron en concreto los empeños del trabajo autónomo.

«Por eso, jamás debemos dejar de reconocernos como trabajadores y parte significativa del movimiento popular, y como aquellos que producimos la riqueza social. El trabajo humano es la base de todo devenir y bienestar», afirmó Reyes y completó que, «de allí surgen nuestras ideas de economías sin patrón, horizontales y colectivas. Entonces formamos la Federación Trasol, porque cada iniciativa autogestionada separadamente de otras, pues tiene un techo muy bajo. Además, precisábamos de la construcción de una identidad, de la creación de una forma distintiva de relacionarnos con el mundo. Ello, sin dudas, nos ha permitido laborar de mejor manera y lograr objetivos asociativos y de crecimiento, como de interlocución con el Estado que de otro modo nos hubiera resultado imposible. Acariciamos el sueño de una red colaborativa de la economía popular y solidaria, donde en un mismo espacio se desenvuelvan cooperativas de trabajo productivo y de servicios, así como redes de abastecimiento alimentario en vínculo directo con los productores; un lugar en el que nos vinculemos asociativamente, y se contemple tanto la cobertura de necesidades básicas como de vivienda y energía».

Arranca Escuela Popular de Autogestión de Trasol: hacia una pedagogía de la solidaridad

 

Comparte este contenido:

Más allá de la educación alternativa: la experiencia de autogestión de las escuelas libres

Por: Paco Herrero Azorín

El sistema educativo es una estructura cautiva por el Estado y por el mercado, separada de la comunidad y que niega la niñez en su protagonismo introduciéndola en una fábrica de desigualdad. Solo cabe la resistencia.

e da la sensación que, en demasiadas ocasiones, cuando se abre el debate de las pedagogías alternativas y su difícil encaje en una educación pública oxidada, o su elitista uso en la concertada o en la privada, se cierra dando cera a las escuelas libres autogestionadas.

No es el objetivo de este artículo defenderlas, entre otras cosas porque es imposible hablar de un conglomerado como un todo definido y unívoco. Escuelas democráticas, escuelas activas, espacios de aprendizaje, alternativas a la escuela, bosque escuela, escuela rural, escuela libre, etc. Una multiplicidad de experiencias que solo tienen en común que no son ni escuela pública, ni escuela concertada, ni escuela privada.

Ninguna de ellas entra en los tres tipos oficialistas recogidos en las normativas, pero parece que hay un interés claro en asemejarlas a la educación privada. Se puede hacer desde el desconocimiento pero también con el objetivo de desacreditar las experiencias educativas que están aconteciendo en los márgenes y que pueden significar realidades de cuestionamiento al marco institucional y también de impugnación del malestar que éste supone para la comunidad educativa.

Una escuela alternativa, en cualquiera de sus formas, puede parecer privada porque, efectivamente, no hay ni un solo euro público que la sostenga.

No deja de ser una consecuencia nefasta de la mercantilización de la vida que asemejemos lo público a lo gratuito y lo privado a aquello que su consumo da un estatus.

Es una dicotomía falaz porque en el Estado español la escuela pública y la escuela privada forman parte del mismo modelo educativo. Son complementarias y se retroalimentan. Ambas están puestas al servicio de la estratificación clasista del país y de la economía, en un reparto determinado de funciones y sectores sociales a la que se dirigen. Obviamente, esto viene de lejos y poco tienen que ver con ello las experiencias de educación libre. Y aunque se quiera enmascarar en un debate pedagógico, es una cuestión de justicia social que no se quiere abordar políticamente.

La falacia va más allá porque la escuela pública no es gratuita —aun con una de las mínimas inversiones europeas en educación cuesta 520,5 euros al mes (datos de 2018) por alumno—, ni tampoco es pública, si entendemos lo público como lo de todas, ya que ni por las necesidades que cubre, ni por la participación que permite, podemos decir que responda al interés general.

El sistema educativo es una estructura cautiva por el Estado y por el mercado, separada de la comunidad y que niega la niñez en su protagonismo introduciéndola en una fábrica de desigualdad. Solo cabe la resistencia, la fuga o la creatividad…

Recuperar la autogestión

La autogestión de la vida y la lucha por unos servicios públicos dignos no debiera ser algo contradictorio —excepto cuando hablamos de educación que todo parece traición, convirtiendo el debate pedagógico en un duelo a muerte—. Intentar recuperar la gestión de lo público desde lo micro, en una producción de alternativas reales, no debiera verse como una amenaza por aquellas que quieren una escuela popular, de y para la gente.

Mucho camino queda por recorrer para poder ofrecer una alternativa común y satisfactoria para la mayoría, pero difícilmente se alcanzará sin un entrenamiento, sin un ensayo de cómo pueden ser las cosas diferentes en educación.

Más allá de las utopías y de las estrategias políticas, el hecho es que hay una estructuración de la oferta educativa que a algunas personas no nos convence, ni por lo privado, ni por lo público ni por lo concertado. El derecho a la educación trasciende a los modelos establecidos para satisfacerlo. No queremos conformarnos con el mal menor y apostamos por jugar otros posibles aquí y ahora, sin mucha más realidad que las necesidades, los sueños y los recursos de los pequeños grupos humanos que sostienen cada uno de los proyectos alternativos.

Son procesos organizativos complejos, en los que participan familias, docentes o acompañantes, y en algunos casos niños y niñas, con un nivel potente de autogestión y de regulación de conflictos. Se ha de tener una estructura colectiva sólida para poder sostener alternativas antisistema a lo largo de los años.

El resultado son proyectos pequeños, algunos efímeros, autorreferenciales y muy diversos entre sí. Si bien muchos surgen desde una motivación pedagógica, la pedagogía alternativa aparece más como una consecuencia de la autogestión que como su causa.

Si te permites la creatividad en la estructura, inventarte el marco, la pedagogía se confunde con la vida y viceversa

Si te permites la creatividad en la estructura, inventarte el marco, la pedagogía se confunde con la vida y viceversa. Y una vez ahí, no vamos a ser tan grises como para reproducir lo que a nadie le gusta de la educación reglada.

No es difícil, solo por el hecho de colectivizar el día a día en un espacio de convivencia y aprendizaje con criaturas surge algo radicalmente alternativo y valioso en cuanto a experiencia humana compartida. Y algo esencialmente negado por el sistema estatal.

Por eso cuando se habla de innovación educativa o de pedagogías alternativas en el marco institucional poco o nada tiene que ver con las experiencias de las escuelas libres, independiente de que pueda haber herramientas similares, o autoras compartidas como Montessori, Neill, Rebeca y Mauricio Wild, André Lapierre, Pikler, o el controvertido Steiner. Nada que ver.

Incluso desde la crítica, que comparto, de que ciertas didácticas pueden desvirtuar lo que queda de la escuela tradicional como mecanismo de inclusión y de igualdad de oportunidades, deteriorando su capacidad de instrucción -y que hay un interés neoliberal en ello-, en ningún caso puede ser esto responsabilidad de los espacios alternativos de aprendizaje y relación. Son pequeños y muy poco representativos para tan grande pecado.

Y también hay confusión cuando se equipara el barniz innovador de la pedagogía New Age con el compromiso del profesorado implicado en una educación pública de calidad, que busca desesperadamente la manera, con creatividad y desempeño, de mitigar el fracaso de la escuela y que quiere, necesita, utilizar la pedagogía alternativa como una vía de democratización de su experiencia de aula.

Los espacios liberados están ocupados principalmente en sobrevivir en el día a día, en hacer habitable la grieta esquivando de la mejor manera posible los diferentes envites

Y mientras que se dan los procesos de renovación pedagógica, más o menos bienintencionados, o más o menos reaccionarios en las escuelas del régimen, los espacios liberados están ocupados principalmente en sobrevivir en el día a día, en hacer habitable la grieta esquivando de la mejor manera posible los diferentes envites.

La tensión viene de muchos lugares, del Estado con sus diferentes administraciones, de los servicios sociales y la fiscalía controlando a las familias que no escolarizan -sobre todo si son empobrecidas- o con la izquierda tradicional, que es tan crítica con el sistema educativo como incondicional: siempre acaba perdonando sus faltas y minimizando la violencia que alberga, normalizando la precariedad y el malestar como una forma válida de relación con la niñez.

La educación liberada se convierte así en una diana tan útil como poco representativa. Cuando unos y otras cargan tintas contra estos tipos de experiencias parecen olvidar que la tasa de escolarización en el Estado español es de un 99,5%, solo una de cada 200 criaturas está fuera del sistema público-privado-concertado (y ese porcentaje no es solo de escuelas libres, hay que repartirlo entre educación en casa, unschoolers, problemas administrativos en la matriculación, etc.).

Incluso en la etapa no obligatoria (la mayoría de las experiencias de educación alternativa se circunscriben a estas edades) la escolarización va del 96,5% a los 3 años y el 98,4 % a los 5 años (datos del curso 2017-2018), por lo que no parece que las escuelas libres puedan llegar a ser un grave problema nacional.

Que cada cual vea qué le remueve de esta realidad, qué necesidad de autoafirmación ha de cubrir, porque como amenaza real, ninguna.

Que pueden criticarse estos proyectos, por supuesto, y ojalá sirviera la crítica para nutrir un debate público sobre educación, agotado y manido, de nuevas coordenadas, pero lo que no es honesto es usar las críticas como una cortina de humo para no abordar la reforma estructural del Sistema, que la comunidad educativa lleva años demando a gritos. Un cambio que encuentra resistencias en la institución y también desde la pedagogía.

Son muchos los debates abiertos en el seno de la educación liberada, más incluso de los que llegan de críticas externas. Cuesta caer en la autocomplacencia cuando se habita un lugar social precario, incluso clandestino. Todo son dificultades, retos, conflictos y muchas contradicciones que cada iniciativa gestiona como buenamente puede. Cada una de ellas daría para un artículo.

La profesionalización de los y las acompañantes, la precariedad de las trabajadoras, el coste prohibitivo para la mayoría de familias, el protagonismo de la niñez en los proyectos, la forma legal a adoptar para garantizar la continuidad y la estabilidad, que si las familias dentro o en la periferia de las iniciativas, que si educación libre o libertaria o ninguna de las dos, etc.

Conversaciones que participan de la incomodidad de habitar la grieta y que no siempre encuentran respuestas satisfactorias, pero que, en todo caso, posibilitan una experiencia de aprendizaje significativo para todas las personas implicadas en los proyectos.

Pocas veces este diálogo produce un discurso coherente y extrapolable más allá de la situación que lo sostiene y alberga. Cada experiencia tiene su propia narrativa, su propio proceso, su propia deriva. Que esta multiplicidad sea posible en el contexto actual ya supone un gran triunfo.

A veces no se alcanzan los mínimos consensos y los proyectos desaparecen o dan paso a otras propuestas más o menos convencionales, o es una criatura, una docente o una familia la que no se siente identificada y se desvincula de la propuesta, llevándose en su mochila una experiencia valiosa para otras aventuras personales o colectivas. También hay ahí mucho aprendizaje, en la tensión entre dentro y fuera, en la gestión de los conflictos, el arraigo, la pertenencia, la fantasía de tribu o desencanto de que lo pudo ser y no fue…

La vida va de eso, y de lo que se trata es de que la educación establecida no la usurpe.

Que cada cual con su familia, con su gente y en su barrio, pueda decidir en qué términos quiere dialogar con lo común sin que por ello sea juzgado desde un Sistema que, en educación, tiene mucho más que aprender que enseñar.

Las pedagogías alternativas servirán en la medida que se expresen como una pedagogía social, motivando dinámicas de resistencia, pero también posibilitando la creación de alternativas habitables

Confrontar con organización y presencia colectiva la exigencia constante, e insistente, de delegación y externalización de todo lo que tiene que ver con en el cuidado y la educación de la niñez, es valioso. Es una práctica política antagonista, una experiencia de contrapoder que, en mi opinión, tiene un gran valor social y no debe juzgarse solo por el resultado.

Liberar a la educación de su cautiverio es un reto social y político. Las pedagogías alternativas servirán en la medida que se expresen como una pedagogía social, motivando dinámicas de resistencia, pero también posibilitando la creación de alternativas habitables.

Y las escuelas libres solo pretenden ser un pequeño intento de esto, ojalá hubiera mucha más gente que se pudiera permitir intentarlo, y ayudar a resignificar el espacio fuera del privilegio para que pudieran tener la trascendencia política que merecen.

Fuente de la información e imagen:  https://www.elsaltodiario.com

Comparte este contenido:

Mercado Popular de Subsistencia, gambeta a los monopolios

Por: Raúl Zibechi

Una larga hilera de brazos se agitan en el pasillo del Sindicato de Artes Gráficas (SAG), cargando cajas, bolsas y paquetes hacia el camión que las llevará hasta el primer destino, a media mañana del tercer sábado de junio. La velocidad del trasiego contrasta con la serenidad de las sesenta personas que se trabajan trajinando. La primera sorpresa, para quien desconoce este espacio, es el promedio de edad, debajo de los 30 años.

Los alimentos fluyen de mano en mano, desde bolsas de harina de 25 kilos hasta botellas de desinfectantes, paquetones de fideos o frascos con mermeladas caseras. La diversidad de productos es una característica del Mercado Popular de Subsistencia (MPS), que abarca las necesidades del millar de familias que decidieron caminar por fuera de las grandes superficies, atraídas por precios muchísimo más baratos(entre el 30 y el 50 por ciento) y por tomar el control de los productos que consumen.

“Hasta el año pasado eran alrededor de 500 familias pero con la crisis multiplicamos por cuatro el volumen de pedidos”, explica Sebastián Vázquez, uno de los iniciadores de esta experiencia.


Autogestión y solidaridad

El MPS (mps.org.uy) ofrece una “canasta combativa” de alrededor de 300 productos, incluyendo alimento veganos y para celíacos, productos de limpieza e higiene personal, textiles y artículos escolares. La canasta se va ampliando según la demanda de las familias, que al integrar el mercado popular se organizan en un núcleo barrial para realizar sus pedidos.

“El núcleo de Nuevo París somos cinco familias”, desgrana Clara. “Cada familia hace un pedido que se traslada a una planilla del barrio que enviamos a una comisión encargada de las compras”. Después del 10 de cada mes, cada familia deposita el importe de su pedido una cuenta del mercado, que gestiona otra comisión. Los productos llegan los viernes por la tarde y los sábados por la mañana a dos puntos de almacenamiento: el SAG y el Polo Tecnológico e Industrial (PTI) del Cerro.

Cada uno de los 60 núcleos envía una persona a los centros de acopio para separar los productos que corresponden a cada barrio y de allí salen en camiones hasta su destino. Hay núcleos que bordean las cien familias, sobre todo en las zonas centrales de Montevideo, pero ya empiezan a organizarse familias en la Costa de Oro y hasta en Parque del Plata.

“Cada grupo de compra tiene autonomía para decidir cómo hacen el reparto”, explica Clara. En el Club Dryco, en San Martín casi Bulevar Artigas, las familias de la zona de Jacinto Vera, Atahualpa y Goes, esperan el camión que salió minutos antes del SAG. Aquí la mayoría son mujeres jóvenes que apilan mercaderías para 80 familias, en el salón engalanado por un cantina que sería el sueño de coleccionistas de antigüedades.

Lucía lleva tres años en el núcleo de Jacinto Vera, donde se agrupaban unas 20 familias: “Desde que empezó la crisis de coronavirus, crecemos todos los meses y ya llegamos a las 80 familias, por lo que tendremos que dividirnos en dos o tres núcleos para poder manejar tantos productos”.

En el Dryco hacen el recuento para asegurarse que no hay faltantes y luego arman los pedidos de las familias, que pasan por el lugar a recoger lo que han encargado. En total, tres o cuatro horas de trabajo cada mes. El trabajo es siempre voluntario, nadie cobra nada, salvo los fleteros. Por cada 500 pesos de compra, cada familia agrega 15 pesos para el transporte y las bolsas.

El Mercado Popular funciona de modo descentralizado en los barrios y con comisiones federales en las que participan una o dos personas de cada núcleo, en lo posible de forma rotativa: logística, compras, finanzas, comunicación y propaganda, formación e ingresos. La última se encarga de la creación de nuevos núcleos, mientras la de formación organiza charlas y talleres para reflexionar sobre el consumo y, como apunta Clara, “hacernos soberanos sobre qué consumimos y a quienes le compramos”.

Fruto de esas reflexiones, más de la mitad de los productos que integran la canasta proceden de empresas recuperadas por sus trabajadores, cooperativas y emprendimientos autogestionados, colectivos y familiares.

En las etiquetas puede leerse: Cooperativa La Minga (ex trabajadores de BAO) y El Resistente de Malvín Norte, ambas de productos de limpieza; Caorsi, Molinos Santa Rosa, Mi Piace (extrabajadores de La Spezia) y Unidad Cooperaria (ex Cololó) entre las alimenticias. Llama la atención la marca Gigor, que provee buena parte del pan de molde del mercado popular, que funciona en la cárcel de Punta de Rieles gestionada por ex presos en la que trabajan los actuales reclusos.

El vínculo con las pequeñas empresas autogestionadas es una opción política y una seña de identidad del mercado popular. Siempre eligen “trabajo uruguayo” aunque una parte de los productos deban comprarlos a grandes empresas. Casi todas las prendas proceden de la textil Conacotex, una cooperativa que comenzó a funcionar en febrero 2018, integrada por ocho extrabajadoras de la empresa Everfit, en el PTI del Cerro.

Un largo camino

La propuesta del MPS surgió de la Brigada José Artigas, un colectivo de militantes frenteamplistas de base que se formó en 2009 en la zona de la Curva de Maroñas y Bella Italia, “cuando Mujica era candidato y lanzó un llamado para hacer trabajo voluntario”, rememora Sebastián. Empezaron con brigadas los fines de semana en Cabañitas, un asentamiento de la zona.

El desengaño llegó pronto. “Al ritmo que se caminaba, calculamos que se necesitarían 500 años para eliminar la pobreza y tomamos un camino propio en base a los ideales artiguistas, en el sentido de que nada podemos esperar sino de nosotros mismos”. En 2014 instalaron una “bloquera popular” para apoyar a los vecinos que estaban levantando sus viviendas, que podían utilizarla pagando sólo el costo de los materiales.

Con la decadencia de la construcción, tomaron otros rumbos. “Hicimos una encuesta en los barrios donde estaba la Brigada y decidimos armar una canasta básica con los cuatro productos principales: yerba, aceite, harina y fideos”. El MPS se estrenó en enero de 2016 con apenas 60 pedidos. Primer problema: “Como se paga por adelantado tiene que haber un mínimo de confianza. Ese mes nos dimos cuenta que no todos quieren dos kilos de la misma yerba o el mismo aceite y ya en febrero ampliamos la lista”, sigue Sebastián.

En la experiencia de Clara, la cuestión del dinero no resulta problemática porque las familias saben que el pedido les llega una semana después de haber pagado y si surge algún problema el colectivo lo va a resolver. “La cuestión participativa es la más compleja, que la gente se vaya rotando y que no sea una cooperativa de consumo, porque somos una organización social y política que trasciende las compras”.

La estructura del MPS funciona“de abajo hacia arriba”. Cada grupo envía una persona a la reunión federal una vez por mes, donde cada barrio tiene un voto. Además los núcleos se agrupan en cuatro regiones: noreste, sur, oeste y este. “En las regionales discuten la logística de cada sector, los problemas de cada núcleo, o sea los temas territoriales, mientras el federal decide las compras, pero primero se discute en los barrios”.

Uno de los debates en curso gira en torno a la necesidad de trascender a los distribuidores, de yerba o aceite, por ejemplo, ya que las grandes empresas les venden a través de sus distribuidores. “Queremos pelear para que nos vendan directamente, ya que los distribuidores no pueden ya cubrir nuestra demanda”, razona Sebastián.

En los talleres de formación explican cómo se conforman los precios y las vecinas terminan descubriendo que el intermediario se lleva la mayor parte del precio final. Prueba de ellos, es que “entre las diez mayores fortunas del Uruguay hay cuatro vinculadas a la industria y la intermediación de alimentos y que por algo las casas matrices de las grandes superficies son extranjeras”, sigue Sebastián.

 

Más allá de esta crisis

Aunque el nombre del mercado haga hincapié en lo “popular”, la realidad es más compleja. En los hechos, explican Sebastián y Clara, “la gran mayoría de las familias proceden de barrios de clase media, donde predominan profesionales y trabajadores con salario fijo, que pueden planificar la compra mensual y han reflexionado sobre su consumo”.

Reconocen que se trata de un desafío mayor. Para superarlo, se proponen “reconstruir el papel del almacén de barrio, que pueda comprarnos al MPS y le gane no más de un 15 por ciento a los alimentos. Sería una forma de reconstruir las relaciones que estaban tejidas en torno al almacén”.

En este punto, vale recordar el análisis de Immanuel Wallerstein quien, inspirado en el historiador Fernand Braudel, sostenía que lo que define al capitalismo no es el mercado sino los monopolios. “Los monopolios dominan negando la libertad e igualdad en el escenario económico”, apunta.

El verdadero mercado, o la economía de mercado, es un mundo de realidades claras y “transparentes” donde predominan “procesos fáciles de captar”. Los monopolios capitalistas son opacos, porque sus actores se introducen en circuitos y cálculos “que el común de los mortales ignora”.

En los mercados (pensemos en las ferias vecinales o en los mercados campesinos) los beneficios son exiguos y las relaciones consisten en “comunicaciones horizontales” entre productores y compradores. Por el contrario, “los monopolios son asunto de fuerza, de astucia, de inteligencia (…) pero más que nada de poder”*.

El crecimiento del MPS es alentador, tanto en la cantidad de personas involucradas como en la apertura de nuevos frentes, como la cuestión de género. Meses atrás crearon grupo de mujeres y de disidencias sexuales que participaron en la marcha del 8M. Clara ensaya una explicación: “Las encargadas del consumo de los hogares y de organizar la alimentación son las mujeres, y al entrar al Mercado se les impone el desafío de organizarse de otro modo”.

Empiezan a trabajar junto a vecinas que no conocían, descubren la cuestión de los precios y “hacen un clic”. “En los barrios populares está pasando algo interesante: una vecina compra un paquete de 25 kilos, lo fraccionan entre las vecinas y los intercambian por otros productos con las demás familias”. De ese modo, al comprar al por mayor, la diferencia de precios se estira.

Sebastián es más enfático: “El desafío principal es que el Mercado se llene de los más pobres, que se lo apropien, porque son los que más lo necesitan ya que para ellos la crisis es permanente”.

 

* “Braudel y el capitalismo o todo al revés”, en Impensar las ciencias sociales, Siglo XXI, 1998, pp. 227-237.

Fuente e imagen:  https://zur.uy/mercado-popular-de-subsistencia-gambeta-a-los-monopolios/

Comparte este contenido:

El Poder Popular, las Políticas Públicas y los Derechos Sociales

El Poder Popular, las Políticas Públicas y los Derechos Sociales

Heriberto Rivera

Desde los comienzos del gobierno de la revolución Bolivariana el término poder popular se ha convertido en un referente político de gran relevancia, pues alude a otro poder que venia siendo desconocido y que enfrenta al poder constituido.

Necesario es debido, a la discusión que se viene haciendo en la teoría política, establecer el concepto de poder popular; sobre el particular muchos autores han reflexionado sobre éste, así como de los elementos que lo componen.

En ese contexto, según Rauber (2012), “el termino popular remite al sujeto en acción, en una perspectiva que lo concibe como plural, no definido a priori sino que se conforma en la acción política y social; el sujeto (social, político, histórico) del cambio es plural, se expresa como actor colectivo se auto constituye como tal en el proceso mismo de la resistencia, luchas y transformaciones sociales” (pág. 129).

En ese contexto, el sujeto popular no puede ser concebido a priori, sino que es un colectivo que se  constituye y define por un conjunto de acciones y valores guiados por la eliminación de una o mas relaciones sociales de desigualdad y opresión.

Continuando con esa idea, que ayuda a comprender la definición de lo popular,  Chaguaceda (2008) refiere que “lo popular resulta una categoría que, en nuestro contexto regional identifica a sujetos que sufren asimetrías sociales y que al movilizarse son susceptibles de devenir en movimientos liberadores; en ese sentido la noción de sujeto popular engloba aun conjunto de sectores y clases sociales susceptibles de ser integradas socialmente a un proyecto de cambio anticapitalista, en relación con lo comunitario, tomando en cuenta una identificación esto con niveles mínimo de organización y autonomía frente al mercado y el estado: sindicato, asociaciones vecinales, organizaciones femeninas o juveniles, clubes culturales con presencia publica”(pag.26).

Efectivamente, si lo popular envuelve a un sujeto que por necesidades de integración debe superar las relaciones sociales impuestas de desigualdad, opresión, invisibilizacion, entonces hay que referirse al concepto de poder popular.

Consecuentemente, el concepto de poder popular implica en primer lugar la noción de poder, pero no la noción clásica del poder. En ese sentido la noción de poder popular desarrollada por Mazeo  citado por Teruggi (2012), lo concibe como una “relación social y no un objeto, una sustancia o una propiedad. Se trata de una noción inscripta a fuego en el marxismo (la dialéctica piensa la relación, no la sustancia) (….). Toda relación de poder vincula dominadores y dominantes” (pag.50).

En efecto, el poder entendido estima Rauber (2012) como “una determinada interrelación de fuerzas (políticas, económicas, culturales, morales, sociales) en lo que una (o el conjunto de ellas se constituye en hegemónica-dominante entre un conjunto de relaciones sociales, culturales, económicas, políticas. Se trata de una interrelación dinámica, en movimiento y regulación constante” (pág. 123).

De tal manera que el poder popular, que si bien toma elementos fundados en las contradicciones sociales producto de las relaciones de exclusión social, el poder popular se trata de la construcción de un poder de las clases subalternas, pudiéndose afirmar que es “un poder propio que de modo pedagógico  llamamos aquí  poder popular, nace y se desarrolla desde abajo; se produce, reproduce y expresa en el modo de la vida cotidiana individual, comunitaria y social.

El poder popular como expresión político social, también se expresa y manifiesta en las organizaciones sociales y políticas, en sus formas orgánicas de funcionamiento y relacionamiento interno, así como en sus construcciones concretas que llevan a establecer nuevas formas de empoderamiento local, territoriales, bases de la creación y creciente acumulación de un nuevo tipo de poder participativo-consciente-no enajenado-desde abajo, de desarrollo de consciencia, de culturas sumergidas, oprimidas y excluidas, en múltiples y entrelazadas formas y modalidades encaminadas a la transformación global de la sociedad. Pensar el poder popular es entonces situarlo en un contexto particular.

En la Republica Bolivariana de Venezuela, a diferencia de otras latitudes, el poder popular viene emergiendo desde abajo en el sentido geográfico de la palabra, pero a la vez también se construye desde arriba, desde las instancias del Estado.

En ese sentido es notorio y comunicacional, que según el articulo 2 de la Ley Orgánica del Poder Popular del año 2010 “el ejercicio pleno de la soberanía por parte del pueblo, en lo político, económico, social, cultural, ambiental, internacional y en todo ámbito del desenvolvimiento y desarrollo de la sociedad, a través de sus diversas y disimiles formas de organización”.

En consecuencia y ciertamente desde el Estado aparece la declarada la intención de que el poder popular adquiera un protagonismo, que en términos  del presidente Chávez (2007),  esto significa  que “desde el poder constituido debemos ir transfiriendo poder social, económico y administrativo al poder comunal”, refiriéndose a través del “poder comunal” principalmente a la organización de los Consejos Comunales.

De tal manera que el poder popular es una creación de la Revolución Bolivariana que tiene como objetivo lograr la reivindicación del  pueblo y se define en su articulo 1 que “ la presente Ley tiene por objeto desarrollar y consolidar el poder popular, generando condiciones objetivas a través de los diversos medios de participación y organización establecidos en la constitución de la república, en los que surjan de la iniciativa popular, para que los ciudadanos y ciudadanas ejerzan el pleno derecho a la soberanía, la democracia participativa, protagónica corresponsable, así como la constitución de formas de autogobierno comunitarias y comunales, para el ejercicio directo del poder”.

De esta manera el poder popular  se expresa en la construcción de una nueva institucionalidad pero que también puede observarse “en posiciones consolidadas en el marco de instituciones públicas”.

De lo cual se deriva que estas posiciones de poder popular a través de una practica constituyente, puedan contribuir a una profunda transformación de esas instituciones, a su radical democratización por la vía de la creación de condiciones para el nacimiento de otra ciudadanía social del siglo XXI que sea consciente de sus derechos y logros estableciendo los verdaderos alcances y total disfrute de las políticas publicas y ejercer a plenitud sus derechos sociales.

En cuanto a la participación del poder popular en las políticas publicas, la ley citada, prevé en su articulado que las organizaciones  y expresiones organizativas del poder popular, tiene como fines entre otra ejercer la contraloría social  (Articulo 11 numeral 1) y en su numeral 1 establece que como fines “ consolidar la democracia participativa y protagónica, en función de la insurgencia del Poder popular como hecho histórico para la construcción de la sociedad socialista, democrática de hecho y de justicia”.

De igual manera y en correspondencia con la participación en las políticas públicas, en el capitulo III, Ámbitos del Poder Popular, referido a  la planificación de políticas públicas, el artículo 17 dice textualmente:

” La planificación de políticas publicas en los términos establecidos en la ley que regula la materia, es un ámbito de actuación del Poder Popular que asegura, mediante la acción de gobierno compartida entre la institucionalidad publica y las instancias del poder popular, el cumplimiento de los lineamientos estratégicos del Plan de desarrollo económico y Social de la nación, para el empleo de los recursos públicos en la consecución, coordinación y armonización de los planes, programas y proyectos a través de los cuales se logre la transformación del país, el desarrollo territorial equilibrado y la justa distribución de la riqueza”.

No obstante lo expuesto y establecido el Ley Orgánica del Poder Popular, en la realidad y en las vivencias cotidianas del Poder Popular surgen elementos que podrían verse como elementos y distractores que impiden el alcance de la  totalidad de lo alcances claros y definitivos de las  políticas publicas.

A tal efecto puede afirmarse que para pensar el caso venezolano y estudiar las posibles vinculaciones entre el Poder Popular y el Estado y poder referirnos a la relación entre los espacios de organización y participación popular con las instituciones del Estado (poder constituido), donde a menudo surgen contradicciones del poder, de lo que en vías de construcción, es necesario caracterizar, que Venezuela y la Revolución Bolivariana atraviesa un periodo de transición y según  Mazeo , citado por Teruggi (2012) “ la Revolución Bolivariana nos convoca  a pensar-actuar en términos de transición (…) el pasaje de la necesidad a la libertad no se puede concebir como un acto único, abrupto y unidireccional. Existen mediaciones, y existen porque el proceso de construcción del socialismo no se desarrolla en el vacío, sino en el marco de una realidad histórica”.

Es de esperar entonces, que en esa transición que caracteriza al actual periodo donde hay un doble movimiento  donde el poder popular puja con su órgano de control no estatales y una creciente autogestión que permite ir asumiendo su protagonismo en el manejo de las áreas de actividad social y por otro, lado mientras que se produce “un cambio consciente en los órganos del estado mismo”.

Por lo tanto, “un Estado que en vez de sustituir a la sociedad en la solución de los problemas que tiene, la convoque, la vuelva participe de ellos. Un estado que pueda servir para expandir el cambio social y para continuar construyendo Poder Popular” (Rodríguez, 2007).

El poder popular estimulado por el mismo Estado, esta en plena efervescencia, puja por consolidarse, dentro de un mar de contradicciones que es propio de los cambios planteados. Es así como el presidente Maduro el día 14 de enero de esta año 2020, en una de las siete líneas estratégicas establece en avanzar en la expansión  de las Misiones, Grandes Misiones y el Poder Popular son consideradas en el accionar del gobierno Bolivariano, siendo una de los objetivos claves es profundizar los mecanismos de participación del Poder Popular.-

Fuentes:

Chaguaceda, A. Participación Ciudadana y Espacio  Asociativo: Desafíos en el contexto cubano, FLACSO, Cuadernos de Ciencias Sociales, 2008.

Rauber, I. Revolución desde abajo, gobiernos populares y cambio social en Latinoamérica. Continente, Buenos Aires, 2012.

Rodríguez, E. Reflexiones sobre el poder popular. El Colectivo, Buenos Aires, 2007.

Teruggi, M.A (2012). Los Consejos Comunales En Venezuela: Análisis de una experiencia de organización y participación impulsada por el Estado, desde la perspectiva del Poder Popular. En Memoria Académica, disponible en http://www.memoria.fahce.unpl.edu.ar/tesis/.

heristo50@gmail.com

Autor: Heriberto Rivera

 

 

 

Comparte este contenido:

Reino Unido: maestros limpiando sus escuelas para recaudar efectivo

Europa/Reino UNido/bbc.com

Un grupo de directores ha escrito a los padres diciendo que sus colegas están limpiando los pasillos y los baños los fines de semana para que las escuelas puedan ser contratadas para recaudar el dinero tan necesario.

El correo electrónico, enviado en nombre de los directores de Penarth, agregó que algunas escuelas estaban considerando cerrar temprano los viernes.

Hace un llamado a presionar a los políticos para que aumenten los fondos escolares.

El gobierno galés dijo que la financiación escolar era responsabilidad de las autoridades locales.

Agregó que el consejo de Vale of Glamorgan gasta menos por alumno en todo el país de Gales.

La carta, titulada The Funding Crisis Deepens, fue enviada por correo electrónico a los padres en las escuelas de Penarth.

Escrita conjuntamente por todos los «Jefes de grupo de Penarth», la carta decía que había un déficit de 1 millón de libras en la financiación para el próximo año y que se estaban considerando despidos.

Dijo que el personal estaba trabajando para que la inspectoría Estyn y el organismo regional de educación trajeran ingresos adicionales, y agregó que «se ha llegado al punto en que la salud y la seguridad podrían verse comprometidas».

«Estamos buscando despidos y tenemos maestros que limpian los pasillos y los baños el fin de semana para que las rentas generen dinero», dice la carta.

«La educación y las oportunidades de vida de sus hijos están siendo comprometidas por el hecho de que el gobierno galés no haya financiado las escuelas adecuadamente.

«Se espera que habilitemos un nuevo plan de estudios para Gales, un nuevo proyecto de ley de necesidades de aprendizaje adicionales y produzcamos un millón de hablantes de galés. Ninguno de estos puede suceder en los niveles de financiamiento actuales».

El grupo consta de 16 escuelas en y alrededor de Penarth, incluyendo dos integrales y una escuela especial.

El consejo de Vale of Glamorgan se ha quejado previamente de que no recibió suficiente del Gobierno de Gales para la educación .

Un portavoz del gobierno galés dijo: «Reconocemos que para continuar elevando los estándares, nuestras escuelas y maestros necesitan apoyo adicional.

«Es por eso que recientemente anunciamos la mayor inversión para los maestros desde la devolución: un paquete de aprendizaje profesional de 24 millones de libras para respaldar el nuevo plan de estudios, dando a las escuelas el tiempo y los recursos que necesitan.

«Es importante tener en cuenta que el gobierno galés ha presentado a las autoridades locales, incluido el Vale of Glamorgan, propuestas para actualizar el elemento relacionado con el censo de 1991 de la fórmula de financiamiento actual, sin embargo, esta propuesta no se siguió».

Fuente: https://www.bbc.com/news/uk-wales-47814903

Comparte este contenido:

Libro: El Autoaprendizaje en la Educación Anarquista (PDF)

Chile / 11 de noviembre de 2018 / Autor: Jorge Enkis / Fuente: Periódico Libertario

Párrafos extraidos del librillo ilustrado El Autoaprendizaje en la Educación Anarquista, que en versión completa original es accesible en http://bit.ly/2MhPLIn.

Link para la descarga:
https://drive.google.com/file/d/10WjpunaoY2kE9I4nf5Q_D_nvi2GWSaBb/view
Fuente de la Reseña:
http://periodicoellibertario.blogspot.com/2018/08/apuntes-en-torno-autoaprendizaje-y.html
ove/mahv/293640
Comparte este contenido:

Alerta Educativa #249 – Educación Libertaria en el altiplano Entrevista con Marcelo Maldonado (Audio)

Chile – Bolivia / 4 de noviembre de 2018 / Autor: Alerta Educativa / Fuente: Youtube

Publicado el 29 oct. 2018

Conversamos con el politólogo e historiador Boliviano Marcelo Maldonado, autor del libro «Pedagogías libertarias en el altiplano». Editado recientemente por la Campaña Boliviana por el Derecho a la Educación aborda la experiencia del movimiento indígena y anarcosindicalista en Bolivia previa ala Revolución de 1952. El nos relata nos ilustra acerca de su organización, demandas y como la educación era un elemento importante para expandir su organización. Conversamos sobre como se organizaba la escuela, la autogestión de las mismas y sobre figuras como el rebelde Marcelino Llanqui, quien retrata en su propia biografía el proceso organizativo y educativo del movimiento indígena anarquista boliviano. En la conducción Marcelo Pérez y en el panel estable. Juan González.

 

 

 

Fuente: https://youtu.be/-h9pVtLQ9gg

ove/mahv

 

Comparte este contenido:
Page 1 of 2
1 2
OtrasVocesenEducacion.org