Sugestión e hipnosis en el proceso terapéutico

03 de mayo de 2017 / Fuente: https://www.isep.es

Por: Maribí Pereira

Los fenómenos de sugestión son unos de los aspectos del comportamiento humano que más han llamado la atención desde hace varias décadas. De hecho, algunos autores señalan que el ser humano es un “animal sugestionable” (Sidis, 1898). Es importante recordar que sugestión y sugestionabilidad son términos que se han relacionado habitualmente con características negativas de los individuos como “debilidad mental”, “debilidad de personalidad” o “personalidades fácilmente influenciables”. No obstante, en la actualidad, desde la perspectiva psicoanalítica, se considera que la hipnosis es esencialmente una situación en donde la sugestionabilidad se ve ampliamente aumentada (Bowers, 1976; Wolberg, 1948 y 1982 y, Weitzenhoffer, 1989).

Por su parte, autores pertenecientes al paradigma sociocognitivo, refutan el concepto de estado alterado o especial, no obstante, tienen en cuenta el valor de la sugestión en el proceso terapéutico, enfocando la hipnosis como una serie de comportamientos sugeridos (Barber, 1979) en los que se incluyen dos componentes: las técnicas de inducción hipnótica y la administración de sugestiones específicas para obtener una respuesta subjetiva y/o motora determinada (Spanos, 1996). Estas sugestiones hipnóticas son “…formas de comunicación que invitan a los sujetos a construir imaginariamente situaciones en términos de “como si”, definir esas situaciones “como si” fueran reales y realizar conductas congruentes con la definición de las situaciones imaginarias como reales” (Spanos, 1996, p.21).

La hipnosis en el ámbito clínico

En el ámbito clínico, la hipnosis se refiere al empleo de las técnicas de sugestión como “ayudantes de los sistemas terapéuticos psicológicos establecidos” (Kirsch, Lynn y Rhue, 1993, p. 4). La hipnosis difiere de otros procedimientos terapéuticos en el énfasis en la sugestión verbal e imaginaria como vías para modificar la forma en que un sujeto responde y experimenta su mundo interno y externo (Gibson y Heap, 1991).

La definición con mayor consenso sobre la hipnosis data de 1985 y fue propuesta por John F. Kihlstrom, quien afirmó que “la hipnosis puede ser definida como una forma de interacción social donde un sujeto responde a las sugestiones administradas por un hipnotizador que provocan cambios en la percepción, la memoria y la acción voluntaria”

Para considerar la hipnosis es importante tener en cuenta la información previa que el sujeto tiene sobre la hipnosis, ya que esto puede influir notablemente en que el individuo decida implicarse activamente en el proceso o no, así como en las expectativas de respuesta que puedan generarse (Barber y DeMoor, 1972; Spanos y Chaves, 1989; Wagstaff, 1991).

Por otro lado, es fundamental considerar las variables del sujeto que son independientes del contexto hipnótico, es decir, aquellos rasgos estables del individuo que se manifiestan en diversos contextos, independientemente de si el sujeto va a ser hipnotizado o no, entre las cuales están:

  • Habilidades cognitivas previas, entre las que se incluyen la capacidad de imaginación, la implicación imaginativa-emocional y la tendencia al fantaseo, la absorción y focalización de la atención, la flexibilidad cognitiva y la capacidad de relajación.
  • Capacidad de imaginación: la mayoría de autores resaltan la importancia de la imaginación en el comportamiento hipnótico. De hecho, desde la inducción hipnótica hasta cada una de las sugestiones específicas que se elicitan durante la hipnosis supone, explícita o implícitamente, el empleo de las habilidades imaginativas por parte del sujeto. Así que, en general, existe cierto consenso en admitir que existe una relación positiva entre la capacidad de imaginación y la responsividad a la hipnosis (Holroyd, 1992).
  • Implicación imaginativa-emocional y tendencia al fantaseo: una característica que define a los sujetos altamente sugestionables es su implicación imaginativa, es decir, la implicación emocional en la imaginería de forma que ésta se percibe subjetivamente como más vívida y realista (Barber, 1999)
  • Absorción: hace referencia a la disposición para experimentar episodios de “total atención” que se basan en la implicación absoluta de los recursos perceptuales, motores, imaginativos e ideacionales dirigidos a una representación unificada del objeto de atención.
  • Recursos atencionales flexibles, entre los que destacan: a) Focalización de la atención o capacidad para mantener la atención estímulos sin distracciones, b) Atención selectiva que permite la discriminación entre estímulos, c) Atención dividida que es la capacidad para diversificar la atención entre dos tareas, y d) Atención vigilante, que implica atender a una tarea, pero además mantener una atención difusa como preparación para responder a cualquier otro estímulo imprevisto.
  • Flexibilidad cognitiva, se basa en que un individuo utiliza diferentes tipos de estrategias o estilos de procesamiento de la información durante la ejecución de una tarea determinada. En otras palabras, tiene que ver con el hecho de que los individuos altamente hipnotizables muestran una mayor facilidad y rapidez para cambiar del empleo de estrategias analíticas y racionales a estrategias imaginativas, tanto si son hipnotizados como en otros entornos.
  • Capacidad de relajación. “en general, la persona que es altamente sugestionable puede tardar mucho menos tiempo en aprender la relajarse que aquella no dependiente y que se mantiene distante” (Jacobson, 1925, pág. 87). Por tanto, queda claro que la relajación es un componente básico de la hipnosis, razón por la cual, aquellos individuos altamente hipnotizables manifiestan habitualmente mayor facilidad para relajarse que los poco hipnotizables.

Fuente artículo: https://www.isep.es/actualidad-psicologia-clinica/sugestion-e-hipnosis/

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Maribí Pereira

Psicóloga, docente del Máster en Psicoterapia del Bienestar Emocional. Antigua alumna del Máster en Psicología Clínica y de la Salud.