Por: Gloria Hurtado
¿Por qué una mujer no abandona a un hombre torturador? ¿Por qué insiste en continuar a su lado después de las muendas que le propina? ¿Por qué le perdona (y le cree) para continuar con él? El tema tiene que ver con el machismo, pero hay que aclarar que no es lo mismo el machismo “ejercido” por un hombre que por una mujer. Aun cuando se habla del mismo comportamiento, desprecio y desvalorización de lo femenino, los hombres y las mujeres no lo vivencian con las mismas actitudes. Mientras que un hombre machista somete a la mujer, la obliga a obedecerle, la amenaza, la maltrata, le controla todo su mundo, el machismo femenino se manifiesta principalmente en la “necesidad” de la mujer de tener un hombre al lado, de no poder sobrevivir sin él, de no encontrarle sentido a su vida si un hombre no la “nutre”. No existe sin un hombre. Su valor radica en tener al varón con ella: sólo así, se sentirá viva, será valiosa, estará segura y podrá creer que “hay futuro”.
Ni siquiera importa si ese hombre la atropella. No, no importa, lo tiene al lado y eso basta. Su autoestima es tan pero tan poquita, que lo importante es que ese macho esté allí. Como si fuera un dios, como si fuera un generador de energía, lo necesita para sobrevivir. Por eso no quiere que la abandone, así la lastime. Le perdona una y otra vez. La vida de la mujer machista no significa nada si un hombre no la avala. Desde afuera de su historia se observan el maltrato, la humillación y la discriminación. Pero cual drogadicta, la mujer machista no lo ve, porque debe escoger entre vivir al lado de su torturador pero “con valor” o volverse invisible, ser como una cucaracha, si ese hombre no le hace el favor de “mirarla”. Lo doloroso del machismo femenino, es que ella mujer le da todo el valor al hombre, educa hijos hombres poderosos y cuando tiene una hija mujer casi la compadece por la “desgracia” de haber nacido mujer.
La mujer machista no desprecia ni cuestiona al hombre, no. ¡Lo necesita! Es de las que critica despiadadamente a las otras mujeres siempre favoreciendo o disculpando al hombre. En un triángulo la mala es la “otra”, no el hombre, él puede ser una “pobre” víctima de las artimañas de la otra. En un embarazo no deseado, la sinvergüenza es la mujer no el que le hizo el mandado. Y así en el actuar entre hombres y mujeres, las responsables siempre son las mujeres. Porque la mujer machista tiene tal desvalorización de lo femenino, empezando por ella, que no puede tener una mirada equilibrada para sus congéneres porque todo lo que sea mujer y femenino o es malo, o no vale, o no sirve. Y claro, esta mujer, tan desvalorizada, no puede vivir sin un hombre. Si uno la deja o la abandona, necesita encontrar sustituto, cualquiera, para volver a darle sentido a su vida. Uno detrás de otro para repetir el mismo libreto de maltrato y desvalorización.
El círculo se rompe cuando ella se empodera. Cuando se mira a si misma y se da cuenta de que no necesita un hombre para valorarse. Despierta y su futuro es diferente. Debe mirarse a si misma para liberarse de la dependencia masculina. De lo contrario, es una machista camuflada, solo que ella tiene empaque femenino y juega los dos roles victima y victimaria de si misma porque su aparente salvador es a su vez su verdugo. ¿Lo entiende?
Fuente: http://www.revolturas.com/en/articulos