Por: Hector G. Barnés
Esta semana se celebra por primera vez en toda España la EvAU (Evaluación de Acceso a la Universidad), que finalmente no se diferenciará tanto ni de la PAU ni de la antigua Selectividad. Se trata de una prueba que se puntúa del 0 al 14 y que constituye un 40% de la nota final –siempre y cuando se llegue a un mínimo de 5–, a complementar con el 60% de la nota de Bachillerato. En resumidas cuentas, será determinante a la hora de que los alumnos puedan elegir entre una carrera u otra.
La sensación de que de estos tres días de junio depende su futuro puede ser estresante para muchos alumnos, lo que provoca que a menudo tomen malas decisiones respecto al estudio y al descanso que, en lugar de ayudarles, pueden ser letales a la hora de rendir en el examen. De nada sirve haber llevado una disciplina de estudio perfecta durante los últimos ocho meses si pasamos la noche antes de la prueba en vela, despiertos a base de cafés y devorando frenéticamente los libros que ya nos conocemos de memoria.
No intentes pegarte un atracón y leer todo otra vez de principio a fin, sino revisa los puntos que más dudas te planteen y consolida los datos importantes
El mejor consejo para enfrentarse a un examen así es, obviamente, relajarse. Algo muy fácil de decir y difícil de hacer. Sin embargo, debido a que la mayor parte de estresantes están relacionados con los hábitos de estudio, tener claro qué debemos y no hacer puede ser clave. Aquí presentamos una serie de consejos tanto psicológicos como pedagógicos para intentar no tirar el trabajo por la borda en el último momento.
Preparación próxima: la suerte está echada
Lo primero que debemos recordar es que, por mucho que nos duela, la mayor parte del pescado está vendido, salvo que se alineen los astros y nos caiga en el examen justo ese párrafo que acabamos de leer (cuidado: no suele ocurrir). De ahí que no podamos seguir utilizando las mismas técnicas de estudio que unos meses antes, cuando empezamos a profundizar en el contenido.
Es preferible, por lo tanto, que prime lo práctico sobre lo teórico; es decir, no intentes pegarte un atracón y leer todo otra vez de principio a fin, sino mejor revisa los puntos que más dudas te planteen y consolida los datos más importantes a través de esquemas y resúmenes. Aunque sea tarde para establecer una estrategia de estudio en profundidad y a largo plazo, lo que sí podemos hacer es un pequeño cuadrante de prioridades. Una de las decisiones que más cuesta tomar es dar por cerrada una asignatura o un tema, pero es algo que debemos hacer tarde o temprano sin sentirnos mal.
El último día no se estudia
Muchos recomiendan cerrar los libros hasta un día antes del examen y dejar de fiarnos de nuestra memoria a corto plazo –aquella que olvidará todo lo que hemos aprendido nada más terminar el examen– para confiar en lo que está consolidado en ella. Es una manera de evitar caer en la trampa de la inseguridad que emerge cuando nos damos cuenta de que hay algunas lecciones que no conocemos tan bien como pensábamos (sorpresa: es probable que sí y los nervios no estén jugando una mala pasada). Aunque revisar la tarde anterior no siempre es mala idea, sí lo es estrujar el último minuto antes del examen pasando páginas del libro de texto como locos.
Duerme y haz lo de siempre
Son días excepcionales, por lo que pensamos que nuestros horarios también deben serlo. Cuidado, es la fórmula del desastre: antes de una final, los deportistas no pasan la mañana entrenándose hasta que no pueden más, sino que se concentran y descansan. Lo mejor es, ante todo, dormir lo suficiente (ocho horas para los 18 años está bien) y seguir una buena rutina de alimentación, ya que también influye en nuestra capacidad memorística; no debemos cambiar nuestras costumbres, especialmente en lo que concierne al sueño.
Hacer deporte puede ser una buena opción ya que, como recuerda el doctor Robert Oexman, director del Instituto Sleep to Live, “ayuda a que estés alerta mientras estudias y te ayuda a relajarte cuando es hora de dormir”.
Podemos dedicar el día anterior a hacer exámenes de otros años para saber cuánto tiempo nos lleva y en qué flojeamos más
Aprovecha los recursos disponibles
¿Cómo será el examen de Selectividad? Muchos estudiantes se enfrentan a dicha incertidumbre, pero hoy en día, gracias a Internet, disponemos de multitud de recursos que nos pueden dar una buena idea de lo que nos espera. Las Comunidades Autónomas disponen de páginas en las que recopilan los exámenes PAU de otros años, que nos pueden servir tanto para hacernos una idea como para practicar.
Si, por ejemplo, nos sentimos inseguros con una asignatura en concreto, podemos probar a realizar uno de los exámenes de años pasados para localizar nuestros puntos débiles y, sobre todo, descubrir cómo tenemos que repartirnos el tiempo (recuerda el viejo consejo de que es mejor empezar por las preguntas más fáciles). También podemos calcular cuántos puntos vale cada una de las preguntas el examen y, por lo tanto, a cuáles debemos dar prioridad.
Aprende a hacer el examen
Uno de los errores más tristemente habituales es echar a perder el trabajo de estudio por no saber qué se nos pide, a veces por algo tan tonto como no haber leído correctamente el enunciado de la pregunta. Una vez más, los nervios y la velocidad jugando en nuestra contra. Puede que no sea tan mala idea dedicar las últimas jornadas a aprender a hacer el examen, uno de esos detalles que ha diferenciado a los buenos estudiantes de los mediocres.
Cuidado con los grupos
En los momentos de repaso nos puede resultar útil quedar con un compañero para resolver dudas o evaluarse mutuamente. Pero hay que tener cuidado porque puede ser un arma de doble filo, especialmente ahora que los grupos de WhatsApp pueden generar una tremenda ansiedad. Nos contagiamos fácilmente por el estrés, así que el móvil puede terminar convirtiéndose en un ventilador que esparce ansiedad, inseguridad e información incorrecta, como esos bulos que circulan todos los años de que va a caer tal o cual tema en determinada asignatura. Ni qué decir tiene que estar pendientes del móvil, ese estresante cotidiano, es muy poco recomendable si lo que pretendemos es estar concentrados.
Nada de estimulantes
Puede parecer obvio, pero los estimulantes –desde el café hasta distintas drogas pasando por el alcohol– no son precisamente la mejor herramienta para la memorización ni para combatir el estrés o descansar correctamente, por mucho que nos proporcionen una (transitoria y muy subjetiva) sensación de seguridad. Relájate, pero de otra manera.
Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2017-06-06/guia-estudiar-examenes-selectividad_1394709/