Por: Ilka Olivia Corado
Modestia aparte, Cristina además de mujer es yegua y morocha, (como dicen los argentinos) vaya que ya quisieran muchas ser yeguas como ella. En mi pueblo, que queda en el oriente de Guatemala y que colinda con El Salvador, árido como él solo, en aquellos cerros yermos, es común que uno al referirse a una mujer diga yegua o potranca, nadie se ofende, porque no se dice para ofender, es un halago y una afirmación. Son honores que solo la gente de pueblo agradecemos. Pero claro, uno tiene que convivir con los animalitos (que son nuestra familia) para entender el contexto, nadie de la capital lo entendería. Porque nadie que no ha convivido con ellos conoce su naturaleza. La mujeres en esencia somos muy parecidas a las yeguas.
Entonces a mí me dicen que Cristina es una yegua y yo lo afirmo y lo aplaudo, ¡qué yegua! Repito, ya quisieran muchas… Una yegua que cautiva, Cristina tiene ese poder de convocatoria impresionante, sus palabras deslumbran y convencen, porque tienen la fuerza de las manadas de potrancas salvajes que galopan libres en los montes. No hay tranca que las detenga, ni abismo, ni tormenta que las asuste. Porque son yeguas, ni más ni menos.
Me enamoré de la política suramericana gracias a Cristina y Evita, ambas me hacen sentir argentina, porque soy una más de los descamisados de Evita y una paria de los arrabales más inhóspitos.
Cristina demostró con hechos que “la patria es el otro”. Porque de la oratoria a la acción con ella no hay diferencia, palabra que dice la cumple y eso en política es algo extinto. Dijo que siempre estaría y lo cumplió, no se fue, ha permanecido, está ahí, al frente con un objetivo: reconstruir de nuevo a Argentina. Y lo hará, de los escombros la volverá a levantar porque ya lo hizo una vez. Y porque es necia como las yeguas.
Cristina es ese tipo de persona que no se rinde y que incita a otros a no hacerlo, a no doblar las manos, ella impulsa, es generadora de energía, es una luciérnaga en medio de la oscurana. Tiempos difíciles se viven en Argentina y ella sigue convocando a multitudes con su sola presencia. Para muchos debió estar vencida, olvidada, pero al contrario, ella es una institución, un río crecido, es una flor, siempre fresca y deslumbrante como los girasoles de verano al mediodía; de pie, siempre viendo de frente al sol.
¿Qué tiene Cristina que la siguen multitudes? Esencia y transparencia. Un ser sin alma es como una tormenta que se quedó estéril, en el amago de una pasada de nube. Es un frijolar lejos del pie del milpal: que crece débil y marchito. Cristina es una montaña reverdeciente en los primeros días de primavera. Cistina es el canto del jilguero en patio de casa de pueblo.
¿Qué tiene Cristina que la siguen multitudes? Nada especial, es humana. Y porque amor con amor se paga. La veremos nuevamente de presidenta, reescribiendo la historia de Argentina, para orgullo de las mujeres y las yeguas, y perdón por el ego, pero modestia aparte, para orgullo de las morochas.
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FUENTE: www.rebelionor.g/noticia.php?id=228342&titular=cristina-y-su-terquedad-de-yegua-