Los gurús de Silicon Valley, los cerebros detrás de Apple, Google, Yahoo o Hewlett-Packard, los que inundan el mundo con nuevos softwares y aplicaciones, envían a sus hijos a escuelas en las que los ordenadores brillan por su ausencia y el material escolar se parece más al de una comunidad Amish que al de una oficina en el laboratorio tecnológico de ideas más grande del mundo. Los mismos que diseñan tablets, juegos interactivos y programas informáticos para niños, eligen una infancia sin pantallas para sus retoños, en escuelas alternativas, libres de WiFi, así lo informa el portal de El País.
La Waldorf School de Península, en California, es uno de los centros que concentran más hijos de la tecnología, con una pedagogía que apuesta por la experimentación en el mundo real, una vuelta al papel y al lápiz y un énfasis en fomentar la creatividad, curiosidad y habilidades artísticas innatas en los más pequeños. De hecho, muchos empiezan a cuestionarse el papel de la informática en las aulas.
Como apuntaba The Guardian en un artículo al respecto, la Organisation for Economic Co-operation and Development (OECD), sugiere en un informe global que los sistemas de educación que han invertido mucho en ordenadores han registrado una “insignificante mejora” en sus resultados de lectura, matemáticas y ciencias, en los test del Programme for International Student Assessment (PISA); mientras, en palabras del director de educación de la OECD, Andreas Schleicher, “los mejores sistemas educativos, han sido muy cautos a la hora de usar tecnología en las aulas”.
Beverly Amico, líder de la asociación de escuelas Waldorf de Norteamérica, comentaba al mismo periódico que “sus centros enseñan a los alumnos las nuevas formas de pensar que muchos empresarios demandan” y añadía que “los estudiantes criados con tecnología acusan a menudo poca disposición para pensar de forma distinta y resolver problemas. Habilidades como tomar decisiones, la creatividad o la concentración son mucho más importantes que saber manejar un iPad o rellenar una hoja de Excel, sin contar con que la tecnología que utilizamos ahora, resultará primitiva y obsoleta en el mundo del mañana”.
El auge de las pedagogías alternativas
Almudena García, madre y programadora informática en Girona, es la creadora del portal Ludus, un directorio de pedagogías alternativas que inició hace año y medio. García sustituyó la impersonal guardería por un grupo de crianza, en el que madres e hijos compartían un espacio de juego libre, y ahora piensa a qué colegio llevará a su hija cuando ésta cumpla los 6 años.
“La economía es la que marca le educación”, comenta Almudena, “la escuela tradicional, que todavía tenemos, nace con la época industrial, en la que se demandaban individuos homogéneos, con una cultura y preparación muy similar y aptos para cumplir órdenes y no cuestionarse demasiado las cosas. La pedagogía alternativa propone todo lo contrario, un trabajo basado en proyectos en los que el niño es el autor de su propio aprendizaje”.
Muchas de estas nuevas filosofías educativas florecen en la escuela infantil, lo que antes se llamaba preescolar, pero son menos las que continúan hasta una edad más avanzada, en parte por problemas legales. Según Almudena, “hasta los 6 años la ley no dice nada, pero a partir de esa edad y hasta los 16, la normativa obliga a escolarizar a los niños en un colegio homologado.
Homologar un centro educativo requiere de una serie de requisitos que no están al alcance de todos, por razones económicas, lo que hace que muchas escuelas no entren en esta categoría. Esto depende de las diversas comunidades autónomas y, la mayor parte de los casos no ocurre nada, pero si hay problemas o inspecciones, los padres son los culpables.
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