America del Sur/Venezuela/PrensaIVIC
El célebre Diccionario de Inglés Oxford, del Reino Unido, la declaró como la palabra del año en 2016. La post-truth o posverdad es definida por los expertos británicos como aquellas “circunstancias en las que los hechos objetivos son menos influyentes en la opinión pública que las emociones y las creencias personales”.
La instantaneidad y virtualidad creadas por la tecnología han transformado la forma de percibir el mundo. ¿Cómo afectan las posverdades a un campo como la ciencia, donde la certeza absoluta y neutralidad valorativa son indispensables?
Para el sociólogo Miguel Ángel Contreras, la ciencia no está al margen de la crisis global del sistema capitalista, la cual ha propiciado la aparición de numerosos discursos donde cada uno busca posicionarse como dominante.
“Estamos atravesando una multiplicidad de crisis en lo político, económico, cultural y ecológico, que hacen que los estándares de la ciencia también estén desestabilizados”, explicó Contreras en conferencia organizada por el Laboratorio de Ecología Política, adscrito al Centro de Estudios de la Ciencia del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic).
Desde la perspectiva de la posverdad, la ciencia es una herramienta para conocer la realidad, pero no la única. “Cuando hablamos de posverdad nos referimos a la relativización y pluralización de las fuentes de información, así como a la espectacularización y simulacro de los hechos”, acotó.
El prefijo “pos” no es nuevo; fue usado en los años noventa por el argentino Silvio Funtowicz y el estadounidense Jerome Ravetz para describir la ciencia posnormal, que emerge en contextos donde “los hechos son inciertos, los valores están en disputa, lo que se pone en juego es alto y las decisiones son urgentes”, características contrarias a la ciencia convencional.
Para la ciencia debe haber correspondencia entre el objeto (hecho) y el enunciado teórico (interpretación o análisis del hecho), pero desde la perspectiva de la posverdad esto no siempre ocurre. Un ejemplo sería el cambio climático: pese a la evidencia científica, algunos autores niegan su existencia.
De acuerdo con el docente de la Universidad Central de Venezuela (UCV), el debate sobre el cambio climático supera a la verdad de la ciencia y sobrepasa los límites de la comprobación factual al entrar en el terreno de la política y el marketing.
Aportes desde la academia
¿Qué papel cumplen las instituciones de investigación científica en esta contienda de interpretaciones o posverdades? Según Contreras, este tipo de organizaciones tienen que ofrecer visiones diversas de las cosas “con datos recogidos de la realidad. Un centro como el Ivic necesariamente debe ocuparse de la producción de horizontes alternativos y estos tienen que ver con la crítica a lo dado”, dijo.
El Laboratorio de Ecología Política del Ivic intenta contribuir en esa dirección, combinando la reflexión social e histórica acerca de la relación entre ciencia, tecnología, ambiente, industria, sociedad y Estado venezolano, con la coyuntura política, económica, social y cultural nacional, regional y global.
“Cuando hablamos de verdad podemos identificar una concordancia entre imagen y objeto, y este, a su vez, resulta controversial porque no siempre es verdadero o falso. La diversidad valorativa sobre un mismo suceso o fenómeno entra en confrontación cuando se plantean posiciones antagónicas”, afirmó la socióloga del Ivic, Marhylda Rivero.
A juicio de la experta, los medios de información y las redes sociales inciden en la construcción de esas imágenes, seleccionando y jerarquizando lo que la audiencia ve, oye y lee.
“En ese escenario de fabricación de hechos para su consumo mediático, el diseño de estereotipos sociales y culturales contribuyen con la invisibilización y deshumanización del otro como un nefasto sentido común, que no solo justificaría la confrontación vehemente, sino –y esto es igualmente preocupante– la negación o eliminación del antagonista”, dijo.
Precisamente, uno de los objetivos de las discusiones sobre la posverdad es ayudar a las personas a procesar con prudencia la gigantesca cantidad de noticias, falsas y verdaderas, que obtienen a diario por numerosas vías.
Para el sociólogo del Ivic, Marx Gómez, la idea es que el ciudadano pueda tener “una mayor perspectiva crítica, sin dar por sentado las cosas sino problematizando y cuestionando lo que reciben”, indicó.
De manera similar opina Rafael Carreño, espeleólogo del Ivic. “El proceso de manipulación que está ocurriendo ahora es extremadamente intenso y viene por todos los medios, desde la música y la escuela primaria hasta ámbitos académicos”, concluyó.
Aunado a la influencia externa de las corporaciones mediáticas, está el propio individuo y sus ansias por saber de todo aunque sea parcialmente y su necesidad de reafirmarse como sujeto social, con creencias, sentimientos y gustos.
El economista Fernando Trias lo explicó perfectamente en su artículo «La verdad de la posverdad», publicado en el diario español El País el 28 de mayo: “Prestamos más atención a las cosas que nos llaman la atención independientemente de cuál sea su fuente y si esta tiene credibilidad o no. Por eso preferimos hablar de posverdad. De llamarlo mentira estaríamos aceptando que son alimento de nuestra cabeza”.
En contextos de guerras de interpretación y de debates epistémicos como los actuales, cabría preguntarse: ¿Quién tiene la verdad? ¿Es relevante “tener” la verdad o discutir sobre quién la produce y a través de cuáles relaciones? ¿Acaso la ciencia tiene la última palabra?
Fuente: Enviado a redaccion OVE