Por: Panorama/22-09-2017
Más de 3,5 millones de niños refugiados de entre 5 y 17 años no tuvieron la oportunidad de asistir a la escuela durante el último año académico, según datos recogidos en un informe que hizo público este martes Acnur.
Según el informe, entre ellos hay 1,5 millón de niños refugiados que no han podido acudir a la escuela primaria y 2 millones de adolescentes refugiados que no están matriculados en la secundaria.
“De los 17,2 millones de refugiados bajo el mandato del ACNUR, la mitad son niños”, declaró Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.
“La educación de estos jóvenes es crucial para el desarrollo pacífico y sostenible de los países que los han acogido, así como para el de sus propios países de origen, cuando puedan regresar. Sin embargo, en comparación con otros niños y adolescentes de todo el mundo, la brecha de oportunidades para los refugiados no deja de aumentar.”
El informe, titulado “Olvidados: la educación de los refugiados en crisis”, compara las fuentes y estadísticas de Acnur en materia de educación para refugiados con los datos de la Unesco, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, sobre el estado de la escolarización en todo el mundo. A nivel mundial, el 91% de los niños asisten a la escuela primaria. En el caso de los refugiados, esa cifra desciende hasta el 61%, y en los países de renta baja es inferior al 50%.
A medida que los niños refugiados se van haciendo mayores, los obstáculos también aumentan: sólo el 23% de los adolescentes refugiados están matriculados en la escuela secundaria, en comparación con el 84% de los adolescentes a escala global. En los países de renta baja, sólo un 9% de los refugiados pueden ir a la escuela secundaria.
En el caso de la educación superior, el panorama es igualmente sombrío. En todo el mundo, el porcentaje de matriculación en estudios superiores se cifra en un 36%. Para los refugiados, a pesar de las grandes mejoras gracias a la inversión en becas y otros programas, el porcentaje permanece estancado en el 1%.
La comunidad internacional no logrará alcanzar sus Objetivos de Desarrollo Sostenible —17 objetivos encaminados a transformar el mundo de aquí a 2030— si no actúa para revertir estas tendencias.
El cuarto objetivo, «Garantizar una educación inclusiva y de calidad para todos y promover el aprendizaje continuo», no se realizará sin satisfacer las necesidades educativas de las poblaciones vulnerables, incluidos los refugiados y otras personas desplazadas por la fuerza. Además, si se descuida la educación, muchos otros objetivos de desarrollo relativos a la salud, la prosperidad, la igualdad y la paz se verán también socavados.
El informe hace un llamamiento para que la educación sea considerado un elemento fundamental en la respuesta a las emergencias de refugiados, y que esta se inscriba en una planificación a largo plazo y dotada de una financiación previsible.
Insta a los gobiernos a que incluyan a los refugiados en sus sistemas educativos nacionales como la respuesta más eficaz, equitativa y sostenible, y destaca algunos de los notables esfuerzos realizados para implementar esa política, incluso en los países recursos muy limitados.
Las conclusiones del informe subrayan aún más la importancia de una enseñanza de calidad y de las redes de apoyo nacional e internacionalpara mantener el nivel de formación de los docentes, su motivación y capacidad para tener un impacto positivo en las aulas más difíciles del mundo.
Las diferentes historias personales que figuran en el informe demuestran que si bien los refugiados están ávidos de educación – porque son conscientes del poder transformador que puede tener en sus vidas – hay muy pocos maestros, aulas, libros de texto y mecanismos de apoyo para satisfacer esa enorme demanda.
Este es el segundo informe anual sobre educación de ACNUR. El primero, “Missing Out”, fue publicado antes de la Cumbre de la Asamblea General de la ONU para Refugiados y los Migrantes en septiembre pasado. La Declaración de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes, firmada por 193 países, situó la educación como elemento central de la respuesta internacional.
“A pesar del inmenso apoyo a la Declaración de Nueva York, un año después los refugiados todavía corren el peligro de ser abandonados a su suerte en materia de educación”, dijo Grandi. “Garantizar que los refugiados tengan acceso equitativo a una educación de calidad es una responsabilidad compartida. Es hora de que todos pasemos de las palabras a la acción”.
Según el informe de ACNUR, la matriculación de niños y niñas refugiados en edad de asistir a la escuela primaria ha aumentado durante el último año académico, pasando del 50% al 61%, gracias en gran medida a la mejora de las políticas y la inversión en educación para los refugiados sirios, así como a la llegada de niños refugiados a Europa, donde la educación es obligatoria.
Durante el mismo período, el acceso a la educación secundaria permaneció estancado, con menos de uno de cada cuatro adolescentes refugiados matriculados en la escuela.
Siguen existiendo obstáculos considerables, principalmente porque casi uno de cada tres refugiados vive en países de renta baja. Estos refugiados son los que tienen menos probabilidades de ir a la escuela: seis veces menos que los niños en todo el mundo.
Los países que los acogen, a menudo tienen dificultades para movilizar los medios necesarios para educar a sus propios niños y se confrontados a la tarea de encontrar plazas adicionales en escuelas, maestros debidamente formados y cualificados y material escolar adecuado para decenas, o incluso, cientos de miles de recién llegados que a menudo no hablan el idioma en el que se imparten las clases en el país y han perdido aproximadamente cuatro años de escolarización.
“El progreso observado en el aumento de la matriculación de los niños refugiados sirios indica claramente que es posible cambiar esta situación de crisis de la educación de los niños refugiados”, añadió Filippo Grandi.
“Pero el catastrófico nivel de matriculación de niños refugiados en escuelas de regiones de bajos ingresos, claramente señala la necesidad de invertir en estos países de acogida, a menudo olvidados”.