Encender el motor, mover la cognición.

Por: El Siglo de Durango/12-01-2018

La dinámica del aprendizaje

El desarrollo neuromotor debe enfocarse en lograr una organización neurológica adecuada. Al no prestar atención a la relación entre accionar psíquico y movimiento corporal se promueve la obtención de un déficit funcional que se convertirá en uno educativo.

A la hora de fomentar el desarrollo integral de los niños, hay un aspecto insoslayable para la correcta maduración de las capacidades cognitivas: la psicomotricidad.

En la progresión del infante, y esto tiene efectos en sus opciones de aprendizaje, no existe una separación entre lo físico y lo emocional, movimiento y percepción se enlazan y de esa combinación surge aquello que mueve a un individuo, haciendo uso de su vehículo (el cuerpo) en un entramado social.

El punto de partida para aprender de la vivencia y definir lo que nos gusta nos pone en la casilla del juego libre y espontáneo. Sin embargo, no es común que haya a la mano un tipo de formación en este sentido, la psicomotricidad, con el adjetivo de ‘educativa’, no suele tener sitio en las asignaturas de la primera formación a pesar de la evidencia existente sobre su papel en la interconexión, en primer término, de procesos motores y afectivos que conducen hacia otros de mayor complejidad: intelectuales, de comunicación y de vida en sociedad.

La actividad mental ligada al uso del cuerpo favorece la correcta evolución del niño. En esa dirección, el juego se constituye en una forma natural de aprender.

En los primeros años de la vida, el cerebro es especialmente eficiente al absorber información, si se pretende aprovechar esa condición no hay como colocar a los infantes en un entorno rico en estímulos. Las experiencias resultantes de interaccionar con esos estímulos darán lugar a habilidades y conocimientos, y a beneficios en los niveles motriz, sensorial y de comportamiento. No está de más recalcar que la base neurológica creada durante la niñez tiene potestad cuando se define el rumbo de los individuos.

El desarrollo neuromotor debe enfocarse en lograr una organización neurológica adecuada. Al no prestar atención a la relación entre accionar psíquico y movimiento corporal se promueve la obtención de un déficit funcional que se convertirá en uno educativo.

¿En qué consiste una psicomotricidad apropiada? En aplicar tareas que ayuden al sistema nervioso a madurar, a construir y consolidar redes neuronales.

Los seres humanos, hasta los cinco años de edad, atraviesan una etapa de evolución en materia psíquica y motriz. Este periodo se caracteriza porque, a través de percepciones subjetivas, el cuerpo se afirma como el medio más efectivo para adquirir conocimiento. Además, un adecuado dominio de sus miembros, de su movilidad, se traduce en un niño más seguro y con autoestima.

En la escuela, sin embargo, lo normal es que el sistema se decante por privilegiar lo intelectual y deje de lado los temas motor y de crecimiento personal.

PARADIGMA

¿Por qué es necesaria su presencia en el sistema formativo? Porque la psicomotricidad educativa (PE), como conjunto de teorías y prácticas neuromotoras aplicables en la escuela, permite a los infantes explorar sus facetas motora, afectiva y mental. Esto genera los puentes tendidos por el niño con el mundo exterior, tanto en lo que respecta a aspectos materiales como en lo relativo a su condición de ser social.

/media/top5/SNfamiliaPsicomotricidad.jpgFoto: Archivo Siglo Nuevo

Movimiento, emoción y pensamiento, postulan los promotores de la PE, conducen a la vivencia, a la acción, a la experimentación, y todo lo anterior da forma a una plataforma desde la que se puede alcanzar lo racional, por ejemplo, el aprendizaje escolar, y lo relacional, la interacción idónea con el entorno físico y la estructuración de la personalidad en convivencia.

La labor de los docentes consiste en promover que los estudiantes tengan múltiples y variadas experiencias, siguiendo un plan debidamente estructurado en el que se provean estímulos tendientes a acrecentar la actividad mental, es decir, encender el pensamiento, excitar la inteligencia, pero también las zonas de la creatividad, la responsabilidad, la autonomía. El objetivo, no se olvide, es la organización del comportamiento. La psicomotricidad, además es versátil y permite sustentar estrategias educativas en terrenos exactos y abstractos como las matemáticas o bien particularmente subjetivos y de apreciación como la educación artística.

La psicomotricidad, si bien es una disciplina joven, se encuentra extendida y es aceptada, no obstante, la práctica en el campo educativo es menor en comparación con su uso en el campo de la ayuda terapéutica.

DIRIGIDO

Para cumplir con su cometido, las actividades neuromotoras se llevan a cabo en un contexto espacial equipado con materiales bien definidos; un sitio de juego, con las debidas precauciones, enfocado a la experimentación sensorial, al despliegue motriz, a la obtención de logros simbólicos. Elementos ineludibles son las reglas de comportamiento y fomentar la responsabilidad de cuidar de los demás y de uno mismo. El educador debe estar atento acerca de cómo se relaciona un niño con los objetos de su entorno y con los demás.

Derivada de la observación del accionar de los infantes surge una propuesta de intervención, una guía orientada a apoyar al menor a pulir las áreas en las que muestra potencial.

En el espacio habilitado cada niño jugará según sus percepciones de la vida y de sí mismo, al observar el modo en que se desenvuelve, es posible apreciar sus sentimientos, habilidades y conocimientos, incluso atisbar el grado de cognición alcanzado.

RESPUESTA

La psicomotricidad educativa puede ser la plataforma indicada al momento de abordar problemas de comportamiento y del aprendizaje o bien cuestiones derivadas de carencias afectivas. También sirve en el tratamiento de alteraciones en las funciones neuromotoras.

Permitir al niño el movimiento libre y espontáneo, en un escenario diseñado con la seguridad pertinente, contribuirá a que se concreten procesos mentales necesarios para su desarrollo integral. Si un niño no consigue dominar su cuerpo a través del juego puede volverse inestable o apático.

Si el niño interacciona con los objetos afianza su relación con el mundo, experimenta el placer de hacer, arrojar, reunir, soltar. Estas acciones conllevan un modo personal de organizar y estructurar su visión del mundo. La maduración psicológica hace que el placer de actuar evolucione hacia el de pensar, y así el proceso cognitivo queda a disposición de la persona para ayudarle a comprender, conocer y saber.

*Fuente: http://www.elsiglodedurango.com.mx/noticia/929805.siglo-nuevo.html

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