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Carles Barba: “La igualdad educativa se lucha más fuera que dentro del aula”

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Director de la Alianza Educació 360, una propuesta de la Fundación Bofill, la Federación de Movimentos de Renovación Pedagógica y la Diputación de Barcelona

Cuando Carles era pequeño leyó el relato de Tenzing Norgay y Edmund Hillary, los escaladores que coronaron por primera vez el Everest el 29 de mayo de 1953. Aquella historia le fascinó tanto que afirma que le hubiera encantado protagonizar aquella hazaña de altura. 

¿Por qué parcelamos los tiempos educativos? ¿Dónde está la línea de lo que es educativo y lo que no?
La sociedad en un momento dado creó una institución que es la escuela y en la que se delegó, y se delega, la responsabilidad de la educación. Llega un momento en el que el Estado se apropia de este encargo y de la institución, en la medida que los derechos sociales avanzan y garantiza de forma universal el acceso a esta educación obligatoria. A partir de aquí se determina qué es aquello que se debe educar y se establecen una reglas del juego. Se crea un imaginario social que considera que la educación es aquello que pasa dentro de la escuela y además está relacionado con los tiempos lectivos.

¿Por qué?
Básicamente porque se establecen unos medidores: del aprendizaje, de contenidos, etc.. Se tiene en cuenta aquello que se puede medir y evaluar. Ahora estamos en un momento de cambio, todo el mundo coincide en que la gente se educa y aprende no solo en el colegio, a través de una fuente de conocimiento principal que es el maestro, sino que el acceso a la información y las oportunidades educativas se producen en todos los tiempos y espacios del niño o la niña. La contradicción que se produce ahora es que, pese a que la sociedad es consciente de esto y que los expertos cada vez hacen más hincapié en ello, el sistema continúa respondiendo a los parámetros del siglo pasado. Es un anacronismo.

¿Ahora existe una línea divisoria clara entre lo que es formal y no formal?
Sí, pero la realidad la está desdibujando. Nosotros lo que queremos es derribar las fronteras que hay en los tiempos lectivos y no lectivos. El problema es que el sistema las establece, tanto dentro del colegio como fuera. Pensemos que dentro del perímetro de la escuela, el 30% del tiempo del niño es tiempo no lectivo: hablamos del patio, del mediodía, de las extraescolares, etc. Esto no siempre está conectado con el proyecto educativo. Estos aspectos se conciben como un aspecto de conciliación y no como parte sustancial del proyecto educativo.

En este sentido, ¿cuál es la propuesta de Educación 360?
Nuestra apuesta es hacer un cambio muy radical y muy profundo. Lo que nosotros queremos es que el modelo educativo integre aquellas oportunidades educativas que ahora están fuera de la educación reglada. Y en segundo lugar, que esto se haga con equidad.

¿ A qué se refiere?
La sociedad es desigual, y en la medida que el Estado no garantiza el acceso de todos los niños en igualdad de condiciones, las desigualdades se reproducen y se amplifican. Hay factores económicos, pero también culturales, familiares, de género, de residencia, de funcionalidad… Hay una serie de factores que hacen que el acceso a estas oportunidades educativas se produzca de diferente manera. En la medida que unos acceden y otros no, la distancia se hace más grande. Creemos que la batalla por la igualdad educativa se va a luchar más fuera de la escuela que dentro de las aulas.

¿Y eso por qué?
A la escuela va todo el mundo, institucionalmente es igual para todos. Sin embargo, no todos gozan del mismo tiempo libre. Por ejemplo, en aquellos lugares en los que hay una jornada compactada, los estudiantes tienen toda la tarde libre. Algunos estudiarán, otros irán a inglés, otros harán algun deporte, pero otros se quedarán en el sofá toda la tarde. Esto varía según el contexto que tengan los jóvenes. Esto genera unas desigualdades muy profundas.

¿Cómo nace el proyecto de Educación 360?
Ya hace algunos años que el proyecto se cocina, pero ahora se ha presentado públicamente. Hay tres instituciones que deciden impulsar esto: Diputación de Barcelona, la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica y la Fundación Jaume Bofill. Todos tienen claro que la vida de los chicos y chicas no solo suceden en las clases y por lo tanto nos tenemos que ocupar de la mirada en 360 grados, una mirada global. Estas tres instituciones complementarias y diversas han coincidido en este diagnóstico: poner en valor las oportunidades educativas que pasan fuera del horario escolar, pero a su vez de ser conscientes que el modelo educativo actual no las integra lo suficiente.

¿Y cuál es el camino para conseguirlo?
La propuesta es crear una alianza en la que se invita a participar a todos los actores que tengan cosas a aportar en esta idea en promover una Educación 360 para los niños y niñas, por lo tanto, dentro y fuera de la escuela, que supere los tiempos y los espacios y hacerlo con equidad y conectando aprendizajes.

¿Dónde está “instalado” ya el proyecto?
Estamos presentes en colegios, en ayuntamientos, en entidades sociales, clubs deportivos, escuelas de música… pero también en grupos de investigación de universidades que quieren contribuir con su trabajo a generar conocimiento de este ámbito, porque realmente hay muy poco. Se hacen muchas cosas interesantes pero es muy poco visible y está poco sistematizado. Nos gustaría generar conocimiento sobre cómo hacer este cambio, los aprendizajes que se generan, las competencias que se trabajan, cómo buscar sistemas de reconocimiento o de acreditación, cuánto cuestan estas cosas, quién lo paga, etc. Son temas importantes para conseguir la equidad.

Promovéis experiencias de Educación 360 ¿En qué consisten exactamente?
Depende del agente que lo impulsa. Cuando se trata de un ayuntamiento, por ejemplo, lo que se trabaja es una estratégia política que promueva las oportunidades educativas más allá del tiempo lectivo y que estas sean diversas. Hay sitios donde solo se hace deporte, o solo música. Lo que queremos es garantizar que haya diversidad con las oportunidades educativas y que estas sean de calidad. Esto debe estar conectado con los centros educativos y con los colegios. Ahora lo que nos pasa es que la decisión sobre las extraescolares de un centro no las toma ni el propio centro y no se involucra. Por último y muy importante: que se garantice el acceso a toda la población, que no sea un espacio que genere desigualdad.

¿Y quién se encarga de pensar y poner en marcha el proyecto?
Es importante que participen todos los actores de la comunidad. No solo se pueden implicar el colegio y los profesores que tienen sus horarios y sus obligaciones, también se deben implicar las entidades del pueblo, equipamientos municipales, etc. Todos los actores deben pensar juntos cómo llevar a cabo el proyecto, es la única forma de lograr que cada parte aporte aquello lo mejor de sí mismo. Por ejemplo, ¿es interesante que los niños y niñas puedan vivir la experiencia de vivir una estancia en otro país para aprender un idioma? ¿O esto no nos lo podemos plantear porque solo está al alcance de unas determinadas familias? ¿Podemos pensarlo para todos? Si es que sí.. ¿cómo lo hacemos?

¿Los profesores juegan un papel protagonista? ¿Es parte del trabajo del tutor ocuparse de qué hacen los alumnos en su tiempo libre?
Yo diría que sí, que debería formar parte de su preocupación, pero que en estos momentos no lo puede hacer. ¿Qué posibilidades tiene de hacerlo? No es una responsabilidad exclusivamente suya. La política pública debe incorporar la mirada 360 grados.

En otros países ya se han interesado por esta estrategia. ¿Tenéis datos de los resultados obtenidos?
En nuestra web hay 4 informes al respecto sobre experiencias en diferentes países. Yo creo que es importante ver que lo que nos estamos planteando aquí es un problema que subyace en todas partes. En todo caso, las iniciativas son diversas y los resultados desiguales. En cada sitio hay que encontrar las soluciones de acuerdo a su contexto. Por ejemplo, en Francia prima mucho el peso del municipio. Tienen mucho margen para concretar. En otro lugares, como en Reino Unido, el componente social y dar respuesta a situaciones sociales precarias es un tema que ocupa más la agenda de estas experiencias.

¿Y las familias? ¿Qué papel juegan?
Imaginemos un entorno familiar inquieto, que va a conciertos de música, que lee, que sale a la montaña… es muy diferente el chico o chica que tiene este entorno que el que no lo tiene. Es muy importante el espacio y el tiempo de compartir. Todas las políticas que vayan en la dirección de favorecer la conciliación y permitir estos espacios de enriquecimiento del tiempo familiar serán decisivas para el desarrollo pleno de los niños y niñas.

¿Nos cuenta alguna experiencia que le resulte relevante?
¡Claro! Manlleu es una pequeña población que tiene una concentración de población inmigrante importante: su reto gira entorno a la integración. Han diseñado un programa que lleva un par de años en marcha que lleva la coordinación de la actividad extraescolar del municipio entre diferentes colegios y el ayuntamiento. Han hecho un programa conjuntos con un diálogo común en el que han identificado oportunidades y necesidades. Lo han organizado de forma que un niño puede ir a clase a una escuela, pero puede hacer la clase extraescolar en otro centro. Por lo tanto, podrá acceder a una oferta más variada, conocerá a chicos y chicas de otros centros y contextos, etc. Coordinar AMPAS y escuelas distintas es complicado, pero en esta experiencia lo han conseguido y el resultado es muy enriquecedor. 

Fuente: http://blog.tiching.com/carles-barba-la-igualdad-educativa-se-lucha-mas-dentro-del-aula/
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