Por: elmundo.es/18-07-2018
Hablar de sexo con los adolescentes no suele ser tarea fácil ni para los padres ni para los hijos. Antes la sexualidad era un tema tabú. La educación sexual consistía en hablar de enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y del ‘póntelo, pónselo’ para los condones (lo que ya era mucho con respecto a épocas anteriores). Los jóvenes, por su parte, prefieren hablar de sexo con los amigos, cuya opinión tiene más peso en apariencia que la de los padres. Si lo piensas bien, verás que hablar de relaciones sexuales significa ahondar en el tema de los límites, el respeto, los valores y la libertad de una manera diferente a como lo hemos hecho hasta la fecha. Ahora están en el terreno de juego y en muchos casos pasando de la teoría a la práctica. Los padres somos una referencia para los hijos, aunque a los jóvenes les cueste admitirlo abiertamente.
En la adolescencia, las hormonas y la curiosidad los aboca a una sensualidad intensa que no sabe si relacionarse con el ideal romántico o con el sexo explícito. Su identidad está por definir, no saben discernir aún entre lo que les apetece y lo que les conviene, ese ingente volumen de sensaciones crea demasiada confusión. Por ello, hemos de ayudarles a reconocer los márgenes en los que se pueden mover. Éstos son algunos aspectos que rinden esta tarea paterna, compleja a menudo:
La sexualidad y la tecnología. Los jóvenes reciben las primeras informaciones sobre sexualidad en edades tempranas a través de los medios, donde la idea del sexo rápido y excitante se cuela permanentemente. Mar creía que para ser valorada debía mostrarse desinhibida en lo sexual. A los 16 años se enamoró de un chico. Cuando le confesó sus sentimientos, éste le respondió: nunca estaré con alguien que es capaz de hacer las cosas que tú haces. Sorprendentemente, a hacerlas la había enseñado él. Ahora intenta saber qué es lo que de verdad desea.
La presión del grupo. Hace décadas el erotismo se vivía con pudor y el sexo con la luz apagada. Ahora va en aumento la necesidad de mostrarse. La presión sobre los adolescentes para tener relaciones es enorme, no sólo por su novio/ novia, sino por su grupo de amigos que quieren saber si ya lo ha hecho. A Daniel, de 18 años, su abusiva novia le hacía creer que si no hacía lo que ella necesitaba era un flojo y lo mismo opinaban sus amigos.
Los padres amigos. Unos padres demasiado colegas pueden caer en la negligencia, porque no realizan su imprescindible (y agotadora a veces) tarea de padres guía. Otros padres no son amigos, pero hacen todo por ellos y se sientan a esperar a que se les pase el pavo. Por el contrario, ser muy estricto puede ser causa de que sus hijos no tengan confianza o se rebelen.
CÓMO HABLAR DE LÍMITES
Es mejor proveer la información cuando los hijos son adolescentes que no proveerla en absoluto. Éstos son algunos mensajes:
Nadie puede presionarles. Una idea clave para enfatizar es que nadie tiene el derecho de forzar a su hijo/a para tener relaciones sexuales. La presión de los compañeros y de los medios se puede abordar verbalizando su confianza en su capacidad de decidir con criterio.
Su sexualidad pertenece a su mundo privado. No hay que contarlo todo en las redes. Los padres necesitan transmitir la importancia de respetarse y respetar al otro sabiendo que un no nunca es un sí disfrazado, como en las películas pornográficas.
Buscar la situación propicia. Se puede aprovechar una película o una canción como un buen momento de reflexión conjunta.
El arte de la escucha. Puedes hablar de sexualidad desde las dimensiones corporal, emocional y religiosa (si es tu caso). No tengas miedo de pasar por carca. Siempre es mejor saber qué idea previa tiene tu hijo para conocer a qué tipo de información está accediendo. Mejor escuchar que soltar sermones.
Transmite tus valores. En los tiempos de la inteligencia emocional es muy conveniente señalar que existen muchos sentimientos involucrados en una relación como la amistad, la admiración, el respeto y el mutuo aprecio. Dígale que cuenta con su apoyo. Y, por supuesto, indícale que evite las drogas y el alcohol.
El sexo está bien, pero la libertad de elegir está mucho mejor.
Isabel Serrano-Rosa es psicóloga y directora de EnPositivoSí.
*Fuente: http://www.elmundo.es/vida-sana/mente/2018/07/18/5b488149e2704ef2ad8b45fb.html