“En nombre de la calidad…”, fue una de las expresiones que, el pasado 29 de septiembre, Ángel Díaz Barriga, emitió en el Foro de Consulta “Por un Acuerdo Nacional Educativo” que se efectuó en el Estado de Tlaxcala (https://www.youtube.com/watch?v=TQ–y2czf9g); esto, como parte de los foros que el Presidente Electo Andrés Manuel López Obrador y, quien ha sido designado por este mismo como próximo Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, vienen organizando y que en esta ocasión en esta bella tierra tuvo lugar, con la idea de lograr ese “Acuerdo” entre todos los agentes educativos y no educativos.
Y es que mire usted, por principio de cuentas, debo decirle que he seguido prácticamente todos los foros que se han realizado desde que empezaron en Chiapas, seguido de Durango, Puebla, Nuevo León, Veracruz, Estado de México, Tabasco, Zacatecas, Aguascalientes, Baja California Sur, Sonora y Jalisco, y en ninguno se había dado la oportunidad de que un conocedor del Sistema Educativo Mexicano (SEM) y de los problemas que éste enfrenta, como lo es Díaz Barriga, participara en tales eventos; y este, déjeme decirle, fue un gran acierto.
Y fue un acierto, no porque no considere relevantes las propuestas que miles de maestros y maestras vienen realizando con la intención de ser escuchados en esos foros; por el contrario, éstas son fundamentales, porque nos permiten comprender lo que, tal vez a la luz de nuestros ojos, no logramos ver. En concreto fue un acierto, porque los nueve puntos que este investigador mexicano planteó, recogen muchos de sentires, saberes y haceres de los profesores y, de manera puntual, los problemas que se han generado en México “en nombre de la calidad…” y que reiteradamente escuchamos en los distintos congresos, paneles, coloquios, diplomados (entre otros) a los que acudimos con la intención de seguir aprendiendo sobre el SEM y las posibles vías de solución a las problemáticas que vivimos a diario en nuestros centros de trabajo.
Cierto, el tema de la calidad educativa da para que podamos debatir ampliamente; de hecho, hay varias posturas, posicionamientos y/o argumentos que diversos investigadores, académicos, profesores, alumnos y colegas de la pluma y letras, hemos formulado y dado a conocer desde hace tiempo. Vaya, el debate podría ser tan rico, que podríamos pasarnos un buen tiempo hablando y/o escribiendo sobre ello.
Desde mi punto de vista, el problema no se encuentra del todo ahí, en el plano de la academia y generación de conocimiento (aunque también podríamos hablar mucho de ello); el meollo del asunto, se halla en la toma de decisiones que los gobiernos mexicanos han venido realizando para, a decir de ellos, lograr la tan anhelada calidad educativa en México. Pongo un ejemplo: resulta increíble que Manuel Bartlett Díaz, Ernesto Ponce de León, Fernando Solana Morales, José Ángel Pescador Osuna, Fausto Alzati Araiza, Miguel Limón Rojas, Reyes Tamez Guerra, Josefina Vázquez Mota, Alfonso Lujambio Irazábal, José Ángel Córdova Villalobos, Emilio Chuayffet Chemor, Aurelio Nuño Mayer y, recientemente, Otto Granados Roldán, no hayan tenido conocimiento sobre el estado en el que se encontraba el país en política, economía, cultura, sociedad y educación, durante los años en los que estuvieron al frente de la Secretaría de Educación Pública (SEP), con excepción del último referido. Todos ellos, educados en Universidades nacionales o extranjeras, y cuyo prestigio de éstas, es más que reconocido. ¿Acaso no les hablaron o estudiaron sobre las crisis económicas que han golpeado al país desde la década de los 70?
¿Si tenían conocimiento sobre el estado que guardaba el país por qué no voltearon la ecuación y en lugar de exigir mayor calidad educativa se comenzó por profesionalizar a los profesores, por ejemplo?, ¿si se tenía conocimiento, por qué no se exigió a costa de perder el puesto, el incremento del PIB para destinarlo al ámbito educativo?, ¿si se tenía conocimiento, por qué no se buscó otra alternativa pedagógica que coadyuvara a la formación de miles de mexicanos en los diferentes niveles educativos y se optó como única vía de solución la evaluación de alumnos y profesores?
Las respuestas a tales preguntas, se halla muy probablemente en las políticas neoliberales que se implementaron (más por obligación que por convicción) en nuestro país, y en los tecnócratas por los que, desafortunadamente, ha pasado la educación y que han considerado que la “calidad” se logra de la noche a la mañana.
En este sentido el tema de la calidad en la educación, aunque es más profundo, puede entenderse de la siguiente manera: si una panadería pretende ofertar su producto, ésta lo hace con la idea de que dicho producto se venda (lógica de mercado); para el logro de tal propósito, dispondrá de los mejores insumos (ingredientes) para que el producto se venda y se posicione en la preferencia de la gente. Ciertamente los insumos son importantes, pero lo verdaderamente relevante es el proceso como tal, mismo que se caracteriza por la suma de todos los elementos que el producto requiere para que goce de esa calidad y, de esta forma, cumpla con los parámetros que muy probablemente la sociedad requiera para su consumo.
Como hemos visto, dos elementos resultan importantes para el logro de la calidad: insumos y proceso (aunque hay más).
Pensemos ahora en términos educativos. ¿Dichos elementos aplican para el medio en el que nos encontramos insertos los maestros, alumnos y directivos? Si la respuesta es afirmativa, ¿cuáles son los insumos con los que cuenta el SEM?, ¿cuál es el proceso que existe en ese gran elefante reumático llamado SEM?
Si queremos hablar de calidad en la educación, o una educación de calidad, tendríamos pensar necesariamente en la serie de factores que afectan o no el proceso.
Lejos estamos del “Milagro Mexicano” y muy cerca de las “crisis” económicas a las que nos han sometido esos gobiernos tecnócratas y neoliberales. Cerca estamos de los problemas educativos que los maestros y maestras atendemos siempre dispuestos y lejos estamos de las visiones “Secretariales” a través de las cuales, México ha avanzado en economía, cultura y educación, solo por citar unos ejemplos. Sí, muy cerca y muy lejos…
En conclusión, coincido, en nombre de la calidad… se han cometido verdaderas barbaridades en el SEM; y muchos las hemos documentado a través del tiempo.