Marta Comas: “ Las familias tienen que estar presentes en las decisiones que se toman en la escuela ”

Doctora en Sociología de la Educación en la Universitat Autònoma de Barcelona y directora del Área de Innovación, Programas y Formación del Consorci d’Educació de Barcelona

Por Educaweb

Marta Comas es doctora en Sociología de la Educación en la Universitat Autònoma de Barcelona y directora del Área de Innovación, Programas y Formación del Consorci d’Educació de Barcelona. Actualmente impulsa programas de transformación educativa como Xarxes pel canvi (Redes para el cambio). Es experta en análisis de la participación de las familias y en democracia escolar. También es autora de artículos sobre identidad, adolescencias en riesgo y democracia. Además, Comas es autora del capítulo «Claus per repensar el paper de les famílies dins la comunitat educativa» (Claves para repensar el papel de las familias dentro de la comunidad educativa), incluido en la publicación Reptes de l’educació a Catalunya. Anuari 2018, publicado por la Fundació Jaume Bofill.

¿Qué papel juegan las familias en la educación que reciben sus hijas e hijos en la escuela? 

Lo que dicen muchos estudios es que los niños y las niñas crecen y se educan sobre todo en los valores y el bagaje que les da su la familia. La escuela tiene un efecto igualador para dar igualdad de oportunidades. Por este motivo, el reto de la escuela es ver cómo consigue equipar a todos los alumnos de la misma manera partiendo de todas sus diferencias, sean cuales sean las mochilas que traigan de casa. Este es el reto y el hilo de mi propuesta cuando nos referimos a la relación familia y escuela.

Usted defiende que las familias deben de tener más voz y voto en los centros escolares. ¿De qué manera podrían realizar una participación más eficaz?   

Mediante la investigación sobre la participación de las familias vemos que hay una parte que está muy trabajada, donde los centros piden a las familias corresponsabilidad en el proceso de escolarización de su hijo/a. Solicitan a las familias que asistan a las reuniones de inicio de curso, que vayan a las tutorías, que les ayuden con los deberes y que, en definitiva, estén presentes. La escuela muy a menudo apela a que los padres y las madres hagan estas funciones parentales porque así están acompañando la escolarización de sus hijos.
Otro aspecto es la escuela democrática que tiene que ver con el concepto de comunidad educativa. En la comunidad educativa hay los docentes, el personal no docente y sobre todo están las familias que son las principales preocupadas de cómo va la educación de sus hijos. En las decisiones que se toman en la escuela, las familias tienen que estar presentes. Y es en este capítulo de la toma de decisiones donde vamos más atrasados, es decir, se pide mucho a las familias y, en cambio, no se les pide en el mismo nivel su opinión, su voz, si están de acuerdo o en desacuerdo ni tampoco se participa a la hora de diseñar un nuevo modelo educativo.

¿Qué resistencias/obstáculos existen o pueden existir en los centros educativos ante la mayor participación de las familias?

El obstáculo es que la idea de cultura escolar más cerrada, donde quien toma las decisiones es el equipo directivo, aún está muy arraigada.

El concepto de empoderar quiere decir dar poder y, si das poder, quiere decir que no tienes todas las decisiones en tu mano y que, en consecuencia, las familias pueden tomar otra decisión. Por ejemplo, en el tema de los horarios. Cuando empezaron a haber institutos que decidieron que ya no harían clase por la tarde, con todas las consecuencias que conllevaba, nadie se sentó realmente con las familias en este debate de la conciliación horaria; un debate tan importante como saber gestionar y regular el tiempo y los espacios de la escuela. A la hora de tomar una decisión, tuvieron un papel más importante los sindicatos que las escuelas.

Mediante los estudios que hemos realizado se desprende que no se puede hacer un análisis igual para todos, ni propuestas iguales, porque no todas las escuelas están igual de predispuestas a la participación y la democracia. Es decir, hay escuelas muy democráticas donde las familias y la comunidad son consultadas, y hay escuelas más autoritarias que toman decisiones y la familia no tiene nada que decir. También hay familias muy implicadas y otras familias que se sienten muy extranjeras en la escuela. Lo que propongo es ir haciendo propuestas hechas a medida en cada contexto.

Catalunya tiene una larga tradición de asociacionismo educativo y, hoy día, las Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPAS) han adquirido un nuevo protagonismo debido a la crisis económica y a una mayor conciencia por parte de las familias. ¿Cuál debería de ser el papel de estas asociaciones?

Para mí es un papel muy vertebrador porque han sido asociaciones que se han hecho fuertes justamente ofreciendo unos servicios desde una perspectiva cooperativa. También han estructurado aportaciones de trabajo de los padres y madres, como el arreglo del patio o el mercado solidario, entre muchas otras. Además, están organizando plataformas y coordinadoras a nivel de barrio con las escuelas y las familias vecinas. Esto genera un movimiento de familias alrededor de la educación que cada vez tiene más fuerza. Es un tipo de asociacionismo que tiene valor y que tiene buena salud y que funciona.

En algunas ocasiones, existe el caso de escuelas con un importante colectivo de familias «hiperesponsabilizadas». ¿Cómo se podría canalizar este elevado grado de implicación y que pudiera beneficiar a todo el colectivo escolar?

Este colectivo generalmente es de clase media y tiene como expectativa que los hijos vayan a la universidad. Entran en la escuela con una actitud casi gerencial y quieren verificar que el centro está a la altura de sus expectativas, a veces por encima de los estándares. Por ejemplo, en la educación pública hay grupos de familias que exigen estándares de calidad por encima de las capacidades que pueden abordar, como en temas de ratio, de materiales de la escuela, o de la comida km0 en el comedor. Son familias que además están muy empoderadas porque tiene un nivel formativo alto y, a veces, no se sitúan en su rol y se ponen en un nivel de exigencia por encima del que les corresponde. Muy a menudo en una actitud más de garantizar una buena escolarización de sus hijos y no tanto en una actitud más colectiva de mejorar la educación para todos. En este sentido, propongo que estas familias tan empoderadas y con tanta capacidad tendrían que ser ubicadas en espacios de gobernanza más abiertos, que no sean sólo para su escuela sino también para todas las familias y las escuelas del barrio, con el fin de que salgan del ámbito concreto de su propia escuela y empiecen a darse cuenta de que la educación es un bien común.

Usted defiende una escuela democrática que sea inclusiva para asegurar que ningún alumno o alumna se quede atrás y que sea capaz de escuchar todo tipo de opiniones. ¿Cómo se podrían conseguir estos objetivos?

El aprendizaje tiene que ser personalizado, y tienen que generarse entornos educativos donde cada niño pueda dar el máximo de sus posibilidades, es decir, trabajar en equipo en el aula, trabajar por proyectos, etc. Si realmente hacemos aulas donde todos puedan aprender según sus propias capacidades, la escuela será más inclusiva y más democrática, porque nadie queda excluido. Lo importante es que nadie, incluida la familia, se quede fuera. Por ejemplo, en una reunión de padres, donde sabemos que tenemos un grupo de familias de Paquistán, que no dominan el idioma porque hace poco que han llegado al país o porque viven en un barrio donde no hay presencia del catalán, hacer toda la sesión de inicio del curso sólo en catalán y no traducir nada, ni tener pensado que estas familias no nos entenderán, es invitarlas a que no vuelvan, porque no entenderán nada. Después hay casos en donde se cuestiona por qué algunas familias no participan. Hay que preguntarse si se ha hecho alguna acción inclusiva. Ser inclusivo implica ser proactivos con el fin de incluir a todo el mundo, sea cuales sea sus diferencias.

Las familias de entornos socioeconómicos empobrecidos acostumbran a tener poca presencia en la escuela. ¿Cómo se puede superar esta desconexión entre familia y escuela?

La comunicación es un elemento vital porque lo más importante es hacerse entender. Otro concepto importante es la escuela intercultural, que consiste en situar las culturas presentes en nuestra sociedad en pie de igualdad dentro de la escuela. Es importante tener consciencia y conocimiento sobre ella con el fin de poder comunicarse con las familias de tú a tú para que tenga valor en la escuela.

El problema es cuando las familias que vienen de fuera no tienen ningún valor sustancial en el currículum escolar, como por ejemplo en los carteles que hay colgados en la escuela, en las comidas que se organizan, en las fiestas que se celebran, etc. Cuando no hay nada incluido de su cultura en los lugares de valor simbólico de la escuela, no se sienten vinculados emocionalmente y se sienten fuera. La escuela intercultural tiene que partir del reconocimiento del otro, y tiene que incorporar nuevas propuestas porque si no se minimiza la cultura del otro.

Finalmente, la etapa de Educación Secundaria, a diferencia de la etapa infantil y la Educación Primaria, es una de las más conflictivas y la intervención de los padres sólo se efectúa si el alumnado muestra bajo rendimiento o problemas de disciplina. ¿Cuál cree que tendría que ser el rol de las familias en estas etapas?

Es totalmente falso que las familias cuando sus hijos son adolescentes se despreocupan de la educación. Justamente, están más inquietos porque es cuando los adolescentes están labrando su futuro. Podemos decir que hay una gran preocupación de itinerario.
En la actualidad, en algunas escuelas ya está funcionando una práctica que se hace en Primaria y que, en Secundaria se deja de hacer, que es invitar a compartir los trabajos académicos, las presentaciones y los proyectos a los padres. Por ejemplo, el día que se presenta un trabajo de investigación invitar a las familias o exponer una práctica de laboratorio junto con los padres. Es decir, las familias tendrían que estar presentes en espacios académicos en la Secundaria.

Algunos institutos más innovadores en su página web también comparten informaciones gráficas dirigidas a los padres, las madres y alumnos. De esta manera, las familias tienen más idea de qué pasa, más allá de si los exámenes han ido bien o no.

Otro aspecto es el boletín de notas. Tendría que ser un poco más explicado y detallado, donde se pongan unos ítems más allá de los suspendidos o los aprobados. Toda esta información cuando llega a casa genera una conversación y hace que los padres de Secundaria puedan tener más papel.

Hay modelos de tutoría donde el alumno está presente, es decir, un modelo de tutorías compartidas donde está la familia, el alumno y el docente. La tutoría es el gran espacio de implicación de las familias también en la Secundaria.

Fuente: https://www.educaweb.com/noticia/2019/11/07/papel-familias-escuela-18975/
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