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¿Debo usar la participación o el compromiso de los padres?

By Matthew Lynch

¿Debo usar la participación o participación de los padres?

Pasé siete años como maestra de K-12, y uno de los mayores desafíos que enfrentamos mis colegas y yo fue cómo involucrar e involucrar a los padres en la educación de sus hijos. El mayor obstáculo para esto no fueron los propios padres, sino cómo abordamos la participación y el compromiso de los padres.

Debido a que la mayoría de nosotros nunca se detuvo a pensar en la diferencia entre los dos, los usamos indistintamente, lo que significa que a menudo usamos el compromiso cuando deberíamos haber usado la participación y la participación cuando deberíamos haber usado el compromiso . Puede estar pensando para sí mismo, ¿cuál es el problema? Bueno, estás a punto de descubrirlo. En este artículo, discutiremos la diferencia entre la participación y el compromiso de los padres.

¿Cual es la diferencia?

La participación significa incluir a los padres en actividades e iniciativas que ya han sido desarrolladas o lanzadas por funcionarios escolares. Compromiso significa asociarse con los padres para desarrollar nuevas actividades e iniciativas. No entender la diferencia entre los dos puede causar más problemas de los que crees.

Por ejemplo, si usa la participación de los padres cuando debería usar la participación de los padres , puede hacer que los padres sientan que no tienen poder ni control sobre la educación de sus hijos. Esto hará que se desconecten aún más. Si usa la participación de los padres cuando debería usar la participación de los padres, podría estar dando voz a los padres en asuntos que solo deberían ser realizados por maestros y administradores veteranos. Esto puede dar lugar a decisiones que no se basan en las mejores prácticas, sino en los pensamientos y sentimientos del profano.

A continuación, veamos algunas formas simples en las que puede utilizar la participación y el compromiso de los padres en el aula.

Formas simples de usar la participación y el compromiso de los padres

A continuación, encontrará algunas estrategias que puede usar para mantener a las familias involucradas.

  1. Pídales a los padres que sean voluntarios como ayudantes en el aula.
  2. Pídales a los padres que sirvan como chaperones en los viajes escolares y en los bailes escolares.
  3. Pídales a los padres que sirvan como guardias de cruce.

A continuación, encontrará algunas estrategias que puede utilizar para mantener a las familias comprometidas.

  1. Haga visitas a la casa del estudiante. Estas visitas deben ser preestablecidas, por supuesto.
  2. Trabaje con sus colegas y representantes de una universidad local para desarrollar una universidad para padres. Trabajar con los padres para desarrollar un plan de estudios que satisfaga sus necesidades.
  3. Crear un consejo escolar, que estará compuesto por padres, administradores escolares y maestros. Los padres que muestren niveles excepcionales de participación serán invitados a unirse. Este organismo se encargará de tomar decisiones sobre asuntos escolares predeterminados.

Bueno, eso es todo por este artículo. ¿Puedes pensar en otras formas de utilizar la participación y el compromiso de los padres en el aula?

Fuente: https://www.theedadvocate.org/should-i-use-parental-involvement-or-engagement/

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Andre Perry: Es hora de que los blancos tengan ‘la conversación’ con sus hijos

Cada padre negro tiene numerosas conversaciones continuas sobre racismo con sus hijos. Nada cambiará hasta que los padres blancos también comiencen a hablar con sus hijos sobre el racismo todo el tiempo.

El mariscal de campo Drew Brees, de los New Orleans Saints, sale del campo al medio tiempo durante el partido de fútbol americano de la NFL Pro Bowl en enero de 2020. Brees ha sido criticado recientemente por su comentario sobre los jugadores que se arrodillan en apoyo de Black Lives Movimiento de la materia, que él «nunca estaría de acuerdo con nadie que no respete la bandera de los Estados Unidos de América». La declaración, dice el columnista de Hechinger Andre Perry, demuestra la ceguera deliberada de muchos en la comunidad blanca ante el sufrimiento que los rodea. Crédito: AP Photo / Steve Luciano

Todos los padres negros, en algún momento, tienen que tener «la charla», la reunión proverbial donde involucramos a nuestros hijos en una discusión seria sobre cómo la policía trata a las personas negras. Explicamos cómo conversar con la policía, cómo hacer contacto visual, cómo o cuándo mostrar respeto, cómo, cuando es necesario, a veces deben hacer una genuflexión ante una autoridad injusta para protegerse.

Inevitablemente, no es solo una charla. Las circunstancias nos obligan a tener una serie de conversaciones a lo largo de la vida de nuestros hijos, porque el racismo es una presencia constante.

Si solo tiene «la conversación» con su hijo por primera vez esta semana para explicar las protestas que están viendo en la televisión o fuera de sus ventanas por la muerte de George Floyd, Breonna Taylor y Ahmaud Arbery, tiene un problema . Probablemente significa que no estás hablando regularmente con ellos sobre eventos actuales y que no están recibiendo una buena educación sobre la historia estadounidense en la escuela. También significa que intencionalmente has enterrado tu cabeza en la arena ante las marcadas injusticias que no respetan la noción misma de nuestra democracia estadounidense y sobre el papel que puedes desempeñar en esas injusticias con tu silencio.

Ante los hechos casi cotidianos de violencia racial contra personas negras, no debería haber una sola conversación sobre la policía cuando eres padre, de ninguna raza. Enseñamos a nuestros hijos todos los días para ayudarlos a navegar por las comunidades en las que viven. Deberíamos estar hablando con los niños sobre el racismo en este país todo el tiempo.

Al principio, les enseñamos a no jugar con enchufes eléctricos y a tener cuidado cerca de la estufa. Les enseñamos a decir por favor y gracias, y a ser amables y compartir. Del mismo modo que enseñamos a nuestros hijos a mirar a ambos lados cuando cruzan la calle, deberíamos darles lecciones regulares y apropiadas para el desarrollo sobre la raza y el racismo. Como hemos visto, un mal encuentro con un policía puede ser tan fatal como un accidente automovilístico. No tener una conversación sobre los asesinatos de la policía, las protestas subsiguientes y el dolor, la ansiedad y la ira que causan es ignorar voluntariamente los autos que vienen de ambos lados de la calle.

No, no le mostré a mi hijo el video del asesinato de George Floyd, pero sí hablamos de ello en el contexto del racismo y la supremacía blanca que lo condujo. Esas lecciones ordinarias preparan a nuestros hijos para los desafíos inevitables que enfrentarán directamente.

No imagine que evitar estas conversaciones protegerá a su hijo de los horrores del racismo; absorberán esta información de alguna manera. Y si lo ignoras, esa es la lección que aprenderán de ti.

Relacionado: No hijo, la guerra no es necesaria

» alt=»» aria-hidden=»true» />enseñando a los niños sobre el racismo
Los manifestantes protestan el jueves 4 de junio de 2020 cerca de la Casa Blanca en Washington por la muerte de George Floyed, un hombre negro que estaba bajo custodia policial en Minneapolis. Floyd murió después de ser retenido por agentes de policía de Minneapolis. Crédito: AP Photo / Evan Vucci

La gran cantidad de ejecuciones extrajudiciales de personas negras a manos de la policía en los últimos nueve años me obligó a dar numerosas charlas a mi hijo sobre las imágenes y palabras que invariablemente ve y escucha. Cuando tenía 4 años en 2014, hablé con él sobre cómo Michael Brown había sido asesinado por la policía. Le expliqué por qué veía la televisión con tanta atención y cuán enojada estaba la gente porque una persona había muerto innecesariamente. Cuando mi hijo tenía 5 años, Freddie Gray murió de las heridas que sufrió mientras estaba bajo custodia policial. A medida que Roby crecía, las muertes de  Eric GarnerPhilando Castile, Alton SterlingSandra Bland , Breonna Taylor y George Floyd incitaron a conversaciones apropiadas para su edad.

Estas conversaciones son tan desgarradoras como necesarias, especialmente cuando tocan la vida de un niño directamente. Al crecer en Nueva Orleans, le enseñamos la tradición del Mardi Gras de extender sus brazos mientras pasan los flotadores y gritar: «¡Tírenme algo, señor!» En 2006, durante un desfile de Mardi Gras, Roby , de 5 años, extendió la mano y atrapó un collar de cuentas que le arrojó alguien que viajaba en una carroza. El collar estaba tachonado con banderas confederadas de plástico. Teníamos que tener otra charla.

Afortunadamente, mi esposa y yo le dimos lecciones tempranas sobre figuras como Martin Luther King, Jr., Malcolm X y Rosa Parks y la historia de la esclavitud y el Movimiento por los Derechos Civiles. Afortunadamente, su escuela en ese momento enseñaba lecciones similares. Entonces, cuando le expliqué a Roby que las personas que apoyaban las banderas confederadas también apoyaban la esclavitud, y que no podíamos mantener las cuentas, entendió. Me permitió tirar las cuentas racistas. No se derramó una lágrima.

Esta última semana, tuvimos que tener una nueva conversación, sobre un héroe que lo había decepcionado. Cuando mi hijo nació, le regalé una camiseta de fútbol de los New Orleans Saints, inscrita con el nombre de Drew Brees. Ese mismo año, los Saints ganaron un Super Bowl con Brees como quarterback. Como soy originario de Pittsburgh, mi lealtad pertenecía a ese otro equipo en negro y dorado, los Steelers. Pero el surgimiento de los santos después del huracán Katrina simbolizó el surgimiento de la ciudad. La compra de una camiseta de Brees fue un pago inicial por mi creencia de que Brees y los Saints se preocupaban por los residentes de Nueva Orleans.

No es sorprendente que se convirtiera en su camiseta favorita. Luego, la semana pasada, Brees respondió a la muerte de George Floyd y las protestas que siguieron con estas palabras: «Nunca estaré de acuerdo con nadie que no respete la bandera de los  Estados Unidos de América o de nuestro país «.

Le expliqué a mi hijo que tendríamos que deshacernos de su camiseta Brees porque simplemente no podemos representar a alguien que ignora voluntariamente el sufrimiento infligido a las personas en su propia ciudad, en su propio equipo y en los millones de personas en todo el mundo que están cansados ​​de la violencia policial. Mi hijo no derramó una lágrima cuando tiré la camiseta porque le di lecciones que lo prepararon para momentos como este; no solo una «charla», sino muchas conversaciones grandes y pequeñas sobre el aterrador mundo que lo rodea.

Brees finalmente se disculpó por su declaración. Pero está claro que si alguien necesita «hablar», son Drew Brees y los muchos blancos cuyas opiniones representa. Las lecciones sobre la violencia policial, los derechos constitucionales y el privilegio blanco no deberían ser temas que solo se discutan en hogares negros: esta es información que las personas blancas también deben impartir a sus hijos. Todo el tiempo. Poner fin al racismo requiere que los blancos lo reconozcan y lo aborden con sus hijos. Ignorar la política y la política anti-negras no respeta nuestra humanidad compartida, y mucho menos la bandera estadounidense.   

Esta historia sobre la enseñanza a los niños sobre el racismo fue producida por  The Hechinger Report , una organización de noticias independiente y sin fines de lucro centrada en la desigualdad y la innovación en la educación. Regístrese para recibir  el boletín de Hechinger .

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La comunidad educativa, agente de cambio

La comunidad educativa integrada en los movimientos sociales de amplio espectro se convierte en un agente de cambio, dentro y fuera del sistema educativo, a favor de la justicia y la igualdad. Sólo ensanchando las vías de la participación se podrán conseguir éxitos duraderos en la educación, la cultura y las políticas sociales.

La participación de la comunidad educativa viene garantizada por la Constitución en el artículo 27.7: “Los profesores, los padres y, en su caso, los alumnos intervendrán en el control y gestión de todos los centros sostenidos por la Administración con fondos públicos, en los términos que la ley establezca” y 27.5: “Los poderes públicos garantizan el derecho de todos a la educación, mediante una programación general de la enseñanza, con participación efectiva de todos los sectores afectados y la creación de centros docentes”.

No se trata solo de un derecho vinculado a una suerte de supervisión a posteriori de la gestión de los centros. La intervención –que no la supervisión o la rendición de cuentas– es “en el control y en la gestión”. Y en todos los centros sostenidos con fondos públicos, y con los poderes públicos “en la programación general de la enseñanza”. Es un derecho y un deber moral y político, si se quiere cumplir con el mandato constitucional.

El anterior gobierno del PP, incumpliendo con el mandato constitucional, apostó por un modelo neoconservador que externaliza el gobierno de los centros hacia unas direcciones cada vez más foráneas, despojando de competencias decisorias a los consejos escolares, como si participación y gestión fuesen conceptos antagónicos.

La gobernabilidad de los centros docentes exige una fuerte participación. La complejidad de la educación requiere de la colaboración acordada de todos. Si los centros deben gozar de autonomía para un mejor desarrollo de su tarea, adecuándola a las necesidades del entorno social y de su alumnado, la participación de la comunidad educativa es la otra cara de esta autonomía, la que garantiza su valor y su eficacia, con la implicación de todos.

En este sentido, el consejo escolar del centro debe tener una participación decisiva tanto en la aprobación de los documentos institucionales (PGA, PEC, etc.), en los que se recogen los fines y objetivos propios del centro; como en la elección de los órganos unipersonales de gobierno, que son los que deben llevar adelante las tareas que se derivan de dichos documentos. En la actualidad, con el cambio introducido por la LOMCE, aún en vigor, los consejos se han quedado relegados a órganos meramente consultivos y la participación ha decaído de manera importante.

Sin embargo, los retos a los que se enfrenta la educación requieren de una participación fuerte de la comunidad educativa. Las AMPA, por su responsabilidad en la educación de sus hijos; el alumnado, para aprender a implicarse con su propia participación activa en las primeras instituciones sociales en las que está presente; el profesorado, para ser capaz de conformar colectivamente un proyecto en el que se plasme su libertad de cátedra en el marco de la autonomía pedagógica del centro.

Los centros educativos deben gozar de autonomía, lo que implica la toma colegiada de decisiones en los ámbitos de la pedagogía, de la organización, del funcionamiento y de la gestión de recursos humanos y materiales. De entre estos tres ámbitos destaca como primordial el de carácter pedagógico, al que deben subordinarse los otros dos, lo que significa atribuir capacidad de coordinación y liderazgo a quien, como equipo, dirija el centro docente. ¿Cuáles son las premisas a tener en cuenta para avanzar en un camino complejo, pero lleno de expectativas como es el de la participación?

Un colectivo docente con una cultura profesional más participativa y menos corporativa. Con una formación que le haga proclive a la cooperación de forma solidaria y al diálogo.

Fomentar la dirección como un trabajo en equipo ligado a la comunidad en la que está integrado el centro.

Vincular el centro como comunidad educativa a las instituciones sociales como ayuntamientos, asociaciones y ONG y formativas como Movimientos de Renovación Pedagógicas (MRP), universidades, y con aquellos centros de los que provienen los futuros estudiantes o a los que pueden ir, conformando una red interniveles.

Reforzar el carácter formativo de la evaluación y rendición de cuentas al conjunto de la comunidad educativa para su mejora, y no una rendición de cuentas burocrática a la administración.

Vincular a la Administración educativa a los acuerdos adoptados por los órganos colegiados de gobierno y participación.

Impulsar a los movimientos asociativos de madres y padres y del alumnado, sumando sus aportaciones y proyectos con los del resto de la comunidad educativa.

La comunidad educativa integrada en los movimientos sociales de amplio espectro se convierte en un agente de cambio, dentro y fuera del sistema educativo, a favor de la justicia y la igualdad. Sólo ensanchando las vías de la participación se podrán conseguir éxitos duraderos en la educación, la cultura y las políticas sociales.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2020/02/12/la-comunidad-educativa-agente-de-cambio/

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Marta Comas: “ Las familias tienen que estar presentes en las decisiones que se toman en la escuela ”

Doctora en Sociología de la Educación en la Universitat Autònoma de Barcelona y directora del Área de Innovación, Programas y Formación del Consorci d’Educació de Barcelona

Por Educaweb

Marta Comas es doctora en Sociología de la Educación en la Universitat Autònoma de Barcelona y directora del Área de Innovación, Programas y Formación del Consorci d’Educació de Barcelona. Actualmente impulsa programas de transformación educativa como Xarxes pel canvi (Redes para el cambio). Es experta en análisis de la participación de las familias y en democracia escolar. También es autora de artículos sobre identidad, adolescencias en riesgo y democracia. Además, Comas es autora del capítulo «Claus per repensar el paper de les famílies dins la comunitat educativa» (Claves para repensar el papel de las familias dentro de la comunidad educativa), incluido en la publicación Reptes de l’educació a Catalunya. Anuari 2018, publicado por la Fundació Jaume Bofill.

¿Qué papel juegan las familias en la educación que reciben sus hijas e hijos en la escuela? 

Lo que dicen muchos estudios es que los niños y las niñas crecen y se educan sobre todo en los valores y el bagaje que les da su la familia. La escuela tiene un efecto igualador para dar igualdad de oportunidades. Por este motivo, el reto de la escuela es ver cómo consigue equipar a todos los alumnos de la misma manera partiendo de todas sus diferencias, sean cuales sean las mochilas que traigan de casa. Este es el reto y el hilo de mi propuesta cuando nos referimos a la relación familia y escuela.

Usted defiende que las familias deben de tener más voz y voto en los centros escolares. ¿De qué manera podrían realizar una participación más eficaz?   

Mediante la investigación sobre la participación de las familias vemos que hay una parte que está muy trabajada, donde los centros piden a las familias corresponsabilidad en el proceso de escolarización de su hijo/a. Solicitan a las familias que asistan a las reuniones de inicio de curso, que vayan a las tutorías, que les ayuden con los deberes y que, en definitiva, estén presentes. La escuela muy a menudo apela a que los padres y las madres hagan estas funciones parentales porque así están acompañando la escolarización de sus hijos.
Otro aspecto es la escuela democrática que tiene que ver con el concepto de comunidad educativa. En la comunidad educativa hay los docentes, el personal no docente y sobre todo están las familias que son las principales preocupadas de cómo va la educación de sus hijos. En las decisiones que se toman en la escuela, las familias tienen que estar presentes. Y es en este capítulo de la toma de decisiones donde vamos más atrasados, es decir, se pide mucho a las familias y, en cambio, no se les pide en el mismo nivel su opinión, su voz, si están de acuerdo o en desacuerdo ni tampoco se participa a la hora de diseñar un nuevo modelo educativo.

¿Qué resistencias/obstáculos existen o pueden existir en los centros educativos ante la mayor participación de las familias?

El obstáculo es que la idea de cultura escolar más cerrada, donde quien toma las decisiones es el equipo directivo, aún está muy arraigada.

El concepto de empoderar quiere decir dar poder y, si das poder, quiere decir que no tienes todas las decisiones en tu mano y que, en consecuencia, las familias pueden tomar otra decisión. Por ejemplo, en el tema de los horarios. Cuando empezaron a haber institutos que decidieron que ya no harían clase por la tarde, con todas las consecuencias que conllevaba, nadie se sentó realmente con las familias en este debate de la conciliación horaria; un debate tan importante como saber gestionar y regular el tiempo y los espacios de la escuela. A la hora de tomar una decisión, tuvieron un papel más importante los sindicatos que las escuelas.

Mediante los estudios que hemos realizado se desprende que no se puede hacer un análisis igual para todos, ni propuestas iguales, porque no todas las escuelas están igual de predispuestas a la participación y la democracia. Es decir, hay escuelas muy democráticas donde las familias y la comunidad son consultadas, y hay escuelas más autoritarias que toman decisiones y la familia no tiene nada que decir. También hay familias muy implicadas y otras familias que se sienten muy extranjeras en la escuela. Lo que propongo es ir haciendo propuestas hechas a medida en cada contexto.

Catalunya tiene una larga tradición de asociacionismo educativo y, hoy día, las Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPAS) han adquirido un nuevo protagonismo debido a la crisis económica y a una mayor conciencia por parte de las familias. ¿Cuál debería de ser el papel de estas asociaciones?

Para mí es un papel muy vertebrador porque han sido asociaciones que se han hecho fuertes justamente ofreciendo unos servicios desde una perspectiva cooperativa. También han estructurado aportaciones de trabajo de los padres y madres, como el arreglo del patio o el mercado solidario, entre muchas otras. Además, están organizando plataformas y coordinadoras a nivel de barrio con las escuelas y las familias vecinas. Esto genera un movimiento de familias alrededor de la educación que cada vez tiene más fuerza. Es un tipo de asociacionismo que tiene valor y que tiene buena salud y que funciona.

En algunas ocasiones, existe el caso de escuelas con un importante colectivo de familias «hiperesponsabilizadas». ¿Cómo se podría canalizar este elevado grado de implicación y que pudiera beneficiar a todo el colectivo escolar?

Este colectivo generalmente es de clase media y tiene como expectativa que los hijos vayan a la universidad. Entran en la escuela con una actitud casi gerencial y quieren verificar que el centro está a la altura de sus expectativas, a veces por encima de los estándares. Por ejemplo, en la educación pública hay grupos de familias que exigen estándares de calidad por encima de las capacidades que pueden abordar, como en temas de ratio, de materiales de la escuela, o de la comida km0 en el comedor. Son familias que además están muy empoderadas porque tiene un nivel formativo alto y, a veces, no se sitúan en su rol y se ponen en un nivel de exigencia por encima del que les corresponde. Muy a menudo en una actitud más de garantizar una buena escolarización de sus hijos y no tanto en una actitud más colectiva de mejorar la educación para todos. En este sentido, propongo que estas familias tan empoderadas y con tanta capacidad tendrían que ser ubicadas en espacios de gobernanza más abiertos, que no sean sólo para su escuela sino también para todas las familias y las escuelas del barrio, con el fin de que salgan del ámbito concreto de su propia escuela y empiecen a darse cuenta de que la educación es un bien común.

Usted defiende una escuela democrática que sea inclusiva para asegurar que ningún alumno o alumna se quede atrás y que sea capaz de escuchar todo tipo de opiniones. ¿Cómo se podrían conseguir estos objetivos?

El aprendizaje tiene que ser personalizado, y tienen que generarse entornos educativos donde cada niño pueda dar el máximo de sus posibilidades, es decir, trabajar en equipo en el aula, trabajar por proyectos, etc. Si realmente hacemos aulas donde todos puedan aprender según sus propias capacidades, la escuela será más inclusiva y más democrática, porque nadie queda excluido. Lo importante es que nadie, incluida la familia, se quede fuera. Por ejemplo, en una reunión de padres, donde sabemos que tenemos un grupo de familias de Paquistán, que no dominan el idioma porque hace poco que han llegado al país o porque viven en un barrio donde no hay presencia del catalán, hacer toda la sesión de inicio del curso sólo en catalán y no traducir nada, ni tener pensado que estas familias no nos entenderán, es invitarlas a que no vuelvan, porque no entenderán nada. Después hay casos en donde se cuestiona por qué algunas familias no participan. Hay que preguntarse si se ha hecho alguna acción inclusiva. Ser inclusivo implica ser proactivos con el fin de incluir a todo el mundo, sea cuales sea sus diferencias.

Las familias de entornos socioeconómicos empobrecidos acostumbran a tener poca presencia en la escuela. ¿Cómo se puede superar esta desconexión entre familia y escuela?

La comunicación es un elemento vital porque lo más importante es hacerse entender. Otro concepto importante es la escuela intercultural, que consiste en situar las culturas presentes en nuestra sociedad en pie de igualdad dentro de la escuela. Es importante tener consciencia y conocimiento sobre ella con el fin de poder comunicarse con las familias de tú a tú para que tenga valor en la escuela.

El problema es cuando las familias que vienen de fuera no tienen ningún valor sustancial en el currículum escolar, como por ejemplo en los carteles que hay colgados en la escuela, en las comidas que se organizan, en las fiestas que se celebran, etc. Cuando no hay nada incluido de su cultura en los lugares de valor simbólico de la escuela, no se sienten vinculados emocionalmente y se sienten fuera. La escuela intercultural tiene que partir del reconocimiento del otro, y tiene que incorporar nuevas propuestas porque si no se minimiza la cultura del otro.

Finalmente, la etapa de Educación Secundaria, a diferencia de la etapa infantil y la Educación Primaria, es una de las más conflictivas y la intervención de los padres sólo se efectúa si el alumnado muestra bajo rendimiento o problemas de disciplina. ¿Cuál cree que tendría que ser el rol de las familias en estas etapas?

Es totalmente falso que las familias cuando sus hijos son adolescentes se despreocupan de la educación. Justamente, están más inquietos porque es cuando los adolescentes están labrando su futuro. Podemos decir que hay una gran preocupación de itinerario.
En la actualidad, en algunas escuelas ya está funcionando una práctica que se hace en Primaria y que, en Secundaria se deja de hacer, que es invitar a compartir los trabajos académicos, las presentaciones y los proyectos a los padres. Por ejemplo, el día que se presenta un trabajo de investigación invitar a las familias o exponer una práctica de laboratorio junto con los padres. Es decir, las familias tendrían que estar presentes en espacios académicos en la Secundaria.

Algunos institutos más innovadores en su página web también comparten informaciones gráficas dirigidas a los padres, las madres y alumnos. De esta manera, las familias tienen más idea de qué pasa, más allá de si los exámenes han ido bien o no.

Otro aspecto es el boletín de notas. Tendría que ser un poco más explicado y detallado, donde se pongan unos ítems más allá de los suspendidos o los aprobados. Toda esta información cuando llega a casa genera una conversación y hace que los padres de Secundaria puedan tener más papel.

Hay modelos de tutoría donde el alumno está presente, es decir, un modelo de tutorías compartidas donde está la familia, el alumno y el docente. La tutoría es el gran espacio de implicación de las familias también en la Secundaria.

Fuente: https://www.educaweb.com/noticia/2019/11/07/papel-familias-escuela-18975/
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Se requiere modelo de vinculación Escuela-padres de familia para la Nueva Escuela Mexicana

Fidel Ibarra López*

Con la reforma del artículo 3 constitucional del 15 de mayo del 2019, se establece que la educación en México se basará en el “respeto irrestricto de la dignidad de las personas con un enfoque de derechos humanos y de igualdad sustantiva”. Lo anterior implica una educación en valores (cívicos), uno de los aspectos mayormente señalados en el discurso institucional del Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, cuando se trata de hablar de los cambios que se tienen con el nuevo modelo educativo en México.

La educación en valores es necesaria en efecto, y es atinado que se pretenda fortalecer con este gobierno, sobre todo por la situación que atraviesa nuestro país donde se tienen regiones en las que se ha roto el tejido social. Y una forma de irlo restaurando, es precisamente, a través de la educación en valores. No obstante, un propósito de este tipo pasa por la formación y capacitación de los maestros en términos de la didáctica. Y, sobre todo, pasa por vincular a los padres de familia en la enseñanza de los valores. Para el caso del presente escrito, nos enfocamos en el último punto.

En otros espacios he reflexionado al respecto. Y he insistido en un punto vinculante entre la política social de López Obrador y la participación de los padres de familia en el proceso de enseñanza de sus hijos. Y para tal efecto, he señalado que los recursos que se están destinando a los alumnos por concepto de becas -de los Programas de Bienestar-, deben implicar la corresponsabilidad de los padres de familia en el proceso de enseñanza de sus hijos. Esos recursos finalmente son administrados por aquellos, es adecuado entonces que se involucren en el proceso en correspondencia con los recursos que les entrega el Estado.

Empero, he indicado también que para una tarea de este tipo se debe “educar a los padres de familia” para que puedan coadyuvarles a sus hijos; sólo que en este punto se tiene como obstáculo el hecho de que las escuelas no están preparadas para ello. Lo cual significa que es necesario constituir en México un Modelo que integre un marco de capacitación para que los maestros eduquen a los padres de familia y con ello coadyuven en el proceso de enseñanza de sus hijos.

Con lo que se cuenta -eso sí-, es con un reconocimiento jurídico que les confiere a los padres de familia la participación en la problemática que se tienen en las escuelas (art. 65, fracc. II, de la Ley General de Educación). La participación se orienta -tal como lo establece la ley- a una condición de observador y de fiscalizador de los procesos que se desarrollan en los centros escolares (evaluación de los docentes, presupuesto asignado a la escuela, etc.). E incluso se contempla una fracción del artículo señalado en este párrafo (fracc. III), donde se establece que se puede: “Colaborar con las autoridades escolares para la superación de sus educandos y en el mejoramiento de los establecimientos educativos”.

Lo anterior significa que, en términos normativos, el marco para establecer una condición de colaboración entre la escuela y los padres de familia está contemplado en la ley; pero pese a ello, no se ha constituido en todo este tiempo un modelo que articule la participación de los padres de familia en la educación de sus hijos. A lo sumo, lo que se ha integrado es un marco de participación en la toma decisiones por medio de los Consejos de Participación Social en los centros escolares; pero en lo referente a los aprendizajes se ha avanzado poco. Y eso representa un contrasentido, porque si algo se ha demostrado es que el modelo bilateral maestro-alumno está agotado. Desde 1966, Coleman ha evidenciado que el éxito de los alumnos en el sistema educativo se relaciona en gran parte “con aspectos situados fuera de la escuela” (Valdes, 2013; p. 4). Y uno de esos espacios claves para la reproducción de los aprendizajes, es el hogar a través del apoyo de los padres de familia.

Y si se considera la educación en valores para aquellos lugares donde se tienen altos niveles de violencia, entonces la participación de los padres de familia es doblemente fundamental:  al vincularlos se educa por partida doble. Y se les tiene como aliados del maestro.

En suma, si se pretende fortalecer la educación en valores en México, no basta suministrar el material didáctico, los contenidos temáticos y la capacitación didáctica del maestro en el salón de clases. Es fundamental integrar a los padres de familia. Y para ello, se requiere que se constituya un modelo que fomente una participación que vaya más allá de la participación tradicional y técnica que se tiene en este momento. Es necesaria una participación “activa” del padre de familia en la parte de los aprendizajes. Sin este elemento a cuestas, la Nueva Escuela Mexicana tendrá dificultad en alcanzar algún parámetro cercano a la “excelencia”.

Un apunte final: la única forma de interiorizar en el individuo el “respeto a la dignidad de las personas” -como lo establece el artículo 3 constitucional- es vincular de forma “vivencial” ese marco axiológico. Y eso sólo se logra a través de la triada escuela-maestros-padres de familia.

Apostar el proceso de formación académica y axiológica del alumno a la dualidad maestros-alumnos es una apuesta que ya está rebasada.

Así, la Nueva Escuela Mexicana requiere un modelo de participación de los padres de familia. Es vital para los fines que se tienen trazados.

*Investigador Titular del Centro de Investigación e Innovación Educativa del Sistema Educativo Valladolid (CIINSEV). 

Correo: fidel.ibarra@sistemavalladolid.com

Twitter: Fidel07748306

Fuente: http://www.educacionfutura.org/se-requiere-modelo-de-vinculacion-escuela-padres-de-familia-para-la-nueva-escuela-mexicana/

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