Redacción: El Diario
El gobierno destinará 180 millones de euros al año para tratar de modificar la pirámide de población y evitar que el país pierda hasta un 30% de sus habitantes.
Apenas pasaba un suspiro de la medianoche de Año Nuevo cuando Maria Pardalakis dio a luz a un bebé sano en una clínica de Creta. Con el nacimiento de su hijo, el primero del año en Grecia, Pardalakis y su marido, Christos, se convirtieron en los primeros ciudadanos con derecho a cobrar un cheque bebé público de 2.000 euros.
El Gobierno de centroderecha griego ha asumido que debe actuar ante la mala perspectiva demográfica del país. Se estima que en los próximos 30 años, Grecia podría perder hasta un tercio de su población. A menos que logre revertirse la pirámide de población. Según cálculos de Eurostat, de seguir la tendencia actual en 2050, el 36% de la población tendrá más de 65 años, una realidad de consecuencias muy negativas para la masa laboral y el sistema de pensiones, ya sometidos a mucha presión. En 1970, sólo el 7% de la población griega caía dentro de esa franja.
Domna Michailidou, viceministra de Trabajo y Asuntos Sociales llegada al puesto tras una carrera como investigadora en la Universidad de Cambridge, se ha convertido en una de las principales defensoras de las políticas activas de apoyo a la maternidad. «Algunos podrían pensar que se trata de orgullo nacional. No. Se trata de supervivencia. Las tasas de productividad altas se asocian con población joven y no con la que envejece. Se trata también de una prioridad de crecimiento económico. La cuestión se complica cuando entra en la ecuación el mal estado del sistema de pensiones».
Grecia no es el único país de la Unión Europea que se enfrenta tasas de natalidad decrecientes. España, Italia y Chipre van en la misma dirección, una que muchos temen incremente las divisiones entre un sur y un norte ya cada vez más alejados. Grecia le suma el impacto de la crisis económica de la última década.
Casi medio millón de personas emigraron de Grecia entre 2010 y 2015, cuando el desempleo llegó al 28%. Muchos eran profesionales jóvenes que se han establecido en otras zonas de Europa, Estados Unidos, Canadá y Australia. «Con el 5% más educado de nuestra población, aquellos con capacidad de generar ingresos altos y en edad reproductiva, abandonando el país, todo ha empeorado», añade Michailidou.
Incluso antes de la Gran Depresión griega, cuando el país perdió el 25% de su actividad económica, la natalidad ya había caído por debajo del nivel de reposición. Cuando llegó lo peor de la crisis y fue necesario imponer recortes adicionales a cambio de un rescate internacional que permitió que el país siguiera funcionando y no saliera de la zona Euro, el presupuesto sanitario descendió en un 40%.
Stefanos Chandakas, un ginecólogo cuya organización, Hope Genesis, se centra en facilitar atención sanitaria gratuita a mujeres embarazadas, cree que «la caída de los presupuestos y las consecuencias en los servicios médicos, sobre todo en las islas y las zonas más alejadas del centro, en las montañas, generó mucha inseguridad en las mujeres». Añade que «ha aumentado el número de niños que nacen muertos debido a que no han hecho algunas de las pruebas fundamentales durante el embarazo y muchas mujeres han decidido posponer la maternidad».
Chandakas, formado en fertilidad en el Reino Unido, explica que en sus visitas a muchas islas en la peor etapa de la crisis, tanto a él como a su equipo les sorprendió la escasez de mujeres embarazadas. En las escuelas no hay niños. En algunas, vieron actividades en las que participaba un solo niño. «En Fourni, que tiene 1.000 habitantes, no nació nadie en 2014 y 2015. Ahora que ofrecemos servicios médicos y hay una red de atención en marcha, convencemos a algunas personas. Hoy hay 11 embarazos en marcha en Fourni», relata.
Michailidou, la ministra más joven del gabinete, de 34 años, ha defendido la apertura de más guarderías. «Tenemos que garantizar que las mujeres pueden regresar al mercado de trabajo. Estoy muy convencida de que esa es la vía correcta. En países como Francia funciona. Estas son las políticas que Grecia se ha tomado más en serio a la hora de afrontar su problema demográfico. El cheque bebé va a costar unos 180 millones de euros al año, un 0,1% de su PIB. También podrán recibirlo las ciudadanas comunitarias residentes en Grecia, una decisión que ha sorprendido a los partidarios más conservadores del primer ministro Kyriakos Mitsotakis.
La migración como respuesta
El papel de Grecia como trinchera ante los migrantes y refugiados que llegan a Europa trae cierta esperanza. Los recién llegados de África, Asia y Oriente Medio van a ayudar a que la población aumente. «Grecia tiene que aceptar que en los 20 años que vienen el país va a convertirse en una sociedad multicultural, como sucede en otros países», sostiene Chandakas. «Tendrá que adaptarse, el sistema educativo tendrá que cambiar. Va a ser un reto para jóvenes y adultos».
Grecia tiene la historia de su lado. George Prevelakis, profesor de la Sorbona y representante permanente de Grecia ante la OCDE en París, afirma que «Grecia se ha beneficiado en repetidas ocasiones, tanto en lo demográfico como en lo económico, de las sucesivas olas de migración que no llegaron de un plan estatal, sino de hechos geopolíticos».
En 1922, Grecia intercambió población con Turquía tras una desastrosa guerra en Asia. Llegaron al país millones de refugiados. Y tras el colapso del bloque soviético, medio millón de albaneses se instalaron en el país.
Es optimista. «Si el Gobierno griego desarrolla una política migratoria inteligente, el país puede revitalizar la población. Podrá recibir e integrar inmigrantes al tiempo que envía griegos al extranjero que podrán, a su vez, reforzar la presencia global de Grecia a través de su diáspora. La fuga de cerebros no implica una pérdida. Nunca perderán su identidad griega. En una época de redes pueden actuar como puente entre Grecia y el mundo».
Fuente: https://www.eldiario.es/theguardian/Grecia-comienza-entregar-drenaje-demografico_0_992851370.html