Redacción: Público
Marifé Ramos es coordinadora de Mujeres y Teología y portavoz de la red de mujeres, laicas y religiosas, que lucha por la igualdad dentro de la Iglesia católica. El próximo 1 de marzo su colectivo ha convocado una manifestación en Madrid para reivindicar una nueva cultura de respeto y de atención a las causas feministas.
Acabar con la discriminación en el seno de la Iglesia a través de una profunda reforma cultural y organizativa. Ese es el objetivo del colectivo Mujeres y Teología y que han secundado diferentes asociaciones católicas de todo el mundo. A través de un manifiesto de libre adhesión, las convocantes esperan lanzar este domingo un grito unánime para exigir la renovación de todas las estructuras eclesiales.
Este movimiento contestatario dentro de la Iglesia responde a la necesidad de impulsar la presencia femenina en todos los lugares de relevancia, dotando a las mujeres de visibilidad -de voz y voto- en la toma de decisiones, especialmente en las que tienen que ver con la Conferencia Episcopal. El feminismo busca conquistar su próxima cima: la sede del Vaticano.
El objetivo de la convocatoria es reivindicar un trato igualitario y no discriminatorio por parte de la Iglesia católica. ¿En qué términos se acabaría con esta desigualdad?
Primero, es una cuestión de favorecer la visibilidad. Las mujeres venimos llevando a cabo desde hace muchos siglos muchísimo trabajo dentro de la Iglesia, desde las parroquias y desde otros grupos laicos y religiosos y, hasta ahora, la respuesta ha sido desproporcionada en cuanto a voz y voto dentro de la Iglesia. Los consejos de pastoral [un organismo de participación de los fieles dentro de la parroquia] no están representados y es el momento de decir basta ya.
No. Ya con el año del jubileo salimos a manifestarnos delante de la catedral de Madrid. Fue una convocatoria que partió desde la Puerta del Sol y finalizó en la catedral de la Almudena y a la que acudieron cientos de personas. Esta manifestación significó un antes y un después. Desde entonces se han llevado a cabo retiros y charlas que han cambiado la conciencia de muchas mujeres dentro de la Iglesia. La gran diferencia con aquel momento es que ahora estamos presentes en Europa y en el resto del mundo. Además tenemos a nuestra disposición las redes sociales. Todo ello para lograr ya conciencia social femenina dentro de la Iglesia.
«Todo lo que está oculto tiene que salir a la luz como sucedió con los casos de pederastia» explica Marifé Ramos.
Exigen una nueva cultura de respeto y atención a las causas feministas.
Esta nueva cultura femenina y feminista consiste en buscar nuestro lugar dentro de la Iglesia saliendo de los lugares en los que estamos. Utilizando las redes socias se nos va a oír mucho más como colectivo y como red. También con esta conexión con Europa. No solo se trata de la presencia física del domingo, sino que buscamos ir más allá. Las redes que se han ido creando son muy profundas y pretenden ser duraderas más allá de la manifestación del domingo.
¿Qué pasos cree que debe dar la Iglesia católica para alcanzar dicha cultura?
El primer paso es fomentar el diálogo con los diferentes grupos que conforman la Iglesia. Que nuestro discurso y las cosas que estamos diciendo se oigan. Todavía no hemos recibido respuesta. El segundo paso es el lanzamiento de un secretariado de mujeres. Todo ello para buscar la visibilización y la insubordinación del trabajo femenino. Se nos llama para arreglar flores pero no para tomar decisiones importantes de tipo político o económico. Esto es lo que debería cambiar. Las teólogas, por ejemplo, deberían tener más voz, al menos al 50% con los hombres. No hay proporción entre las teólogas que acaban la carrera y las que tienen un puesto en las universidades.
Sin duda. Hay mujeres que se han puesto en contacto con nosotras porque consideran que estamos atentando contra la propia Iglesia. Y al contrario; Lo que tratamos es de recuperar el proyecto y el mensaje de Jesús de Nazaret, cambiando costumbres arcaicas que nos impiden avanzar.
¿Cuántos siglos de desventaja lleva la mujer en la Iglesia?
Es difícil responder a esa pregunta. Sabemos que las mujeres han tratado de estar presentes durante la historia. Ya en la Edad Media, las asociación de mujeres católicas como las Beguinas se negaron a someterse a los designios de los hombres y vivían en comunidades propias. También existen otros ejemplos de mujeres como la de la franciscana Mariana Mogas, que se hizo cargo de la educación femenina cuando la sociedad no se ocupaba de ella. Pero es cierto que después del Vaticano II lo que está habiendo en la realidad es una marcha atrás. Nosotras trabajamos para frenar esa marcha que se debe a la existencia de reductos que se niegan a ver el avance. Algunos de ellos se dedican a descalificarnos. También estamos recibiendo mucho apoyo del colectivo masculino. Por ejemplo por parte de los jesuitas, sobre todo a nivel particular. No tanto a nivel de colectivos. Pero es comprensible. Estamos en un primer paso y lo importante es que se está generando una opinión favorable capaz de contribuir a la revuelta.
¿Cuál considera que es el gran cambio que se está observando actualmente en la Iglesia?
Uno de los grandes cambios es el nuevo lenguaje de la Iglesia. El Papa lo ha renovado el lenguaje, ha actualizado palabras como misericordia. A pesar de todo, una parte de ese lenguaje sigue bajo dominio de la teología tomista y utiliza palabras que ya no entiende nadie. Las mujeres tenemos un papel precioso como puente de comunicación. Ayudando a traducir ese lenguaje y recordando a estas personas que estamos en el siglo XXI. Me encantaría que se pudiera dar un curso sobre comunicación y homilía, por ejemplo.
Hace poco el Vaticano desde el diario L’Osservatore Romano, reconoció que investigaría los casos de violaciones y las condiciones de explotación a las que estaban sometidas muchas monjas dentro de los conventos. Sobre ello anunció que crearía una comisión, ¿parecen pasos suficientes o creen que se trata de pasos en falso?
Era un paso necesario. Todo lo que está oculto tiene que salir a la luz como sucedió con los casos de pederastia. Es algo que nos va a doler a todos pero por eso es aún más necesario que se conozcan. Una vez que todo esto se haga público ya no se va a poder esconder y se van a poder crear nuevos y efectivos cauces de denuncia.
Fuente: https://www.publico.es/entrevistas/mujeres-igualdad-iglesia-catolica-mujeres-luchan-igualdad-iglesia-llama-arreglar-flores-no-decisiones-importantes.html