Por: Iliana Lo Priore Infante y Jorge Díaz Piña
Con el título del presente artículo aludimos a nuestro anhelo de que pronto vendrá un nuevo tiempo en el que podamos referirnos en pasado al COVID-19. Pero lamentablemente frente a este pronóstico del tiempo pandémico existen todavía GRANDES INCERTIDUMBRES SOBRE SU DURACIÓN Y EFECTOS.
Mientras tanto, parece que esa sombra oscurecedora y cegadora de las incertidumbres prosigue su extensión hacia las más diversas esferas de la vida humana afectando sus modos y maneras de asumirlas: económicas, laborales, sociales, culturales, políticas, institucionales, educativas, etcétera. Esferas que podemos señalar como exteriores o externas a la subjetividad o individualidad pero que la condicionan o determinan con su interacción. Mucho más hoy por cuanto la pandemia está empezando a ocasionar TRÁNSITOS LIMINALES INTERNOS A LOS CUERPOS Y ENTRE LOS CUERPOS o experiencias intensas de transiciones de estados y fronteras interiores y umbrales que se habían consolidado como límites infranqueables y sedimentaciones sólidas.
Si bien es cierto que esto se puede apreciar como negativo, por ejemplo, cuando se está pasando de un estado de preocupación ocasional a uno de pánico cuasipermanente; también puede ser valorado positivamente cuando de un estado de despreocupación por los demás, se está pasando a uno de interés por la situación de salud de los otros.
La última situación ejemplificada alude al desarrollo de la CAPACIDAD CORPORAL DE RESONAR, de afectar o ser afectado empáticamente debido a la sensibilidad que aflora ante el reconocimiento interpelador del sufrimiento de los semejantes enfermos o en riesgo, incluyendo a quienes no se conoce en el entorno o por vivir en países lejanos: “¿Te sientes junto a nosotros?”.
Cambios y tránsitos liminales
Desde nuestros puntos de vista como educadores que buscamos que se trasciendan las preocupaciones inmediatistas por la educación que fenece y que obnubilan la apreciación de las realidades cambiantes por emergentes, proponemos ocuparnos de los aspectos que están siendo impactados y transformados por la pandemia y las crisis sobrepuestas que repercuten liminalmente en las subjetividades de la niñez y de los jóvenes primordialmente para pensar la educación que viene; entre otros aspectos, proponemos reflexionar y debatir los siguientes:
- Reconsiderar la vivienda o espacio vital de la infancia y la juventud como NICHOS ECOLÓGICOS SOCIOCULTURALES RESONANTES, debido a que allí la niñez y los jóvenes con sus familias han sido conminados a refugiarse en cuarentena y se han convertido imperceptiblemente en receptáculos de múltiples efectos que están afectando y transformando ambivalentemente, negativa y positivamente, las dinámicas de interacción que se habían establecido en su ámbito. Contexto este que los ha puesto en permanente tensión emocional, afectiva y cognitiva.
- Atender críticamente los cambios en el TIEMPO y el ESPACIO CONVIVENCIALES. Cambios en nociones básicas de estructura y percepción del tiempo (los horarios, las jornadas, las salidas, el tiempo de corta y larga duración, los tiempos de vida y muerte por cuanto esta última parece más próxima e inminente, etcétera). Cambios espaciales en la relación fronteriza del afuera y el adentro, por ejemplo, el virus que está afuera del nicho puede entrar sin puertas limitantes de separación y seguridad. Se han vuelto inseguras las entradas por porosas. Las nociones de estar cerca o lejos se están redefiniendo, por ejemplo, la cercanía e interacción se ha vuelto distante en la relación con los vecinos y los demás; y
- Apreciar y explicar las transformaciones en los TIPOS DE INTERACCIÓN SOCIOAFECTIVA internos y externos al nicho en cuanto a sus intensidades. Por un lado se han intensificado presencialmente en el nicho, ocasionando paradójicamente más afectividad pero también desafectos, y por el otro, hacia afuera se han relajado y vuelto incorporales por falta de intercambios presenciales o se han hecho efímeros e imaginarios por virtuales o mediáticos.
En ese contexto de inseguridad generalizada que ha provocado la crisis estructural socioeconómica mundial, o de superposición de diferentes tipos de crisis, ante la cual todo indica que será de muy larga duración y de pronósticos catastróficos (recesión prolongada, crisis financiera grave, caídas abruptas de los precios de las materias primas, incremento acelerado de la pobreza y el desempleo, etcétera), el temor masivo a los demás por el probable contagio y el miedo a un futuro inmediato riesgoso por incierto debido a la falta de protección sanitaria, económica y social que se percibe, se están neutralizando capacidades adquiridas pero también se están activando y desarrollando capacidades inusuales que implican “emergencias revitalizadoras”, cambios de una condición subjetiva a otra, como las inclinaciones o DISPOSICIONES EMPATIZADORAS referidas. Sin duda alguna, estas activaciones y desarrollo de capacidades y disposiciones dependen de la naturaleza de las vinculaciones y de los encuentros, virtuales y cuasipresenciales no necesariamente mediáticos, que los cuerpos experimentan en su sensibilidad o racionalidad sensible ante los eventos o acontecimientos que se están produciendo en el entorno cercano o distante y, por tanto, se estiman como POTENCIA RELACIONAL de los cuerpos. Potencialidad corporal, de energía potencial de los cuerpos, que al desplegarse incide en la reconfiguración o actualización de los procesos de individuación relacional con los otros a escalas domésticas y ecologías particulares reducidas espacialmente por el confinamiento antivirus que conforman NICHOS DE INTERACCIÓN que albergan y modulan la RESONANCIA AFECTUAL (sentir y sentirse juntos) tanto presencial como virtual o imaginaria, en la que los ausentes o distantes se hacen presentes.
Resonancia empática y educación pándémica
Resonancia que quizás sea en la actualidad la más altruista manifestación de una humanidad rescatándose a sí misma de su inhumanidad. De aquí la relevancia de incidir mediante la formación o educación virtual, no necesariamente mediatizada digitalmente, de animar experiencias educativas imaginarias densas o intensas de afectualidad o empatizadoras con los otros ausentes o distantes. Para ello, se pueden utilizar películas, videos, narraciones, pinturas, fotografías, cuentos, danzas, bailes, juegos de intercambio de roles, colectivos de re-enunciación, colectivos de interpretación, etcétera, de caracteres ético-estéticos y empático-afectuales sensibilizadores como lo fundamentó y sugirió, entre otros analistas de las relaciones sociales, Richard Rorty en Contingencia, Ironía y Solidaridad.
Hay que recordar para evitar concepciones y acciones ingenuas en el terreno de la educación digital-virtual o a distancia, que lo digital es un lenguaje, y que como todo lenguaje es regulado por un código binario o gramática subyacente que modula y controla su empleo, por tanto, éste no es discrecional para los usuarios ya que direcciona y limita el espectro o abanico de su uso, por ello su empleo no está sujeto a la libertad de opciones deseadas por el usuario, sino que está preestablecido algorítmicamente para inducir la regulación y control “libre” de los usuarios según las opciones preprogramadas de sus plataformas fijas o móviles. Esto lo aclaramos para prevenir y corregir falsas expectativas educativas y pedagógicas respecto de sus potenciales usos y efectos no deseados que pueden provocar en los(as) niños(as) y jóvenes, por ejemplo, la alienación que podrían sufrir al condicionarlos o convertirlos en sujetos informacionales, sujetos que para decidir acciones lo hacen mecánicamente con base en las informaciones digitalizadas consideradas acríticamente como verdades a repetir (“copiar y pegar”).
Otro ejemplo del control y regulación que se hace sobre la búsqueda de información estudiantil en este caso, y que no responde a la “libre voluntad” de los sujetos, sucede cuando se activa al “clickear” la búsqueda informativa a través del buscador Google que se soporta sobre el maquinizado algoritmo PageRank que indexa u ordena valorizando, jerarquizando y seleccionando por cuenta propia las páginas de Google con base en el tráfico de datos o de su demanda consumista que recibe y analiza; esto es, discrimina el acceso o consulta de la información acumulada o archivada y la muestra o presenta con apoyo en criterios de relevancia arbitrarios y descalificadores según la programación del algoritmo; por ello se suele decir que en Internet circula mucha “basura” o información irrelevante o de baja calidad, o que tarda mucho revisar páginas tras páginas para conseguir la importante o requerida. Basta con imaginarse el efecto perjudicial en los estudiantes apremiados por realizar sus “tareas” que no tienen criterios formados al respecto o no poseen la asesoría crítica adecuada.
Por esas razones dadas, el efecto nocivo de ese tipo de uso de las redes digitales informacionales debe ser neutralizado a través de someter a revisión y reconstrucción crítica sus informaciones por medio de la constitución de colectivos de re-enunciación significante o comunidades interpretativas guiadas por los docentes que actuarían como interlocutores para unas significaciones-interpretaciones-otras y no como interlocutores significantes o reforzadores-repetidores de interpretaciones y significaciones reproductoras pre-hechas en textos-discursos físicos y virtuales. Cuando no existan condiciones para organizar los colectivos de enunciación o las comunidades interpretativas virtuales, hay que estimular que se conformen con los integrantes del nicho familiar o el contiguo bajo orientaciones pedagógicas reconstructivistas de los saberes o conocimientos, por ejemplo, a través de preguntas problematizadoras que direccionen la búsqueda auto-co-reflexiva de respuestas posibles y no “únicas y correctas” (los errores e insuficiencias pueden ser corregidos y completados progresivamente por la continuidad de la interacción educativa reguladora y sin penalizar evaluativamente por ello), bajo la aplicación de racionalidades que propicien la asimilación y producción significativas de aquellas. De esta manera se evita reproducir la “pedagogía mecanizadora o no significativa” de la mayoría de los programas televisivos de educación a distancia, por ejemplo, en los cuales se autoformulan las preguntas y automáticamente las respuestas induciendo la repetición no significativa o mecánica.
Los nichos de interacción y relación afectuales
A propósito de la propuesta de los nichos culturales ecológicos de interacción empatizantes, las instituciones escolares asumidas como acogedoras potenciales de la afectualidad, de sentir y sentirse juntos, cualquiera sea su modalidad de reapertura a futuro, pudieran orientarse en esa dirección hacia los ineludibles y urgentes cambios radicales pandémicos y pospandémicos venideros siempre y cuando redefinan las relaciones sociales (escuela-entorno sociocultural, directivos-docentes/escolares, docentes-estudiantes y entre estudiantes), en el marco de repensar la transformación de las sociedades, que se expresan en todas las interacciones institucionales y pedagógicas, favoreciendo así la activación y el desarrollo de las capacidades y disposiciones de resonación afectuales para desplegar multiplicada y diversificadamente las potencialidades de las interacciones corporales empáticas. Para esto, también la escuela no deberá centrarse pedagógicamente en que lo(as) niño(as) y jóvenes acepten los significados y representaciones, o semióticas significantes, impuestas menoscabando las semióticas asignificantes o afectivas que son reprimidas, sino en la promoción y concreción de los colectivos de enunciación, virtuales en estos momentos, para renombrar el entorno y el mundo actual en decadencia, reimaginándolos y reinventándolos, así como comprometiendo a los estudiantes éticamente entre sí y con los demás, en la realización de su imaginario recreado de un entorno y un mundo afectuales que incluye a la escuela (conceptos estos propuestos por Félix Guattari y reivindicados por Mauricio Lazzarato). La diferencia radical entre las semióticas asignificantes (de racionalidad sensible) y las significantes (de racionalidad instrumental), estriba en que las primeras resignifican a las segundas según un horizonte de sentido alternativo y trascendente de resonancia afectual, mientras que las segundas no lo hacen con las primeras, por el contrario, las neutralizan y las reprimen cuando no las manipulan al degradarlas para producir efectos subjetivadores asociacionistas o conductistas de sensiblería mediática mercantilista o de politiquería demagógico-populista.
Las presiones transformadoras o instituyentes en las instituciones escolares no deberán ser traducidas por las reingenierías y los maquillajes gatopardianos de ocasión (“cambiar para que todo siga igual”) por más que existan fuerzas conservadoras y retrógradas que los auspicien en función de defender un orden establecido que hace aguas por todas partes, ya que no son principalmente el COVID-19, ni la crisis estructural del modelo socioeconómico impuesto a la humanidad arbitrariamente, los causantes del mórbido y mortal descalabro planetario que empezamos a padecer más agudamente, lo es primordialmente el agotamiento de un modelo (anti)civilizatorio hegemónico impuesto por La Modernidad bajo el imaginario de sus ideas-fuerza deslegitimadas por la cruda realidad presente (progreso, desarrollo, revoluciones tecno-industriales liberadoras y sustentables, igualdad, fraternidad, democracias de autogobierno del demos, etcétera), ideario moderno cuya inconsistencia e impertinencia fueron evidenciadas en su desnudez por Rigoberto Lanz y otros intelectuales posmodernos internacionales críticos. Modelo apropiador-depredador de la naturaleza y de los hombres y mujeres concebidos instrumentalmente como meros “recursos naturales y humanos” explotables y manipulables para obscenamente obtener exorbitantes ganancias, beneficios y poder para unos pocos.
La superposición de las crisis y opciones educativas posibles
Tanto el COVID-19, como la crisis estructural mundial, son productos emergentes del sistema-mundo ecodepredador, de las dinámicas fagocitadoras de tal modelo sistémico anticivilizatorio, que parecen devolverse como banderillazos finales contra él. Por tanto, la educación escolarizada no puede seguir fundamentándose en ese ideario o imaginario por caduco, nefasto y cómplice de la apropiación-depredación del mundo. En consecuencia, los cambios educativos deberán perfilarse atendiendo a la necesidad de impulsar la creación de un modelo auténticamente civilizatorio, que contenga y supere la apropiación depredadora de la naturaleza y los seres humanos, y propicie el encuentro relacional armónico entre todos, particularmente entre los(as) niños(as) y jóvenes, y entre la sociedad y la naturaleza de modo afectual. Modelo civilizatorio alternativo que conciba y recree los saberes y conocimientos bajo el enfoque de una racionalidad sensible contraria a la racionalidad instrumental (Michel Maffesoli) que los redefina ontológica, epistemológica y axiológicamente e imbricados por las incertidumbres y complejidad de la realidad (Edgar Morin), bajo los paradigmas del pensamiento débil (Gianni Vattimo) o líquido (Zygmunt Bauman) u otros emergentes, recontextualizados según la pertinencia de los acervos socioculturales diversos y dignificadores de los pueblos y comunidades, en los que el sentido común se articule con el sentido crítico en un nuevo sentido común crítico (Boaventura De Sousa Santos).
Desde esa perspectiva ecológica-afectual, la escuela, en tanto nicho resonante multiverso, y en su individualidad a escala, que se sitúa en el tránsito liminal de estados o forjamiento de nuevas disposiciones en los(as) niños(as) y jóvenes, puede ser reconsiderada como ámbito de pequeñas multitudes contrarias a la condición de masa, asumiendo la noción de multitud en la acepción de Antonio Negri y Paolo Virno, como convergencia armónica de singularidades con poder instituyente frente al poder de lo instituido escolarmente como reproductor, y unificar en su diversidad las relaciones auto-co-actualizadoras de un nuevo modo educativo liberador realizador de vivir y experimentar las interacciones convivenciales. Pequeñas multitudes que no deberán alienarse como masa moldeable o manipulable pedagógicamente en los encierros escolares reductores y represores de su resonancia afectual “a la que hay que enseñar bancarizadamente”.
Palabras Claves: Educación, Tránsitos Liminales, Nichos de Resonancia, perspectiva ecológica-afectual, Empatía, Racionalidad Sensible.
Fuente: La autora escribe para OVE