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Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo
A medida que nos aproximamos al momento de la verdad del primer –y esperemos que único– mandato presidencial de Donald Trump (el 3 de noviembre, fecha de la elección), se multiplican las acusaciones de tendencias fascistas e incluso de nazis contra él y su Administración.
Pero esta última que quiero comentar es particularmente horrible: el uso de un poderoso desinfectante “exclusivamente para uso industrial” llamado HDQ Neutral contra inmigrantes detenidos en el ICE Adelanto, un centro de detención con ánimo de lucro en las afueras de Los Ángeles financiado por la Administración Trump.
Según un informe del diario británico Independent, este poderoso producto tóxico derivado del amoniaco ha sido utilizado para rociar a las personas detenidas en dichas instalaciones a pesar de que la empresa fabricante advierte de que solo puede utilizarse cerca de personas en exteriores, nunca en espacios cerrados. El caso es aún es más grave, porque según declaraciones de los afectados, el producto fue pulverizado directamente sobre los detenidos, aunque la etiqueta advierte de que “puede provocar daños permanentes a los ojos” y su inhalación puede provocar daños pulmonares, dificultad para respirar y asma.
¿Cuál es su conexión con los nazis? Tal y como señala Charles Vidich (autor de un elocuente y oportuno libro de próxima publicación sobre la historia de las cuarentenas en Estados Unidos, que abarca desde los primeros días de las colonias en el siglo XVII hasta el presente, Germs at Bay), el Zyklom B, el gas exterminador preferido por Hitler en los campos de exterminio, era en realidad un poderoso insecticida basado en el cianuro inventado a finales del siglo XIX. Este insecticida fue utilizado durante décadas, hasta bien entrado el siglo XX, para fumigar los barcos utilizados para el comercio internacional con el fin de exterminar a las ratas, ratones, pulgas y otras plagas. Los nazis utilizaron una variante del producto para eliminar judíos, gitanos, comunistas, personas con deformidades y retrasos y otros “indeseables” durante los años de la guerra.
Ahora tenemos a la Administración Trump, un individuo cuya familia posee un historial de simpatías nazis y que ha calificado de “buena gente” a los manifestantes nazis de Estados Unidos, utilizando un insecticida/desinfectante altamente tóxico y potencialmente fatal para rociar a inmigrantes detenidos que esperan la deportación.
Según informaron a Reuters una organización denominada Coalición para el Cierre de Adelanto y otra ONG llamada Earthjustice, los inmigrantes encerrados en el centro de detención de Adelanto han estado siendo rociados “cada 15 o 30 minutos”, en ocasiones directamente sobre el cuerpo, con un producto químico que según la compañía solo puede ser usado en exteriores o en zonas bien ventiladas. Los informes de las afecciones provocadas después del rociado mencionan sarpullidos, sangrados de nariz, náuseas, dolores de cabeza y dificultades para respirar entre otros síntomas.
Debo señalar que cuando supe por primera vez las maneras despiadadas en que sus propietarios trataban a los esclavos africanos en las colonias y posteriormente en Estados Unidos, me impresionó, a pesar de mi juventud, que esos propietarios blancos fueran más crueles con ellos que con sus propias bestias de carga. Cuando tuve más años comprendí que el maltrato a los esclavos –los latigazos, la mala alimentación, el trabajo excesivo– era un mecanismo de control, un proceso de deshumanización tanto del amo como del esclavo que no era necesario cuando se trataba con caballos o con el ganado. Me doy cuenta de que el mismo análisis es aplicable al modo en que el centro de detención y su personal abusan cruelmente de los inmigrantes detenidos.
Afortunadamente, el HDQ Neutral no es tan tóxico como el gas Zyklon B utilizado por los escuadrones de la muerte nazis en los campos de exterminio alemanes, pero estos hechos no dejan de ser un monstruoso ataque químico contra los estadounidenses “indeseables”, que solo se diferencia de las tácticas nazis contra sus víctimas humanas en el grado). La inhumanidad de los responsables que administran esta toxina contra sus víctimas cautivas no es muy diferente de la que fue castigada, a menudo con penas de muerte, en los Juicios de Núremberg tras la Segunda Guerra Mundial.
La única esperanza que nos queda es que cuando acabe esta pesadilla trumpiana en Estados Unidos, Donald Trump y sus esbirros criminales del Departamento de Seguridad Nacional se vean también arrastrados ante un tribunal para hacer frente a las acusaciones de crímenes contra la humanidad por su maltrato a los inmigrantes, incluidos niños pequeños, así como por sus otros crímenes monstruosos.
David Lindorff es miembro fundador de la web ThisCantBeHappening!, una publicación colectiva digital, y ha participado en el libro Hopeless: Barack Obama and the Politics of Illusion (AK Press).
Fuente: https://www.counterpunch.org/2020/08/18/gassing-immigrants-with-a-highly-toxic-industrial-disinfectant-in-detention/
Foto: Nathaniel St. Clair