Las desigualdades de la conexión

Por: Gabriela Riera

El acceso a las tecnologías digitales se convirtió, ante la llegada de la covid-19 a todo el mundo, en uno de los determinantes más importantes del bienestar de las personas.

El acceso a tecnologías digitales básicas ganó mucho terreno. Prácticamente la totalidad de las zonas urbanas en América Latina y el Caribe tiene cobertura de banda ancha móvil, y poco más de un 84 % de la población tiene ya un teléfono móvil. Sin embargo, tan solo el 69 % de las personas reporta hacer uso de internet. A partir de este punto, el acceso comienza a ser profundamente desigual.

En países como Chile y Costa Rica se reporta que más del 85 % de los hogares tiene internet, pero en países como Bolivia y Guatemala este porcentaje no llega al 25 %, según el informe proporcionado por las Naciones Unidas (ONU) y realizado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU 2020).

Una vez con acceso a la red en casa, la posibilidad de realizar trabajo o estudios de manera remota requiere en su gran mayoría de una computadora. El porcentaje de hogares que cuentan con una es todavía menor. La desigualdad entre países va del 65 % y 68 % en Argentina y Uruguay, al 17 % en países como Honduras, El Salvador, y 11 % en Haití, continúa el mismo informe.

Con estos datos, la marginación digital —laboral y educativa— en tiempos de confinamiento alcanza cerca del 60 % de la población de América Latina. Aunque en países en desarrollo las suscripciones a teléfonos celulares cayó por primera vez en la historia de 103 por 100 habitantes en 2019 a 99 por 100 habitantes en 2020.

El acceso a internet en los hogares es la principal herramienta con la que las personas hacen frente a la pandemia, porque les permite continuar con algunas de sus actividades cotidianas, entre ellas, trabajar, estudiar y socializar aún en aislamiento, afirma el subsecretario general adjunto de la ONU y director regional de América Latina y el Caribe, Luis Felipe López-Calva.

La mayoría de la población se encuentra lejos de tener las herramientas, conocimientos y oportunidades para hacer uso de la digitalización como motor para mejorar sus condiciones de vida, a pesar de los importantes avances en la cobertura de banda ancha en la región, afirma la publicación del Programa para el Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD)

Desigualdad

En el interior de los países, las desigualdades están muy marcadas por la dimensión urbano/rural. Por ejemplo, la adopción de internet muestra niveles muy superiores en áreas urbanas, como lo muestra el caso de Brasil, donde, al año 2017, el nivel de adopción era de 65 % en áreas urbanas y de solo 33,6 % en áreas rurales; o el caso de Ecuador, donde, al año 2017, el nivel de adopción era de 46 % en áreas urbanas y de solo 16,6 % en áreas rurales (CAF, 2020).

¿Qué hacemos con el acceso?

Otro factor relevante es el uso que se le está dando a internet, si la persona es capaz de realizar tareas de forma virtual (que antes requerían contacto físico) o en su mayoría solo se utiliza para comunicación básica en redes sociales. Según el índice de resiliencia digital del hogar, creado con este objetivo por el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), esta «virtualización» aún es limitada.

El índice combina cuatro indicadores: descarga de aplicaciones para la salud, descarga de aplicaciones educativas, densidad de plataformas fintech e intensidad del comercio electrónico para calcular la «resiliencia digital del hogar». Estos indicadores deben servir como indicador de los países cuya población está más preparada para afrontar la cuarentena sanitaria mediante la digitalización de sus hogares.

En el índice se puede ver la marcada heterogeneidad dentro de la región. El CAF interpreta que, de manera agregada, la posibilidad de los hogares para acceder a información sanitaria, realizar transacciones monetarias, adquirir bienes por comercio electrónico y contribuir a la educación de niños en países con un índice inferior a 30 es limitada. Por encima de esa barrera se encuentran Chile, Brasil, Argentina y Colombia; por debajo, Panamá, México, Perú, Paraguay, República Dominicana, El Salvador, Ecuador, Honduras, Guatemala y Bolivia.

En América Latina y el Caribe, la proporción promedio de trabajos que se pueden realizar desde casa es tan solo del 20 %, inferior a la de otras economías de similar ingreso. Esta varía entre el 14 % de Honduras y el 27 % de Uruguay. Esta proporción es del 41 % en los Estados Unidos (G4T Julio 2020).

Un motivo para el optimismo, según el organismo de la ONU, es que la pandemia ha obligado a que las personas con recursos suficientes profundicen sus habilidades y herramientas digitales y, por otro lado, que se construya un consenso de que el Estado asuma la tarea de una digitalización incluyente como una de sus más importantes prioridades.

Fuente de la información e imagen: https://www.diariocontexto.com.ar

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