AVANCES Y OBSTÁCULOS EN LA MEDICIÓN DE LA INNOVACIÓN: MAL DE MUCHOS, CONSUELO DE…

POR MONICA SALAZAR

BID Innovacion

Lo que no se mide, no se mejora. De acuerdo a ese credo, para cualquier área de política pública, como lo es innovación y competitividad, es fundamental la medición. Primero, para saber dónde estamos y tras un análisis de esa situación decidir hacia dónde queremos ir y qué necesitamos hacer para lograrlo. Posteriormente durante la ejecución de la política debemos hacer monitoreo y seguimiento, para lo cual también necesitamos indicadores. Finalmente, a la terminación de los programas volvemos a requerir de mediciones, que nos permitan evaluar los resultados y el impacto de la intervención. En el mundo desde la década de 1990, se han venido posicionando las encuestas de innovación como el mecanismo idóneo para recopilar información sobre los objetivos, determinantes, resultados, obstáculos, y fuentes de las ideas para la innovación empresarial. Los países de América Latina y el Caribe (ALC) no han sido ajenos a este movimiento e igualmente han desarrollado encuestas para alimentar el diseño y seguimiento de las políticas de innovación.

La región de ALC tiene una historia rica y fructífera en materia de medición de la innovación. Uruguay fue pionero en realizar una encuesta de innovación en el año de 1987. Posteriormente, a partir de la publicación en 1992 del Manual de Oslo de la Organización para la cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Chile, Argentina y Colombia hacen una primera ronda de encuestas a mediados de la década de los noventa. Y aquí comienza un desarrollo propio de la región: la formulación de lo que se conoce como el Manual de Bogotá, fundamentado en el Manual de Oslo pero adaptado a la realidad y la situación del sector productivo en materia de innovación y competitividad de los países de la región. La elaboración del Manual fue apoyada por la OEA y Colciencias (entonces Instituto Colombiano para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología), y liderada por la Red Iberoamericana/Interamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología – RICyT.

En el Manual de Bogotá se innovó en varios frentes, como por ejemplo abordar la innovación en sentido amplio, es decir no solo la innovación tecnológica de productos y procesos sino también la innovación organizacional y en comercialización; se hizo más énfasis en las actividades conducentes a la innovación, en el proceso mismo de la innovación, y no solo en los resultados (número de empresas innovadoras), y en las capacidades. El Manual de Bogotá partía de reconocer que nuestras economías se diferencian en muchos aspectos respecto de las de la OCDE, como por ejemplo estructuras de productivas concentradas en industrias de consumo masivo o extractivas, competencia en mercados nacionales y locales principalmente, sistemas de innovación desarticulados y débiles, actividades de Investigación y Desarrollo (I&D) menos formalizadas, escasez de capital altamente calificado en las empresas, y un ambiente protegido y cerrado, poco competitivo.

Hoy la región ha avanzado mucho en materia de medición, 16 países hacen encuestas de innovación, aunque no todos regularmente, pero se tiene buena información. Se destacan Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México, y Uruguay, que llevan más de 6 rondas de encuestas de innovación y tienen series de datos. Los países no solo aplican el Manual de Bogotá sino también el de Oslo, que ya va en su tercera versión (2005) y además usan el formulario básico y el Manual para la implementación de encuestas de innovación desarrollados por la División de Competitividad e Innovación del BID. Adicionalmente el Banco ha apoyado con recursos financieros y experticia a varios países para que realicen sus encuestas.

Sin embargo tenemos obstáculos, como son: la no confiabilidad de los indicadores de inversión o gasto en innovación; el limitado acceso a los microdatos para la realización de estudios longitudinales y su combinación con datos de otras encuestas; la dificultad para hacer comparaciones internacionales por las diferencias en la interpretación de las preguntas y por lo tanto las respuestas obtenidas; y, el escaso uso que hacen los formuladores de política de los indicadores; y los problemas a la hora de hacer comparaciones internacionales por diferencias en los procesos de recolección de información y metodológicos. Pero estos problemas no son solo de los países de la región, sino también de los países de la OCDE. Mal de muchos…. consuelo de tontos, como dice el dicho.

En una reunión reciente de los expertos en indicadores de la OCDE en la ciudad de Oslo (Noruega), en la cual participó la División de Innovación y Competitividad del BID, se discutieron varias propuestas para ir resolviendo estos problemas, las cuales se espera sean incorporadas en la nueva versión del Manual de Oslo cuyo proceso de revisión inició en dicha reunión. Los temas a abordar en la revisión del Manual fueron acordados en dicha reunión:

El contexto en el que se desempeñan las empresas, y en general la cultura y el lenguaje del país, son factores determinantes. En tal sentido se espera que el Manual y las encuestas se muevan de una mirada a las empresas innovadoras hacia mirar la innovación y las condiciones en que esta se da.

Costo de la innovación y la inversión en conocimiento: se requiere mejorar la evidencia de los insumos a la innovación, alejándose un poco de la inversión en I&D como un proxy, y capitalizando en los avances de la literatura sobre intangibles.

Recursos humanos para la innovación: cómo incorporar a las encuestas empresariales el conocimiento desarrollado sobre los individuos y sus habilidades.

Novedad y sus atributos: nuevo para la empresa, nuevo para el mercado, nacional o internacional. Este es un asunto que sigue en discusión y sobre el cual se debe profundizar para entender mejor que es novedoso para el mercado, pero además entender los procesos de difusión y las prácticas de imitación, como aspectos fundamentales asociados a la innovación.

Vínculos e innovación abierta: dados las nuevas formas de hacer innovación y de comercializar y difundir conocimiento, la revisión abordará la innovación abierta.

Innovación y sector público: el sector público es una actor fundamental en el proceso de innovación, bien sea como financiador (directa o indirectamente) pero también a su vez como innovador. Se explorará si se hace una guía separada para atender este último caso.

Innovación en todos los sectores: a pesar de los esfuerzos por incluir en el Manual la innovación en el sector servicios, todavía se manifiestan dificultades para identificar y caracterizar adecuadamente los procesos de innovación en servicios, agricultura y otras industrias no manufactureras. Se explorará el desarrollar guías diferenciadas de acuerdo al sector.

Metodologías estadísticas: este fue el tema más ampliamente discutido, viendo la necesidad de abordar conceptos, definiciones, preguntas, formularios, recolección de información, estimación de indicadores, entre otras dimensiones metodológicas. Se ve la necesidad que esta revisión profundice en los asuntos metodológicos y de armonización, con miras a mejorar la calidad y confiabilidad de la información y a facilitar la comparabilidad internacional.

Son muchos los temas por discutir y revisar para formular una nueva versión del Manual de Oslo, instrumento de amplia utilización en los países de ALC. Es importante que la experiencia de la región sea escuchada y tenida en cuenta en dicho proceso de revisión, y que entre todos resolvamos los problemas de la medición de la innovación. En particular se resalta el énfasis que se ha hecho en las encuestas en la región por diferenciar el mercado al cual se orienta la innovación, es bien diferente innovar para un mercado netamente local que para uno global. Igualmente se resalta la categoría de firmas potencialmente innovadoras, en la cual se reconocen aquellas que hacen actividades de innovación, que tienen una actitud positiva al cambio y la innovación pero que aún no logran resultados. El mantener una definición amplia de innovación es clave para ALC. Por último, en algunos países de la región ya se han hecho encuestas de innovación en el sector agropecuario, experiencia invaluable a la hora de definir si se mantienen formularios idénticos para todos los sectores o se adaptan el lenguaje, las preguntas y los ejemplos, adecuados a las características de cada sector.

Es bien importante resaltar que alrededor de la medición de la innovación se han desarrollado comunidades de práctica, en la cual participan las agencias de estadística, las instituciones a cargo del fomento de la CTI, académicos, organismos internacionales, entre ellos bancos de desarrollo, generándose un intercambio muy rico en conocimiento y experiencia. ¡Seguimos midiendo y mejorando!

 

Publicado originalmente en el Boletín y la pagina del BID

 

 

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Mónica Salazar

Mónica Salazar es Especialista Líder de la División de Competitividad e Innovación del BID. Previo a su vinculación al BID fue Directora Ejecutiva del Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología (OCyT). Adicionalmente ha trabajado para entidades públicas en Colombia, como Colciencias y el Departamento Nacional de Planeación. Ha sido profesora tanto en universidades en Colombia como en Canadá. Sus intereses de investigación y áreas de experticias son política en ciencia, tecnología e innovación (CTI), indicadores de CTI, y sistemas nacionales y regionales de innovación. Es Economista de la Universidad del Rosario (Colombia), con títulos de M.Sc. en Cambio técnico y estrategia industrial de PREST de la Universidad de Manchester (Reino Unido), y Ph.D. en Comunicación de la Universidad Simon Fraser (Vancouver, Canadá).