Autor: Diógenes Enrique Álvarez
Nota de presentación
En lo particular, he recorrido un sin número de veces la ruta de Gallegos en el bajo apure, he transitado una parte del río Orinoco hasta sus confluencias con el río Meta. He vivido con intensidad lo que significa la llaneridad. He visto, en San Fernando de Apure, un sinfín de veces, las piraguas, bongos y canoas llegar cargadas de pescados, de arena y los productos de las vegas del Apure.
Y También he visto llegar piraguas como en las que un día –un día cualquiera- se embarcó Asdrúbal en Ciudad Bolívar para cruzarse en el camino de La guaricha. Hoy, no traen bogas ni palanqueros para remontar las aguas río arriba, pero los mueve el infatigable comercio fluvial tal como lo vio Don Rómulo Gallegos.
Por lo tanto, no me es extraño, ni difícil escribir esta nota basada en la obra cumbre de Don Rómulo Gallegos: “Doña Barbará”. Sin lugar a duda es una de las novelas más importante de la literatura Latinoamericana e Iberoamericana, cuya primera publicación data de 1.927.
Para el autor de este ensayo, un guariqueño apasionado por las llanuras apureñas, también ha caminado por las soledades de la llanura y mirado correr las aguas de estos ríos en muchas ocasiones, por lo tanto, La devoradora de hombres y el octavo pasajero motivo de su inspiración, a partir de la lectura del capítulo III de la referida obra literaria, no le es ajeno.
El significado de un octavo pasajero y su pretensión argumentativa en la búsqueda de la palabra secreta en Doña Bárbara en un contexto impregnado de realidad y ficción devuelve la ilusión de la ternura y la inocencia. Y a la vez engendra una fuerza telúrica –destructiva- que determina la condición humana.
El octavo pasajero, Asdrúbal, es un personaje si se quiere irrelevante en la narrativa de Don Rómulo Gallegos. Desaparece físicamente cuando apenas Barbarita contaba con 15 años, sin embargo, es quien marcó en su vida huellas imborrables en el imaginario de Doña Bárbara hasta el fin de su existencia.
Este joven educado, sería el instrumento para enseñar las primeras letras a Barbarita y mostrarle la delgada línea entre civilización y barbarie. También sería quien despertó en esta mestiza, hermosa e inocente un sentimiento de amor efímero, producto del flechazo de Cupido.
Doña Bárbara (ya no más Barbarita), es fruto de la maldad. La confluencia del asesinato de Asdrúbal y la violación por tres tripulantes, hizo que su sangre mestiza se llenara de odio; en un aborrecimiento al varón y su sed de venganza se hizo infinita.
La doña, es el pasado violento, la barbarie en su máxima expresión, mujer indomable, cacica y bruja del Arauca, río de la cuenca del Orinoco, donde el caimán acecha a los pobladores en los llanos del Bajo apure venezolano.
Opuesta a la civilización, su ley no tiene límites en esas llanuras inhóspitas, llenas de creencias y mitos, doblegando voluntades de dueños de hatos, peones, autoridades, domadora de bestias salvajes; esa es Doña Bárbara: “La devoradora de hombres”.
En búsqueda de la palabra secreta en Doña Bárbara, el ensayista busca en su argumentación, la palabra secreta que permita articular sin la mera intención de encubrir contradicciones dialécticas presentes en la novela como: civilización-barbarie, amor-odio, paz-guerra, justicia-injusticia, ciudad-campo,
realidad-idealismo.
Omar Gonzalo Maluenga Torrealba
San Fernándo de Apure
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