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¿Qué es el Artilugio Educativo?

NUEVE IDEAS MÁS SOBRE EL ARTILUGIO EN LA PEDAGOGIA DEL SUJETO

BENJAMIN BERLANGA GALLARDO
UCIRED DICIEMBRE 2022

En la pedagogía del sujeto proponemos el artilugio educativo. Colocamos el artilugio en el marco de la educación como acontecimiento ético, en una pedagogía del “entre” o del encuentro y como modo de desplegar el amor pedagógico, un amor que es más que sentimiento, más que afecto, un amor que es parte constitutiva de lo humano, es decir, un modo de ser.

El artilugio es creación porque es respuesta situada, por eso siempre es novedad, siempre lo nuevo; respuesta a la presencia del otro. Decir que el artilugio es respuesta a la presencia del otro es una insistencia ante el riesgo de hacer del artilugio un recurso “chido”, una técnica “conmovedora”, cada vez una especie de “performance” que nos llena el corazón. El artilugio solo es artimaña o artificio cuando es respuesta a la presencia del otro, respuesta con el otro.

No colocamos el artilugio en un repositorio de artilugios para acceder a ellos, sino en un arco de posibilidades de la respuesta al otro. Decimos que el artilugio educativo en la pedagogía del sujeto tiene que ver con a) el trato con el otro (el cambio de la intervención en el otro, hacia la presencia que se trata con el otro) b) hacer el encuentro, para mantener el “entre” (los gestos, las señales, las palabras, los silencios, las disposiciones, que hacen a la caricia, al tacto, a la acogida y la hospitalidad de la “comunidad por venir”, siempre por darse; c) hacer el acontecimiento (como irrupción de subjetividades que se ponen a si misma en el darse cuenta: irrupción de sujetos); d) elaborar la experiencia (los modos narrativos de la reflexividad de si, que se abren a lo común en la conversación; e) testimoniar (como un “ex – ponerse”, presentarse, como un dar la escucha); f) resonar, resonar, resonar (como modo de recuperar la dignidad del saber de vida en el que nos va la vida, como un modo de dejarse tocar por lo que queda, lo que permanece de la palabra del otro) g)  prometer y comprometer (como un querer ser, querer hacer: como modo de encontrar lo que queremos hacer y lo que hemos de hacer: implicarse)[1]

 Volvamos al artilugio. Nueve nuevas ideas sobre el artilugio. El artilugio 1) es constitución del vínculo como amor pedagógico; 2) es del orden de lo (im)probable, de lo (im)posible; 3) es un “temple de ánimo” una actitud, un modo de ser”; 4) no es técnica, no es recurso; 5) es responsabilidad y solicitud, reciprocidad como acontecimiento ético; 6) es respuesta porque el otro es la pregunta; 7) constituye a los sujetos cada vez; 8) es verbo, no sustantivo; 9) es un dispositivo poético

UNO EL ARTILUGIO ES CONSTITUCION DEL VINCULO EDUCATIVO COMO AMOR PEDAGÓGICO

Uno de los esfuerzos centrales de la pedagogía del sujeto es apurar un tránsito en la construcción educativa desde los polos de la enseñanza y el aprendizaje, lugares de conformación de las pedagogías, hacia el “entre”, lugar del acontecimiento ético. El entre es lugar de amor pedagógico. El artilugio es un modo de provocarlo, de hacerlo.

Atrapado en la idea y la fuerza del “amor romántico” el amor en pedagogía es tratado como afecto y sentimiento; se presenta como pregunta sobre la obligación de amar en el acto educativo, también como prevención sobre el eros y como propuesta de control de los cuerpos. Es el amor como intensión de amar “sintiendo amor”

Hay modos de amor en la educación diferentes a este atrapamiento. No es un amor de “quiéreme más”, no es obligado amor de “debo amar”, ni el de “lo hago porque te quiero”: de este amor podemos llegar a decir que “tanto amor hiere” “tanto amor mata”. Lo que nos coloca en de “otro modo amor”, es el modo de presencia en “lo entre”, la constitución del Yo-Tú en el encuentro, el “como si” de este amor (im)posible.

 

El amor es acontecimiento en “lo entre”, en el encuentro. El entre es “mutualidad”, dice Buber: el Yo-que-efectúa-el-Tú y el Tú-que-efectúa-el Yo” como “génesis originaria que precede la constitución de toda subjetividad”: “lo entre” es “comunidad de seres igualmente primordiales con iguales derechos”, es relación como mutualidad, reciprocidad. El amor como acontecimiento de-en “lo entre”: amorosidad, acogida, hospitalidad, tacto, deferencia, caricia, transmisión, eros, fecundidad: Tú-Yo. El amor como posición, antes que afecto, antes que como sentimiento. El amor como lo que se da en lo entre, en el sentido de lo que viene a darse: constitución recíproca de Yo-Tú: compañeras, compañeros.[2]

La posibilidad del amor pedagógico es, entonces, de otra manera: artilugiar es colocarnos en lo entre como lugar del vínculo pedagógico. Artilugiar es “hablar-a” y no “hablar de”, no “hablar para”. Artilugiar es “hablar con” y no “hablar por”, no “hablar sobre …”. En el vínculo pedagógico del artilugio así, el amor no tiene origen en quien manifiesta una intención de amar, porque este amor está antes que la intención de amar sintiendo algo por el otro. No hay pregunta de “¿debo amar al otro, al educando?”: el amor se da:  se da en la posición de constitución recíproca de un Yo y un Tú, en la resistencia a someter al otro como objeto: eso es lo amoroso, el acontecimiento de amor: surge allí, no está antes. El amor “se da” en lo entre: no es amor del que va al otro con la intención de amarlo (“tanto amor mata”): el amor se da en lo entre: antes que afecto, que sentimiento, que manifestación, el amor es presencia, posición de los que se encuentran: siempre un yo y un tú, aún en la pluralidad. Y es amor entre extraños, entre extranjeros: florece como “lo entre”: es cuidado, y entonces solicitud y responsabilidad.

DOS. EL ARTILUGIO ES UN “TEMPLE DE ANIMO”, UNA ACTITUD Y UN MODO DE SER

El artilugio como amor pedagógico es lejano a cualquier reducción del amor a mero sentimiento, a mera emoción. El amor pedagógico del artilugio participa de los tres modos de amor que propone Heidegger como modulaciones del “ser ahí”, del “ser en el mundo”, del ser como “un ser que habita en”, que es “apertura”, “cuidado”.

El artilugio es, como acto de amor, una “tonalidad” afectiva, un modo de estar dispuesto al mundo, al otro. Heidegger señala que el amor es un modo de “encontrarse” del ser en el mundo como dispuesto, abierto a la revelación de la presencia del otro y a la afirmación de su ser:

(…) para Heidegger el desbordante anhelo de ‘proximidad’ que despierta el acontecimiento inaudito de la existencia del otro implica, al mismo tiempo, mantenerse en una ‘máxima distancia’(…) lejos de pretender asimilarlo o someterlo a si mismo (…) por el contrario pone al tu en el solo (…) en el solo de una revelación. De este modo, el sí mismo, al dirigirse al tú, solo aspira a afirmarlo y sostenerlo en su ser, irreductible e indomable; dicho de otro modo en el amor al otro solo se ‘quiere que sea’ aquello que en si mismo es…”[3]

Luego, el artilugio como acto de amor es una actitud respecto del mundo, uno de los modos en que puede tener lugar el “ser con” el otro, la otra, con lo otro. El amor así es una actitud en donde el otro queda “descubierto”,

y resulta como “‘un adelantarse’ al otro, pero no para arrancarle su libertad e iniciativa, sino justamente para devolvérsela, promoviendo su ser si-mismo más propio, esto es acompañándolo en la conquista de la propiedad o autenticidad que Heidegger entiende como la plena asunción de sí y proyección desde sí en el libre despliegue de su singularidad”[4]

Y finalmente desde este amor que es de otro modo tanto amor, el artilugio como modo de amor es, entonces, manifestación del carácter esencial del ser mismo, expresión de nuestro modo de ser humano: pura donación de presencia en un darse absolutamente gratuito.

He aquí la condición amorosa del artilugio, del artilugiar.

TRES. EL ARTILUGIO COMO VINCULO PEDAGÓGICO ES DEL ORDEN DE LO (IM) POSIBLE Y DEL COMO SI

En lo educativo el artilugio es siempre intento, siempre  anuncio de lo que puede ser pero nunca es realización absoluta, completa, porque el artilugio como vínculo pedagógico es del orden de lo (im)probable, de lo (im)posible El vínculo pedagógico es lo (im)probable, lo “(im)posible”. Lo entre, el encuentro, se presenta como (im)posible inmediatez, (im)posible reciprocidad e (im)posible común originación: el vínculo no puede completarse porque desaparecería el vínculo para ser fusión (anhelo imposible del amante): un nosotros que no es dualidad sino un UNO otra vez. El vínculo siempre es tensión dinámica de los vinculantes, siempre en el vínculo queda un resto, lo que preserva cada uno en presencia del otro y la imposibilidad de acceder al otro, lo inabarcable del otro. Por eso, apelar al vinculo pedagógico así, es convocar una “voluntad de ilusión” en su capacidad performativa: el “como si” la representación del vínculo fuera posible. Ir al acto educativo “como si” lo entre fuera posible: hacer lo educativo de otro modo: de otro modo amar como lo que viene dado en el encuentro.[5]

Colocar lo educativo en “lo entre”, “como si” allí se diera, como si el mismo entre en lo educativo se diera, nos coloca de otro modo en la construcción del acto educativo como amor: no es la pregunta de “¿qué tanto debo amar?”, es la pregunta por la “actitud” (Buber) que dirime mi comportamiento (mi modo de presentarme) para presentarme frente al otro, frente a lo otro:

“Yo, este ser humano que se comporta de tal y tal manera, soy quien ‘hace’ que algo sea un Tú o un Ello. Siempre según el cambio de mis actitudes, yo cambio lo que era un Ello en un Tú y lo que era un Tú en un ello. Tú y Ello son modalidades de presencia de los seres, pero modalidades que yo prescriba los seres. En otras palabras, depende de mi proyecto que entidades me confronten como un Tú o como un Ello[6]

CUATRO EL ARTILUGIO NO ES TÉCNICA, NO ES UN RECURSO, ES RESPUESTA A LA PRESENCIA DEL OTRO

El artilugio no es una técnica, no es un recurso para intervenir en el otro y hacerlo, transformarlo (educarlo). En el artilugio no hay olvido del otro. La técnica, el recurso, olvidan al otro como otro y lo tematizan para intervenirlo: no “procuran”, no son cuidado, no son “cura”, se fundan en el olvido de si y del otro (“se me olvidó que te olvidé a mí que nada se me olvida”, es luego el lamento sorprendido). Siguiendo a Buber decimos que la relación con el otro como técnica, como recurso, como procedimiento no constituye al otro como un “Tú” sino como un “Ello” en un fondo indistinguible de objetos con los que me relaciono.

El artilugio es respuesta a la presencia del otro. Tiene que ver con la responsabilidad y con la solicitud.

CINCO. EL ARTILUGIO ES ACONTECIMIENTO ÉTICO: RESPONSABILIDAD, SOLICITUD

La relación pedagógica cara a cara se abre al acontecimiento del encuentro en la relación de un yo con un tú, una relación que funda permanente lo humano y que es solicitud (ese lanzarse al encuentro del otro como gesto humano, deseo como exceso, como potencia de ser, no como carencia) y, al mismo tiempo, responsabilidad por el otro desde su presencia que irrumpe. Una relación que es entonces de donación y que se abre a la “espera”. Es la educación como “acontecimiento ético”.

El extrañamiento del otro en la relación pedagógica y la anulación en mayor o menor medida de ese otro como otro, está siempre presente como posibilidad, tanto como lo está, entonces, la posibilidad del encuentro, del entre como acontecimiento ético de solicitud y responsabilidad entre un yo y un tú. Si en el primer caso la relación deviene relación instrumental yo-eso (el otro extrañado como tú, enajenado en un plural, en una categoría, cuando no simplemente negado) y no se abre a la posibilidad de un nosotros, en el segundo caso, la relación pedagógica que nace desde el encuentro yo-tú, está abierta siempre a un tercero, lo requiere; luego, “nosotros”.

Podemos pensar en este marco la relación pedagógica en su potencia. El encuentro educativo como un “entre” de un Yo con un Tú deviene acontecimiento ético de responsabilidad, solicitud, reciprocidad y, al mismo tiempo, acontecimiento de aceptación plena de la vida misma como don: como lo que se da en el amor y la acogida. Y más allá, la relación pedagógica así, como encuentro del Yo-Tú, es siempre posibilidad de acceso al reconocimiento de la vida como milagro y asombro.

Es, a fin de cuentas, la constitución de los sujetos como sujetos éticos: sujeto capaz de un discernimiento ético que “…transforma la obstinación de perseverar en el ser a expensas de todo o de cualquiera, en una exigencia de bondad que se traduce en acción ética…en responsabilidad”[7] Discernimiento ético que es también solicitud, ese ir hacia el otro desde el deseo de otro, de lo otro. Y, además, el encuentro es constitución de sujetos éticos que ante el milagro del don que es la vida, hacen afirmación vital de la existencia y la celebran en el gesto de asombro, en la alegría del descubrimiento, en la profundidad del “darse cuenta”.

SEIS. EN EL ARTILUGIO EL OTRO ES LA PREGUNTA

Porque en el artilugio la respuesta no es respuesta una pregunta del otro. Sin preguntas el otro es la pregunta. Es su presencia la que me interroga: antes de cualquier pregunta, el otro es pregunta: interrogación muda, presencia que interroga: “Aquí estoy ¿Qué haz de hacer?”

Los objetos del mundo no interrogan. En mi relación en el mundo la presencia de un objeto se destaca en un fondo porque la destaco como parte de los objetos del mundo por necesidad, por uso, por deseo de posesión. Por el contrario, el otro es presentación en el “entre” y su rostro sí es pregunta exigente: “¿cómo respondes por mí?”.

La pregunta es siempre el otro. ¿Y cómo cabe en mí el otro extraño sin que se presente para mí como invasión, como amenaza, y sin que sea tampoco objeto, cosa que puedo manipular?  Siguiendo una interpretación de Heidegger, es en la tonalidad afectiva del amor, en la actitud de amor y en el despliegue de la presencia como don, lo que puede hacer posible la respuesta que preserva al otro, porque “…solo el pathos del amor permite experimentar al otro como regalo, como irrupción no calculable ni planificable…”[8] Por eso, ante la pregunta que es la presencia del otro, ninguna respuesta alcanza. El otro, como otro, es irreductible a una respuesta. La interrogación que es el otro, no tiene respuesta en los órdenes de la resolución, de la explicación, de la claridad, porque es interrogación que se resuelve en los modos de presencia, en la actitud, en el temple de ánimo. Sin embargo, ninguna respuesta alcanza, siempre estamos en falta, siempre en deuda con el otro en la relación pedagógica.

No hay un libro donde guardar los artilugios, carpetas para sistematizarlos, manuales para aprenderlos. Si acaso hay un “baúl de artilugios” como “cajón de sastre”[9] de la memoria que retiene retazos, recortes, pedazos, fragmentos, de la experiencia vivida que resisten la vuelta a lo mismo, como excedentes que la memoria retiene y que han de presentarse actualizados cada vez.

SIETE EL ARTILUGIO ES ACONTECIMENTAL. INSTITUYE A LOS SUJETOS CADA VEZ

En el artilugio nos ponemos sujetos: emergemos subjetividades que se ponen a sí mismas como sujetos. Es un salir de si en el “dar-se cuenta”. Contra la rutina, contra el tedio, contra el sí mismo ensimismado, contra la reificación, contra la ratificación de lo obvio, el artilugio nos pone en una zona incómoda: darnos cuenta.

El artilugio es un “detente” al “apagón pedagógico”, al desvalimiento del acontecimiento ético en la educación, al debilitamiento del vínculo pedagógico. Es resistencia, restituye la posibilidad de los sujetos pedagógicos como subjetividades que se ponen a sí mismas sujetos.

El artilugio es impulso de vida. No está del lado “moridor” de la educación porque tiene la condición de irrupción del orden y “el poder de transformar lo instituido”. Al hacerlo genera nuevas sensibilidades: los artilugios son práctica pedagógicas como acontecimientos que, parafraseando a Tranier al hacer referencia de prácticas de este tipo en contextos de crisis (la crisis Argentina del 2001) “… favorecen la producción de verdades que salen a la luz en lo peor de la crisis, como impulsos y pulsión de vida destinadas a recomponer y restituir al sujeto pedagógico…”[10]

El sujeto que emerge con el artilugio como subjetividad del dar-se cuenta, es sujeto que se presenta en el mundo y por ello sujeto capaz de configurar un futuro distinto: al mismo tiempo sujeto y sujetas erguidas que sujeto y sujetas inclindas inclinados, subjetividades inapropiables, inapropiadas, subjetividades inesperadas.

El artilugio es incomodo

OCHO EL ARTILUGIO ES VERBO NO ES SUSTANTIVO

El artilugio es verbo. Artilugiamos. Yo “artilugeo” tu “artilugeas” nosotros “artilugiamos”. El artilugio no es sustantivo, idea que hay que entender, que estudiar en sus orígenes, en sus modos. El artilugio no es un artefacto (aunque en ellos se puede cristalizar), no es un procedimiento (aunque para darse ocupe de “carta de navegación”, cuando la ocupe) Artilugiar es del orden del presentarse, del responder con la presencia, del tratarse con el otro, del hacer el encuentro. En el artilugio no solo hacemos, “nos hacemos”:

“Quien hace el artilugio es un “hacedor”, y por ello un artista, un creador: la respuesta es siempre novedad, es lo nuevo. La respuesta que el hacedor configura ante el otro, es su respuesta y por ello, por ser un responder, no es solo un crear y un hacer, sino en el acto mismo es un “hacer-se”, “un crear-se”, un “existir-se”. El hacedor no queda fuera de su obra, de su hacer, porque lo que hace es responder en la relación con el otro. He aquí una de las diferencias centrales con la didáctica. De la didáctica se dice que el educador “la aplica”, hace uso de ella para intervenir en la realidad y modificar algo en el otro; es un instrumento, una herramienta en el proceso de producción. En la pedagogía del sujeto, el artilugio es respuesta.”[11]

Por eso el artilugio no se puede “estudiar”, aprender, reconocer entre otros conceptos, otras ideas. El artilugio es acción: no se clasifica y se archiva, no se “compendia” y almacena, ni se guarda para un uso posterior. Hay la memoria del artilugiar, ese “cajón de sastre” que aloja fragmentos de memoria, aquello que no se desvanece en la vuelta a la rutina, el excedente que no ha logrado quedar atrapado en lo mismo, y que “regresa” como “revelación” un “darme me cuenta”.

NUEVE EL ARTILUGIO ES UN DISPOSITIVO POÉTICO

Más que del orden de lo contrahegemónico que aspira a poner una nueva hegemonía frente a la hegemonía dominante, el artilugio es del orden de lo “antihegemónico”: no aspira a nada: en lo educativo es manifestación siempre efímera de transgresión, profanación, subversión del orden educativo establecido: es lo (im)probable, lo (im)posible.

El artilugio en la educación es un “dispositivo poético anti hegemónico”

“¿Y cómo se crean los dispositivos poéticos anti hegemónicos? Profanando los dispositivos existentes (…) Los dispositivos poéticos serán siempre profanación de los dispositivos(…) la profanación puede ser entendida como una ‘desestabilización’ (…) la práctica artística participa en la profanación alterando momentáneamente las condiciones de enunciación, haciendo visible lo escondido, cometiendo actos de sabotaje selectivos, usurpando formatos, parasitando contextos, reorganizando hasta el absurdo elementos, invirtiendo el sentido de las líneas o los giros, deteniendo temporalmente el funcionamiento del mecanismo, manifestando el ser de lo presente privado de función, precarizando el aparato en la práctica de bricolaje, produciendo maquetas efímeras entendidas como objetos de observación o como experimentos de subjetivación alternativos.[12]

Sin embargo, para serlo, para ser “profanación” del orden educativo instituido, el artilugio habrá de ir más allá del entretenimiento, del bien pensar y del bien sentir, porque siempre está el riesgo de verse atrapada en lo mismo: en la ratificación alegre y “sentipensante” de lo mismo:

 La profanación se hará efectiva si estás tácticas consiguen superar el estadio del entretenimiento y alcanzan el de la experiencia y el discurso. De lo contrario, corren el riesgo de verse reducidas a ofertas de servicio social, proveedoras de descansos artificiales o sucedáneos de experiencia, por tanto subsidiarias de los procesos de subjetivación producidos por la acción colonizadora de los dispositivos a profanar [13]

BIBLIOGRAFÍA.

+ Benjamin Berlanga, Fragmentos acerca del artilugio en la pedagogía del sujeto En: https://enseanzadelafilosofia.wordpress.com/2016/10/30/articulo-fragmentos-acerca-del-artilugio-en-la-pedagogia-del-sujeto/

+ Adriana Menassé en “Vivir en su luz (el significado del Tú no humano desde la filosofía de Buber)”, ubica en esta tradición filosófica el pensamiento de Buber, Rosenzwig y Levinas, principalmente, Ver en https://revistas-filologicas.unam.mx/interpretatio/index.php/in/article/view/19/46

+ Vicente Montenegro Bralic, Representación e Ilusión. El “como si” en Kant Nietzche y Derrida En Revista Pléyade 7 / Volumen IV-1 enero Junio 2011

+  Michael Theunissen, El otro. Estudios sobre la ontología social contemporánea, Fondo de Cultura, 2013, Mexico

+ Adriana Menassé, “Apuntes sobre el mal y el endurecimiento del corazón”  https://revistas-filologicas.unam.mx/acta-poetica/index.php/ap/article/view/465

+ Dante Eugenio Klocker, La significación del fenómeno amoroso en el pensamiento de Martín Heidegger, en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/idval/article/view/42402/html

Cajón de Sastre. Estudios Eidéticos, en: https://www.teseopress.com/estudios/chapter/40/

+ [1] José Tranier, “El ‘sujeto pedagógico’ en contextos de turbulencia social: algunas reflexiones en torno a modos de producción de subjetividad que se potencian y favorecen en las prácticas educativas en contextos de crisis” en: Eduardo Asalone, Lucas Misseri (comp) El giro subjetivista de la filosofía moderna, en: https://www.academia.edu/19228233/El_tiempo_como_forma_de_la_intuici%C3%B3n_Notas_sobre_la_elucidaci%C3%B3n_cr%C3%ADtica_heideggeriana

 

 

[1] Benjamin Berlanga, Fragmentos acerca del artilugio en la pedagogía del sujeto En: https://enseanzadelafilosofia.wordpress.com/2016/10/30/articulo-fragmentos-acerca-del-artilugio-en-la-pedagogia-del-sujeto/

 

[2] Adriana Menassé en “Vivir en su luz (el significado del Tú no humano desde la filosofía de Buber)”, ubica en esta tradición filosófica el pensamiento de Buber, Rosenzwig y Levinas, principalmente, Ver en https://revistas-filologicas.unam.mx/interpretatio/index.php/in/article/view/19/46

 

[3] Dante Eugenio Klocker, La significación del  fenómeno amoroso en el pensamiento de Martín Heidegger, en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/idval/article/view/42402/html

 

[4] cit

[5] Vicente Montenegro Bralic, Representación e Ilusión. El “como si” en Kant Nietzche y Derrida En Revista Pléyade 7 / Volumen IV-1 enero Junio 2011

  1. Michael Theunissen, El otro. Estudios sobre la ontología social contemporánea, Fondo de Cultura, 2013, México

[7] Adriana Menassé, “Apuntes sobre el mal y el endurecimiento del corazón”  https://revistas-filologicas.unam.mx/acta-poetica/index.php/ap/article/view/465

 

[8] Dante Eugenio Klocker, La significación del  fenómeno amoroso en el pensamiento de Martín Heidegger,  cit

 

[9]   “La imagen de cajón de sastre alude a un rincón integrado por restos de insumos y retazos de telas, que todavía no han hallado un lugar nítido en el quehacer del artesano, pero que éste decide empero no desechar, en parte porque sospecha que alguna vez podrán serle útiles, y hasta eventualmente sacarlo de un apuro. Tomado de: Estudios Eidéticos, en: https://www.teseopress.com/estudios/chapter/40/

 

[10] José Tranier, “El ‘sujeto pedagógico’ en contextos de turbulencia social: algunas reflexiones en torno a modos de producción de subjetividad que se potencian y favorecen en las prácticas educativas en contextos de crisis” en: Eduardo Asalone, Lucas Misseri (comp) El giro subjetivista de la filosofía moderna, en: https://www.academia.edu/19228233/El_tiempo_como_forma_de_la_intuici%C3%B3n_Notas_sobre_la_elucidaci%C3%B3n_cr%C3%ADtica_heideggeriana

 

[11] Benjamin Berlanga, Fragmentos del artilugio, cit

[12] José A. Sanchez, Dispositivos poéticos: disidencia y cooperación. En: https://blog.uclm.es/joseasanchez/dispositivos-poeticos-disidencia-y-cooperacion-2016/

 

[13] Cit…

 

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Libro: El Octavo Pasajero. Descargable en formato pdf

Autor: Diógenes Enrique Álvarez

Nota de presentación

En lo particular, he recorrido un sin número de veces la ruta de Gallegos en el bajo apure, he transitado una parte del río Orinoco hasta sus confluencias con el río Meta. He vivido con intensidad lo que significa la llaneridad. He visto, en San Fernando de Apure, un sinfín de veces, las piraguas, bongos y canoas llegar cargadas de pescados, de arena y los productos de las vegas del Apure.

Y También he visto llegar piraguas como en las que un día –un día cualquiera- se embarcó Asdrúbal en Ciudad Bolívar para cruzarse en el camino de La guaricha. Hoy, no traen bogas ni palanqueros para remontar las aguas río arriba, pero los mueve el infatigable comercio fluvial tal como lo vio Don Rómulo Gallegos.

Por lo tanto, no me es extraño, ni difícil escribir esta nota basada en la obra cumbre de Don Rómulo Gallegos: “Doña Barbará”. Sin lugar a duda es una de las novelas más importante de la literatura Latinoamericana e Iberoamericana, cuya primera publicación data de 1.927.

Para el autor de este ensayo, un guariqueño apasionado por las llanuras apureñas, también ha caminado por las soledades de la llanura y mirado correr las aguas de estos ríos en muchas ocasiones, por lo tanto, La devoradora de hombres y el octavo pasajero motivo de su inspiración, a partir de la lectura del capítulo III de la referida obra literaria, no le es ajeno.

El significado de un octavo pasajero y su pretensión argumentativa en la búsqueda de la palabra secreta en Doña Bárbara en un contexto impregnado de realidad y ficción devuelve la ilusión de la ternura y la inocencia. Y a la vez engendra una fuerza telúrica –destructiva- que determina la condición humana.

El octavo pasajero, Asdrúbal, es un personaje si se quiere irrelevante en la narrativa de Don Rómulo Gallegos. Desaparece físicamente cuando apenas Barbarita contaba con 15 años, sin embargo, es quien marcó en su vida huellas imborrables en el imaginario de Doña Bárbara hasta el fin de su existencia.

Este joven educado, sería el instrumento para enseñar las primeras letras a Barbarita y mostrarle la delgada línea entre civilización y barbarie. También sería quien despertó en esta mestiza, hermosa e inocente un sentimiento de amor efímero, producto del flechazo de Cupido.

Doña Bárbara (ya no más Barbarita), es fruto de la maldad. La confluencia del asesinato de Asdrúbal y la violación por tres tripulantes, hizo que su sangre mestiza se llenara de odio; en un aborrecimiento al varón y su sed de venganza se hizo infinita.

La doña, es el pasado violento, la barbarie en su máxima expresión, mujer indomable, cacica y bruja del Arauca, río de la cuenca del Orinoco, donde el caimán acecha a los pobladores en los llanos del Bajo apure venezolano.

Opuesta a la civilización, su ley no tiene límites en esas llanuras inhóspitas, llenas de creencias y mitos, doblegando voluntades de dueños de hatos, peones, autoridades, domadora de bestias salvajes; esa es Doña Bárbara: “La devoradora de hombres”.

En búsqueda de la palabra secreta en Doña Bárbara, el ensayista busca en su argumentación, la palabra secreta que permita articular sin la mera intención de encubrir contradicciones dialécticas presentes en la novela como: civilización-barbarie, amor-odio, paz-guerra, justicia-injusticia, ciudad-campo,
realidad-idealismo.

Omar Gonzalo Maluenga Torrealba
San Fernándo de Apure

Leer más en: EL OCTAVO PASAJERO_220506_053740

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Narradores gráficos rompen estereotipos del amor romántico

Por: Carlos Priego

En 2014 la editorial Harvard University publicó Unflattening, de Nick Sousanis, novela gráfica que buscó demostrar que el pensamiento en imágenes es indispensable en la educación del siglo XXI.

Más allá de la premisa de los años 70 del argentino Ariel Dorfman y el belga Armand Mattelart con que satanizaron al Pato Donald y querían demostrar cómo las tiras cómicas de Walt Disney buscaban trasmitir a sus lectores un conjunto de reglas naturales que conducían a la aceptación de ideas particulares sobre el capital, la relación de los países desarrollados con el tercer mundo, los papeles de género y otros temas importantes, hoy varios ejercicios miran a la novela gráfica y al cómic con menos desconfianza y tratan de analizar y entender esta forma de expresión como repertorio muy útil para estudiar y expresar el mundo.

El estadunidense Scott McCloud, con su trilogía publicada por Astiberri (Entender el cómic, Reinventing comics y Hacer cómics), y el español Kiko da Silva, con su escuela e ilustración en España y sus novelas publicadas por Dibbuks (FIZ, Curso de Cómic y El infierno del dibujante), son ejemplo de un intento más serio por reflexionar teóricamente el noveno arte desde su propio lenguaje.

Desde que comenzó a vivir en cavernas, el hombre se preocupó por un número finito de temas que llamaron poderosamente su atención: la vida, la muerte y el amor. La práctica de contar historias participó de manera relevante en la formación de estructuras simbólicas que cumplen la función de dar sentido y explicar a las instituciones existentes, o nos dice cómo es el mundo y cómo se espera que nos comportemos en él.

En este sentido, la concepción del amor romantizado también ha sido producto de las industrias culturales. La estructura mítica de la narración amorosa es casi siempre la misma: dos personas se enamoran, se ven separadas por diversas circunstancias (dragones, bosques encantados, monstruos) y barreras (sociales y económicas, religiosas, morales o políticas). Tras superar los obstáculos, la pareja feliz, por fin, puede vivir su amor en libertad; sin embargo, el amor romantizado ha conducido a establecer relaciones afectivas en las que el control, los celos o los sacrificios extremos toleran abusos y llevan a la incapacidad de responder de forma temprana a esas señales, lo que puede derivar en una relación violenta.

El crítico cultural estadunidense, Henry Giroux, en su prólogo para Relatos de la violencia, publicado por Akal, señala que en ningún otro momento de la historia ha sido tan urgente como en el presente desarrollar las herramientas pedagógicas necesarias para criticar las formas de violencia. Puesto que ningún tema se resiste a la capacidad camaleónica del cómic y la ilustración para abordarlo de modo elocuente, incisivo y divulgativo, enumero una serie de novelas gráficas que abordan las relaciones afectivas desde una óptica alternativa.

La estabilidad no existe

Cappucchino Commotion (Nórdica, 2019) es un trabajo de autoficción publicado por la española Rosa Navarro. Recurre a la secuencialidad, al collage y al cuaderno de viajes para trazar un mapa de su itinerario sentimental en la búsqueda (infructuosa) de la estabilidad emocional que en principio ella asoció a la vida en pareja. Para componer este diario, Navarro repasó decenas de cartas de ex novias, amigos, amigas; buceó en fotoblogs y en archivos de redes sociales con los que trazó la cartografía de su complicada epopeya. Su conclusión es que la estabilidad no llega jamás, pero que existen momentos en la vida de toda persona en los que se pueden replantear aspectos en pareja. Por cierto, el libro recibe su nombre por una escena de la película Cosas que nunca te dije, de Isabel Coixet, en la que un personaje sufre una pequeña crisis cuando en el supermercado no encuentra el helado que quiere.

Navarro no es la única historietista que se ocupa de enamoramientos. Después de varios trabajos en los que se ha preocupado por la banalización de la homosexualidad, Julie Maroh publicó en 2017 Cuerpos Sonoros (Dibbuks), álbum que retrata las relaciones de parejas no heteronormativas. Ambientado en Montreal, la francesa relata 21 cuentos en los que captura las diferentes etapas de una relación romántica: los primeros coqueteos, citas, la vida bajo el mismo techo, las rupturas. Sus historias reflejan con extraordinaria maestría que el cuerpo también es político y se aleja de los estereotipos habituales que se trasmiten en los medios. No hay duda de que Francia es el otro ámbito cultural donde se está ensayando en viñetas al más alto nivel.

Entre tantos otros ejemplos posibles podría destacar Fun Home (Reservoir Books, 2016) de Alison Bechdel. Muy probablemente sea una de las novelas gráficas más ambiciosas y originales escritas en los últimos años. Bechdel hace uso de la memoria y documentos personales, como cartas, diarios, anotaciones en fotografías o la mención de libros relacionados con la homosexualidad para contar su historia familiar. Su talento para abordar la intimidad y las bromas gana seriedad cuando se usa para describir una familia en la que los secretos de un hombre convierten a su esposa en una mujer cansada y eclipsan la creciente feminidad y homosexualidad de su hija.

Quiéreme bien (Astiberri, 2018) es una historia de maltrato. En este hábil y honesto trabajo, la escritora e ilustradora Rosalind B. Penfold documenta el paso de una exitosa mujer de negocios a esposa abusada. Con un estilo de dibujo simple e ingenuo y un tono práctico, ilustra cómo alguien seguro de sí puede ser seducido y dominado por otro. La historia comienza cuando conoce a Brian en una fiesta y, tras comenzar una relación, cayó en el horror, el consentimiento, la culpa y el perdón tras el primer golpe, seguida de un beso, la excusa del hogar y los hijos para aferrarse a él, a quien ella consideraba el hombre perfecto.

Amor y entretenimiento

En nuestra época, en que el cánon de la narrativa ha sido invadido por historias de amor con fines de entretenimiento, es muy raro que se celebre la aparición de historias sobre relaciones que se evaporan y se vuelven insalvables. Por esto es tan interesante el fenómeno que ha provocado Siete sitios sin ti (Dibbuks, 2018), magistral crónica sentimental, directamente emparentada con el cine de la Nueva Ola Francesa, que cuenta la crisis de una joven pareja que culmina en la separación, secuenciada en siete pasos. Juan Berrio invita al lector a acompañar a la protagonista en un viaje que le provoca nuevos encuentros, rencuentros y algunos recuerdos.

Es interesante mencionar las catástrofes, la sátira social y las situaciones cotidianas que el mexicano Eduardo Salles aporta con su particular mirada a las relaciones afectivas que establece una generación desbordada por la ansiedad y las redes sociales. En Descripción gráfica (Sexto Piso, 2019) el cofundador de Pictoline, a través de 72 ilustraciones, reflexiona con humor cáustico sobre el amor y otros temas que experimentan hoy los jóvenes.

Tal vez esta selección no sea de las mejores ni las más vendidas, pero sí son novelas gráficas que han generado lectura, debate, entusiasmo, discusión crítica y eco mediático.

En esta selección no se privilegia la producción de una región en particular.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/notas/2021/02/21/cultura/narradores-graficos-rompen-estereotipos-del-amor-romantico/

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Guatemala: El gran problema por no ir a párvulos

Cuando yo estudié, la división educativa para los niños era párvulos, primaria y secundaria. La primera palabra de este listado significa ‘pequeño’, ‘inocente, cándido y sin malicia’. Por eso se le daba la verdadera importancia, al usar un término tan humano, pero ahora su sustituto ‘primaria’ de alguna forma no incluye la emotividad tan necesaria en el noble trabajo de las maestras encargadas de ese básico y fundamental nivel educativo. Una causa, a mi juicio, es la actual existencia de ‘trabajadores de la educación’, porque lleva implícita además la idea de considerar a la tarea de los educadores sólo como un ‘trabajo’ y no como una vocación. Debido a esa necesaria cualidad, casi todos los adultos recuerdan con cariño a su maestra parvularia.

La actual pandemia ha sido una aún más grande tragedia para el futuro de quienes en esa etapa primera de su vida escolar no podrán recibir esas clases convertidas en juegos para preparar a la mente, a la psicomotricidad, a comenzar a alistarse inconscientemente, debido a su inocencia, para permitir a su cerebro recibir y absorber mejor los conocimientos iniciales. Las autoridades educativas guatemaltecas desde hace muchos años no pueden o no quieren entender la importancia de contar frijolitos, por dar un ejemplo simple. Se suman muchos padres de familia y maestros. Las escuelas parvularias no han aumentado con el incremento poblacional, y a las maestras ingratamente no se les acredita por trabajar en este valioso momento de la vida del educando.

Según los números oficiales del ministerio respectivo, publicados ayer por Prensa Libre, los párvulos son casi medio millón en las escuelas públicas y casi 600,000 al sumarles los de colegios privados, pero como se ignora cuántos niños entre cinco y siete años hay, tampoco se puede saber con seguridad su número verdadero y sólo se conoce la deserción escolar a causa de la mala situación económica de los padres, factor presente en los nacionales y los privados, a lo cual se une la necesidad del uso de computadoras para la educación a distancia, dicho sea de paso un requisito convertido en factor de complicación al trabajo con niños de tan corta edad, y un aumento real en los padres de familia, agitador sobre todo si hay otros hijos de diversas edades.

En números simples, cuatro de cada diez niños abandonaron las escuelas parvularias. No se puede dejar de señalar el efecto nefasto en todo el magisterio por la dirigencia sindical de alguien como Joviel Acevedo, cuya principal motivación es obtener beneficios gracias a las sucias alianzas, tácitas o financiadas, con los politiqueros de siempre, ahora convertidos en símbolos del atraso nacional. Es imposible lograr el avance donde los ciudadanos han sido educados por un magisterio del sector público muy ajeno al existente durante la ya olvidada revolución de octubre de 1944. Es necesario mencionar esta fecha, hace sólo 86 años, para permitir a los guatemaltecos de hoy comprender cómo actuaron sus abuelos, bisabuelos e incluso tatarabuelos.

En mi familia puedo contar más de una docena de maestras de primaria, pero el tema del magisterio parvulario me llega profundo. Mi madre, una querida amiga cercana a ella, así como las maestras del claustro de la escuelita, mi hermana, mi cuñada-hermana, así como sus compañeras en el claustro son parte del imaginario de los más lejanos y más cercanos. Ahora lo hace una muy querida sobrina, en condiciones distintas a causa del coronavirus. Para mí, un aula de párvulos es un lugar de niños inocentes, sonrientes, dibujando con crayones, aprendiendo a recortar, cantando canciones sencillas. Por eso cuando me entero de la trágica y obligada deserción de estos parvulitos por la negra realidad actual, me lleno de dolor, tristeza y rabia.

Fuente: https://noticiasporelmundo.com/centro-america/el-gran-problema-por-no-ir-a-parvulos-noticias-guatemala/

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Estudios: Transformación de Latinoamérica Post-Pandemia

El efecto de la pandemia en lo económico, político y social es innegable, con un impacto bastante más notorio en la región de Latinoamérica que en otras latitudes, dada la situación actual de alternancia gubernamental, enlentecimiento económico y cambios en la dinámica social. Si bien se han realizado ya varios esfuerzos por entender el impacto del COVID-19 en nuestra vida cotidiana, todos estos esfuerzos se centran en consecuencias inmediatas, tales como la evaluación del incremento en el consumo de artículos de limpieza, el incremento en el desempleo, la migración del comercio a plataformas digitales y la aceleración de la tendencia del teletrabajo.

Sin embargo, todos estos cambios son respuestas a la inmediatez, a los primeros momentos de reacción ante una emergencia como si la crisis por la pandemia fuera efectivamente un estado momentáneo de nuestra historia. Pareciera que muchas de estas acciones tienen sólo una motivación de eventualidad como si al desaparecer la pandemia, todo regresará a la normalidad. Lamentablemente, todos los organismos internacionales que se dedican a analizar la dinámica social desde un abordaje más amplio llegan a la misma conclusión.

El impacto del COVID-19 en la sociedad es permanente, y no veremos llegar ese tan esperado retorno a la normalidad. Por el contrario, cada vez más hay más evidencia que demuestra que la crisis desatada por la pandemia no hizo sino servir de catalizador para acelerar una serie de dinámicas psicosociales que ya estaban en transición. . Un ejemplo es la transformación digital. Si bien era ya una tendencia en algunos sectores empresariales, la crisis por COVID-19 obligó a sectores completos a abrazar la digitalización de la noche a la mañana.

Lo mismo se puede decir de modelos económicos basados en flujos que se consideraban fuentes de flujo infinitas, tales como el turismo. Ciudades latinoamericanas cuyas economías dependían del turista extranjero vieron desaparecer su fuente de ingresos de un día a otro sin mayor posibilidad que cerrar comercios tras más de cuatro meses de una cuarentena que parece no terminar nunca.

Pero estos son, otra vez, efectos momentáneos. La pregunta correcta es, ¿Cómo veremos en el pasado esta pandemia? Mejor dicho, qué consecuencias de esta crisis resonarán en nuestra dinámica psicosocial los próximos diez años y voltearemos a ver al COVID-19 como ese detonador de dichas realidades.

Para dar una respuesta más allá de lo efímero que resulta retratar la inmediatez, nos dimos a la tarea de diseñar una evaluación regional de estos cambios que formarán parte de nuestra realidad postpandémica. Es decir, esta realidad donde miraremos al 2020 a la distancia como el año en que se provocaron los cambios que serán ya entonces, los ejes de nuestra vida cotidiana.

Elegimos referirnos a esta época del futuro como la post-pandemia, para evitar el eufemismo mediático de “nueva normalidad” que pretende mitigar una transformación que de normal tendrá muy poco y lejos de ser una novedad, será una colección de estándares a los cuales deberemos habituarnos lo más rápido posible. SEELE Neuroscience desarrolló tres escalas de medición:

  1. Certidumbre psicosocial
  2. Sentimientos actuales frente a la pandemia
  3. Sentimientos futuros a diez años de la pandemia Estas escalas fueron estandarizadas en validez y confiabilidad para generar los reactivos finales.

Estas escalas fueron estandarizadas en validez y confiabilidad para generar los reactivos finales.

Blacksmith Research realizó la recolección de 473 respondientes repartidos en diez países de Latinoamérica y SEELE Neuroscience recolectó respuestas de 30 participantes presenciales mediante un protocolo de asociación implícita para generar un factor de corrección que permite detectar reactivos donde los participantes pudieron haber mentido o tratado de dar respuestas “correctas” o socialmente deseadas.

Techo y familia: Los dos pilares que sostienen a la región

No importa lo que pase, los latinoamericanos siempre consideraremos el hogar y la familia como los dos ejes de nuestra certidumbre. Cuando todo a nuestro alrededor parece derrumbarse, acudimos a nuestro círculo más cercano para reasegurar nuestra integridad. Esto no es necesariamente positivo si se interpreta como la contracara de nuestra incertidumbre generalizada hacia el panorama mundial.

Así, como característica fundamental de la escala de certidumbre, veremos en años venideros una reducción del círculo social a sólo nuestros cercanos. Daremos prioridad a nuestro hogar y nos sentiremos abrumados por el acontecer mundial. Las tendencias girarán en torno a la preservación de la seguridad de lo más básico y fortalecer los lazos con pequeños núcleos familiares.

En un contexto favorable, esto podría reforzar un nacionalismo dialógico; una promoción del consumo local, una revaloración del arte y deporte de casa, por encima de ofertas globales.

Observaremos un retorno al consumo local, a la tienda de barrio, a la exaltación de las raíces y un prolongado surgimiento de propuestas autóctonas, más éticas y más cercanas a la reconstrucción del orgullo nacional. Pero en una ruta desfavorable, esta misma necesidad de aseguramiento del círculo cercano podría fortalecer propuestas xenofóbicas, estigmatizar la inmigración y favorecer propuestas centralistas.

Corremos el riesgo de convertirnos en una sociedad temerosa del exterior. Podríamos ver con recelo a vecinos extranjeros y pudiéramos suscitar escenarios de segregación promovida por la misma sociedad. Ideas como promover una moneda o un tabulador de precios para nacionales y otro para extranjeros serán propuestas que circularán en las mesas de los políticos para asegurar la soberanía nacional. De ocurrir este escenario, los migrantes lo pasarían muy mal al ser víctimas indirectas de este rechazo a lo desconocido.

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En el caso de las personas que tienen una pareja y/o una familia formada, ésta se constituye como un tercer eje que entra en juego en este nuevo orden de estructura social, donde la célula mínima de certidumbre se circunscribe a cuatro paredes y sus habitantes, correlato indiscutible de lo errático que resulta el mundo exterior.

Menos complacientes, más exigentes

Uno de los cambios más notorios de la vida postpandémica será en el ánimo social. Si bien actualmente existen diferencias regionales, Latinoamérica se caracteriza por una tendencia hacia los estados psicoafectivos positivos, como son la alegría y la búsqueda de estados el bienestar general. Nos gustan las fiestas, los eventos masivos, llenamos estadios de futbol y nuestros calendarios están llenos de días de asueto donde no importa la falta de presupuesto, se aprovecha para gastar y vacacionar.

Sin embargo, en los próximos años, la energía canalizada a expresiones placenIlustración 1, medición de la certidumbre frente a diversas áreas de la vida. La escala va de cero a uno, donde cero significa “total incertidumbre” y uno significa “total certidumbre” de que dicho aspecto no cambiará dentro de 10 años a pesar de la pandemia.

Sin embargo, en los próximos años, la energía canalizada a expresiones placenteras será reorientada a un ánimo centrado en la prevención, el alejamiento de amenazas y la circunscripción de lo negativo tal como lo muestra la ilustración 2. Esto significa que desaparecerán paulatinamente estas escenas de gastos no planeados, esas salidas nocturnas espontáneas a dar una vuelta por los bares, esa condescendencia casi natural hacia la vida.

Para entender esto mejor, es importante conocer el modelo general de las emociones que clasifica las mismas en cuatro cuadrantes.

En primer lugar está el activo-positivo (AP) donde radican emociones agradables que se expresan como la felicidad y el amor. En segundo lugar está el activonegativo (AN) donde están las emociones desagradables que se expresan tales como la ira o el miedo. En un tercer cuadrante tenemos las emociones Pasivonegativas (PN), emociones desagradables pero que no requieren expresarse como son el aburrimiento o la decepción.

Finalmente están las emociones pasivo-positivas (PP) tales como la tranquilidad o la relajación, donde hay un estado emocional agradable pero que no se expresa.

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Si observamos la gráfica del análisis comparativo de los diferentes cuadrantes emocionales antes y después del COVID-19, es evidente un incremento en los cuadrantes negativos y un decremento en los positivos:

Veremos una sociedad transformada en su ánimo, con menores expresiones festivas, menor presupuesto dedicado a celebraciones, y mayores movimientos sociales de exigencia y reclamación de derechos

Las protestas sociales que presenciamos en Chile y Argentina son apenas el comienzo de una revolución de reclamación de garantías que la pandemia vino a acelerar. El impacto generará códigos de comunicación más honestos, una búsqueda por los valores detrás de las empresas y las instituciones. Se sumará a la demanda de responsabilidad social y ecológica, la responsabilidad ética.

Las empresas cambiarán su oferta disminuyendo la -hasta ahora crecientetendencia de narrativas aspiracionales. El consumidor no buscará más esas campañas que lo acerquen a sus ídolos o a estilos de vida soñados. Observaremos una migración a narrativas de conciencia, compromiso, unidad, e incluso, que capitalice el enojo del cliente.

Si hoy los mensajes buscan ganarse al cliente a través de ofrecer diferenciadores alineados a sus valores, en la vida postpandemia ganarán fuerza las estrategias de diferenciación a partir de lo que rechaza o reniega el cliente.

La industria del hartazgo generará nuevos productos y servicios de mitigación de pérdidas de energía y dinero, de reducción de interacciones innecesarias, y de justificación de la exigencia. Los datos permiten vislumbrar un futuro donde a cada cosa que nos moleste, surgirá un nicho de mercado donde los emprendedores capitalizarán esta emoción: ¿odia usted las multitudes? Surgirán empresas que le buscarán la hora y fecha en que menos gente hay en el supermercado; ¿siempre se le rompe el móvil y pierde el cargador y además casi no lo usa? Surgirá el móvil desechable con batería de un mes.

Pero todavía algo alegres y optimistas

Este cambio de ánimo social, si bien exacerbará emociones predominantemente negativas, no nos impedirá conservar el tono alegre frente a la vida. Si bien percibiremos una menor disponibilidad de energía, la canalizaremos a un sentido de esperanza de que siempre se puede hacer algo para mejorar.

Nos convertiremos en una sociedad que privilegiará los momentos de felicidad como especiales, a manera de burbujas que nos ofrecen por breves instantes esa ilusión de que todo está bien. Si bien actualmente este fenómeno ya ocurre en algunos estratos sociales, veremos con mayor frecuencia que eventos como los cumpleaños, las vacaciones, las graduaciones, los asuetos, serán auténticos momentos de relevancia donde se permitirá ser feliz sin concesiones para abrir un oasis de felicidad. Estos eventos requerirán planeación tanto social como financiera y se utilizarán como pretexto perfecto para fortalecer los lazos sociales Veremos una transformación en la materialización de estos eventos con aspectos más concretos.

Será casi obligatorio viajar en las vacaciones o dar un regalo en los cumpleaños. Incluso se instaurarán nuevas tradiciones para darle ese sentido de tangibilidad concreta, como pudiera ser, el “regalo de año nuevo” para quitarle su carácter de festividad etérea. Sumando a esto al nacionalismo que tomará fuerza, surgirán incluso eventos como “la fiesta de los originarios” donde se celebrarán las raíces prehispánicas o inmigrantes -según el país- con sus respectivos rituales de reciente creación. 

Una generación joven que tuvo que cambiar el rumbo sin aviso

Las generaciones que en 2020 recién se incorporaban al ambiente laboral son los más afectados en su perspectiva hacia el futuro. Las metas que tenían visualizadas a corto y mediano plazo fueron eliminadas de golpe.

Terminar el semestre sin ver a los amigos, graduarse frente a un monitor, y tener su primera experiencia laboral desde el hogar son hechos que marcarán a toda una generación. Por otro lado, muchos que recién comenzaban a vislumbrar un futuro tuvieron que eliminar metas que antes del COVID-19 eran sólo cuestión de tiempo.

Este impacto es -por poner un ejemplo- similar al de aquella persona que soñaba con ir a Nueva York para tomarse una foto desde lo alto de las torres gemelas antes de los acontecimientos del 9/11. En este contexto, el factor de la educación tiene mayor influencia en ajustarse a la vida postpandémica, por encima del país o incluso el género.

Los latinoamericanos nos reconciliaremos con el valor de la educación académica como un recurso para salir adelante, ahora que el COVID-19 nos demostró que salir a la calle a vender arepas no será siempre una solución ante la falta de ingresos. El encierro obligó a una generación a conocer estrategias de capitalización de sus talentos y sus aprendizajes que antes se veían sólo como beneficios intelectuales. Esto traerá una nueva ola de promotores de contenido y disolución del monotalento.

Ser bueno en una sola cosa ya no será suficiente, y las universidades se transformarán en centros de validación y reconocimiento de fortalezas, habilidades y conocimientos.

La transformación académica llegará a su punto máximo cuando los países se vean obligados a modificar radicalmente su sistema educativo, basado en cursos más breves, estructuras multiplataforma e incorporación de conocimientos técnicos.

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El mundo de la postpandemia ofrecerá un universo académico donde desde los catorce o quince años se pueda ejercer una profesión de medio tiempo, mientras se estudia para tener una segunda ocupación. Veremos universidades híbridas con horarios matutinos y vespertinos, mitad de cursos en plataforma digital y mitad de cursos presenciales.

Además, surgirán fenómenos de incorporación de la universidad en el ámbito empresarial y gubernamental.

No será raro tener empresas con su “campus intraempresa” donde los empleados trabajarán media jornada y estudiaran en el campus universitario dentro de la empresa la segunda jornada para segur formándose. Nos imaginamos una compañía que paga la mitad del sueldo con un salario monetario y la otra mitad con educación para tener empleados más competitivos que aspiren a crecer dentro de la empresa. Lo mismo podría ocurrir a nivel instituciones gubernamentales.

Rumbo a un período de adaptación complicado del que se espera lo mejor

Finalmente, la visión global del futuro destaca por reconocerse como un período adaptativo de duración incierta donde sabemos que las cosas no van a ser fáciles. Pese a ello, la percepción generalizada es que habrá una vida después del COVID-19 con la esperanza de que esto sólo es un “bache”, donde nos esperan del otro lado, cosas más agradables.

En Latinoamérica no existe todavía la noción de que los cambios de la postpandemia llegaron para quedarse. Esto nutre la esperanza de que las cosas buenas “regresarán” tarlde o temprano, lo que fungirá como acelerador del sentimiento de nostalgia de cosas que incluso ocurrieron hace algunos años y no décadas enteras como suele ser.

Veremos una disociación en la velocidad de diferentes aspectos de la vida, se acelerará lo que permita nutrir esta sensación de que dichas acciones son para “pase el bache” y se tratará de prolongar por más tiempo aquello que nos dé la sensación de que ya lo hemos rebasado. Buscaremos un retorno a actividades seguras, que permitan sentir que estamos en ese “antes” de la pandemia.A diferencia de otras latitudes como en Europa, la glamourización de la vida postpandemia no será un estándar.

No veremos esos invernaderos a la orilla del río donde los comensales se encierran para mantener la distancia social. En ese sentido, la respuesta adaptativa hacia el distanciamiento social permanente será uno de las grandes interrogantes que psicosocialmente aún no tienen respuesta; ¿cómo procurar la distancia social una cultura que acostumbra saludar de beso a desconocidos?

Será conforme avance el tiempo que crearemos un nuevo código de convivencia donde la cercanía y la lejanía dejen de ser dicótomas, pero mientras tanto, la manera en cómo lidiar con nuestra carga cultural llena de expresiones de contacto físico es uno de los conflictos que por ahora no tienen solución y detonarán toda una nueva forma de comunicarnos con ademanes, gestos y palabras que quizá, hace varios años abandonamos y ha llegado el momento de reinventarlos.

Fuente: https://www.america-retail.com/estudios/estudios-transformacion-de-latinoamerica-post-pandemia/

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La Nostalgia: Una mirada educada. Ensayo

Por: Diógenes Enrique Álvarez

Este ensayo, transita por un sendero entre la memoria, el olvido y la nostalgia. Transita lo esencial del Ser y la vitalidad con la idea de recuperar para la memoria y alejar del olvido las circunstancias del mundo de vida interior de quienes se atrevan a leer y releer los episodios atesorados como los recuerdos en esos viejos baúles y arcadas de las viejas casas maternas. Se ha nutrido de vivencias evocadas desde el recuerdo en procura de aproximar al lector a esa posibilidad de recrear sus propias nostalgias.

He utilizado la película Cinema Paradise de Giuseppe Tornatore como referencia y para el ejercicio de evocación, los elementos de la hermenéutica de la distancia para darle la necesaria comprensión del texto. Naturalmente, también he acompañado este ejercicio de los aportes de la narratología.

Todo tiene que ver con la idea de cómo el tiempo va diluyendo las circunstancias del Hombre y la manera como lo que no fue, no tiene manera de volver. La segunda década del siglo veintiuno está a punto de terminar y al igual que la primera década, va dejando circunstancias, hechos, momentos, lugares que se alojaran en la memoria y el imaginario de cada uno de nosotros. Igual pasó con el pasado siglo veinte y la memoria de sus décadas. La memoria es frágil y el tiempo tiende a desdibujar lentamente aquellos trazos que cada uno de nosotros fue construyendo a lo largo de la vida.

Algunos aspectos de la vida, esa vida, azarosa, tormentosa o sosegada y quieta, transitan el espinoso tema del olvido. No en vano, olvidar para tranquilidad del tiempo, parece una preocupación del Ser. Sin embargo, cuántos lugares o momentos no hay que están impregnados de nostalgia. Es casi imposible rastrear alguna frase o palabras al viento, pero alguien dijo que lo que uno extraña, no es el tiempo que pasó, sino aquellos lugares donde uno estuvo.

Y Hablando de lugares nos encontramos con aquellas casas viejas y casi derruidas abandonas por sus querencias y azotadas por el tiempo. Aquella casa materna de tejas y portón amplio que tantas veces nos permitió extrañar a aquellos lugares secretos de la vida interior. Aquellas paredes testigos de todas las intimidades, todos los sueños, alegrías, anhelos, suspiros, lágrimas y despedidas.

Aquellas amistades que una a una se fueron tejiendo a la luz de los encuentros de la cotidianidad, de las tardes en la plaza y las mañanas en la escuela. La complicidad infantil y la temeridad adolescente fueron desplazándose tenuemente hacia el olvido, hasta que algo lo trae de la memoria y lo rescata del olvido.

Hoy me ha tocado vivir un episodio de nostalgia que ha creado una sensación casi indescriptible. Asociar cada evento con un hito del pasado; rememorar, no el tiempo ido, sino aquellos lugares que aún se mantiene en pie, en la memoria, a salvo del olvido. No es posible evitar las sensaciones, ellas van dejando una estela de haber vivido y de traer de vuelta lo que fue y no podrá ser.

Caminar por las calles del pueblo, entre el umbral de la medianoche y el amanecer es una imagen realmente nostálgica; el silencio cómplice va dejando atrás la huella sonora de unos pasos lentos y tímidos. Ver en el horizonte siluetas que los faroles van dibujando en un lienzo imaginario que se desvanece con la suave brisa en un continuo ir y venir.

También la nostalgia es ese dolor que se siente cuando en retrospectiva uno ve, como en una secuencia fotográfica aquellos amores que se perdieron por miedo o timidez. Es ese dolor que hace de la fidelidad el motivo más puro de amor.

El poeta Jorge Luis Borges, decía que cuando uno se encuentra con una persona equivale a una despedida posible, ya que uno puede no verla más. Es decir, que estamos diciéndole adiós a las personas y a las cosas, a los lugares, a los rincones, continuamente. Y esto no lo sabemos o nos negamos a aceptarlo.

Por eso cada instante que se acaricie a alguien con la mirada, se toque los labios o recorra desde la frente hasta la mejilla con los dedos a alguien, hay una despedida posible y no es justo que lo ignoremos, pero lo hacemos. Por eso digo que cada instante al lado de las querencias y de los afectos que reposan en ese altar, es como soñar. Y si es así, siempre hay que rogar para no despertar.

Es nostalgia aquellos besos robados y discretamente consentidos, aquel roce de labios almibarados, tan fugaces como las miradas que escrutaban los encuentros furtivos, aquellas manos sudorosas que no daban tregua a los nervios.

Pues bien, después de tres décadas he vuelto a mirar Cinema Paradise, una película franco-italiana del género melodramático, estrenada en 1988, cuyo guion y dirección corresponde a Giuseppe Tornatore, y probablemente tuve la oportunidad de verla en algún cine de mi pueblo natal alrededor de los años noventa.

La primera versión que tuve la oportunidad de mirar era una versión con una duración de 1:58:01, entiendo que es la más corta, y por los cortes que de alguna manera dejaban sin conexión aparente ciertos episodios, deduzco que tuvo razones relacionadas con mejorar su impacto en el público.

Luego, gracias a la era digital he visto una versión que se corresponde con el original, con una duración de 2:53:32, cuya secuencia inevitablemente permite profundizar aún más en el alcance del largometraje. Este drama retrata no solo, una Italia de la postguerra, sino que desnuda un mundo lleno de matices románticas.

El argumento que se va tejiendo se ambienta en Roma, en los años ochenta; trata de un famoso director italiano, Salvatore Di Vita, quien luego cambia su nombre, vuelve a su casa bien entrada la noche, y su novia del momento, dormitada en su cama le dice que su madre llamó para decirle que alguien llamado Alfredo ha muerto.

Salvatore no ha estado en su pueblo natal de Giancaldo, Sicilia, en treinta años. Mientras su novia le pregunta quién es Alfredo, Salvatore reconstruye cada episodio de su vida. Como en un guion cinematográfico, comenzó a empalmar una película.

Y las imágenes que recalan en su mente, parte de los aciagos años después de la Segunda Guerra Mundial. Salvatore, de seis años, es el hijo travieso e inteligente de una viuda de guerra. Apodado Totó, descubre su amor por las películas y pasa cada momento libre en el cine local Cinema Paradiso. Aunque empiezan inicialmente en términos tensos, desarrolla una amistad con el proyeccionista, Alfredo, quien se convierte en su figura paterna y a menudo le permite ver películas desde la cabina de proyección.

Durante los espectáculos, el público abuchea cuando faltan partes de las películas, aquellas escenas románticas donde los personajes se besan. El sacerdote local había ordenado que estas secciones fueran censuradas, y las escenas cortadas se apilan en el piso de la sala de proyección. Al principio, Alfredo considera a Totó como una plaga, pero finalmente enseña a Salvatore a operar el proyector.

El montaje termina cuando el cine se incendia mientras Alfredo proyectaba Los bomberos de Viggiù, en la pared de una casa cercana. Salvatore salva la vida de Alfredo, pero no antes de que un carrete explote en la cara de Alfredo, dejándolo permanentemente ciego. El Cinema Paradiso es reconstruido por un ciudadano, Ciccio, quien invierte sus ganancias obtenidas en la lotería. Salvatore, todavía un niño, es contratado como el nuevo proyeccionista, ya que él es la única persona que sabe cómo manejar las máquinas.

Alrededor de una década más tarde, Salvatore, ahora en la escuela secundaria, sigue operando el proyector en el «Nuovo Cinema Paradiso». Su relación con el ciego Alfredo se ha fortalecido, y Salvatore a menudo busca ayuda, consejos que a menudo Alfredo dispensa citando películas clásicas. Salvatore ha estado experimentando con el cine, usando una cámara de cine en casa filma y conoce a Elena, hija de un banquero rico. Salvatore persigue y gana el corazón de Elena, sólo para perderla debido a la desaprobación de su padre.

Mientras Elena y su familia se mudan, Salvatore abandona la ciudad para ir al servicio militar obligatorio. Con la ilusión de que serían solo diez días, por una excedencia prometida por ser huérfano de guerra. Sus intentos por escribirle a Elena son infructuosos, sus cartas se devuelven como no entregadas. Luego de un año llega la excedencia y lo que era ya no parece ser. Y Los lugares ya parecen extraños.

Al regresar del ejército, Alfredo insta a Salvatore a dejar Giancaldo permanentemente, aconsejando que el pueblo le es muy pequeño para que pueda encontrar sus sueños. Por otra parte, el anciano le dice, una vez que se vaya, debe perseguir su destino con todo corazón, sin mirar atrás y nunca volver, ni siquiera a visitarlo; Nunca debe ceder a la nostalgia o incluso escribir o pensar en ellos. Se abrazan con lágrimas, y Salvatore abandona la ciudad para seguir su futuro, como cineasta.

Salvatore ha obedecido a Alfredo, pero regresa a casa para asistir al funeral. Aunque la ciudad ha cambiado mucho, ahora entiende por qué Alfredo pensó que era importante que se fuera. La viuda de Alfredo le dice que el viejo siguió los éxitos de Salvatore con orgullo, y le dejó algo: un carrete de película sin etiqueta y el viejo taburete que Salvatore usaba para operar el proyector. Salvatore se entera de que Cinema Paradiso va a ser demolido para dar paso a un estacionamiento. En el funeral, reconoce los rostros de muchas personas que asistieron al cine cuando era el proyeccionista.

Al regresar a Roma, Salvatore, mira uno de los dos regalos que ha dejado para él. Un carrete de cine y descubre un montaje muy especial. Contiene todas las escenas románticas que el padre Adelfio había ordenado cortar de las películas. Eran aquellos carretes que le había prometido que le regalaría cuando era un niño; Alfredo había empalmado las secuencias hasta formar una sola película.

Visto así, podemos releer la trascendencia de la nostalgia que Nuovo Cinema Paradiso evoca y mirar con otra perspectiva la manera como se conecta con un nuevo espectador marcado por la distancia. Esto es una interpretación a la distancia, entre aquella primera lectura y esta otra.

En Salvatore, y sus tres momentos, de niño, de adolescente y de adulto hay tres estaciones nostálgicas: El primero tiene que ver con el mundo mágico que él creo a través de las imágenes que lo rodean, también con del imaginario en torno a manera de conectar lo real con la ficción. Un segundo Totó, adolecentes, conectado con su maestro y la realidad, esa realidad que lo lleva a las grandes decisiones. Salvatore adulto, en un viaje retrospectivo hace las paces con su pasado con lágrimas en los ojos

En Alfredo, concurren tres momentos: Un primer momento visto desde la figura de maestro, la profundidad de sus lecciones metafóricas. Un momento transicional mostrado a través de una línea de tiempo entre el cine mudo los adelantos tecnológicos y la muerte del cine como centro de la vida social y finalmente, la ceguera, como metáfora que impulsa a su joven discípulo. ¡No vuelvas jamás y no me visites Tú estás más ciego que yo, expresa Alfredo.

En Elena adulta, encontramos que no hay vuelta atrás. El tiempo hizo su trabajo. Entre la memoria y el olvido, se impuso el olvido y la memoria se reduce a tenues recuerdos de un amor que realmente no murió allí.

En cinema paradiso, la imagen que detona todo un océano de nostalgia allá y aquí se resume en la implosión de las paredes del viejo y derruido cinema paradiso. Al caer, cayó lo que realmente produce nostalgia, esta vez, no el tiempo, sino los lugares. Terminamos extrañando los lugares y desde allí toda esa sensación extraña de vacío existencial.

Si nostalgia es la consecuencia de la suma de dos vocablos: nostos, que puede traducirse como regreso, y algos, que es sinónimo de dolor. Esa será la nostalgia que se produce cuando ya los lugares no existen y la memoria no le da tregua al olvido.

Fuente: El autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

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ESPECIAL: Niños de América Latina expresan con dibujos su apoyo al pueblo chino por el coronavirus

América Latina y El Caribe/16-02-2020/Autor(a) y Fuente: spanish.xinhuanet.com

Con dibujos y mensajes de ánimo, niños, niñas y adolescentes de América Latina y el Caribe expresaron su apoyo al pueblo chino en su lucha contra el nuevo coronavirus (Covid-19).

A los pequeños sólo les bastó papel y lápices de colores para plasmar un mensaje de consuelo, de apoyo, de solidaridad para la población que está sufriendo por la epidemia que surgió en la ciudad china de Wuhan, capital de la provincia central de Hubei.

«Animo China», «China tú sí puedes» y «Todos unidos en la lucha contra el coronavirus» son algunas de las expresiones de los niños y niñas que a través de sus dibujos buscan dar un poco de consuelo a los chinos.

Niños y niñas de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Honduras, México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela enviaron sus mensajes a través de las redes sociales.

Luca Vittori, un niño argentino de 11 años, dibujó a un equipo de médicos y como mensaje escribió «Nuestros verdaderos superhéroes», rindiendo de esta forma un homenaje a quienes están ayudando a los enfermos por el virus.

Desde la ciudad de Buenos Aires, Argentina, el pequeño dijo que se inspiró en una foto que vio publicada en los medios de comunicación, donde un grupo de médicos se preparaba para realizar su trabajo.

Angie, una niña boliviana de cinco años, decidió mandar a los niños y niñas de China muchos corazones en apoyo por lo que están pasando.

Triste por lo que ve en las noticias sobre la epidemia, Angie puso en su dibujo también a las personas que salen de los hospitales tras su recuperación.

Melanie Wendy, una pequeña brasileña de nueve años, escribió en portugués «Todos juntos en la lucha contra el coronavirus» en su dibujo.

Desde la ciudad de Sao Paulo, Brasil, Melanie plasmó el sentimiento de muchos niños y niñas del mundo, quienes preocupados por el virus hacen notar que entre todos está la solución.

Emilia Paz, una niña chilena de ocho años, dibujó a una «superniña» que combate el coronavirus, epidemia que mantiene en cuarentena a millones de personas en China para evitar su expansión.

«Desde colombia los apoyamos en este difícil momento por el que atraviesa China», escribió en su mensaje Ana Sophia, de 11 años.

Con las banderas de China y Colombia en sus manos, la pequeña Ana mandó todo su apoyo y solidaridad al pueblo chino.

Y con el dicho popular de Costa Rica: ¡Pura vida! José David Porras Méndez, de 11 años, mandó su apoyó a los niños y niñas de China que están sufriendo por el nuevo coronavirus, llamado oficialmente Covid-19 por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Desde La Habana, Cuba, Víctor Manuel, de 10 años; Jean Carlos Acosta Reyes, de seis, y Yadrián Hernández Sánchez, de 12 años, mostraron su solidaridad con el pueblo chino.

Bastó un pedazo de cartón y colores para que los cubanos dibujaran un corazón demostrando su afecto hacia los chinos y con la etiqueta #FuerzaChina darle mayor peso a su mensaje.

«#FuerzaChina ustedes saldrán adelante, nuestro corazón está con ustedes», escribió por su parte la pequeña Aillyn Iza, de 10 años, desde Quito, Ecuador.

Mientras tanto, en El Salvador, los hermanos Castellano: Valeria de 13 años y Javier de 11, dibujaron un corazón, un oso panda y un pajarito, acompañados de la leyenda «China tú puedes».

Valeria expresó su confianza en que el pueblo chino saldrá adelante: «Cómo siempre lo saben hacer».

Giselle Alvarez, una pequeña hondureña de ocho años, tomó sus lápices de colores y dibujó a un niño chino con cubrebocas, un implemento que ha ayudado a evitar contagios.

«China tú puedes, eres invencible y genial. Puedes vencer al virus y ser valiente», escribió desde la Ciudad de México la niña Shanti Itzé, de siete años, quien sonriendo espera que esta epidemia pase pronto.

Con apenas cinco años, el pequeño panameño Mateo Valenzuela dibujó la bandera de China rodeada de corazones en solidaridad con aquella región que está sufriendo por el nuevo coronavirus.

Lorenzo, un adolescente peruano de 14 años, aprovechó los beneficios de la tecnología para escribir en mandarín su apoyo al pueblo chino por el coronavirus detectado a finales del año pasado en la ciudad de Wuhan.

En tanto, Filippa, una niña uruguaya de cinco años, se dibujó ella con un oso panda tomado de la mano debajo de un arcoíris en apoyo a los niños y niñas de China.

Desde su casa en Montevideo, Filippa dice que está enterada del virus y confía que China saldrá adelante, pues tiene pensado un día viajar y conocer el país, tener mucho amigos chinos para ir con su animal favorito: el oso panda.

Las niñas venezolanas Asly de 12 años, Catiana de nueve y Kenyerli de nueve años sacaron a relucir su imaginación y conocimientos para plasmar en papel sus sentimientos hacia el país asiático.

Dibujaron un mundo con los niños unidos, un corazón con la bandera de China, entremezclados con los mensajes de apoyo como «Viva China», «China tú puedes» y #FuerzaChina».

Es así como niños de América Latina y el Caribe expresaron su solidaridad hacia el pueblo chino en medio de la epidemia que mantiene en alerta al mundo entero.

CHILE-SANTIAGO-CHINA-NUEVO CORONAVIRUS-APOYO

SANTIAGO, 12 febrero, 2020 (Xinhua) — Danna Suárez, de 5 años, realiza un dibujo en apoyo a la lucha de China contra la neumonía causada por el nuevo coronavirus, en Santiago, capital de Chile, el 10 de febrero de 2020. (Xinhua/Mario Dávila/AGENCIAUNO)

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SANTIAGO, 12 febrero, 2020 (Xinhua) — Danna Suárez, de 5 años, muestra un dibujo que ella elaboró en apoyo a la lucha de China contra el nuevo coronavirus, en Santiago, capital de Chile, el 10 de febrero de 2020. (Xinhua/Mario Dávila/AGENCIAUNO)

CHILE-SANTIAGO-CHINA-NUEVO CORONAVIRUS-APOYO

SANTIAGO, 12 febrero, 2020 (Xinhua) — Danna Suárez, de 5 años, muestra un dibujo que ella elaboró en apoyo a la lucha de China contra el nuevo coronavirus, en Santiago, capital de Chile, el 10 de febrero de 2020. (Xinhua/Mario Dávila/AGENCIAUNO)

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SANTIAGO, 12 febrero, 2020 (Xinhua) — Danna Suárez, de 5 años, muestra un dibujo que ella elaboró en apoyo a la lucha de China contra el nuevo coronavirus, en Santiago, capital de Chile, el 10 de febrero de 2020. (Xinhua/Mario Dávila/AGENCIAUNO)

CHILE-SANTIAGO-CHINA-NUEVO CORONAVIRUS-APOYO

SANTIAGO, 12 febrero, 2020 (Xinhua) — Danna Suárez, de 5 años, muestra un dibujo que ella elaboró en apoyo a la lucha de China contra el nuevo coronavirus, en Santiago, capital de Chile, el 10 de febrero de 2020. (Xinhua/Mario Dávila/AGENCIAUNO)

ECUADOR-QUITO-CHINA-NUEVO CORONAVIRUS-APOYO

QUITO, 11 febrero, 2020 (Xinhua) — Aillyn Iza, de 10 años, sostiene un dibujo que ella realizó con el mensaje «Fuerza China ustedes saldrán adelante, nuestro corazón está con ustedes», en solidaridad con China en su lucha contra el coronavirus, en Quito, capital de Ecuador, el 8 de febrero de 2020. (Xinhua/Santiago Armas)

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QUITO, 11 febrero, 2020 (Xinhua) — Imagen del 8 de febrero de 2020 del dibujo que elaboró Aillyn Iza, de 10 años, con el mensaje «Fuerza China ustedes saldrán adelante, nuestro corazón está con ustedes», en solidaridad con China en su lucha contra el coronavirus, en Quito, capital de Ecuador. (Xinhua/Santiago Armas)

ECUADOR-QUITO-CHINA-NUEVO CORONAVIRUS-APOYO

QUITO, 11 febrero, 2020 (Xinhua) — Aillyn Iza, de 10 años, realiza un dibujo con el mensaje «Fuerza China ustedes saldrán adelante, nuestro corazón está con ustedes», en solidaridad con China en su lucha contra el coronavirus, en Quito, capital de Ecuador, el 8 de febrero de 2020. (Xinhua/Santiago Armas)

 

CUBA-HABANA-CHINA-NUEVO CORONAVIRUS-APOYO

LA HABANA, 10 febrero, 2020 (Xinhua) — Imagen del 8 de febrero de 2020 de un dibujo hecho por los niños Víctor Manuel, de 10 años, Jean Carlos Acosta Reyes, de 6 años, y Yadrián Hernández Sánchez, de 12 años, para su mostrar apoyo y solidaridad al pueblo de China, en La Habana, Cuba. (Xinhua/Joaquín Hernández)

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LA HABANA, 10 febrero, 2020 (Xinhua) — Los hermanos Víctor Manuel (i), de 10 años, y Jean Carlos Acosta Reyes (d), de 6 años, sostienen su dibujo hecho por ellos para mostrar su apoyo y solidaridad al pueblo de China, en La Habana, Cuba, el 8 de febrero de 2020. (Xinhua/Joaquín Hernández)

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LA HABANA, 10 febrero, 2020 (Xinhua) — Yadrián Hernández Sánchez, de 12 años, sostiene su dibujo hecho para mostrar su apoyo y solidaridad al pueblo de China, en La Habana, Cuba, el 8 de febrero de 2020. (Xinhua/Joaquín Hernández)

 

BRASIL-SAO PAULO-CHINA-NUEVO CORONAVIRUS-APOYO

SAO PAULO, 9 febrero, 2020 (Xinhua) — Melanie Wendy, una niña brasileña de 9 años, sostiene su dibujo en apoyo a la lucha de China contra la neumonía causada por el nuevo coronavirus, en Sao Paulo, Brasil, el 7 de febrero de 2020. (Xinhua/Rahel Patrasso)

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SAO PAULO, 9 febrero, 2020 (Xinhua) — Melanie Wendy, una niña brasileña de 9 años, sostiene su dibujo en apoyo a la lucha de China contra la neumonía causada por el nuevo coronavirus, en Sao Paulo, Brasil, el 7 de febrero de 2020. (Xinhua/Rahel Patrasso)

BRASIL-SAO PAULO-CHINA-NUEVO CORONAVIRUS-APOYO

SAO PAULO, 9 febrero, 2020 (Xinhua) — Melanie Wendy, una niña brasileña de 9 años, sostiene su dibujo en apoyo a la lucha de China contra la neumonía causada por el nuevo coronavirus, en Sao Paulo, Brasil, el 7 de febrero de 2020. (Xinhua/Rahel Patrasso)

Fuente e Imagen: http://spanish.xinhuanet.com/2020-02/13/c_138778400_4.htm

 

 

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