Por: Laura Peraita
Paloma Frial, presidenta de VIDALIM, explica cómo prevenir la carencia de este ácido graso tan necesario para tener una buena salud
Las propiedades del omega 3 han sido reconocidas por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que apunta que una ingesta mínima de 250 miligramos diarios de DHA contribuye a mantener el funcionamiento normal del cerebro, la vista y el corazón.
Paloma Frial, presidenta de VIDALIM, señala que el omega 3 es un ácido graso esencial que nuestro cuerpo no produce por sí solo de manera eficiente ni en las cantidades que necesitamos diariamente, por lo que es necesario ingerirlo a través de la alimentación en general y, en concreto, de fuentes marinas como el pescado, el aceite de pescado o el aceite de microalgas.
«Los ácidos grasos poliinsaturados de la familia de los omega 3, especialmente el ácido docosahexaenoico (DHA) y el ácido eicosapentaenoico (EPA), son componentes esenciales en muchos aspectos de la salud, incluyendo el desarrollo del feto en las mujeres embarazadas, la función cerebral y de la vista, la salud cardiovascular y la inmunidad. Además, estos ácidos grasos tienen efecto antiinflamatorio, disminuyendo el riesgo de sufrir enfermedades crónicas asociadas a la inflamación silenciosa como son la diabetes, la obesidad o el deterioro cognitivo, entre otras. Por ello, son nutrientes fundamentales para todas las etapas de la vida.
¿Qué importancia tiene en los niños?
Muchos estudios científicos sugieren que los complementos de omega 3 ofrecen diversos beneficios para la salud de los más pequeños, como son mejorar los síntomas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Además, las evidencias actuales sugieren que su consumo, concretamente DHA, puede mejorar el rendimiento cognitivo relacionado con el aprendizaje, la memoria y la velocidad de realización de tareas cognitivas en niños en edad escolar y refuerza el sistema inmune. Por lo tanto, es esencial en el desarrollo cognitivo en la infancia. La suplementación con DHA, ayuda de forma segura y eficaz a los niños a mejorar su rendimiento y desarrollo cognitivo, siempre que se empleen complementos de omega 3 de calidad.
¿Cómo se sabe si los más pequeños tienen los niveles correctos?
Hay algunos signos observables como son: piel seca, cabello débil, uñas frágiles, problemas de sueño, falta de concentración, cansancio, etc. Aunque lo recomendable es realizar un análisis clínico que nos indique con exactitud el estado de salud del niño.
¿Qué alimentos favorecen el incremento de este ácido graso?
Se encuentran en pescados con un elevado contenido de grasa, como el atún, jurel o salmón, entre otros. Pero estos pueden contener multitud de contaminantes, especialmente metales pesados como el mercurio. Por estos motivos, se han venido desarrollando nuevas estrategias para la obtención de nuevas fuentes de omega 3 más sostenibles con los recursos marinos, como son el uso de aceites de microalgas marinas.
¿En qué momento habría que dárselo de forma adicional a la alimentación, como suplemento?
Los complementos de omega 3 se pueden consumir en cualquier momento del día, la única recomendación que existe es hacerlo durante la ingesta de alguna comida. En el mercado también hay sobres monodosis con aceite de oliva virgen extra que están diseñados para añadirlos a la comida y, de este modo, evitar el rechazo de los niños a las pastillas.
¿A partir de qué edad pueden tomarlo como complemento alimenticio?
Se recomienda un consumo diario de 250mg de DHA para niños a partir de los 3 años.
Y los adolescentes, ¿suelen tener carencias? ¿Cuáles son los síntomas más destacables que nos pueden hacer sospechar de esta carencia?
Según el informe de Consumo Alimentario en España (MAPA, 2020), se viene observando en estos últimos años una disminución en el consumo de productos pesqueros. Además, el mayor consumo de estos productos se produce en personas mayores de 35 años. Por lo tanto, es muy posible que la frecuencia de consumo de pescado en los adolescentes esté por debajo de la recomendada por la EFSA de 3-4 raciones de pescado a la semana. Por ello, podría ser necesario suplementar la dieta de nuestros adolescentes con complementos alimenticos de omega 3.
Estudios recientes demuestran que su carencia en la adolescencia provoca ansiedad y disminuye las funciones cognitivas en la edad adulta. Afecta a las regiones cerebrales implicadas en el razonamiento y la regulación de las emociones, aunque sus efectos pueden corregirse con el tratamiento adecuado.
Fuente de la información e imagen: https://www.abc.es