SEP: Alcances del nuevo plan de estudio 2022

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

«¿Dónde están las maestras y los maestros en el orden de las necesidades de aprendizaje, en términos de su desarrollo profesional y en el ejercicio de sus derechos en materia de formación continua?»

El plan de estudio de la Educación Básica 2022 (SEP), sin programas específicos aún, que fue presentado el pasado 16 de agosto, tiene la siguiente estructura de contenidos (los llamados cuatro elementos):

I. Integración curricular: Expresada en los campos formativos-ejes articuladores, los cuales establecen los contenidos fundamentales de estudio; los propósitos de formación general (expresados en el “perfil de egreso”); y los contenidos educativos específicos que se desarrollarán en los programas de estudio.

Los diseñadores de la SEP señalan además lo siguiente: “La integración curricular articula el trabajo interdisciplinario, la problematización de la realidad y la elaboración de proyectos. Con ello se atiende la demanda histórica de promover una formación integral, así como situar los procesos formativos en los contextos en los que aprenden las y los estudiantes, y enseñan las profesoras y profesores…”.

“Una de las críticas que históricamente se ha hecho al proceso de formación de la educación preescolar, primaria y secundaria es el ´encapsulamiento del aprendizaje´ que delimita el conocimiento en un contenido descriptivo, clasificatorio y, por tanto, que no puede llevarse a la vida concreta de las niñas, niños y adolescentes.”

II. Autonomía profesional del magisterio: “Para contextualizar los contenidos de los programas de estudio de acuerdo con la realidad social, territorial, cultural y educativa de las y los estudiantes.”

III. La comunidad como el núcleo integrador de los procesos de enseñanza y aprendizaje, así como la relación de la escuela con la sociedad, (noción de centro de aprendizaje comunitario en el que construyen y convergen saberes, se intercambian valores, normas y culturas y formas de convivencia en la comunidad y en la Nación).

IV. El derecho humano a la educación de las y los estudiantes en tanto sujetos de la educación, al mismo tiempo que son la prioridad del Sistema Educativo Nacional.

Comparto seis comentarios breves y genéricos sobre estos elementos, a reserva de retomar algunas líneas finas de análisis en el futuro cercano:

1. Una de las cuestiones que se discuten con rigor académico en las experiencias de evaluaciones de programas educativos y su consecuente proyecto de transformación curricular, en diferentes partes del mundo (pongo como referentes los casos de España y Chile), es la preocupación no tanto por la integración curricular, sino por la desarticulación curricular y la cantidad excesiva de contenidos de enseñanza y aprendizaje que se seleccionan, aparte de la discusión sobre la pertinencia y oportunidad de los mismos.

¿Cuál es la diferencia, en cuanto a la cantidad de unidades didácticas y de contenido que están previstas en el nuevo plan, en contraste con el plan anterior de 2017? ¿Podría hacerse este desglose de manera específica para preescolar, primaria y secundaria? ¿O eso sólo se podrá contestar después de llevar a cabo el “codiseño curricular”?

Entiendo que el problema del “encapsulamiento de los aprendizajes” es diferente a la necesidad de concretar los procesos didácticos, de enseñanza y aprendizaje, en unidades temáticas específicas. Ésta es, sin duda, una cuestión que no puede evitar ni soslayar la/el docente.

Así mismo, se requiere discutir a fondo el concepto que tienen las/los diseñadores del plan acerca del aprendizaje:

“El aprendizaje no es un hecho que reside en la mente de las y los estudiantes, ni un proceso individual, sino que es una acción que se ejerce en relación con otras personas, en contextos específicos y mediante el uso de diversos objetos y símbolos culturales.”

¿La lógica del plan no admite la dialéctica y vinculación entre los procesos intra e intersubjetivos durante los procesos de aprendizaje?

El análisis de la cantidad de los contenidos seleccionados deberá estar a la par de una reflexión acerca de la calidad, pertinencia y relevancia de los mismos. Y todo ello en función de la discusión sobre el concepto de aprendizajes escolares que se tenga. ¿Cómo se ha sorteado ese proceso analítico? ¿Se ha hecho ese ejercicio; hay resultados o esto se va a discutir durante el estudio piloto previsto?

2. Una segunda reflexión está centrada en la discusión acerca de cómo llevar a cabo los procesos de enseñanza de manera concreta (los métodos). Es cierto que existen algunas recomendaciones genéricas en torno a esta cuestión, pero hace falta entrar en detalles. Al respecto, sería interesante que se establecieran algunos criterios de orden pedagógico didácticos, en consenso con el magisterio que trabaja en aula, a efecto de que las/los docentes tengan algunas rutas de acceso y reflexión para actuar.

Asociado con lo anterior y más allá de la retórica, sugiero que profesoras y profesores construyan o reconstruyan algunos principios pedagógicos y didácticos, reconocidos por la investigación educativa actual, que fueran orientadores de la práctica educativa y pedagógica en cada subnivel escolar, es decir, una lista con definiciones y sugerencias para preescolar, otra para primaria y una más para secundaria o por fases sugeridas en el plan.

3. Por otra parte, según el boletín No. 192 de la SEP, las autoridades educativas han informado, respecto al plan de estudio, que éste iniciará “su implementación con una prueba piloto en al menos 30 escuelas por entidad federativa, durante el ciclo escolar 2022-2023″.

Algunas preguntas de orden metodológico que conviene hacer son: ¿Cuál es el contenido de la ficha metodológica y teórica del estudio piloto que se aplicará en educación básica durante el presente ciclo escolar? A estas alturas todavía hay muchas dudas ¿Cuáles serán, por ejemplo, los criterios, técnicas e instrumentos de evaluación educativa y curricular? ¿Cómo fueron diseñados el estudio y la muestra? ¿Por qué se habla de cantidades iguales de escuelas (30) por entidad o estado, por ejemplo, si no son cantidades iguales totales de escuelas en cada demarcación?

4. Tal como lo señalé en un comentario anterior: ¿Dónde están las maestras y los maestros en el orden de las necesidades de aprendizaje, en términos de su desarrollo profesional y en el ejercicio de sus derechos en materia de formación continua? ¿Cómo se llevará a cabo el complejo proceso de actualización de las figuras educativas al ponerse en operación el relevo curricular? Sabemos que ya se han trazado líneas generales acerca de esto (momento de apropiación, le llama el plan), pero aún hay dudas por despejar en el plano operativo.

5. Una pregunta de análisis y al mismo tiempo dirigida a las/los diseñadores y autoridades educativas del más alto nivel de la SEP: ¿Cuáles serán los alcances o las fronteras de la autonomía profesional del magisterio sugerida en el plan? ¿Cuáles serán los criterios que se establecerán al respecto? ¿Y quiénes serán los evaluadores y observadores de los procesos para que esa autonomía se lleve a cabo en un ámbito de libertades y de democratización del trabajo colegiado entre docentes y directivos escolares y asesores técnicos?

6. El punto sobre la reivindicación de la educación como un derecho humano fundamental está consagrado en la constitución política mexicana. Por ello, no veo razón para que su reiteración retórica forme parte de la estructura principal del marco curricular.

Acaso éstas son algunas de las líneas generales de análisis que sugiero o pongo a consideración como una eventual agenda para incorporar en los Consejos Técnicos Escolares del actual ciclo escolar. Espero que haya apertura en ello, si es que no nos gana antes la inercia burocrática y las sobre cargas administrativas.

Fuente de la información e imagen: https://www.sdpnoticias.com

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Juan Carlos Miranda Arroyo

Profesor de la Universidad Pedagógica Nacional de México, Unidad Querétaro.