Por: Luz Palomino/Docente/Periodista
El capitalismo industrial significó la construcción de un modelo de sociedad que tiene a la tecnología y la innovación tecnológica en el centro de su hacer, desarrollo y consolidación. En ese sentido, el primer debate semántico debería estar planteado alrededor del concepto de tecnología conforme la epistemología capitalista y los metarelatos que se auto postularon como alternativos. En sus formulaciones iniciales, encontramos más coincidencias que diferencias entre ellos, dado el determinismo tecnológico marxista y el humanocentrismo del socialismo soviético, lo cual llevó a algunos teóricos posmodernos como Alain Touraine a plantear que el problema central era la modernidad y la ilustración. Sin embargo, la crítica totalizante de los posmodernos, incluyendo su crítica a la ciencia y el método científico, fue deslizando peligrosamente el debate a un “no lugar propositivo”, en el contexto del desarrollo científico y tecnológico del siglo XXI. Como lo plantea Bonilla (2021) esto pareciera ocurrir por los precarios análisis que se suelen hacer sobre la relación de los paradigmas de cada una de las cuatro revoluciones industriales con el modo de producción y la construcción de argumentos de los llamados metarelatos y algunas narrativas, tanto posmodernas como descoloniales. En consecuencia, una primera dimensión del problema estaría en su precisión ontológica y epistemológica.
Un segundo problema es la escrupulosidad, respecto a desde donde se enuncia el debate. Si ya la burguesía ha abandonado su pretensión de argumentación teórica, convirtiendo la teoría en instrumentalización y justificación de su hacer, mientras la clase obrera industrial, sumida en una terrible derrota en el periodo neoliberal y el ocaso del fordismo, no atina a construir teoría actual, apelando de manera nostálgica a las certezas del pasado, tendríamos que preguntarnos, respecto al lugar de enunciación del actual debate sobre la tecnología, en sus variantes de tecnofilia y tecnofobia. Desde mi punto de vista, en la perspectiva de Bifo Berardi, el debate al respecto lo está planteando el cognitariado universitario y editorial y, eso implica una valoración desigual de la relación teoría, praxis y transformación social. En mi caso, planteo el debate desde la dimensión comunicacional pedagógica, es decir, desde la preocupación de docente universitario sobre el impacto de la transformación digital en los procesos comunicativos propios de las dinámicas de enseñanza-aprendizaje.
A finales del siglo XX, en el emerger de la tercera revolución industrial que traería consigo años después lo digital y virtual con pretensión hegemónica, McLuhan nos invitaba a comprender los medios de comunicación como extensiones del ser humano . Es decir, la comprensión del ser humano más allá de consumidor, para entenderlo no solo como productor de contenido, sino como el propio mensaje. Si el medio es el mensaje y el ser humano se convierte en su representación, el capitalismo estaría alcanzando el cometido que denunciaban Deleuze y Guattari, de convertir a la sociedad y la vida en máquinas, que se auto percibieran como tales. Si estas premisas ontológicas es imposible comprender elementos de la virtualidad como la realidad aumentada, visión inmersiva, el metaverso. Es decir, resulta limitada la comprensión de la comunicación y la educación en la era digital, sin valorar adecuadamente al capitalismo como un sistema que se consolida a partir de la deshumanización de la vida. En consecuencia, lo tecnológico digital contiene una pretensión de simplificación y superficialidad de la vida, como elemento para adaptar de manera incesante el consumo y consolidar la lógica del mercado. Por ello, los problemas que está teniendo la juventud escolar para leer un libro en profundidad, para analizar el cine crítico más allá del mundo marvel, para escribir con pretensión de sentido; el éxito de tik tok es proporcional a la merma en la audiencia potencial en la televisión, pues la brevedad dota de lo necesario desechable, donde la profundidad se convierte en sobrecarga cognitiva.
Esto se evidencia de manera desigual en la cotidianidad de las familias e individuos conforme a su origen social de clase, capital cultural y acceso para la compra de tecnología, razón por la cual considero que mucho de lo que se analiza al respecto está referido a la clase media o sectores populares con alguna capacidad de compra, obviando que aún más de una séptima parte de la población no tiene acceso siquiera a electricidad., es decir, viven una realidad paralela, para quienes este debate puede convertirse en significantes vacíos.
Conforme a lo que plantean Silverstone, Hirsch y Morley en tecnologías de la información y de la comunicación y la economía moral de la familia, encontramos que la mayoría de estudiantes de sexto grado de primaria e incluso de secundaria, en muchos de los países de Latinoamérica, que disponen en sus casas de “cachivaches tecnológicos” como consola de video juegos, televisor Smartphone, Apps de música interconectada con bocina mediante bluetooth, microondas, celulares inteligentes, cuentas en redes sociales, no tienen ni la más mínima idea de cómo funcionan. Es decir, usan “la cosa” sin preocuparse por conocer “cómo funciona la cosa”, en una muestra de idiotización del pensamiento, que muestra el triunfo de la ideología capitalista de la cuarta revolución industrial. Pero lo más grave es que muchos docentes de esos estudiantes tampoco lo saben explicar, mostrando a las instituciones escolares presenciales como obsoletas, abriendo paso a narrativas como las de Sugata Mitra sobre la escuela en la nube.
Como lo plantea Rincón en narrativas mediáticas O como se cuenta la sociedad del entretenimiento, lejos del optimismo injustificado que instauró Stalín en buena parte de la izquierda mundial, el capitalismo está hoy más fuerte que hace unas décadas, independientemente de sus crisis cíclicas de mercado, ya que ha logrado convertirnos a todos en mercancías vivas, dioses que administramos el éxito si tenemos capacidad de vendernos como mercancías entrenadas a través del entretenimiento vacío. En consecuencia, se suele desvalorar la comunicación como modo de producción de sentido social, de homogenización cultural y sin postura crítica ante la interpelación mediática, el posicionamiento estético de una razón colectiva de la integración, la empatía desprovista de distancia crítica y la subjetividad mercantil como meta.
El trabajo de Williams en tecnología y sociedad posibilita estudiar el impacto de la televisión en la comunicación y realizar análisis comparado (similitudes y diferencias) con el auge de lo digital-virtual. Mi perspectiva es que la televisión está viviendo su ocaso y estamos en una transición que pareciera apuntar por el streaming o trasmisión en vivo como sepulturero de los enlatados televisivos, en una lógica de eterno presente.
En el caso de la educación, la comunicación está soportada en taxonomías como las de Bloom, Kendal o Manzano, propias del conocimiento reproductor y la cultura evaluativa instaurada en la década de los setenta del siglo XX y estamos aún muy lejos de construir taxonomías de comunicación y trabajo pedagógico que posibiliten el desarrollo de pensamiento crítico y creativo. Sin embargo, como lo plantea Berardi, es hora de comenzar a pensar si es posible construir alternativas emancipadoras en medio de una sociedad capitalista, en proceso de construcción de hegemonía digital y virtual. Algo que solo será posible desde el movimiento social.
Bibliografías consultadas:
Alain Touraine y la historia https://www.redalyc.org/journal/673/67360464003/html/
El Metaverso: mecanismo de reproducción del sistema capitalista https://luisbonillamolina.com/2022/01/09/el-metaverso-mecanismo-de-reproduccion-del-sistema-capitalista%EF%BF%BC/
Marshall McLuhan Comprender los medios de comunicación Las extensiones del ser humano
Silverstone, Hirsch y Morley en tecnologías de la información y de la comunicación y la economía moral de la familia
Omar Rincón narrativas mediáticas o cómo se cuenta la sociedad del entretenimiento
Williams, Raymond “La tecnología y la sociedad”
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