España/08 de Mayo de 2016
Por: Javier Berché
Familias llegaban a su consulta preguntándose qué les pasaba a su hijos, por qué debían ir al psicólogo. Y se lo contaban al pediatra Javier Berché porque es con quien tenían más confianza. Lo que estos niños tenían, y tienen, es simplemente, hambre de saber, pero no siempre es fácil detectarlo. Alrededor del 1,5 % de estudiantes tiene altas capacidades intelectuales que no han sido detectadas, lo que puede acabar en frustración, fracaso escolar o incluso, depresión. El pediatra Javier Berché recibía en los años 80 a familias angustiadas y empezó a estudiar neurología y psicología. «Vi que la psicología y pedagogía tenían un problema en este país, y que el más grave era el de los superdotados», explicó Berché ayer en Valencia. El pediatra creó su primera fundación en 1986, ha escrito tres libros, y desde 2011 trabaja con la Fundación privada Javier Berché, ofreciendo detección y actividades extraescolares y complementarias a los pequeños que destacan por su talento. Ayer se puso en marcha la delegación de su fundación en Valencia, en las instalaciones de una academia cerca del campus de Tarongers, donde conversó con los padres y algunos estudiantes realizaron varias pruebas y un taller de robótica. Esta se suma a las delegaciones que ya existen en País Vasco, Asturias y las actividades que se realizan en Barcelona.
La mayoría de estos chicos y chicas se vuelcan por las áreas cientificotécnicas, no porque tengan una especial predilección, sino por el entorno, asegura el pediatra. «Hoy en día hay dominancia en áreas cientificotécnicas porque está de moda», asegura, ya que la neurona «nace para ser cualquier cosa y es el ambiente lo que influye», añade.
En las aulas, la solución pasa por cambiar los programas. «Con el sistema actual no habrá más niños superdotados, sino más aburridos», explica Berché. En su opinión, es necesaria la diversificación curricular que está funcionando en otros países como Estados Unidos, Canadá, Japón… «Aquí tenemos tres sistemas (científico, social y artes) y allí tienen 40 o 50 para escoger», apostilla.
Yaqueline Echevarría, de Petrer, afirma estar viviendo un «calvario». Su hijo de quince años tiene una gran creatividad que plasma en cuadros al óleo, se interesa por cualquier documental y por la cura del sida, entre otras cuestiones. No obstante, los resultados académicos no son buenos, lo que desde pequeño se atribuyó a un problema de conducta por el que, incluso, le llegaron a recetar medicación.
«Tiene aburrimiento total, está cansado de los deberes, las normas y cosas que no entiende», explica esta madre que está en una batalla constante para que su centro educativo reconozca las altas capacidades de su hijo, quien «solo quiere aprender de otra forma».
La otra cara es la de Luis Piqueras, un joven de Sagunt de 19 años que estudia ingeniería aeroespacial en la Universitat Politècnica de València (UPV). «Siempre desde pequeño dije que quería ser ingeniero, no futbolista», asegura este joven y buen estudiante. Le costó decidir donde cursar la carrera, pero al final eligió la UPV «por arraigo y porque me pareció una buena universidad». No obstante, reconoce estar siempre pensando cuando se va a tener que ir al extranjero, lo que ve «bastante probable». Él pide que el sistema educativo «no sea tan pasivo», orientación para que no se desaprovechen capacidades y que se intente animar «a los de abajo para que lleguen más arriba».
Fuente: http://www.levante-emv.com/comunitat-valenciana/2016/05/08/sistema-actual-habra-ninos-superdotados/1414862.html