Cuidado con el arco minero!
Aurora Lacueva
Si al sur del río Orinoco tenemos oro, diamantes, coltán y otros materiales valiosos descansando bajo tierra parece buena idea aprovecharlos, a fin de obtener divisas y crear fuentes de trabajo. Así se ha delimitado una extensa zona de esas regiones bajo el nombre de “arco minero”: son 111.800 kilómetros cuadrados, más del 12% del territorio nacional, donde el gobierno se plantea cuantificar reservas e intensificar la extracción de estos recursos, con la participación de compañías internacionales y la pequeña minería. Pero las cosas no son tan sencillas: por encima de las vetas minerales existe allí otro arco, un arco verde de biodiversidad y aguas. Son bosques donde una densa multitud de árboles cada día purifica la atmósfera limpiándola de gases invernadero, y donde conviven una variada gama de seres vivos: helechos, musgos, hongos, aves, mamíferos, ranas, reptiles, arañas, mariposas… Los ríos circulan por el territorio tejiendo sus redes, que sustentan tal abundancia de flora y fauna. Durante miles de años, diversas poblaciones indígenas han desarrollado sus culturas en esos exuberantes pero delicados ecosistemas.
La entrada en ellos “a lo grande” de la minería nos puede hacer perder una riqueza muchísimo más valiosa que la que esa actividad es capaz de generar. Y eso pensando en términos estrictamente económicos, sumando dólar a dólar, mucho más si consideramos que cuidar los bosques es requisito para la sobrevivencia de la humanidad. Los planes gubernamentales hablan de minería “sostenible”, respetuosa del ambiente, pero ¿es eso posible con las tecnologías existentes? En el caso del oro, por ejemplo, se trabaja principalmente “a cielo abierto”: deforestando extensas superficies, dinamitando rocas y lavando con cianuro el mineral. Se trata de una de las actividades humanas más destructoras de la naturaleza.
Creemos que el presidente Maduro debe reunirse con personas conocedoras del tema ambiental para confrontar visiones y alternativas. El asunto lo merece. Pueden ser aceptables algunos proyectos a menor escala, bien supervisados, en las zonas menos frágiles y ya intervenidas de estos irreemplazables hábitats. Ni la destrucción caótica de la minería ilegal ni la ordenada del “arco minero” son positivas.