Neurociudad: El Reloj Biológico

Neurociudad: El Reloj Biológico

Oscar Fernández

La percepción del tiempo externo se cruza con la percepción del tiempo interno, y esto puede o no generarnos confusión. El reloj biológico o también llamado ritmo circadiano, acopla nuestro cuerpo a un ritmo de funcionamiento diario. De allí que desarrollemos hábitos para dormir, para hacer nuestras necesidades fisiológicas, para comer, incluso para tener nuestras relaciones sexuales. Hay quien dice que el hombre es un ser de costumbres. Y es que si nos percatamos de la existencia de estos ritmos internos podremos cruzarlos armónicamente con los ritmos externos de otras personas e incluso con el ritmo del planeta. Pero si por el contrario somos arrítmicos en nuestra cotidianidad esto generará enfermedades físicas y síquicas en nuestro sistema corporal. Por ejemplo: sufrimos de arritmias cardiacas, sufrimos de estreñimiento, sufrimos de insomnio, no comemos sano y a demás a deshoras, y no sabemos controlar nuestras emociones. Todo esto va a generar un descontrol interno que se materializará en nuestras relaciones externas y por supuesto en nuestra salud física y mental.
La percepción de los ritmos circadianos pasa por comenzar a observar el funcionamiento de nuestro propio cuerpo. Dicho proceso de autodescubrimiento podríamos denominarlo neuroeducación de la percepción temporal. Este autoaprendizaje, pasa por identificar por ejemplo si somos Búhos o alondras , si nos alimentamos adecuadamente e incluso si tenemos control de nuestras emociones y no ellas de nosotros. Todo esto conducirá a un despertar gradual que nos permitirá percibir a través de nuestros sentidos, fenómenos presentes en la ciudad que habitualmente no identificamos porque vivimos presos en la gran MATRIX.
Si vivimos con un corazón acelerado producto del estrés, del miedo, de la desesperación, la angustia, la fatiga. Estamos siendo presas del engaño. Pues al existir de este modo no aportaremos a la humanidad nada en especial, por el contrario nos iremos enfermando gradualmente y al final cosecharemos lo que sembramos es decir; miedo, angustia, desesperación, ansiedad, fatiga, estrés, etc.
Todo depende de nosotros. Vivimos para avanzar en la vida o para ser unos continuos repetidores cual autómatas de un día a día que no cambia porque nosotros no cambiamos. La neurociudad habita en nuestro cerebro y el cómo la percibamos dependerá del cómo la asumamos. En tal sentido, la podemos asumir desordenada, convulsa, asfixiante, enloquecedoramente o todo lo contrario. El que todo el mundo camine rápido y desesperado no implica que debamos percibirlo todo así. Comencemos por identificar nuestro ritmo interno y de allí en adelante todo será más fácil. No se trata tampoco de vivir en una nube, se trata de percibir todo incluso nuestro ritmo acelerado producto no de una necesidad sino de una respuesta automática (autómata) y colectiva que nos convierte más en máquinas que en humanos. Nuestras excusas son siempre las mismas, que voy a llegar tarde al trabajo, que debo hacer muchas cosas, que el día no me alcanza, que la cola, que el estrés, etc. Pero ¿es esto siempre así?, ¿han notado que hasta en los momentos de descanso sienten la impetuosa necesidad de hacer algo?, el no pensar lleva tras de sí estas emociones que si no las sabemos percibir seguiremos siendo presos y presas de las mismas.
En la República Bolivariana de Venezuela actualmente a travesamos por una crisis política y social, generada entre otros factores por la caída brusca de los precios del petróleo. Dicha crisis ha generado mucha angustia y desesperación en cada uno de sus habitantes. A pesar de todo esto, ¿podemos mantenernos en un relativo equilibrio mental y físico? Antes de responder esta pregunta debemos responder otra. ¿El estrés y las enfermedades físicas y síquicas que se autoproducen como consecuencia del mismo, ayudan en algún sentido a resolver la crisis? Ahora si podemos intentar resolver la primera pregunta. Sí, si podemos. Sobre todo porque ninguna situación por más desagradable que sea, es eterna. Lo otro es que no se trata de hacerse el loco . No se trata de evadirnos de la realidad, pero tal vez si se trate de no aferrarnos tanto a ella. Hay veces que los problemas se resuelven solos, es decir; aparece de repente alguien que los ayuda a resolverlos o si se trata de algún problema de salud este desaparece milagrosamente. ¿Y nosotros que hemos hecho durante todo ese tiempo, más que estresarnos y enfermarnos?
La neurociudad habita en nuestra psiquis. ¿Cómo es tu neurociudad?

1 Se les denomina Búhos a aquellas personas que se acuestan tarde y se levantan tarde, y alondras a aquellas que se acuestan temprano y se levantan temprano.

2 No sería nada malo analizar un poco dicha expresión. Es decir; hacerse el loco. ¿Qué es hacerse el loco? Que significa para nuestra sociedad? Veamos primero a esas personas que en estado de demencia andan por la calle, casi desnudos y todos harapientos y a veces hasta muertos de la risa. Noten algo muy curioso: ellos no se enferman. Ustedes los ven llevando agua, sol y frío y no se enferman. ¿por qué será? Me refiero a aquellas personas que están totalmente evadidos de la realidad, de esta realidad. ¿por qué no se enferman, por qué no se estresan?, tal vez haya algún enfermo mental cuya manía sea justamente andar estresado todo el día. Tal vez ese(a) si se enferme. Pero aquel/aquella que vive en otro mundo. No se enferma. La respuesta es sencilla. Las enfermedades las generamos nosotros.

osfernandezve@hotmail.com

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