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Perú ahogado en una crisis que lleva 30 años: ¿se hace camino al andar?

Por: Aram Aharonian

El congresista Francisco Sagasti, del derechista Partido Morado, asumirá la Presidencia peruana luego que el lunes 16 el Congreso aprobara la lista para la Mesa Directiva del Parlamento que lideraba y que completan los parlamentarios Mirtha Vásquez (Frente Amplio) en la primera vicepresidencia, Luis Roel (Acción Popular) y Matilde Fernández (Somos Perú).

Sagasti Hochhausler recibió el inmediato apoyo del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA). La semana pasada la OEA no reconoció a Manuel Merino como mandatario legítimo y llamó al Tribunal Constitucional a pronunciarse. “Lo que queremos en este momento es encausar este proceso de transición y garantizarlo de la manera más adecuada, correcta y más confiable para la población”, dijo la frenteamplista Mirtha Vásquez.https://www.nodal.am/wp-content/uploads/2020/11/francisco-sagasti-peru.jpg

Limeño, ingeniero industrial y político, Sagasti es fundador y militante del Partido Morado, y se desempeñaba como presidente de la Comisión de Ciencia, Innovación y Tecnología del Parlamento. Ha ocupado importantes cargos: fue asesor del canciller Allan Wagner (1985) y fue jefe de la División de Planeamiento Estratégico y asesor principal de los Departamentos de Evaluación de Políticas y de Relaciones Externas del Banco Mundial (1987).

Ha sido docente en la Universidad del Pacífico y en la Pontificia Universidad Católica del Perú, y en el exterior en el Instituto de empresa de Madrid y la escuela de Negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania.

Hartos de estar tan hartos

La sociedad peruana ya no aguanta más la crisis económica, fiscal social sanitaria. Salió a la calle con las añejas banderas del “que se vayan todos”. ¿Y entonces, qué va a pasar en un país que tiene cinco presidentes corruptos presos y uno suicidado y que sumó tres mandatarios en una semana: Martín Vizcarra, Manuel Merino y Sagasti?

A Merino le quitaron el respaldo: Las Fuerzas Armadas aseguraron que pondrán todos su medios y capacidades “en defensa del pueblo y del Estado de Derecho”, tras lamentar el fallecimiento de los dos jóvenes y “reiteró su respaldo y defensa del pueblo y la Constitución”.

Perú vive una emergencia sanitaria y económica remarcada por la pandemia y que ha mostrado la precariedad y la informalidad en la que han vivido y viven millones de ciudadanos, y lo han convertido en el país con más alta letalidad del planeta.

A cinco meses de las elecciones generales, que deberían renovar las instituciones en ocasión del bicentenario de la independencia, con los graves problemas económicos y de salud pública que afligen a la población, parece sumamente irresponsable provocar una crisis política de esta gravedad. Todo por ambiciones e intereses personales.

Marchas iguales o mayores que las que desembocaron en la de los Cuatro Suyos en el 2000, que combinan la alegría y el desenfado con la indignación, donde jóvenes que no habían nacido o que eran muy niños entonces, marchan como veteranos de esas jornadas, con la determinación de no parar hasta la salida del impuesto gobierno de Manuel Merino y Ántero Flóres-Aráoz. No es sólo en la ciudades: los pequeños pueblos más alejados de la Amazonía y del altiplano también se están movilizando.

Y cuatro días después de haber asumido, Merino “el breve” tuvo que presentar su renuncia irrevocable al cargo, tras la dimisión de más de la mitad del gabinete de ministros y luego de una noche de manifestaciones que dejó al menos dos muertos y centenares de heridos. “Ha salido un dictadorzuelo del palacio”, dijo el destituido Martín Vizcarra .

La saga de los presidente corruptos

Hay algo para destacar: la tardía valentía de algunos medios de comunicación llamando las cosas por su nombre, definiendo como «golpe de Estado» lo que la mayoría de la prensa hegemómica y las agencias internacionales han titulado asépticamente «Vacancia del presidente Martín Vizcarra por el Congreso de Perú».

«El golpe no deja de ser golpe. (…)El hecho de que un grupo conspirador se haya apropiado del gobierno poniendo fin a 20 años de democracia, quebrando la Constitución y colocando al país nuevamente en un tránsito aciago gobernado por la codicia y la corrupción», dijo La República.

La operación tuvo un ensayo general, un intento fallido hace dos meses, usando la misma causal de «incapacidad moral permanente», repitiendo el esquema de la acción del anterior parlamento cuando destituyó al presidente anterior Pedro Pablo Kuczynski, en marzo de 2018.

Vizcarra, en una sesión de tan solo cinco horas, fue acusado de recibir sobornos y coimas del llamado Club de la Construcción –una red mafiosa para ganar licitaciones– cuando era gobernador de la sureña región de Moquegua (2011-14), pero nada ha sido probado por ningún juez o fiscal, y sólo se sostiene en las declaraciones de unos aspirantes a colaborar con la justicia, gente que con tal de salvar el pellejo declararía cualquier cosa.

De un total de 130 congresistas que votaron para destituir a Vizcarra, 68 tienen investigaciones judiciales en curso y denuncias por diversos delitos, pero ninguno de ellos ha dejado el cargo o renunciado a la inmunidad. Al contrario, este Congreso parece más un refugio sagrado que un parlamento.

Merino, un oscuro empresario ganadero del norte y conocido por obtener la condonación fiscal para sí y sus pares de Tuimbes, se sacó las ganas de ser presidente, aunque sea hasta abril próximo cuando se debieran realizar las próximas elecciones generales, aplaudido solo por congresistas. 151 jueves y 183 fiscales involucrados en actos de corrupción.

El golpe encontró un fuerte rechazo popular. El Tribunal Constitucional aún no se ha pronunciado definitivamente sobre la vacancia, pero las ceremonias de investidura ya han sido oficiadas.

Sin embargo, las manifestaciones crecientes de estos días hablan de una sociedad civil harta de políticos y empresarios corruptos. Sin duda, este nuevo eslabón es otra exhibición del desdén de las clases políticas hacia la voluntad popular, cuando las encuestas señalaban, y las movilizaciones callejeras han ratificado, que el Ejecutivo contaba con un respaldo muy superior al del Legislativo.

El gobierno entrante ha respondido con un feroz despliegue represivo a las protestas contra lo que muchos ciudadanos consideran una usurpación y una tentativa para incidir en los comicios presidenciales en seis meses, mientras Merino integraba en su gabinete a personajes tan impresentables como el genocida Antero Flores-Aráoz, ministro de Defensa durante el segundo mandato de Alan García.

Diversos factores confluyen en esta crisis que creo va más allá de lo político institucional y compromete al régimen instaurado en 1992 con el golpe de estado de Alberto Fujimori y la Constitución de 1993 que fue su producto y el marco en el cual se han regido el Estado, la economía y la sociedad en los últimos 30 años.

Pero se vino el declive del boom económico producido por los extraordinarios precios de los minerales que evidenció que lo vivido había sido una “prosperidad falaz”. Las evidencias de corrupción estimuladas por el caso Odebrecht y otros en el que estuvieron involucrados los presidentes, pero también los grupos de poder económico, dejó al desnudo la captura corrupta del Estado, que se acentuó con el gobierno de Kuczynski.

La disputa entre fracciones de los grupos de poder económico y su representación política de derecha por el control del Estado expresada entre el grupo más liberal, lobista y ligado al gran capital de Kuczynski y el más emergente, mafioso y conservador expresado por Keiko Fujimori, que implicó como hasta hoy un enfrentamiento de poderes entre el ejecutivo y el legislativo.

¿Por un gobierno popular?

Los sectores populares son los más afectados por esta crisis ya que la descomposición política, la crisis sanitaria y social, que no logran encontrar una salida en los actuales marcos políticos y económicos, continúan excluyendo a las grandes mayorías y beneficiando a los grupos de poder económico.

Hoy quedó demostrada la necesidad de garantizar la lucha contra la corrupción, fortalecer el sistema de justicia para que no haya borrón y cuenta nueva y reactivar la economía en función de las grandes mayorías, junto a la necesidad de una reforma política que democratice realmente el sistema político y lo libere de las mafias y el gran poder económico.

En la izquierda se considera que se debe avanzar hacia una refundación del país, partiendo de una reforma constitucional. Este no es solo el problema del Estado neoliberal y su modelo económico, es el fracaso del Estado fundado hace 200 años que una y otra vez ha sido reactualizado y que en esencia ha sido patrimonializado por los sectores dominantes.

Mientras, la crisis generada por las grietas del consenso construido desde 1992 se llena con discursos reaccionarios y muy conservadores. Lo que hace falta son cambios de fondo, estructurales que deben expresarse a todo nivel y deberían estar contenidos en un nuevo pacto constitucional donde el centro deben ser los derechos de las personas, y un Estado y economía al servicio de ello, señala el politólogo Álvaro Campana.

Desde los sectores populares se tiene conciencia de que antes serán necesarios otros pasos como pelear por una respuesta popular a la emergencia sanitaria y social y una reactivación económica que no repita lo ocurrido en desastres anteriores, favoreciendo solo los negocios particulares de los privados. Politizar y movilizar a la ciudadanía en este proceso es vital, que obligue a abrir un momento de transición al que Vizcarra se negó y que el actual gobierno ilegítimo también niega.

Con la pandemia ha quedad desnudo un gobierno, el de Vizcarra, en el mismo rumbo con lo cual el Perú tiene ya la misma cantidad de muertos por Covid que los que hubo en el Conflicto Armado Interno que ocupó una década. Los trabajadores, los productores agrarios, los pequeños empresarios, las mujeres y los pueblos indígenas han sido los más golpeados.

Hay una especie de piloto automático económico y un fracaso del Estado neoliberal para garantizar derechos carcomidos por la corrupción de lobbys y mafias, así como un avance importante de discursos reaccionarios y conservadores que cabalgan y crecen en la desesperación de la ciudadanía. Mientras, “los políticos” siguen abocados a las disputas de parcelas del poder y garantizar los intereses a los que representan, añade Campana.

Perú da señales de haber entrado a un proceso de reconstitución popular y de ruptura con la partidocracia que lo somete desde hace años y desde la calle se hace protagonista; una de las expresiones populares que acompañan la movilización y la lucha es el movimiento Nuevo Perú, fundado en 2017 que, hasta ahora, no ha logrado conformar una alianza más grandes sobre propuestas consensuadas y realizables para un país en crisis ¿terminal?.

Se trata de una organización en la que convergen diversos espacios de izquierda provenientes de los sectores históricos, pero también de las luchas recientes en el Perú y que participaron en las elecciones de 2016 en el marco de lo que fue el Frente Amplio y que llevó a Verónika Mendoza como candidata a la presidencia, quien ahora será candidata. para las próximas elecciones de abril de 2021, por la coalición Frente Político Juntos por el Perú.

Una gran tarea para los sectores populares es construir una gran plataforma político social y ciudadana que permita alcanzar un gobierno de mayorías y que posibilite los cambios estructurales y otra es  avanzar hacia un proceso constituyente que concluya en una nueva constitución.

Lo cierto es que se requiere de una profunda reconstrucción del Estado con una perspectiva descentralizadora y garante de los derechos de la ciudadanía, con capacidad de planificación, regulación y participación estatal en las actividades económicas estratégicas y servicios fundamentales.

El combate a la corrupción no es sólo como un asunto moral, sino la expresión sistémica de un estado puesto al servicio de intereses particulares. Se necesita una economía diversificada, con una perspectiva territorial y centrada en potenciar y mejorar las condiciones de la pequeña agricultura, las pequeñas y medianas empresas, en vincular la economía con la innovación tecnológica y la planificación ecológica.

Los sectores populares reclaman, asimismo, una reforma tributaria que permita una redistribución económica y sea la garantía del ejercicio de los derechos sociales. Deben ser respetados los derechos de los trabajadores, los productores del campo y la ciudad, los ciudadanos, los pueblos indígenas, las mujeres, la comunidad LGTBI, señalan desde las calles, caminos y carreteras del Perú..

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la) y susrysurtv.

Fuente e imagen: http://estrategia.la/2020/11/17/peru-ahogado-en-una-crisis-que-lleva-30-anos-se-hace-camino-al-andar/

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Con B(a)iden, toda cambia/nada cambia para Latinoamérica y el Caribe

Por: Aram Aharonian

Nadie tenía dudas de que nada iba a cambiar para América Latina y El Caribe si Donald Trump lograba su reelección. El triunfo de Joe Biden abrió la caja de una cantidad de interrogantes: entre ellas, si logrará asumir el mando y para qué lo asumirá. La gran ventaja que tiene ante su predecesor es que al menos sabe dónde queda su patio trasero.

El nuevo presidente recibirá enormes presiones para dar marcha atrás a muchos de los cambios radicales en temas que van desde la política exterior hasta la crisis climática. Pese a que lo intentó hasta los últimos días, Trump buscó algún logro en materia de política exterior, que incluían un acuerdo de paz para Medio Oriente, retirar las tropas de distintos países y lograr la liberación de rehenes estadounidenses que se cree se encuentran cautivos en Siria.Joe Biden alcanza los votos electorales necesarios para ser presidente de los Estados Unidos | El Economista

Pero no hay que olvidar que Biden, exvicepresidente de Barack Obama, es un anciano, incapaz ya de hablar coherentemente. Será la cara del gobierno, no quien tome las decisiones, de lo que se encargará el lobby de la élite globalista, el gran capital trasnacional, la Red Atlas y su red de think tanks de la derecha, Wall Street, el Deep State y, obviamente, el aparato armamentista-militar.

Él puede parecer tonto, pero es tan poderoso como el propio globalismo. Por suerte, Kamala Harris, la primera vicepresidenta electa de EEUU, tiene 56 años, 22 menos que el próximo presidente. Y, para cuando asuma, en enero de 2021, podrían haber muerto más de 350 mil estadounidenses debido al coronavirus.

Las relaciones con el patio trasero

Si gana Biden, habrá una aceleración de la reubicación de industrias, muchas de ellas en Latinoamérica, que queda mucho más cerca desde un punto de vista no solo geográfico sino también ideológico. Industrias en sectores como la tecnología, el almacenamiento de datos, la fabricación de material médico, e incluso energía.

Argentina, Chile y Bolivia en particular, son muy importantes porque uno de los sectores estratégicos para la economía verde norteamericana son los minerales estratégicos como el litio, y también las tierras raras, que se encuentran en Latinoamérica (y no se necesita importarlas de China), imprescindibles para el desarrollo del sector estratégico como en armamento y supercomputadores.trump

Biden cree que se debe apostar por un gran Plan Marshall para Centroamérica y generar empleo en estos países. Así mejoraría la economía… y terminaría con la inmigración ilegalLo que propone  es «rebuilt better», reconstruir mejor. No se puede  volver a lo de antes, porque el mundo ya no es ni será igual

Para el equipo económico del demócrata, a nivel de sostenibilidad, se debe basar la recuperación económica en un eje verde, apostar por infraestructuras, eficiencia energética, energías renovables, almacenamiento de energía, o sea, todos estos sectores, innovación y I+D que son absolutamente estratégicos. Y eso, que viene de la mano de las grandes trasnacionales estadounidenses, tiene un impacto en Latinoamérica, también.

Expectativas

Cuatro años después de sacudirse con la llegada de Donald Trump al poder, muchos esperan que la política estadounidense hacia América Latina volverá a dar un giro brusco, dadas las declaraciones de Biden sobre aumentar la cooperación continental en problemas que causan ese éxodo en la región, como la violencia y la pobreza, elevar la importancia de otros asuntos en la agenda hemisférica, incluidos los derechos humanos, el medioambiente y la corrupción.

Ésto pondrá a prueba el vínculo de Washington con países como México o Brasil, según expertos. Diplomáticos y ex altos funcionarios estadounidenses sostienen que sus posiciones en materia de comercio, derechos humanos, cambio climático y lucha contra la corrupción podrían resultar incómodas para algunos de los gobernantes de la región, acostumbrados a un Trump, que hacía la vista gorda.

Se teme que la posición de Biden sobre comercio, trabajo y medio ambiente, sea mucho más dura que Trump.

América latina no será una prioridad, especialmente para un presidente que enfrentará una grave emergencia económica y sanitaria. México sería el principal foco de atención debido a su larga frontera terrestre -fuente de inmigración ilegal y contrabando de drogas- y a su condición de gran socio comercial y de inversiones. Biden prometió poner fin a muchas de las políticas inmigratorias de Trump y dejar de construir el muro en la frontera mexicana. Ya veremos.

Eso conlleva sus propios riesgos. Thomas Shannon, un ex alto funcionario del Departamento de Estado, dijo: «El mayor desafío al principio quizás sea el tema de la inmigración. Hay una verdadera presión para que se reviertan las medidas sobre migración, refugiados y asilo, pero si no tienen cuidado en cómo lo hacen, podría llevar a muchos centroamericanos a decidir que éste es el momento de dirigirse al norte».

Las opiniones de Biden sobre la deforestación de la Amazonia y la promesa de “consecuencias económicas importantes” si Brasil no cumple con el plan de 20 mil millones de dólares para recuperar la selva tropical, ya molestaron a Jair Bolsonaro, émulo de Trump, quien afirmó que el electo presidente había mostrado una «clara señal de desprecio hacia la coexistencia cordial y fructífera».

En Washington midieron la respuesta: Para los asesores de Biden, la problemática del clima es muy importante y la idea es aislar a Bolsonaro y a sus socios, sobre todo considerando que  perder a su gran amigo en el norte podría ser un gran problema para un gobierno como el de Bolsonaro, que tiene todos los huevos en esa canasta.

Pero Bolsonaro no es único que se jugó por Trump. También lo hizo el colombiano ultraderechista Iván Duque, que ahora teme la reducción y/o fiscalización de los miles de millones de dólares que recibe anualmente para –supuestamente- combatir el narcotráfico y la violencia.

Desde su círculo de asesores se sostiene que en cuanto a Venezuela, al igual que con Cuba, es poco probable que un gobierno de Biden vuelva directamente a la tregua de la época de Obama; la influencia de los votantes latinos ultraderechistas en el estado clave de Florida se encargará de eso. Es más probable que se avance con pasos cautelosos para crear confianza.

Dado que los presidentes de las naciones andinas (Chile, Perú y Ecuador) dejarán su cargo durante el primer año de un nuevo presidente el pragmático (y cada vez más moderado) argentino Alberto Fernández es uno de los que pueden beneficiarse de un gobiero de Biden.

Rusia y China

El principal desafío para Biden en política exterior será la redefinición de la actitud hacia China y Rusia. El 95% de los antibióticos que se venden en EEUU, se producen en China. El 62% de todo el material médico que se usa en los hospitales del país se fabrican en China. Eso difícilmente vuelva a volver a ocurrir en un gobierno demócrata.

El mensaje histórico de que a EEUU le va mejor económicamente con los republicanos no deja de ser un mito. Nunca ha sido cierto –aunque ha sido bien vendido-  y cuando se mira históricamente, los periodos de mayor bonanza y riqueza económica en EEUU. han sido siempre bajo mandatos demócratas.Estados Unidos vs Rusia, ¿Quién es más poderoso militarmente?

George Bush padre dejó al país con el mayor déficit fiscal en la historia del país. Ocho años más tarde, Bill Clinton dejó a EE.UU. con el superávit fiscal más grande en la historia del país. Con Bush hijo, ocho años más tarde, al país termina con el mayor déficit en la historia, superando el récord de su padre.

Obama recogió la batuta y sacó a EEUU de la peor crisis económica que se vivió desde los años 1930, recupera al país y lo deja otra vez en una situación muy bien encaminada, y ha sido Trump en cuatro años el que ha llevado al país ahora a  batir todos los récords de endeudamiento público.

Cambio de paradigma

Biden propone un cambio de paradigma, un momento decisivo y disruptivo en la historia de EEUU, un cambio de modelo económico y de modelo energético. El objetivo es que para 2050 EEUU sea un país de cero emisión, carbono neutral… teniendo en cuenta que es hoy el segundo país que más contamina del mundo.

Para que eso ocurra, el cambio es disruptivo y se basa en avances tecnológicos, en innovación, en un cambio total donde EE.UU. pasa de ser parte del problema, que es hoy un país que sigue liderado por un negacionista que no escucha la evidencia científica, a tener un presidente que impulsa toda la recuperación económica basándose en un eje de economía sostenible. 

A diferencia de Trump, Joe Biden conoce Latinoamérica in situ y sabe bien de la importancia que tiene para la seguridad nacional de Estados Unidos. Y una de las lecciones que deja la pandemia de coronavirus es que EEUU precisa acercar sus cadenas de suministro, tras verse absolutamente contra las cuerdas cuando varios países tuvieron que salir a mercados internacionales a mendigar barbijos y equipo médico.

Rusia y China

Si no se produce una guerra civil, lo que no es de descartar en las circunstancias actuales, Biden se opondrá al auge de la multipolaridad. Las posibilidades de una nueva guerra mundial son mucho mayores, porque una potencia nuclear cuya soberanía se basa en la capacidad militar es designada como su principal enemigo desde el principio.

Biden actuará en el marco de la geopolítica clásica tratando de atacar Rusia y de alguna manera seducir o neutralizar por lo menos a China(China).

Entre Rusia y China, Biden elige a Rusia como principal enemigo y China como una preocupación neutral o secundaria. A los globalistas les molesta más el poder militar de los polos alternativos que su poder económico. Rusia es una gran potencia geopolítica con armas nucleares y política conservadora. Ese es el principal obstáculo para el establecimiento del orden mundial liberal.

Biden intenta rebajar en Pekín la tensión por la nueva zona de defensa aérea china | Internacional | EL PAÍSCon Biden, Rusia será el principal objeto de presión, ataques y posibles conflictos. La hegemonía global del Occidente liberal está asegurada por la debilidad del poder de la tierra, es decir, de Rusia como Eurasia. Entonces, a los ojos de Biden, China puede considerarse como una parte orgánica del sistema liberal internacional y la expansión internacional de la economía china no es la principal amenaza para el globalismo.

Para Biden, Estados Unidos es la vanguardia del globalismo, la fortaleza de la hegemonía mundial liberal, del imperio global con la misión principal liquidar los estados nacionales, impedir el surgimiento de nuevos polos, e instalar un gobierno global liderado por los capitalistas internacionales, las élites y los monopolios de forma generalizada, incluidos segmentos occidentales y no occidentales.

Las urgencias

La tarea principal y más urgente de Biden en sus primeros 100 días en la Casa Blanca será poner en marcha un nuevo plan nacional de lucha contra el coronavirus, que en EEUU ha contagiado a millones de personas y se ha cobrado más de 220.000 vidas (más que en ningún otro país del mundo). Deberá también tomar medidas para reparar sus desastrosas consecuencias económicasBlack Lives Matter - Wikipedia, la enciclopedia libre

El moderado Biden también recibirá la presión del ala progresista de su propio Partido Demócrata, que ejerce una influencia creciente y aspira a grandes cambios institucionales para responder a las cuestiones más urgentes del futuro del país. Recibe una depresión económica y una pandemia, y lo estarán eligiendo para que resuelva todo esto y haga algo grande..

Tras las multitudinarias protestas por el asesinato de George Floyd a manos de un policía en Minneapolis, también hay mucha expectativa por un posible paquete legislativo en el Congreso que reforme a las fuerzas del orden. Biden también recibiría muchas presiones para poner fin a una anticuada regla del Senado estadounidense conocida como ‘filibusterismo’, que permite al partido en la oposición paralizar los nombramientos y el proceso legislativo.

Los demócratas también dicen que Biden hará que Estados Unidos reingrese de forma inmediata en la Organización Mundial de la Salud reanudando sus contribuciones financieras; que unirá nuevamente a Estados Unidos al Acuerdo de París por el clima; y que anulará las prohibiciones de entrada impuestas por la Administración Trump a los viajeros de países musulmanes.

Biden ha prometido que también volverá al acuerdo nuclear de 2015 con Irán, llamado Plan de Acción Integral Conjunto aunque para decidir cuándo habrá que negociar antes el listado de requisitos a cumplir por Teherán para regresar al pleno cumplimiento de los límites a sus actividad nucleares definidos en el plan

El equipo de campaña de Biden propuso convocar una cumbre de democracias para su primer año de mandato. El ala más progresista del partido presionará para no se limite a replicar el orden internacional de antes de Trump, especialmente en lo referido a las relaciones con aliados autocráticos como Arabia Saudí, y firmar cuanto antes una ley, ya acordada por el Congreso, para frenar el apoyo de EEUU a la guerra dirigida por los saudíes en Yemen..

.Especulaciones

Si gana Biden, seguramente implosione definitivamente el farsesco “gobierno” del autoproclamado presidente Juan Guaidó en Venezuela, arrastrando a la Unión Europea, que le retirará el reconocimiento después del 5 de enero, un mes después de las elecciones parlamentarias en el país caribeño.

Biden reabrirá la apertura con Cuba para facilitar relaciones con Venezuela y promover la paz en Colombia. Los acreedores negocian con la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez para aliviar las sanciones. La idea del equipo de Biden es aliviar las sanciones a Cuba y Venezuela, obviamente no levantarlas todas…Once tesis sobre Venezuela y una conclusión escarmentada | Cubadebate

Thomas Shannon, ex subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental y Roberta Jacobson, ex secretaria de Estado,  regresarán seguramente a Foggy Bottom, el Departamento de Estado.

La ecuación regional para el próximo gobierno es utilizar el «hándicap» favorable en el terreno militar para negociar el control del «lomito» de los recursos estratégicos de la región (los mejores yacimientos de hidrocarburos de Venezuela, el litio de Bolivia, el agronegocio de Brasil y Argentina, la biodiversidad amazónica)

Para lograrlo y hacerlo sostenible, negociará en «términos chinos»: Usando el paradigma boliviano: industrialización local del litio, control estricto del impacto ambiental, participación accionaria y/o fiscal congrua, beneficios para las comunidades circunvecinas y de la provincia)

Shannon es considerado como el más inteligente funcionario que ha pasado por el Departamento de Estado en unos cuantos años, y es parte del equipo de Biden. Con volvería la diplomacia como medio de transición, que es más racional y lógico ya que se eliminará toda amenaza de invasión, una de las amenazas permanentes de la administración Trump.

Con la administración Biden, los expertos señalan que cambiará la dinámica en la Organización de Estados Americanos (OEA) y Claver-Carone saldrá del Banco Interamericano de Desarrollo, donde fue impuesto por Trump hace poco tiempo. Significará, asimismo, el respeto a la soberanía nacional y no interferencia en los asuntos internos.

Este es el «New Deal» que le conviene a los EEUU (e incluso a las Fuerzas Armadas estadounidenses, que demasiados retos tienen en Asia). El problema es que este New Deal no es el que le conviene al «swamp» (pantano) de Washington, Miami ni al iceberg sumergido del mundo financiero que sobrevive gracias al lavado, y otros grandes  negociados financieros.

Es la lógica hora de las especulaciones y cada uno narrará su historia y su análisis. La interrogante está en el título: Con B(a)iden, toda cambia/nada cambia para Latinoamérica y el Caribe

Fuente e imagen: http://estrategia.la/2020/11/08/con-baiden-toda-cambia-nada-cambia-para-latinoamerica-y-el-caribe/

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¿De qué democracia están hablando?

Por: Aram Aharonian

Las mayores barbaridades, fraudes, golpes de Estado y genocidios de los últimos 200 años se han realizado en nombre de la sacrosanta democracia, que pareciera ser el escudo protector de las intereses de las grandes empresas trasnacionales y su cohorte de políticos y gobernantes de nuestro mundo tan poco occidental como cristiano.

En cada pantalla de televisión del mundo, en todos los idiomas, uno puede ver al aún presidente estadounidense Donald Trump desarrollando su plan lleno de mentiras y amenazas (fakes) en vivo y en directo en nombre de la democracia.

Se proclama vencedor sin serlo y denuncia fraude electoral por si el voto por correo le da la victoria a Joe Biden, impugna las elecciones en los estados donde pierde y si los tribunales estatales aceptan, apela al Supremo, donde acaba de asegurarse amplia mayoría y completa su golpe mientras envía a su masa fascistoide a intimidar a  quienes protesten.

Desde el gabinete presidencial se ha difundido el bulo, la mentira, de que la izquierda quiere derrocarlo con un golpe de Estado en las calles, construyendo el relato para justificar su maniobra y su previsible represión. Pero hay que entender el sistema deductivo: en realidad no existe tal izquierda, pero para ellos todo el que no vote a Trump es de izquierda o terrorista.

Trump y los republicanos entienden que su mejor respuesta es suprimir el voto en una democracia que gobiernan sin gozar del apoyo de una mayoría. Esta no es una contienda normal, sino un referendo sobre el ocupante de la Casa Blanca. O como repite el senador demócrata Bernie Sanders, sacado de la contienda antes que se volviera demasiado peligroso, es una elección entre la democracia y Trump.

Sólo un presidente republicano ha ganado el voto popular desde 1988. Trump ganó con 46 por ciento en 2016 y nunca ha logrado obtener 50 por ciento de apoyo durante su gestión. No sería la primera vez que los republicanos y el poder militar y empresarial impidan asumir al ganador de unas elecciones (Gorge Bush contra Al Gore, Trump contra Hillary Clinton). Nadie descarta el fraude trumpiano: para ganar hace cuatro años requirió la ayuda de los rusos.

Pero llamar progresista de centro-izquierda a Biden y sus huestes demócratas es una atropello a la inteligencia. Las grandes empresas que apostaron por cualquiera de los dos candidatos asisten con nervios a ver cuál de sus mandados será el presidente en un escenario difuso, electoralmente hablando. El que está ganando y ganará es el gran capital.

Ambos (Trump y Biden) se proclaman presidente en un sistema electoral complejo, hecho a medida para que las minorías o cualquier movimiento social y político que nazca de las raíces del pueblo, sea abortado, ahogado, sin posibilidad alguna de acceder a las instituciones que están perfectamente acorazadas y armadas por un capitalismo imperialista que ambos, demócratas» y republicanos practican desde hace un siglo.

Más allá de todo, queda la reflexión de los más de 65 millones de personas que votaron a Trump aún sabiendo de su ideario y prácticas fascistas. No solo es la  América profunda, sino también la superficial. Trump, el presidente más antidemocrático de la historia estadounidense, conecta con las clases populares más que los expertos, encuestas y los liberales.

El fascismo vuelve a ser la respuesta a la incertidumbre de mucha gente como ocurrió en los años 1930 en Europa. “Te vendo miedo al otro para que compres mi seguridad. Por eso aunque pierda, el trumpismo seguirá, porque él es el síntoma, la enfermedad es el neoliberalismo que provoca las desigualdades”, nos recuerda Javier Gallego en eldiario.es.

Y aunque pierda y Biden logre asumir, deja un tsunami global, basado en la legitimización del odio –machismo, homofobia, racismo, clasismo-. Es una guerra contra el progreso y la igualdad en la que la clase dominante lanza a la clase trabajadora contra sí misma para mantener el orden vigente. Tu enemigo es el pobre, el inmigrante, el okupa, las feministas, los homosexuales, no el empresario que los explota y explota el planeta.

Impuso en estos cuatro años de gobierno, la cultura del matonismo fascista en su discurso político hacia dentro y hacia afuera y le dio carta blanca a los violentos y fascistas del mundo para intimidar no sólo a sus oponentes sino también a los diferentes. Es el niño abusador del colegio, el matón que desaloja a los pobres de los pisos de su padre, el histrión mussoliniano que triunfa en la tele.

Ha banalizado el mal. No ha tenido empacho en lanzar a las masas contra la prensa, contra las mujeres, contra los supuestamente rojos, contra los negros, contra los progres. Incendia las calles para expulsar al disidente, limitar las libertades, imponerse. Y, lamentablemente, su modelo “democrático” es imitado en muchos países europeos y, también  latinoamericanos.

Ha popularizado la hegemonía de la mentira, con falsedades, bulos o bolas, (fake-news al por mayor), en una propaganda fascista multiplicada por medios de comunicación y redes sociales, en manos de pocos grandes empresarios. Al igual que en la época del nazifascismo, creó hegemonía engañando, enfrentando, polarizando.

David Sherfinsky señala en el Washington Times, que se trata de un demagogo desatado, poseído por una nietzschiana voluntad de poder que exalta como patriotas a los automovilistas que acosaron y bloquearon al bus en que viajaba Joe Biden por Texas; que desafía la legislación electoral y cualquier otra, incluida la tributaria; que se burla de la “corrección política” tan cultivada por sus rivales.

Indica que maneja con perversa maestría las redes sociales, que se enfrenta e insulta a los medios concentrados (CNN, el New York Times, el Washington Post y toda la prensa “culta”), que se construye como el gran defensor del “little guy”, de la gente común, olvidada por el elitismo gerencial de los republicanos tradicionales y el globalismo neoliberal de los demócratas y que cristaliza el apoyo de un imponente bloque social pulsando las potentes cuerdas del resentimiento, el odio, el temor que abren la Caja de Pandora del racismo y la xenofobia.

El discurso de Trump exalta la perdida grandeza de su país amenazada por los pérfidos chinos que “inventaron al coronavirus para poner a Estados Unidos de rodillas”, grandeza que él se propone recuperar a cualquier precio.

Sí, fue capaz de negar el coronavirus aunque haya matado “apenas” haya contagiado a 10 millones de personas y matado a 235 mil en su propio país. Impunemente denigra la ciencia y la verdad científica para imponer sus “verdades alternativas”. Mentir sirve para conseguir –y mantener- el poder. De eso se trata.

Lamentablemente, el trumpismo no se acaba con Trump. Se ha convertido en una fuerza traslocal, en el símbolo del ultranacionalismo de derecha, del negacionismo científico y climático, numen de los conspiranoicos.

El escenario de la crisis del coronavirus ha sido propicio para los populismos ultraconservadores. La que estamos librando –aunque nuestros “grandes pensadores” ni se hayan dado cuenta- es una batalla cultural que evite el retroceso al pasado, en un mundo que gracias a Trump y al coronavirus, no es ya ni será el mismo..

Hace 15 años, en Mar del Plata, cinco presidentes latinoanericanos (de Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela) gritaron “ALCArajo”, haciendo trizas el patoteo de Bush y el proyecto del Área Económica de las Américas, de Miami a Tierra del Fuego. Vale la pena recordarlo.

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

http://estrategia.la/2020/11/

Fuente: https://rebelion.org/de-que-democracia-estan-hablando/

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Después de la bofetada al poder y al neoliberalismo chilenos, ¿ahora qué?

Por: Aram Aharonian

No cabe duda que los jóvenes fueron quienes encabezaron el arrasador triunfo del Apruebo y Convención Constitucional en Chile. Algunos de ellos votaban por primera vez y lo hicieron junto a aquellos ya mayorcitos que desafiaron las amenazas y la pandemia que deja más de 14 mil muertos en el país, para consolidar la ruta de salida del neoliberalismo.

Fue el repudio popular a cuatro décadas de un ordenamiento nacido de la más dura represión y, quizá, el inicio de un pasaje ordenado y moderado a la siguiente etapa, sin rupturas radicales con estas tres últimas décadas de gobiernos constitucionales pero no democráticos ni populares.

Tras el plebiscito, desde Chile y desde fuera, llegan los balanceQuiénes son los jóvenes manifestantes que mantienen las protestas en Chile? | Internacional | Noticias | El Universos (como éste). Muchos quieren imponer el imaginario de que Chile cambió nuevamente gracias a un lápiz y un papel –por la vía institucional y republicana-, en recuerdo nostalgioso y romántico del gran logro del plebiscito de 1988 que derrotó a la dictadura. Desde el gobierno, señalan que “la gran mayoría del país decidió un camino por la vía institucional”.

La falacia omite la realidad, ya que el famoso lápiz y papel fue el final –entonces y ahora- de un largo proceso que se inició en 1983 con paros y protestas y cientos de muertos, muchos de ellos de la resistencia del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. (FPMR).

Hoy intentan olvidar o minimizar el largo proceso de un año de movilizaciones continuas, muertos y mutilados, y quieren imponer el imaginario que esta historia terminó con el voto y es hora de abandonar la calle, regresar a casa y dejar todo en manos de los “expertos” de las elites. Expertos en traiciones, como lo demuestra la historia chilena de dos siglos.

El domingo 25 se abrió la ventana para la necesaria renovación de la elite dirigente, una imprescindible oxigenación generacional, de liderazgos y de ideas, pero son los mismos de siempre, los traidores con historia, que comenzaron a candidatearse para ser constituyentes el año próximo. Y lo que se necesita son nuevas voces que transmitan las necesidades del Chile real, ese que no aparece en la televisión ni en los medios.

Si bien el proceso constituyente surge de un acuerdo entre los partidos de la burguesía frente al escenario impuesto por la movilización popular, existen enormes vacilaciones y vacío programático en la clase dominante para resolver sus pugnas, ante el deplorable estado de los aparatos ideológicos (Iglesia, cúpulas sindicales, sistema de educación).

Trabajadores de Chile demandan mejores salarios y estabilidad laboral - Tarapacá NoticiasLa clase obrera venía aumentando sus niveles de actividad desde el año pasado, especialmente a raíz del estallido social del 18 de octubre: las huelgas aumentaron en un 68% en 2019 con respecto a las registradas en 2018. Debería la izquierda encauzar la acción política de la clase obrera frente a la encrucijada puesta por la burguesía, como actor autónomo e independiente con programa propio.

Lo relevante es que pese a las vacilaciones de la burguesía, el aparato de Estado propiamente tal no se ha quebrado: las fuerzas represivas siguen aglutinadas en torno al gobierno y clases populares no han sido capaces de levantar un contrapoder capaz de llevar a cabo dicho quiebre.

La nueva-vieja izquierda

Hoy se habla de una nueva izquierda, con el surgimiento del Frente Amplio en 2017 (conquistó el 20 por ciento de los votos), y del renacimiento del Partido Comunista, de la mano de  Daniel Jadue, alcalde de Recoleta. Pero las formas son las mismas: en lugar de hablar de encauzar la Constituyente, de la renovación radical de la vida política con la elección de una nueva generación de representantes, comenzaron a negociar las candidaturas presidenciales.

Mientras, el presidente Sebastián Piñera hizo un llamado a la unidad de Chile Vamos, coalición a la que solicitó preparar una lista única de candidatos a la Convención Constitucional y a todas las contiendas del nutrido calendario electoral de 2021.Daniel Jadue y Beatriz Sánchez dan gesto de unidad tras holgado triunfo del Apruebo - La Tercera

El referendo cambia el escenario político chileno, profundizando la crisis de los partidos tradicionales, tanto los de derecha, como los de izquierda, inclusive de la Convergencia Social (escindidos del Frente Amplio), abriendo espacio para una renovación. No sería raro que algunos progresistas y centristas, ausentes o expulsados de las movilizaciones populares, trataran de reflotar la vieja Convergencia Democrática, de socialistas y demcristianos, como alternativa para la derecha light y el centrismo.

Han recorrido un largo camino, muchachos

El estallido social de octubre de 2019 fue el corolario de los levantamientos de rebeldía que se han sucedido desde 2006, cuando los estudiantes secundarios (los pingüinos) mantuvieron una prolongada huelga para exigir el fin de la Ley Orgánica Constitucional de Educación.

A esto le siguieron movimientos ambientales contra megaproyectos energéticos y de reivindicaciones de regiones apartadas afectadas por el centralismo, movilizaciones populares que tuvieron sus puntos altos en 2011 con la lucha por “una educación pública libre y gratuita”, en 2017 con el propio Movimiento No Más AFP (fondos privados de pensión) y en mayo de 2018 con la Rebelión Feminista contra el patriarcado.

La Ley de Pesca, fraudulentamente tramitada en el primer gobierno de Piñera (2010-2014) y los posteriores escándalos de financiamiento ilegal de campañas, conocidos como Caso Penta y Caso SQM (Sociedad Química y Minera), revelaron una corrupción empresarial transversal a los partidos y a varios de sus parlamentarios.

La Iglesia católica, otra institución valorada por su defensa de los derechos humanos bajo la dictadura, perdió influencia y credibilidad en la población con el destape de episodios de pedofilia encubiertos por algunos de sus jerarcas, y durante el estallido social no tuvo protagonismo alguno.

El ciclo creciente de protestas,2016: un recuento de los casos de corrupción interrumpido por la pandemia del covid-19, obligó al Parlamento a aprobar una ley para que la Asamblea Constitucional -que se elegirá el 11 de abril próximo- sea absolutamente paritaria en su composición entre hombres y mujeres, que no solo reconoce a las mujeres el derecho a participar en igualdad de condiciones, sino también a escribir una nueva Carta Magna con enfoque de género.

¿Qué tipo de órgano debiera redactar la Nueva Constitución? era la pregunta de la segunda papeleta de votación del Plebiscito. Chile tendrá una Convención Constituyente para elaborar la Constitución, formada por 155 ciudadanas y ciudadanos elegidos por voto popular el 11 de abril próximo.

Marco Enríquez-Ominami, excandidato presidencial y líder del progresismo , señaló que  “no es eficiente tener dos Congresos, más aún cuando el árbitro está en contra”. Detalló que “cuando uno elige una Constituyente y tiene un Congreso al mismo tiempo, va a haber una disputa de hecho y de derecho y, por tanto, lo mejor es que tengamos un solo Congreso Constituyente”

La calle ganó el plebiscito

No se trata de una concesión de la clase política, sino de una lucha sin cuartel, donde las víctimas pertenecen a las clases populares, que durante 47 años fueron ninguneados por quienes aceptaron el pacto de transición con las fuerzas armadas. Son los mismos que desmovilizaron a la sociedad civil, traicionaron el espíritu del No en el referendo de 1988 y en 1990 se hicieron con el poder, recuerda el analista chileno Gustavo González.Los estudiantes: los protagonistas de la revolución en Chile

Por eso es imprescindible impedir que las fuerzas de la derecha logren una influencia determinante en la Convención Constitucional, y para ello los movimientos sociales y las fuerzas políticas de la renovación, gestoras del fin de la institucionalidad pinochetista, deben alcanzar una hegemonía que se traduzca en una constitución realmente democrática que signifique la superación del neoliberalismo.

Chile vive un proceso político caracterizado e impulsado por la calle, por la movilización popular, donde los púberes y jóvenes han tomado la batuta y expuesto sus vidas. Pero la amenaza latente de que el gobierno y la derecha podrán revertir su derrota si logran controlar la Constituyente.

Resulta imposible que Chile se consolide como un Estado democrático de derechos sociales, plurinacional y pluricultural, con reconocimiento de sus pueblos originarios, de igualdad de géneros, con plena vigencia de los derechos humanos en sus más amplias acepciones, sin romper con las preceptivas neoliberales del Estado subsidiario y de las instituciones que lo sustentan.

Hace más de cuatro décadas, Salvador Allende había señalado que “no es desde arriba, sino desde las raíces mismas de su propia convicción de donde debe nacer la Carta Fundamental que le dará su existencia como pueblo digno, independiente y soberano”. De eso se trata, de hacer una Constitución democrática desde abajo.

El domingo 25 se registró la mayor participación ciudadana en una elección: casi el 51 por ciento del padrón de electores, de 15 millones. La abstención se puede explicar por el  temor a la pandemia, insuflado desde la aprensa hegemónica y del gobierno, pero también por la desconfianza y rechazo a los desprestigiados partidos políticos.

Por eso se hace imprescindible el debate de los contenidos de la nueva Constitución y promover los candidatos independientes, desde las bases, que en abril del 2021 conformarán la Convención Constitucional. Aquellos comprometidos, sin ambigüedades, con la voluntad de cambio..Muere Aylwin, el presidente que devolvió la democracia a Chile

No hay que dejar de considerar la fuerza que aún tiene el polo conservador, que desde el fin de la dictadura retiene cerca del 40% electoral. El 20 por ciento logrado por el rechazo proviene de una derecha poderosa en lo financiero, político y militar, dispuesta a todo y que nunca ha dudado en derramar la sangre del pueblo cuando vieron comprometidos o amenazados sus intereses. Un nueva Constitución es la peor amenaza para la ultraderecha recalcitrante, el militarismo, los oligarcas.

Lo maravilloso de las elecciones es que el pueblo puede dar una bofetada y nadie puede responder. Mientras Piñera obtuvo el 26% del país para ser Presidente, el Apruebo obtuvo el 40%. Como votó la mitad del país (7.562.000 de 15 millones), ese 40% se transformó en 78%. El Rechazo obtuvo apenas el 11% del país, destacó Marta Lagos, directora de Latinbarómetro.

A nosotros, los que escribimos sobre “la bofetada”, también nos ha llegado un pedazo, por no haber sido lo suficientemente claros en decir las cosas por su nombre, añadió.

El domingo 25 el pueblo chileno comenzó a cavar la sepultura de la Constitución pinochetista y es la oportunidad para que los jóvenes de hoy se preparen para gobernar e ir definiendo su propio futuro. Su caudalosa participación en el plebiscito -en especial los de las comunas populares- parece clara señal de aceptación de esa responsabilidad. ¿Se los permitirán?

Obviamente hay que comenzar a construir el necesario movimiento político-social que destierre sectarismos, pero las primeras manifestaciones de los grupos políticos de la izquierda y de la centroizquierda no se ven muy proclives a intentar la unidad de acción, y mucho menos  a actualizar doctrinas y cambiar métodos de organización y lucha.

“En Chile las instituciones funcionan” señalaba permanentemente el expresidente socialdemócrata Ricardo Lagos al inicio del milenio, el siglo y la década y era un elogio a la moderada transición dirigida por los partidos de la Concertación por la Democracia, y un implícito reconocimiento a la fortaleza de la institucionalidad heredada de la dictadura cívico-militar que encabezó Augusto Pinochet entre 1973 y 1990.

Los mismos que hace un año salieron a las calles para poner fin al oprobio neoliberal son los que hoy alertan: “Desconfía de quienes nos llamen a detenernos, a desmovilizarnos, de los que llaman a la moderación, nos quieren amarrar de manos para que seamos obedientes en su cocina constitucional. El pueblo exigió, logró y votó Nueva Constitución y el Pueblo Manda”.

Fuente e imagen: http://estrategia.la/2020/10/29/despues-de-la-bofetada-al-poder-y-al-neoliberalismo-chilenos-ahora-que/

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Sin Evo y con un pueblo en resistencia, el MAS vuelve al poder de la mano de Lucho Arce

Por: Aram Aharonian

Lo importante, más allá de los contundentes resultados, es que en los once meses que duró el gobierno de facto de Jeanine Áñez, el Movimiento al Socialismo (MAS) logró entender la nueva etapa, revisar sus propios errores y generar nuevos apoyos y alianzas y nuevos liderazgos. Ni siquiera unida la derecha hubiera logrado imponerse en Bolivia, pero quizá hubiera logrado acercarse a una segunda ronda.

El “voto útil” del mundo rural y urbano popular periférico fue para el candidato masista Lucho Arce, y eso definió su ventaja final. El nuevo desafío del MAS será gobernar sin el poder que tuvo entre 2006 y 2019, un periodo épico de la revolución que no podrá repetirse. Sin embargo, su gobierno no será nada fácil en un escenario regional posprogresita y una economía muy complicada, aunque las elecciones en Argentina y ahora en Bolivia, así como las tendencias en Chile, Ecuador y Colombia parecen marcar un proceso de reajuste, del alineamiento progresivo a un eje progresista que no termina de definirse ni consolidarse.https://www.nodal.am/wp-content/uploads/2020/10/luis-arce-bolivia1.jpg

El triunfo del MAS muestra que sí era posible ganar con un candidato que no fuera Evo Morales, y que sus esfuerzos reeleccionistas terminaron llevando a su gobierno a un callejón sin salida, sobre todo por el rechazo a la reelección indefinida. La asonada programada por la derecha y sus patrocinantes de Washington terminó en un golpe, lo que no excluye una fuerte crisis interna  que explica la salida del MAS del poder.

La represión y la vuelta al llano insufló una nueva mística a la campaña electoral del MAS, de la que careció en 2019, cuando la confianza en el aparato estatal y en la figura patriarcal de Evo Morales, reemplazó la movilización desde abajo.

El alejamiento de Morales y la crisis también permitió la emergencia de una nueva camada de dirigentes. Entre ellos, Andrónico Rodríguez, sucesor de Morales en los sindicatos cocaleros cochabambeños, un campesino con una licenciatura en Ciencias Políticas, que expresa la nueva sociología del mundo rural, cada vez más interconectado con las ciudades.

En esta campaña, destaca un análisis de Le Monde diplomatique, aparecieron muchos “Andrónicos” que permitieron desplazar del primer plano a varios dirigentes sociales desgastados y con visiones prebendalistas de la política y el Estado.En Bolivia, el MAS actuó con una autonomía relativa respecto a las posiciones de Evo Morales, limitado en sus movimientos por su exilio argentino. En los últimos meses, los parlamentarios masistas, con Eva Copa a la cabeza, eligieron la moderación frente a los llamados a la lucha que llegaban desde Argentina.

▷ Andrónico: El MAS respetará el resultado de las elecciones - Noticias  BoliviaA diferencia de parte del apoyo solidario internacional antigolpista, perdida en consignas tan viejas como vacías, el MAS logró entender la nueva etapa y apostar a la salida electoral, con los compromisos que ésta requirió, por encima de la resistencia en las calles”, señala el analista Pablo Stefanoni.

Quienes se quedaron en Bolivia entendieron la complejidad de lo ocurrido en noviembre: el proceso que terminó en una “sugerencia” militar armada para que Morales renuncie, un golpe, fue parte de una crisis con más dimensiones, incluida la de la popularidad inicial de Áñez y el propio desgaste de Morales.

En las manifestaciones populares de los últimos meses no se vio un reclamo de que volviera Evo, sino un rechazo a la agresión constante y racista del gobierno y de las bandas ultraderechistas, con las quemas de wiphalas, por ejemplo, después de las masacres de Senkata y Sacaba, y las continuas referencias a las “hordas del MAS” y las columnas en la prensa sobre el “enemigo público número uno” o el “cáncer de Bolivia”.

Desde un comienzo y siguiendo un guión prefabricado en Washington, el gobierno de facto buscó demonizar al MAS, al que intentó reducir a una fuerza “narcoterrorista”, caracterizando su gestión como una mezcla infame de autoritarismo, corrupción y despilfarro de recursos públicos, alejado de las imágenes de éxito económico resaltadas incluso por organismos internacionales.La autonomía relativa frente a Evo amplió el margen de acción del MAS en el país, al tiempo que el tenor moderado de Arce, sumado a su prestigio como gestor de la economía, permitía responder, sin sobreactuaciones, a los ataques de la derecha.

El MAS, pese a haber sufrido una desbandada once meses atrás, logró reconstituirse desde el Parlamento –donde conservó su mayoría de dos tercios– y desde las calles, manteniendo su lugar de fuerza de base popular en el país, junto a la Central Obrera Boliviana y asociaciones de pobladores.

El gobierno de facto no entendió que el MAS seguía expresando un bloque étnico-social de matriz plebeya  amenazando con cárcel y persecución no solo a sus dirigentes y militantes, sino a referentes de expresiones más amplias de los movimientos sindicales y sociales.

La nueva gestión del MAS deberá desarrollarse en un escenario posprogresista y marcadamente neoliberal en la región. Desde antes de asumir, los vencedores hablan de sumar fuerzas, lo que obligará a transformarse en un partido dispuesto a compartir el poder y aceptar en mayor medida la alternancia.

Sin dudas, la amplia ventaja es un capital fundamental para el binomio ganador en un contexto de polarización. La “revolución de las pititas” cívico-militar parece diluirse en menos de un año, pese al relato de la “liberación” inserto en el bombardeo publicitario en los medios concentrados apoyados por el gobierno de facto, los suplementos especiales de los periódicos y diarios, las agresivas campañas en redes sociales.

Los onces meses de zozobra

Desde que Evo Morales fue desalojado cruentamente del poder, con la complicidad de las Fuerzas Armadas y de la policía, se abatió contra sus partidarios una feroz persecución política que incluyó masacres, encarcelamientos, exilios e inhabilitaciones judiciales.

La administración de Jeanine Áñez y los cabecillas civiles del golpe, Carlos Mesa (Comunidad Ciudadana) y Fernando Camacho (de la racista Creemos), realizaron intensas campañas para desacreditar al presidente derrocado y a su partido, y por minimizar la fuerza del MAS en las urnas.

En tres ocasiones postergaron la realización de los comicios, de forma inicial previstos para marzo, intentando ganar tiempo adicional para neutralizar al MAS. Pero el tiro  les salió por la culata.

El golpe contó con el abierto y descarado apoyo de la Organización de Estados Americanos (OEA) y su secretario general, Luis Almagro, quien emprendió por su cuenta una campaña propagandística orientada a presentar las frustradas elecciones del 20 de octubre del año pasado, en las que Evo buscaba su tercera relección, como fraudulentas.

Obviamente nunca demostró fraude alguno, pero sirvió de pretexto a los golpistas y dio pie a varios gobiernos de derecha para dar, unos días más tarde, su reconocimiento al régimen de facto, tal como esperaba el gobierno de Estados Unidos. Es evidente que Almagro utiliza el cargo para promover golpes de Estado y destruir las instituciones democráticas en los países de la región que no se pliegan a las directrices de Washington.

Durante once meses el MAS fue acosado por la policía, sus dirigentes fueron criminalizados y gobernantes y medios de comunicación hegemónicos integrantes de la internacional del terror mediático  de otros países presentaron a su máximo líder como narco, corrupto y hasta dictador. Pero el pueblo logró remontar la brutal y sanguinaria ofensiva de la derecha, se enfrentó al gobierno de facto en las calles y ganó la elección presidencial del domingo, por mayoría absoluta –lo que descarta el escenario de una segunda vuelta–, recuperando la democracia y el proyecto social, progresista y soberanista que el MAS aplicara desde 2005.

¿Reconciliación?

Evo Morales, en rueda de prensa desde Buenos Aires, afirmó que buscarán un encuentro de reconciliación para la reconstrucción: “no somos vengativos, revanchistas”, afirmó. Pero ni él ni ninguno de los dirigentes masistas saben cuáles serán los derroteros de los diferentes actores de los meses golpistas.Áñez seguramente viaje a Colombia. Antonio Murillo, quien había sido censurado por la Asamblea Legislativa Plurinacional en días recientes, fue destituido del gobierno de facto.

Carlos Mesa, nuevamente derrotado, afirmó que será “cabeza de oposición”, aunque no resulta claro cómo podrá articularla. En cuanto a Camacho, es probable que intente consolidar un liderazgo en oriente, apoyado por factores internacionales, e incluso trate nuevamente de dividir el país.¿Cómo se articulará la paz con la justicia? Ese pueblo que dio la cara en las calles y en las rutas para enfrentar la dictadura sabe que sin justicia será imposible la reconciliación, por más que la reciten los dirigentes. En un hecho de gran simbolismo, resultó electa senadora por el MAS Patricia Arce, alcaldesa de Vinta que había sido secuestrada, golpeada y pintada de rojo durante los días del golpe.

Lo que vendrá

Pese a que el amplio triunfo del MAS fue reconocido por la presidenta de facto Jeanine Áñez, el expresidente derechista Carlos Mesa -candidato de Comunidad Ciudadana, quien quedó segundo a casi 20 puntos por debajo- e incluso el secretario general de la OEA, Luis Almagro, el Tribunal Supremo Electoral tiene siete días para dar resultados, y la toma de posesión de Arce será entre el 31 de octubre y el 14 de noviembre.

Arce anunció que su primera medida de gobierno será otorgar un bono contra el hambre de unos 144 dólares, aprobado por el Parlamento para enfrentar la pandemia del Covid-19, y que la mandataria golpista Jeanine Áñez se negó a pagar. En su declaración televisiva, reiteró el anuncio de un gobierno de ”unidad nacional para todos los bolivianos” que hiciera tras su amplia victoria en las urnas.Asimismo, reiteró su propósito de ampliar la política de bonos a la ciudadanía como uno de los ejes de su plan de reactivación de la economía, golpeada por las medidas del gobierno de facto, la crisis internacional y la pandemia del Covid-19.

David Choquehuanca en Radio Gráfica: “El pueblo boliviano ha perdido el  miedo” “Para nuestro modelo es importante fortalecer la demanda interna vía bonos y transferencias. En paralelo vamos a empezar la reconstrucción de la producción, que eso también ha sido afectado por las medidas que el gobierno golpista ha tomado” explicó. Hemos recuperado las esperanzas, dijo Lucho Arce al proclamar su triunfo junto a su vicepresidente, David Choquehuanca, ex canciller.Arce contará con mayoría en el Congreso, según proyecciones, pero no alcanzaría las dos terceras partes que requiere para que se aprueben leyes sin necesidad de pactar con otras fuerzas políticas.

Desde Buenos Aires, donde está exiliado, Morales atribuyó la victoria de su ex ministro de Economía a la conciencia de la revolución democrática cultural, y agregó: el resultado demuestra que en noviembre pasado no hubo fraude: “sí hubo golpe”.Morales ganó los comicios del 20 de octubre de 2019, y la entonces oposición de derecha alegó, sin presentar una sola prueba, que hubo fraude, acusación avalada también por la Organización de Estados Americanos (OEA). Las protestas impulsadas entonces por el líder ultraderechista Luis Fernando Camacho dejaron 30 muertos. Morales fue conminado por la cúpula militar a renunciar.

Evo sostuvo que el delito de su gobierno fue haber sido antiimperialistas y haber identificado a enemigos internos y externos, y manifestó su deseo de volver a su tierra natal tarde o temprano. Expuso que le gustaría volver a Cochabamba y ser un agricultor o pequeño productor.Definió a Arce como uno de los mejores economistas de América Latina, y recordó que fue un ministro de Economía por casi 12 años, con mucha calidad humana, muy solidario y honesto.

Con la promesa de volver a instalar los grandes planes de industrialización del gas natural y de los grandes yacimientos de litio y diversificar la matriz productiva del país, Arce tendrá la tarea de recuperar la senda del crecimiento.El Banco Mundial estima que la economía de Bolivia, dominada por la agricultura y el gas, caerá alrededor de 6 por ciento este año, después de más de tres décadas de crecimiento.

Nacido en La Paz hace 57 años, el presidente electo se graduó en Economía en la Universidad Mayor de San Andrés, y estudió una maestría en la Universidad de Warwick, en Inglaterra. Trabajó 18 años en el Banco Central, donde ocupó diversos cargos. Tiene un perfil más tecnócrata que político, pero el perfil no es todo: en la campaña ha mostrado su buena muñeca política.

En el gobierno de Morales, Bolivia elevó su PIB de 9 mil 500 millones de dólares anuales a 40 mil 800 millones y redujo la pobreza de 60 a 37 por ciento, según datos oficiales. La bonanza permitió otorgar bonificaciones a miles de embarazadas, estudiantes y ancianos, e inversiones millonarias para intentar industrializar la explotación del litio y el gas natural.

Durante su gestión, Bolivia creció a un ritmo anual de 4.6 por ciento. Con la mirada puesta en la demanda interna como motor del crecimiento económico, Arce promovió la nacionalización de empresas estratégicas y el desarrollo de inversión pública, así como políticas redistributivas.

En su campaña, Arce propuso inyectar ocho mil millones de dólares al Estado que saldrían de créditos internacionales, negociar el no pago de la deuda externa, crear un impuesto a los más ricos, que representan uno por ciento de la población, y sustituir importaciones con producción nacional.

Arce deberá construir su propio liderazgo presidencial, con un Evo Morales que volverá a Bolivia mucho menos fuerte que antes, y un vicepresidente, David Choquehuanca, distanciado de Morales y con base propia entre las dirigencias aymaras del altiplano paceño.

Lucho Arce deberá mostrar que su exitoso modelo sirve también en tiempos de crisis económica e incertidumbre profundizada por la pandemia. Tras el triunfo, se mostró humilde, sugirió una autocrítica y prometió la unidad nacional. Todavía no asumió.

Fuente e imagen:  http://estrategia.la/2020/10/21/sin-evo-y-con-un-pueblo-en-resistencia-el-mas-vuelve-al-poder-de-la-mano-de-lucho-arce/

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Argentina se suma al acoso a Venezuela y despierta fuertes reacciones internas

Argentina se suma al acoso a Venezuela y despierta fuertes reacciones internas

Fuentes: CLAE / Rebelión [Imagen: Prensa Latina]

En una actitud complaciente con la política exterior estadounidense, el gobierno argentino votó en contra de Venezuela en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. La cancillería, a cargo el ministro Felipe Solá, siguiendo las estrictas instrucciones del presidente Alberto Fernández, coincidió y respaldó plenamente un informe injerencista elaborado por la ahora funcionaria de Naciones Unidas, la expresidenta chilena Michelle Bachelet.

Si bien la decisión sorprendió, el canciller Solá ya había explicado la causa en un tuit poco antes de la votación en Ginebra: “Agradezco al embajador de EE.UU. Edward Prado el compromiso de su país de apoyar a la Argentina en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional. Hoy tuvimos un encuentro en el que analizamos cómo aumentar las inversiones y el comercio entre ambos países”.

Dentro del oficialismo, se destacó la postura de Alicia Castro, quien renunció a su postulación como embajadora argentina en Rusia. La decisión de la exdiputada con larga carrera sindical, política y diplomática (fue embajadora en Caracas y Londres) fue comunicada al gobierno con una misiva en la que se expresó en desacuerdo con la política de Relaciones Exteriores, luego de que la cancillería condenara  a Venezuela ante el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.

Craig Faller, jefe del Comando Sur de EE.UU., señaló el lunes que los esfuerzos por derrocar al presidente Nicolás Maduro “van funcionando”, pero que tomará tiempo obtener resultados. “A menudo me preguntan, ¿por qué se demora tanto? ¿Por qué no han funcionado los esfuerzos de Estados Unidos?”, se preguntó en una mesa redonda organizada por el foro empresarial Consejo de las Américas.

“Tomó una generación llegar a este punto y tomará un tiempo desempacar el marco democrático del representante Elliott Abrams”, explicó Faller a los empresarios,

La reciente alineación de la cancillería argentina con las exigencias estadounidenses irritó a amplios sectores del espectro ideológico argentino y continental, sobre todo considerando las clarísimas vulneraciones impunes a los derechos humanos en Chile, Bolivia, Ecuador, Colombia y Brasil, en donde se han suprimido las mínimas garantías constitucionales para sus respectivas poblaciones, sin que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos se haya manifestado de manera tan contundente.

La decisión del gobierno “progresista” argentino despertó fuertes críticas en sectores del oficialismo que recordaron la posición argentina en 1902, con la Doctrina Drago – que fue una respuesta digna dada en 1902 contra el bloqueo naval a Venezuela por parte de los piratas ingleses, Italia y Alemania, y la colaboración implícita de Estados Unidos-  y advirtieron sobre someterse al injerencionismo estadounidense.

El informe de Bachelet señala –sin pruebas de ello ni haber visitado Venezuela- de batallones de exterminio, torturas, asesinatos, detenciones arbitrarias, violaciones sexuales en Venezuela, lo mezcla con el drama que vive la población producto del bloqueo de Estados Unidos y la Unión Europea, los sabotajes de la derecha opositora, en un relato con el objetivo de impugnar el proceso revolucionario y contribuir con Washington, a destruir el proceso venezolano.

Responde a una elaboración hecha desde Panamá por un ente designando por la funcionaria chilena denominada Misión de Determinación de Hechos, que se basó en información recabada a través de las redes sociales y páginas de internet, restando toda credibilidad a sus resultados..

El texto final es un auténtico copia y pegue, no precisamente sobre la situación venezolana en lo que hace a Derechos Humanos, sino que puede aplicarse perfectamente a lo que ocurre a diario en Colombia, Perú, Paraguay, Brasil o el propio Chile. Allí, Bachelet gobernó con mano dura y aplicó contra el pueblo mapuche muchas de las sevicias que hoy endilga al país caribeño.

Varios movimientos sociales señalaron que los problemas de Venezuela no se resuelven con bloqueos ni condenas sino con cooperación y asistencia recíproca. La Argentina tiene una trayectoria de política exterior que con el acompañamiento de esta resolución resulta mancillada. Es otro paso más en contra de una política exterior independiente y no sometida a las presiones de Estados Unidos, añadieron. 

Los medios hegemónicos interpretaron prontamente que la Cancillería daba un giro en relación con las declaraciones del embajador argentino ante la OEA, Carlos Raimundi, quién había indicado que el país caribeño viene de sufrir un “fuerte asedio de intervencionismo” y que cualquier interpretación sobre hechos ocurridos dentro de Venezuela está sesgada por las presiones que ejerce el Departamento de Estado y sus aliados de la derecha regionales.

Bachelet, siguiendo el libreto del gobierno estadounidense y su cohorte del Grupo de Lima, busca desdibujar y destruir a uno de los dos gobiernos, junto con Cuba, realmente soberanos de Nuestramérica, con el simple objetivo de reubicar a Venezuela en el “dispositivo geopolítico” de  EE.UU.

En esta nueva guerra fría entre Estados Unidos y China, Argentina está en la encrucijada, señala el analista Juan Guahán. Si bien forma parte del occidente capitalista, una de las pocas ventanas para sostener la economía viene de ese extraño fenómeno que es el comunismo oriental de China. Tal situación genera variadas contradicciones.

El sector financiero está fuertemente soldado con el mundo de las finanzas internacionales. Supuestamente ha arreglado cuentas con los bonistas, ahora tiene por delante el acuerdo con el FMI. Éste es quien fija las condicionalidades” que definen el rumbo de la economía argentina.

Allí, en el FMI, el mandamás es EE.UU. Pero, por otro lado China mantiene inversiones productivas en 23 distritos de la Argentina. Con una base científico-militar en Neuquén y un aporte de 18,5 mil millones de dólares, en swaps que han sido incorporados a las reservas del Banco Central.

Estas situaciones colocan a la Argentina en una complicada perspectiva estratégica. No está en condiciones de bancarse conflictos con ninguna de estas dos potencias en pugna. En la medida que crezca esta “guerra fría” estas dificultades correrán la misma suerte.

Hoy, el gobierno argentino autodenominado peronista, con un presidente “liberal progresista”- como se definió el propio Alberto Fernández-, votó junto a Jair Bolsonaro, Iván Duque, Sebastián Piñera y Martín Vizcarra, violadores sistemáticos de los derechos humanos, alejándose de la posición principista tomada por México.

Aram Aharonian: Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la) y susrysurtv.

Fuente de la Información: https://rebelion.org/argentina-se-suma-al-acoso-a-venezuela-y-despierta-fuertes-reacciones-internas/

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Una izquierda brasileña que se resiste a unirse para derrotar al fascismo

Por: Aram Aharonian*

 

En un Brasil jaqueado por el coronavirus, la crisis económica, social y sanitaria, y gobernado por el ultraderechista Jair Bolsonaro y su cohorte de militares y grandes empresarios bendecidos por Washington, el abanico progresista aparece fraccionado de cara a las elecciones municipales del 15 de noviembre, antesala de las presidenciales de 2022.

Las municipales iban a ser en octubre, pero el Congreso aprobó una enmienda constitucional por la pandemia para posponerlas al 15 de noviembre. Para los analistas, los comicios serán una forma de medir hasta dónde llega el declive de una izquierda, que debe enfrentar en sus bastiones tradicionales –como Rio de Janeiro- al discurso social de los poderosos partidos evangélicos, sostén de la ultraderecha.

El escenario político para estas elecciones permanece sombrío y amenazador para las fuerzas progresistas en casi todo Brasil. Una nueva derrota, aun si fuera menor a la de 2016 ocurrida después del golpe parlamentario contra la presidenta Dilma Rousseff, podría ser aún más devastadora para los próximos años.

Pero hay candidatos de sectores progresistas locales que tienen “asegurada” su elección, y no parecen interesados en buscar la unidad en estas instancias municipales.  “No hay unidad en la izquierda. Cada uno va a la suya”, según Carlos Siqueira, presidente del Partido Socialista Brasileño (PSB), sintetizando el  intento frustrado de seis partidos de unificar los discursos en contra de Bolsonaro  en las elecciones municipales. “Tenemos convergencias de pensamientos, pero con relación a la disputa electoral, no conseguimos unirnos”, apuntó Luciana Santos, presidenta del Partido Comunista de Brasil (PCdoB).

El grupo, integrado por los líderes legislativos del Partido de los Trabajadores (PT), del Partido Socialista Brasileño (PSB), del Partido Democrático Laborista (PDT), del Partido Comunista de Brasil (PCdoB), del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) y del partido Red de Sostenibilidad (REDE)  estuvo trabajando unido en el Congreso e intensificó las negociaciones para repartirse los mítines en las 92 mayores ciudades de Brasil, ante la posibilidad de ir a una segunda vuelta.

Los motivos que impiden forjar esa alianza contra Bolsonaro son el desinterés del Partido de los Trabajadores de renunciar a su hegemonía en la oposición, las disputas políticas internas en cada municipio y la preocupación de las formaciones más pequeñas por tener una base de apoyo propia para las legislativas de 2022, cuando aumentará el mínimo de votos necesarios para seguir existiendo como partido.  Sólo recibirán financiación pública y publicidad gratuita aquellos que consigan un 2% de los votos válidos a nivel nacional en un tercio de los Estados, con un mínimo del 1% en cada uno, o consigan al menos 11 diputados distribuidos en nueve Estados.

“El gran problema del PT es su cultura hegemónica. Solo piensa en sus candidatos”, señaló Carlos Lupi, presidente del PDT, apuntando directamente a Luiz Inacio Lula da Silva, quien gobernó por dos períodos y que fue preso –sin prueba alguna-  por el lawfare de una justicia más corrupta que la transnacional Oderbrecht con el solo fin de impedirle participar en las elecciones y dejar el camino libre al neofascista Jair Bolsonaro. Claro, antes se produjo el golpe parlamentario contra Dilma Rousseff.

Informe preelectoral: elecciones municipales en Brasil — CELAGEn su reciente mensaje a los brasileños. Lula los llamó a encolumnarse detrás: “Sé, ya sabes, que podemos, nuevamente, hacer de Brasil el país de nuestros sueños. Y decir, desde el fondo de mi corazón: estoy aquí. Reconstruyamos Brasil juntos. Aún nos queda un largo camino por recorrer juntos. Manténte firme, porque juntos somos fuertes. Viviremos y ganaremos».

El exgobernador de Paraná, Roberto Requiao fue más allá y, propuso retomar algunos temas esenciales como la nacionalidad y la soberanía, y manifestarse contra la privatización y entrega de las empresas estratégicas, la recolocación del Banco Central al servicio del desarrollo del país y no de la especulación financiera y, sobre todo, la propuesta de un plan de acción mínimo que una a todos los brasileños.

Requião exigió un plan que incluya un referendo revocatorio de todas las medidas antinacionales, antipopulares y antidemocráticas aprobadas desde el golpe de 2016, medidas de emergencia para la creación a corto plazo de millones de empleos, salarios y pensiones dignas, recuperación de los presupuestos para la salud, educación, vivienda popular, saneamiento básico e infraestructura, y una política en defensa de la Amazonia.

El 22 de septiembre, Lula atacó el discurso de Bolsonaro en Naciones Unidas, lanzando un proyecto de reconstrucción del Brasil, en especial en lo referente a la educación, la salud, las relaciones internacionales, comercio exterior, industria y empleo, y cultura.  Pero el PT ha decidido que necesita tener el mayor número posible de candidatos para poder defenderse. “El PT necesita tener voz. Hablar de su legado, de las experiencias que ya ha tenido en las administraciones municipales, para defenderse de los ataques”, afirmó la presidenta del partido Gleisi Hoffmann. “Desde 2013, las fuerzas de derecha han intentado anular al PT. En un frente, es más difícil hacer una defensa individual”, agregó.

“No pueden querer que el PT renuncie a esa grandeza que le dio el pueblo a cambio de nada. O tiene un candidato más grande que el PT o no tiene ninguna posibilidad”, dijo, por su parte, el expresidente Lula. En estas elecciones, el PT presentará candidatos en 1.531 de los 5.570 municipios de Brasil que, juntos, representan el 60% de la población. En 2016, las últimas municipales, el PT presentó 993 candidatos.

Los analistas de la izquierda se preguntan si queda tiempo para impedir un nuevo desastre en estos comicios. Forum 21 señala que la sociedad brasileña está siendo empujada a un ciclo de violencia política, que la truculencia en el poder anuncia e incentiva. El empeño liberal de la centroderecha en exagerar moderación en el caos y en la represión, apenas robustece ese riego con una tónica de complicidad, añade.

Aún hoy, el líder más fuerte del progresismo sigue siendo Lula y aunque tenga una imagen negativa alta, no habrá un gran acuerdo sin su aval ni su colaboración. Pareciera que separar a las izquierdas del lulismo es misión imposible. Por eso mismo, parece difícil la constitución de un frente electoral de izquierda en las municipales aunque quizá se logren acuerdos para la segunda vuelta (hay ballotage en los comicios para los alcaldes).

Obviamente, la fragmentación de la izquierda fortalece el proyecto autocrático y neofascista que se viene implantando en Brasil. Revertir la ruta neoliberal y neofascista y repolitizar la agenda del desarrollo económico-social, secuestrada integralmente por la “razón del mercado”, requiere que las ideas progresistas demuestren pertenecer al mundo real a través de la acción, alertó Forum 21.

Cambia, todo cambia. 

KELP.cl | Portal en español sobre graffiti meets design™ desde 2004Los vientos progresistas en Brasil se han convertido en brisas dispersas. Quedaron lejanas las victorias de cuatro elecciones presidenciales consecutivas, de triunfos en gobiernos de las ciudades más importantes como Rio de Janeiro, Sao Paulo o Belo Horizonte.   Lo cierto es que la mayoría de las izquierdas, incluídas las fuerzas  más influyentes, viene subestimando a Bolsonaro desde 2017, pero no se han animado a hacer una autocrítica de la gestión de 13 años de gobierno, partiendo de la desmovilización de los movimientos sociales y la cooptación de sus dirigentes para cargos públicos, abandonando la calle a manos de la derecha.

Aquel poder político del abanico progresista, -desde el centro, pasando por el partido de los Trabajadores hasta las organizaciones más radicales- parece haber quedado en el pasado. Hoy la izquierda –o mejor dicho el progresismo, que no es lo mismo ni es igual- está en la oposición no sólo a nivel federal sino también en los gobiernos de los principales estados y ciudades.

La combinación de varios factores, como la cuestión ética que acompañó el derrumbe del Partido de los Trabajadores (PT) -que gobernó sucesivamente con Luiz Inacio Lula da Silva y Dilma Rousseff por cuatro períodos- un sistema electoral centrífugo y un gobierno federal que potencia a los gobernadores, dejan poco margen para un progresismo que está lejos de los principales cargos ejecutivos.

Una de las razones es la nueva ley electoral aprobada en 2017, que impide la formación de coaliciones electorales en elecciones para cargos legislativos municipales, estatales y federales. Esto ha dificultado la coordinación entre los grupos: cada uno quiere imponer su candidato. Es difícil entender la falta de coordinación en un momento en que la Presidencia está ejercida por un político de extrema derecha”, señala el doctor en Ciencia Política y profesor de la Fundación Getulio Vargas, Octavio Amorim Neto.

Otra razón para el fraccionamiento es la disputa por la hegemonía, en un momento en que el PT está en declive, lo que ha acelerado la competencia entre éste y las otras dos grandes fuerzas progresistas: el Partido Democrático Trabalhista (PDT) y el Partido Socialista Brasileiro (PSB).  Hay que añadir la mala relación entre Lula y el líder del PDT, Ciro Gomes (quizá el referente más nítido), desde que el primero rechazó apoyar la candidatura presidencial del segundo. Gomes, exministro, exdiputado y exgobernador de Ceará, dirige un partido personalista, donde todo el poder recae en él y en su hermano.Elecciones brasileñas: Ciro Gomes, férreo opositor a privatizaciones - BNamericas

El otro referente en ascenso de la izquierda es el senador Randolfe Rodrigues (del despoblado estado Amapá) , de la ambientalista Red Sustentabilidade, con escasa proyección nacional y poca estructura fuera de su región.

Los analistas llaman la atención  sobre el futuro de la izquierda en el Partido Socialismo e Liberdade (PSoL), que viene recogiendo a muchos desencantados del PT. Allí surge el liderazgo de Flavio Dino, gobernador de Maranhão y miembro histórico del Partido Comunista. Dino, exjuez que logró echar a la familia Sarney del poder de su estado, insiste en la construcción de una gran coalición de izquierdas.

La pérdida de la calle

Los medios hegemónicos se abstienen de difundir la información de los grupos progresistas: los invisibilizan. Y es que durante tantos años de gobiernos del PT poco se avanzó en la democratización de la comunicación. La izquierda teme hablar de democracia participativa y busca eslogans que puedan calar publicitariamente en la población.

Pero tampoco es que éstos hayan presentado programas y propuestas que tengan que ver con la vida cotidiana y el futuro de los ciudadanos, como trabajo, educación, salud, vivienda, saneamiento, acceso al agua, apoyo a las minorías, defensa del medio ambiente –la Amazonia y el pantanal, incluídos-, presupuesto participativo, formación de concejos de ciudadanía, entre otras temas.

La crisis social es inmensa. La parte de la población económicamente activa con contratos de trabajo se limita a menos de la mitad: poco más de treinta millones en el sector privado y doce millones en la administración pública. Otros cuarenta millones no podrían ni siquiera sobrevivir sin el apoyo del Estado.

La resolución del Directorio del PSOL sobre las elecciones abre un camino peligroso - Izquierda Web

Quizá, el análisis del liderazgo progresista fue que la combinación de una calamidad humanitaria y una crisis económica dejaría debilitado al gobierno bolsonarista. Con unos 145 mil muertos por el covid-19, decenas de millones de desempleados, una grave crisis social y, por lo tanto, una oportunidad, pensaron. Este pronóstico se confirmó durante los primeros cuatro meses. Pero en el último mes, la situación ha cambiado, y Bolsonaro se ha recuperado.

El desafío es averiguar porqué la mayoría de la clase trabajadora organizada, ancla social del PT desde los años 1980, no se movilizó para defender el gobierno de Dilma Rousseff. Como resultado, la izquierda moderada abrazó la táctica quietista de apostar para derrotar a Bolsonaro en las elecciones de 2022, calculando que se acumularía un desgaste inevitable, señala Valerio Arcary, miembro de la Coordinación Nacional de Resistencia, tendencia del PSOL.

La simple respuesta de la izquierda radical es que Bolsonaro fue, esencialmente, un accidente electoral: las fuerzas de la clase trabajadora estarían intactas, y el derrocamiento de Bolsonaro está aún por construirse, porque falta la disposición de las direcciones más influyentes. Lo preocupante son las dificultades para aceptar que se enfrentan a una fuerza política neofascista de base social.

Con la pandemia, las posiciones de Bolsonaro convirtieron la crisis sanitaria en una crisis política al despreciar la gravedad de la pandemia, mientras aprovechaba para incorporar al gobierno a miles de oficiales de las Fuerzas Armadas; forzar la renuncia del ministro de Justicia Sergio Moro (eventual competidor como candidato presidencial), y favorecer las movilizaciones que propugnaban un autogolpe.

La pandemia también significó la imposibilidad de la izquierda de contar con movilizaciones masivas en las calles mientras se producía la naturalización de la pandemia, especialmente entre los partidarios de Bolsonaro, al menos a un tercio de la población (más hombres que las mujeres, más mayores que jóvenes, más entre los menos educados que los más educados), y más en el sur que en el noreste.

La banalización de la pandemia, manejada por los medios hegemónicos de comunicación, refleja la tendencia a quitarle a los gobiernos la responsabilidad de la calamidad sanitaria, a la par de una presión para reactivar la actividad económica, mucho más intensa entre los propietarios de pequeñas empresas y los trabajadores informales y una fatiga por la cuarentena después de seis meses y ansiedad por volver a una rutina de vida normal.

Éste no es un ensayo

Hay quienes entiendan que el PT insistirá en la polarización contra los bolsonaristas como un ensayo para las elecciones generales de 2022. Para el politólogo Leandro Consentino, “al PT la polarización le va muy bien. Bolsonaro y el PT son mejores amigos cuando se trata de mantener el statu quo”, mientras que Valdir Pucci, de la Universidad de Brasilia, señala que “tanto el PT como Bolsonaro ven en el otro el enemigo capaz de aglutinar a sus huestes”.

Hay otros, como Pedro Ivo Batista, portavoz  de la Red de Sostenibilidad, que sostienen que lo ideal sería que los partidos progresistas se unieran ya en la primera vuelta. “Brasil nunca ha tenido un gobierno neofascista como éste. Lo ideal sería unirse más para evitar este peligro de fuerzas totalitarias”.

Polarização com Bolsonaro explica alta rejeição de Marina, diz porta-voz da RedeQuien no está de acuerdo con la tesis de que este año será un ensayo del 2022, es el presidente del PSOL, Juliano Medeiros, quien prefiere verlo como un termómetro. “El fortalecimiento de la oposición y el debilitamiento electoral del bolsonarismo, por ejemplo, no garantizan la derrota de la extrema derecha en 2022, pero indican un escenario más favorable para las fuerzas populares”, analiza.

Los indígenas

El avance de las invasiones a tierras indígenas, la deforestación, el acoso a organismos públicos como la Fundación Nacional Indígena (Funai) por parte de ruralistas como el secretario de Tierras Nabhan García y la pandemia del covid-19 que los sigue diezmando, son algunos de los escenarios que preocupan a los pueblos originarios .

En un contexto de amenazas y muchas veces desligados y olvidados por el progresismo, los candidatos indígenas comenzaron a movilizarse en todo el país para las elecciones municipales. este año.

La Articulación de Pueblos Indígenas de Brasil (Apib) reunió virtualmente a cientos de precandidatos indígenas y presentó una plataforma de apoyo a las postulaciones, coordinada por Mídia Ninja. El objetivo es reunir a candidatos indígenas de todos los sectores progresistas y apoyarlos con cursos de capacitación en política, herramientas de comunicación y otras estrategias para ayudar a construir campañas democráticas y diversas.

Los pueblos indígenas de Brasil encabezan la protesta mundial del “Enero Rojo” - Survival InternationalEn las elecciones municipales de 2016, el número de candidatos indígenas correspondió al 0,35% del total, según el balance del Tribunal Superior Electoral . De los 496,900 candidatos para las elecciones de ese año, solo 1,700 eran indígenas. Con la preparación de las precandidaturas, Apib espera que este número de candidatos a concejales, alcaldes y vicealcaldes sea mucho mayor en las elecciones municipales de 2020.

 De cara al 2022

La expectativa de los representantes de la izquierda es que la frustrada unificación en la primera vuelta ocurra en la segunda etapa de las elecciones. Queda por ver quiénes quedarán cuando llegue ese momento.

De cara a 2022, podría haber una coalición electoral en caso que el PT perciba que corre riesgo de no llegar a la segunda vuelta, como lo ha hecho siempre desde 1989, y que Bolsonaro tenga gran posibilidad de ser reelegido.

Quizá el PT apoye a un candidato de otro partido, para – incluso perdiendo la elección – seguir siendo un actor relevante de la política. Pero para eso el PT deberá renovarse y sustituir a Lula (que ya tiene 74 años) por alguien más joven y moderno.

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la) y susrysurtv.

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