Page 4 of 11
1 2 3 4 5 6 11

Colombia: autismo político, crisis social y modelo de exterminio

Por: Aram Aharonian|

Más de dos semanas de ininterrumpidas  manifestaciones populares a lo largo y ancho de Colombia evidencian que la crisis económica, financiera, sanitaria  y social provocada por la inoperancia, torpeza y un programa de insultantes privilegios para la oligarquía del presidente Iván Duque, precipitaron el resquebrajamiento del consenso neoliberal y llevaron al baño de sangre con el que el establishment quiso sofocar el estallido social

En Colombia, imperialismo, contrainsurgencia y fascismo  han actuado siempre unidos y/o mezclados. Subsiste una alianza militar-narcomilitar, con impunidad (casi) garantizada por la Fiscalía, que deja cadáveres de cientos de dirigentes sociales, indígenas o campesinos, mientras siguen las desapariciones y los fusilamientos extrajudiciales. Siete bases estadounidenses se alojan en territorio colombiano, asesores estadounidenses e israelíes adiestran a los asesinos de su pueblo.  Se cumplió el paro nacional en Colombia, con imponentes marchas y algunos  choques con la Policía - Télam - Agencia Nacional de Noticias

Colombia es el único miembro suramericano de la OTAN, justificado por los enormes intereses neocoloniales económicos y políticos del complejo militar industrial y financiero nacional y global, además de los intereses geoestratégicos con países limítrofes “desafectos a Washington” como Nicaragua y Venezuela.

Hoy Colombia es más importante para Estados Unidos que su neocolonia de Puerto Rico en la totalidad de los intereses de Washington en la región.  Pero el dato nuevo es que el gobierno de Joe Biden, en lugar del “tradicional apoyo irrestricto al gobierno de Colombia, ha pedido el respeto por los derechos humanos y ha desautorizado los “desmanes” de la fuerza pública, que ellos financian y adiestran que, asociada con el narco paramilitarismo ha reprimido brutalmente –otra vez- y con una violencia aterradora a la actual protesta.

Algunos analistas pecan de optimismo al creer que esta posición desautoriza al expresidente Álvaro Uribe, cabeza de la derecha y del genocidio, -voz de Washington, pero sobre todo del Comando Sur- en su país desde hace dos décadas. Lo que hace el gobierno demócrata estadounidense es evaluar los daños, teniendo en cuenta que para ellos democracia es igual a elecciones (si son amañadas, mejor) y el proceso electoral colombiano ya se está jugando.

Así fue el sobrevuelo del presidente Duque en la vía al Llano -  CABLENOTICIASEsta “nueva” posición de Washington ha obligado a Duque a abandonar el cómodo Palacio de Nariño para ir, humillado y “clandestino”, en horas de la madrugada, a reunirse con sus operadores y agentes represivos, comandados por el general Eduardo Zapateiro, en la ciudad de Cali.  La preocupación del arriba nervioso es que no surge ningún candidato desde la derecha proestadounidense.

Y aquellos que crecieron bajo el ala de Uribe y el narcopoder, tienen muy pocas oportunidades de llegar a la casa presidencial, máxime cuando la encuesta realizada por la revista Semana indicaba que el izquierdista Gustavo Petro ganaría en la primera vuelta y cuando todos son conscientes de que le será muy difícil a Duque gobernar los 18 meses que le restan.

En las próximas semanas ya veremos a quien los magos de Washington tocan con su varita mágica para garantizar la continuidad del uribismo. Alberto Pinzón señala que buscan a alguien con suficiente demagogia populista, imagen de progresista, que asista a los cocteles de la embajada y, sobre todo, que prometa continuar la lucha para llevarle la democracia a Venezuela, restaurar sus antiguas instituciones y suprimir definitivamente ese peligro a la seguridad de los EEUU que declaró el presidente Obama hace seis años.

Pero no hay que quitarle méritos a Iván “el terrible”: Es el único de América Latina y del mundo a quién se le ocurrió subir los impuestos en medio de la crisis social más grande que ha vivido el planeta en un siglo y la peor que ha tenido Colombia en su historia. Duque destinó apenas un 2,8% del PIB a la pandemia (EU dedicó un 24,8%), y casi la mitad de ese 2,8% no es gasto sino un seguro de crédito para la banca privada. 

Hernando Gómez Buendía, director de Razón Pública, señala que Colombia fue víctima de tres cosas: su tradición de buen deudor y seguidor del Fondo Monetario Internacional; la Constitución de 1991, que se hizo para prohibir que el Banco de la República financie el gasto público, y la ideología o rigidez neoliberal del ex ministro de Hacienda Carrasquilla, su discípulo Duque, la Junta Directiva del Banco de la República y el equipo de gobierno en su conjunto.

En las últimas dos semanas, Duque perdió dos ministros. A la salida del impresentable ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla, autor del proyecto de reforma tributaria que disparó el estallido social y al que ni Uribe quería, se sumó la renuncia de la ministra de Relaciones Exteriores, Claudia Blum, dejando en claro que se trata de una crisis política provocada por la arrogancia e insensibilidad de Duque .

La administración derechista se quedó sin proyecto ni respuestas tras fracasar en su intento de trasladar a las mayorías el costo de mantener los ofensivos privilegios de la oligarquía mediante el aumento y la creación de nuevos impuestos. Ya Duque venía en caída libre, acumulando un 70 por ciento de desaprobación.  Tratando de revertir la caída libre, Duque aseguró el 14 de mayo que “la recesión ha terminado” e indicó que por primera vez desde la pandemia Colombia muestra un crecimiento positivo en su economía, 1.1% luego de tres trimestres con cifras negativas. Tardaron muchos días en hacer cuadrar las cifras para mostrar esa mejora que no convenció a nadie.

Colombia: siguen protestas en vísperas de segundo paro nacional | Las  noticias y análisis más importantes en América Latina | DW | 27.11.2019Solo un gobierno con autismo político puede haber anunciado una reforma tributaria que afecta mayormente a las clases medias y populares, en un país que atraviesa el pico de la tercera ola de la pandemia con uno de los niveles de contagios y muertes más altos del mundo, un incremento de las personas en situación de pobreza extrema  y una caída de la economía de casi 7%, dice Ariela Ruiz Caro.

Ese rechazo popular se volcó a las calles, en un país hambriento, desangrado, y los asesores del gobierno creyeron que Duque recuperaría credibilidad llamando a un farsesco diálogo –bien promocionado pro los medios- que no incluía la rectificación de las políticas no sólo neoliberales sino también oligárquicas, que quizá significaran un enfrentamiento con Uribe, su mentor y mandante.

Asimismo, el senador Iván Cepeda, la organización Temblores y organizaciones de Derechos Humanos informaron sobre la denuncia instaurada ente la Corte Penal Internacional y las Naciones Unidas por 1.595 casos de agresiones y violaciones de derechos humanos por parte del gobierno en los primeros 16 días de Paro Nacional.  La denuncia acusa como máximos responsables de las violaciones humanitarias al presidente Iván Duque, al ministro de Defensa Diego Molano; al expresidente Álvaro Uribe Vélez; al general del Ejército Eduardo Zapateiro y al director nacional de la Policía, Jorge Luis Vargas.

Mientras, un críptico tweet en la cuenta de Uribe con una supuesta propuesta de acción política prendió la curiosidad y desató un intenso debate acerca del origen de dicha intervención. Textualmente decía:  “1) Fortalecer FFAA, debilitadas al igualarlas con terroristas, La Habana y JEP. Y con narrativa para anular su accionar legítimo; 2) Reconocer: Terrorismo más grande de lo imaginado; 3) Acelerar lo social; 4) Resistir Revolución Molecular Disipada: impide normalidad, escala y copa”.  Uribe se refería con el último de los términos al concepto repostulado por el neonazi chileno Alexis López, acérrimo defensor del revisionismo del holocausto judío, y conferencista en reiteradas ocasiones, en la Universidad Militar Nueva Granada, donde se forman algunos de los principales cuadros militares de Colombia.

Uribe es conocedor del poder del mercadeo, del valor de la emocionalidad en la construcción de mecanismos de poder y legitimación. Con la deformación del concepto. alimenta su serie de grandes éxitos que se inician con el ‘castrochavismo’ y continúan con otras deformidades tales como aquella de la ‘ideología de género’ o la alargada sombra del Foro de São Paulo, algunos de los argumentos más difundidos para la negativa de apoyo al proceso de paz en el referéndum de 2016.

La teoría ignorante o paranoica de la “revolución molecular disipada” que puso a circular el uribismo deja de considerar que en Colombia hay una sola fuerza organizada y capaz de ocupar esos centros de poder: el Ejército. Y en el caso de Duque, antes que un golpe, tendríamos una militarización completa del país y una violencia de Estado duradera.

La estrategia no es nueva por parte de la derecha: la desinformación se nutre del anonimato en la generación del mensaje y del capital simbólico de la figura que lo difunde. Su único fin es el de crear narrativas paralelas –a través de la apelación a las emociones con la utilización sistemática de la amenaza del terrorismo- y afianzar el pánico colectivo a través de una manipulación consciente de la información falsa presentada como veraz.

Para eso cuenta con asesores colombianos, ecuatorianos, estadounidenses, venezolanos e israelíes, además de los medios hegemónicos para difundir la información falsa,  no solo colombianos sino también latinoamericanos y globales.

El senador Gustavo Petro dejó en claro que Uribe, un siniestro personaje y también su entorno –conformado por la más rancia oligarquía y por los más salvajes grupos paramilitares–recurrieron a tácticas transparentemente fascistas para auparse al poder y crear un sólido consenso social alrededor de sus intereses: desde la satanización y criminalización de cualquier forma de disidencia, hasta la invención de amenazas inexistentes para justificar formas extremas de violencia de Estado.

Ahora se habla de la realidad regional. En las regiones y ciudades intermedias, como Cali, es donde más duro se ha sentido el incendio social, descentralizando la protesta, trayendo a la escena a otros liderazgos sociopolíticos, que ponen en peligro la acumulación de capital conseguido en estos 40 años de genocidio y de despojo millonario de víctimas.

Fuente e imagen: CLAE (estrategia.la)

Comparte este contenido:

Colombia: autismo político, crisis social y modelo de exterminio

Por Aram Aharonian

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Más de dos semanas de ininterrumpidas manifestaciones populares a lo largo y ancho de Colombia evidencian que la crisis económica, financiera, sanitaria y social provocada por la inoperancia, torpeza y un programa de insultantes privilegios para la oligarquía del presidente Iván Duque, precipitaron el resquebrajamiento del consenso neoliberal y llevaron al baño de sangre con el que el establishment quiso sofocar el estallido social

En Colombia, imperialismo, contrainsurgencia y fascismo han actuado siempre unidos y/o mezclados. Subsiste una alianza militar-narcomilitar, con impunidad (casi) garantizada por la Fiscalía, que deja cadáveres de cientos de dirigentes sociales, indígenas o campesinos, mientras siguen las desapariciones y los fusilamientos extrajudiciales. Siete bases estadounidenses se alojan en territorio colombiano, asesores estadounidenses e israelíes adiestran a los asesinos de su pueblo.

Colombia es el único miembro suramericano de la OTAN, justificado por los enormes intereses neocoloniales económicos y políticos del complejo militar industrial y financiero nacional y global, además de los intereses geoestratégicos con países limítrofes “desafectos a Washington” como Nicaragua y Venezuela.

Hoy Colombia es más importante para Estados Unidos que su neocolonia de Puerto Rico en la totalidad de los intereses de Washington en la región. Pero el dato nuevo es que el gobierno de Joe Biden, en lugar del “tradicional apoyo irrestricto” al gobierno de Colombia, ha pedido el respeto por los derechos humanos y ha desautorizado los “desmanes” de la fuerza pública, que ellos financian y adiestran que, asociada con el narco paramilitarismo ha reprimido brutalmente –otra vez- y con una violencia aterradora a la actual protesta.

Algunos analistas pecan de optimismo al creer que esta posición desautoriza al expresidente Álvaro Uribe, cabeza de la derecha y del genocidio, -voz de Washington, pero sobre todo del Comando Sur- en su país desde hace dos décadas. Lo que hace el gobierno demócrata estadounidense es evaluar los daños, teniendo en cuenta que para ellos democracia es igual a elecciones (si son amañadas, mejor) y el proceso electoral colombiano ya se está jugando.

Esta “nueva” posición de Washington ha obligado a Duque a abandonar el cómodo Palacio de Nariño para ir, humillado y “clandestino”, en horas de la madrugada, a reunirse con sus operadores y agentes represivos, comandados por el general Eduardo Zapateiro, en la ciudad de Cali. La preocupación del arriba nervioso es que no surge ningún candidato desde la derecha proestadounidense.

Y aquellos que crecieron bajo el ala de Uribe y el narcopoder, tienen muy pocas oportunidades de llegar a la casa presidencial, máxime cuando la encuesta realizada por la revista Semana indicaba que el izquierdista Gustavo Petro ganaría en la primera vuelta y cuando todos son conscientes de que le será muy difícil a Duque gobernar los 18 meses que le restan.

En las próximas semanas ya veremos a quien los magos de Washington tocan con su varita mágica para garantizar la continuidad del uribismo. Alberto Pinzón señala que buscan a alguien con suficiente demagogia populista, imagen de progresista, que asista a los cocteles de la embajada y, sobre todo, que prometa continuar la lucha para llevarle la democracia a Venezuela, restaurar sus antiguas instituciones y suprimir definitivamente ese peligro a la seguridad de los EEUU que declaró el presidente Obama hace seis años.

Pero no hay que quitarle méritos a Iván “el terrible”: Es el único de América Latina y del mundo a quién se le ocurrió subir los impuestos en medio de la crisis social más grande que ha vivido el planeta en un siglo y la peor que ha tenido Colombia en su historia. Duque destinó apenas un 2,8% del PIB a la pandemia (EU dedicó un 24,8%), y casi la mitad de ese 2,8% no es gasto sino un seguro de crédito para la banca privada.

Hernando Gómez Buendía, director de Razón Pública, señala que Colombia fue víctima de tres cosas: su tradición de buen deudor y seguidor del Fondo Monetario Internacional; la Constitución de 1991, que se hizo para prohibir que el Banco de la República financie el gasto público, y la ideología o rigidez neoliberal del ex ministro de Hacienda Carrasquilla, su discípulo Duque, la Junta Directiva del Banco de la República y el equipo de gobierno en su conjunto.

En las últimas dos semanas, Duque perdió dos ministros. A la salida del impresentable ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla, autor del proyecto de reforma tributaria que disparó el estallido social y al que ni Uribe quería, se sumó la renuncia de la ministra de Relaciones Exteriores, Claudia Blum, dejando en claro que se trata de una crisis política provocada por la arrogancia e insensibilidad de Duque .

La administración derechista se quedó sin proyecto ni respuestas tras fracasar en su intento de trasladar a las mayorías el costo de mantener los ofensivos privilegios de la oligarquía mediante el aumento y la creación de nuevos impuestos. Ya Duque venía en caída libre, acumulando un 70 por ciento de desaprobación. Tratando de revertir la caída libre, Duque aseguró el 14 de mayo que “la recesión ha terminado” e indicó que por primera vez desde la pandemia Colombia muestra un crecimiento positivo en su economía, 1.1% luego de tres trimestres con cifras negativas. Tardaron muchos días en hacer cuadrar las cifras para mostrar esa mejora que no convenció a nadie.

Solo un gobierno con autismo político puede haber anunciado una reforma tributaria que afecta mayormente a las clases medias y populares, en un país que atraviesa el pico de la tercera ola de la pandemia con uno de los niveles de contagios y muertes más altos del mundo, un incremento de las personas en situación de pobreza extrema y una caída de la economía de casi 7%, dice Ariela Ruiz Caro.

Ese rechazo popular se volcó a las calles, en un país hambriento, desangrado, y los asesores del gobierno creyeron que Duque recuperaría credibilidad llamando a un farsesco diálogo –bien promocionado pro los medios- que no incluía la rectificación de las políticas no sólo neoliberales sino también oligárquicas, que quizá significaran un enfrentamiento con Uribe, su mentor y mandante.

Asimismo, el senador Iván Cepeda, la organización Temblores y organizaciones de Derechos Humanos informaron sobre la denuncia instaurada ente la Corte Penal Internacional y las Naciones Unidas por 1.595 casos de agresiones y violaciones de derechos humanos por parte del gobierno en los primeros 16 días de Paro Nacional. La denuncia acusa como máximos responsables de las violaciones humanitarias al presidente Iván Duque, al ministro de Defensa Diego Molano; al expresidente Álvaro Uribe Vélez; al general del Ejército Eduardo Zapateiro y al director nacional de la Policía, Jorge Luis Vargas.

Mientras, un críptico tweet en la cuenta de Uribe con una supuesta propuesta de acción política prendió la curiosidad y desató un intenso debate acerca del origen de dicha intervención. Textualmente decía: “1) Fortalecer FFAA, debilitadas al igualarlas con terroristas, La Habana y JEP. Y con narrativa para anular su accionar legítimo; 2) Reconocer: Terrorismo más grande de lo imaginado; 3) Acelerar lo social; 4) Resistir Revolución Molecular Disipada: impide normalidad, escala y copa”. Uribe se refería con el último de los términos al concepto repostulado por el neonazi chileno Alexis López, acérrimo defensor del revisionismo del holocausto judío, y conferencista en reiteradas ocasiones, en la Universidad Militar Nueva Granada, donde se forman algunos de los principales cuadros militares de Colombia.

Uribe es conocedor del poder del mercadeo, del valor de la emocionalidad en la construcción de mecanismos de poder y legitimación. Con la deformación del concepto. alimenta su serie de grandes éxitos que se inician con el ‘castrochavismo’ y continúan con otras deformidades tales como aquella de la ‘ideología de género’ o la alargada sombra del Foro de São Paulo, algunos de los argumentos más difundidos para la negativa de apoyo al proceso de paz en el referéndum de 2016.

La teoría ignorante o paranoica de la “revolución molecular disipada” que puso a circular el uribismo deja de considerar que en Colombia hay una sola fuerza organizada y capaz de ocupar esos centros de poder: el Ejército. Y en el caso de Duque, antes que un golpe, tendríamos una militarización completa del país y una violencia de Estado duradera.

La estrategia no es nueva por parte de la derecha: la desinformación se nutre del anonimato en la generación del mensaje y del capital simbólico de la figura que lo difunde. Su único fin es el de crear narrativas paralelas –a través de la apelación a las emociones con la utilización sistemática de la amenaza del terrorismo- y afianzar el pánico colectivo a través de una manipulación consciente de la información falsa presentada como veraz.

Para eso cuenta con asesores colombianos, ecuatorianos, estadounidenses, venezolanos e israelíes, además de los medios hegemónicos para difundir la información falsa, no solo colombianos sino también latinoamericanos y globales.

El senador Gustavo Petro dejó en claro que Uribe, un siniestro personaje y también su entorno –conformado por la más rancia oligarquía y por los más salvajes grupos paramilitares–recurrieron a tácticas transparentemente fascistas para auparse al poder y crear un sólido consenso social alrededor de sus intereses: desde la satanización y criminalización de cualquier forma de disidencia, hasta la invención de amenazas inexistentes para justificar formas extremas de violencia de Estado.

Ahora se habla de la realidad regional. En las regiones y ciudades intermedias, como Cali, es donde más duro se ha sentido el incendio social, descentralizando la protesta, trayendo a la escena a otros liderazgos sociopolíticos, que ponen en peligro la acumulación de capital conseguido en estos 40 años de genocidio y de despojo millonario de víctimas.

*Periodista y comunicólogo uruguayo, magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur, preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

*Fuente: https://www.nodal.am/2021/05/colombia-autismo-politico-crisis-social-y-modelo-de-exterminio-por-aram-aharonian/

Comparte este contenido:

En un año la pandemia desnudó la crisis capitalista y las desigualdades

En un año la pandemia desnudó la crisis capitalista y las desigualdades

Aram Aharonian

Ya ha transcurrido un año desde el comienzo de la crisis y, lamentablemente, todavía no tenemos un plan de acción mundial. Hace ya un año que vivimos en una pandemia, que colocó en el centro todo aquello que hasta entonces estaba en la periferia y visibilizó el vínculo umbilical entre la crisis capitalista y la socioecológica, los supuestos modelos de desarrollo y la salud, dejando a la intemperie las enormes desigualdades sociales entre personas y entre países.

La pandemia del COVID-19 es incomparable con otras: sabemos que cambiará el mundo, pero no tenemos certezas cómo ni hacia dónde. En esta pandemia de incertidumbres, famosos filósofos como Slavoj Zizek, Byung-Chul Han o Giorgio Agamben arriesgaron predicciones que variaban entre el fin del capitalismo, variopintas teorías conspirativas y futuros sombríos de más aislamiento e individualismo.

Todas estas predicciones tienen algo en común: carecen de evidencias. Seguramente no haya un modelo único de sociedad para después de la peste y, entonces, lo que harían falta son pensamientos serios y fundados con perspectiva histórica y social. Porque no cabe duda de que el mundo será muy distinto y los problemas fundamentales serán el desempleo, el hambre y la necesidad de alimentar a millones y millones en todo el orbe.

Pero sin ideas ni imaginación responsable y rigurosa es imposible pensar soluciones progresistas que permitan construir sociedades más equitativas y mejor preparadas para combatir no solo epidemias sino otros problemas, con especial atención a los más necesitados y urgidos en un mundo instalado en la derecha y con fuertes tendencias irracionalistas y autoritarias, con destellos xenófobos y discriminatorios..

En lo que respecta a nuestra América Lapobre, la debacle económica amenaza con terminar de hundir los avances conseguidos y también el futuro de una región que ha perdido los caminos de la integración y unidad, más que necesarias en épocas de crisis económica, social, sanitaria, ambiental, máxime cuando dos técnicos del Fondo Monetario Internacional presagian el apocalipsis para mediados del año próximo.

Entonces,  cuando los gobiernos piensan que lo peor ya ha pasado, tras una campaña exhaustiva de vacunas y paquetes billonarios de reactivación económica, el mundo, de repente, se enciende: hay batallas campales en cientos de ciudades, y los edificios en llamas se proyectan en millones de pantallas de televisión. Los gobiernos caen en elecciones tumultuosas, señalan Philip Barrett y Sophia Chen,  en su informe Las repercusiones sociales de las pandemias (enero del 2021).

Allí señalan que una pandemia “pone de manifiesto las fracturas ya existentes en la sociedad: la falta de protección social, la desconfianza en las instituciones, la percepción de incompetencia o corrupción de los gobiernos”. Lo dice el FMI: Amén

Pandemia de obviedades

La pandemia nos ha llenado de obviedades. La primera lección que debemos aprender es que debemos invertir más en nuestros sistemas de salud pública, sobre todo después del escándalo de los negociados de las trasnacionales farmacéuticas  y el acaparamiento de las vacunas por los países más ricos, que parecen no tener en su vocabulario la palabra solidaridad o creen que ésta sólo se trata de un sindicato polaco anticomunista.

La segunda, es que aunque todos los seres humanos somos huéspedes potenciales del virus, éste no es democrático en dos aspectos fundamentales, ya que supone un mayor riesgo para algunas personas y  sus impactos económicos no se sentirán por igual en todas las partes del mundo, recayendo sobre todo sobre los países en desarrollo.

La crisis ha demostrado el grave peligro que supone el ocaso del multilateralismo y la desunión mundial. Se han perdido muchas vidas debido a la incapacidad de los líderes mundiales -y de cada país- para trabajar juntos. Quedó al desnudo lo fracturado que está el sistema internacional y reveló lo peligrosa que es esta situación.

¿Será que la naturaleza está poniendo a prueba nuestro sistema de respuesta global para ver cómo podríamos manejar algo mucho peor en el futuro?, se preguntan algunos románticos. La forma en que hemos manejado la pandemia nos quita esperanza de que estemos capacitados, de que podamos manejar algo un poco más complicado como el cambio climático o el aumento de la influencia de la inteligencia artificial.

Los optimistas esperan que la pandemia haya servido como campana de atención para la humanidad. Hay un nacionalismo mal entendido y difundido: el nacionalismo significa cuidar a tus compatriotas; no odiar a los extranjeros. Si todos los países cooperaran existe la posibilidad de que la covid-19 sea la última gran pandemia de la historia. Si…

En el centro de la pandemia

América Latina, que suma apenas un ocho por ciento de la población mundial, se convirtió en el epicentro de la pandemia, con más muertes en el mundo. Y, paralelamente se fue produciendo una relegitimación o retoro a un Estado fuerte, pese a gobiernos neoliberales. Este retorno demuestra también –y paralelamente- un repliegue hacia agendas nacionales y no regionales o multilaterales.

El Covid-19 provocará el cierre de 2,7 millones de empresas en América Latina y el Caribe, y la pérdida de unos 8,5 millones de puestos de trabajo, advirtió la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). La pandemia magnificó los problemas estructurales que arrastraba la región y el choque del distanciamiento y cierre de actividades se comió siete años de avances regionales en materia de desarrollo social.

El regreso a las clases presenciales de escolares y liceales en varias de nuestras capitales estuvo tensionado por muchísimas dudas y una única certeza: nada es igual que antes. Las formas de convivir entre niños, familias y docentes se redefinen día a día, y cambian de escuela en escuela. ¿Cómo se aprende y se enseña cuando el futuro a corto plazo no ofrece garantías? Problemas edilicios, malabares pedagógicos, reencuentros, expectativas y nuevas formas de vincularse a la distancia

En general, ante la pandemia, nuestrosEstados apostaron a intervenir a través de políticas públicas sanitarias, económicas y sociales, pero la pandemia desnudó las limitaciones estructurales y coyunturales. El covid-19 puso en el centro los debates sobre las urgencias de una transición económica, ecológica y social, que trascendió de los planteos de activistas e intelectuales –incluso algunos de ellos elaborados años atrás- a la agenda pública.

Y las reuniones por internet promovieron debates y manifiestos de científicos, intelectuales y académicos, que abarcaban desde el cambio climático y una agenda verde, hasta una renta básica universal y la condonación de la deuda externa de los países pobres.

Desde la academia se insiste en que la pandemia generó cambios importantes en la conciencia colectiva en América Latina y la expansión de un ambientalismo popular en varios países. Pero lo cierto es que el virus acentuó aún más las desigualdades sociales y territoriales existentes y dejó un cóctel explosivo, con ingredientes como el hacinamiento y la falta de acceso a la salud, la insuficiencia de la estructura sanitaria, el desempleo,  la informalidad, la brecha de género, la pobreza creciente.

Este año de pandemia nos ha llenado de metáforas y conceptos con los que tratamos  de catalogarla,  pero siempre conservado el lenguaje político de la metáfora bélica, la alusión a la guerra contra el virus, que sirvió para ocultar y desdibujar las causas estructurales de la crisis, apuntando sólo a los síntomas, con lo que se esperaba lograr la cohesión social frente al daño, ante un enemigo invisible y desconocido.

Mientras seguimos con el barbijo puesto y el temor (¿o terror?) en nuestros corazones, la pandemia marcó un repliegue generalizado a las agendas nacionales, relegando o poniendo en discusión el valor del  multilateralismo y los liderazgos mundiales, debido a la realidad comprobada de la falta de estrategias cooperativas e internacionalistas.

En el último año, en plena emergencia, la paralización de las actividades económicas se tradujo en una reducción de 7% de la emisión de gases de efecto invernadero, a pesar de que el neoextractivismo no cesó sino que se aceleró como apuesta de los gobiernos a la exportación agrícola y minera en busca de divisas que apuntalaran una reactivación económica en esta etapa que algún publicista vende como “la nueva normalidad”.

La crisis produjo estallidos sociales en varios países de la región, pero no cayó ningún gobierno. Los que pagaron los desastres de sus gobiernos fueron los ministros de salud, cargo que se convirtió como el más inestable desde la aparición de la covid-19 hace ya más de un año. Perú, Ecuador, Bolivia y República Dominicana han cambiado de titular de la cartera de Salud al menos tres veces en los últimos de doce meses. En Argentina y Perú, la vacunación con privilegios tumbó a los ministros.

Desde el 26 de febrero de 2020, cuando se registró el primer caso de coronavirus en Latinoamérica, una veintena de ministros de sanidad –que habían ganado gran capacidad de gasto y por ende poder político- han debido abandonar sus cargos. Las causas, desde divergencias políticas hasta fallos estratégicos, desde corrupción en la compra de insumos y medicinas hasta en el proceso de distribución y aplicación de las vacunas

Había una vez algo llamado trabajo

Millones y millones de personas sin trabajo en todo el mundo. Gente que muere de hambre, que mendiga, más delitos, más violencia, esperanzas rotas y sueños destrozados. Más de cien millones de personas se verán ahogados en  la pobreza extrema, informa el Banco Mundial. Otra década perdida para América Latina, y van…

Según un informe de la CEPAL sobre el rol de las cuidadoras durante la pandemia, la misma en Latinoamérica dejará a 118 millones de mujeres viviendo en la pobreza, lo que implica un 22% más que en 2019. En este mismo informe se detalla que 15,2% de las mujeres quedaran desempleadas, seis puntos más que en 2019.

Alrededor de 13 millones de mujeres en nuestra región vieron desaparecer sus empleos o limitarse su desarrollo laboral por la pandemia de Covid-19, que exarcebó las brechas de género en los mercados de trabajo de la región, señaló la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Dos mil millones de personas, más del 61 por ciento de la población empleada en el mundo, se ganan la vida en la economía informal sin acceso al diálogo social; el 58 por ciento de las mujeres y el 63 por ciento de los hombres del mundo trabajan en la economía informal.

Aquí también las mujeres, tienen muchas más probabilidades que los hombres de pertenecer a los segmentos más vulnerables de la economía informal como trabajadores domésticos, trabajadores a domicilio o trabajadores familiares auxiliares, lo que significa que tienen poca o ninguna protección contra el despido y poco acceso a la protección social, incluida la licencia de enfermedad remunerada.

La pandemia ha puesto de manifiesto amplias deficiencias y desigualdades en el mundo del trabajo, y las ha acentuado. Las mujeres, los jóvenes y los trabajadores del sector informal, que se encontraban en una situación muy desfavorable antes de que comenzara la crisis, han padecido algunas de sus peores consecuencias.

Por otro lado, ha aumentado la concienciación pública sobre la labor, a menudo compleja e infravalorada, de determinados grupos, en particular los trabajadores de los sectores sanitario y de atención social y los servicios de limpieza, así como los trabajadores domésticos, cuya labor ha sido y sigue siendo primordial para superar la pandemia.

Y como si todo esto fuera poco, la ONU informa que más de 30 millones de personas en más de tres docenas de países, están a solo un paso de la declaración de hambruna y 10 millones de ellas se encuentran en grave riesgo de morir de hambre. Pero la causa principal de esta situación no es la pandemia, que ha acelerado procesos de empobrecimiento en el mundo entero, sino que se trata de una consecuencia directa de los conflictos armados vigentes y que ni siquiera el coronavirus detuvo.

¿Futuro?

No, no habrá una recuperación rápida, posiblemente –dicen los optimistas- una recuperación frágil y débil. Es que estamos sufriendo el fuego de la crisis capitalista. Tantas esperanzas hechas añicos, hambre y miseria no por causa de un virus, sino para recuperar la rentabilidad del capitalismo.

Lo cierto es que no podemos respirar,  no es sólo el covid… el capitalismo nos está matando.

* Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Fuente de la Información: https://rebelion.org/665214-2/

 

Comparte este contenido:

En un año la pandemia desnudó la crisis capitalista y las desigualdades

Por: Aram Aharonian 

Ya ha transcurrido un año desde el comienzo de la crisis y, lamentablemente, todavía no tenemos un plan de acción mundial. Hace ya un año que vivimos en una pandemia, que colocó en el centro todo aquello que hasta entonces estaba en la periferia y visibilizó el vínculo umbilical entre la crisis capitalista y la socioecológica, los supuestos modelos de desarrollo y la salud, dejando a la intemperie las enormes desigualdades sociales entre personas y entre países.

La pandemia del COVID-19 es incomparable con otras: sabemos que cambiará el mundo, pero no tenemos certezas cómo ni hacia dónde. En esta pandemia de incertidumbres, famosos filósofos como Slavoj Zizek, Byung-Chul Han o Giorgio Agamben arriesgaron predicciones que variaban entre el fin del capitalismo, variopintas teorías conspirativas y futuros sombríos de más aislamiento e individualismo.

Todas estas predicciones tienen algo en común: carecen de evidencias. Seguramente no haya un modelo único de sociedad para después de la peste y, entonces, lo que harían falta son pensamientos serios y fundados con perspectiva histórica y social. Porque no cabe duda de que el mundo será muy distinto y los problemas fundamentales serán el desempleo, el hambre y la necesidad de alimentar a millones y millones en todo el orbe.

Pero sin ideas ni imaginación responsable y rigurosa es imposible pensar soluciones progresistas que permitan construir sociedades más equitativas y mejor preparadas para combatir no solo epidemias sino otros problemas, con especial atención a los más necesitados y urgidos en un mundo instalado en la derecha y con fuertes tendencias irracionalistas y autoritarias, con destellos xenófobos y discriminatorios..

En lo que respecta a nuestra América Lapobre, la debacle económica amenaza con terminar de hundir los avances conseguidos y también el futuro de una región que ha perdido los caminos de la integración y unidad, más que necesarias en épocas de crisis económica, social, sanitaria, ambiental, máxime cuando dos técnicos del Fondo Monetario Internacional presagian el apocalipsis para mediados del año próximo.

Entonces,  cuando los gobiernos piensan que lo peor ya ha pasado, tras una campaña exhaustiva de vacunas y paquetes billonarios de reactivación económica, el mundo, de repente, se enciende: hay batallas campales en cientos de ciudades, y los edificios en llamas se proyectan en millones de pantallas de televisión. Los gobiernos caen en elecciones tumultuosas, señalan Philip Barrett y Sophia Chen,  en su informe Las repercusiones sociales de las pandemias (enero del 2021).

Allí señalan que una pandemia “pone de manifiesto las fracturas ya existentes en la sociedad: la falta de protección social, la desconfianza en las instituciones, la percepción de incompetencia o corrupción de los gobiernos”. Lo dice el FMI: Amén

Pandemia de obviedades

La pandemia nos ha llenado de obviedades. La primera lección que debemos aprender es que debemos invertir más en nuestros sistemas de salud pública, sobre todo después del escándalo de los negociados de las trasnacionales farmacéuticas  y el acaparamiento de las vacunas por los países más ricos, que parecen no tener en su vocabulario la palabra solidaridad o creen que ésta sólo se trata de un sindicato polaco anticomunista.

La segunda, es que aunque todos los seres humanos somos huéspedes potenciales del virus, éste no es democrático en dos aspectos fundamentales, ya que supone un mayor riesgo para algunas personas y  sus impactos económicos no se sentirán por igual en todas las partes del mundo, recayendo sobre todo sobre los países en desarrollo.

La crisis ha demostrado el grave peligro que supone el ocaso del multilateralismo y la desunión mundial. Se han perdido muchas vidas debido a la incapacidad de los líderes mundiales -y de cada país- para trabajar juntos. Quedó al desnudo lo fracturado que está el sistema internacional y reveló lo peligrosa que es esta situación.

¿Será que la naturaleza está poniendo a prueba nuestro sistema de respuesta global para ver cómo podríamos manejar algo mucho peor en el futuro?, se preguntan algunos románticos. La forma en que hemos manejado la pandemia nos quita esperanza de que estemos capacitados, de que podamos manejar algo un poco más complicado como el cambio climático o el aumento de la influencia de la inteligencia artificial.

Los optimistas esperan que la pandemia haya servido como campana de atención para la humanidad. Hay un nacionalismo mal entendido y difundido: el nacionalismo significa cuidar a tus compatriotas; no odiar a los extranjeros. Si todos los países cooperaran existe la posibilidad de que la covid-19 sea la última gran pandemia de la historia. Si…

En el centro de la pandemia

América Latina, que suma apenas un ocho por ciento de la población mundial, se convirtió en el epicentro de la pandemia, con más muertes en el mundo. Y, paralelamente se fue produciendo una relegitimación o retoro a un Estado fuerte, pese a gobiernos neoliberales. Este retorno demuestra también –y paralelamente- un repliegue hacia agendas nacionales y no regionales o multilaterales.

El Covid-19 provocará el cierre de 2,7 millones de empresas en América Latina y el Caribe, y la pérdida de unos 8,5 millones de puestos de trabajo, advirtió la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). La pandemia magnificó los problemas estructurales que arrastraba la región y el choque del distanciamiento y cierre de actividades se comió siete años de avances regionales en materia de desarrollo social.

El regreso a las clases presenciales de escolares y liceales en varias de nuestras capitales estuvo tensionado por muchísimas dudas y una única certeza: nada es igual que antes. Las formas de convivir entre niños, familias y docentes se redefinen día a día, y cambian de escuela en escuela. ¿Cómo se aprende y se enseña cuando el futuro a corto plazo no ofrece garantías? Problemas edilicios, malabares pedagógicos, reencuentros, expectativas y nuevas formas de vincularse a la distancia

En general, ante la pandemia, nuestros Estados apostaron a intervenir a través de políticas públicas sanitarias, económicas y sociales, pero la pandemia desnudó las limitaciones estructurales y coyunturales. El covid-19 puso en el centro los debates sobre las urgencias de una transición económica, ecológica y social, que trascendió de los planteos de activistas e intelectuales –incluso algunos de ellos elaborados años atrás- a la agenda pública.

Y las reuniones por internet promovieron debates y manifiestos de científicos, intelectuales y académicos, que abarcaban desde el cambio climático y una agenda verde, hasta una renta básica universal y la condonación de la deuda externa de los países pobres.

Desde la academia se insiste en que la pandemia generó cambios importantes en la conciencia colectiva en América Latina y la expansión de un ambientalismo popular en varios países. Pero lo cierto es que el virus acentuó aún más las desigualdades sociales y territoriales existentes y dejó un cóctel explosivo, con ingredientes como el hacinamiento y la falta de acceso a la salud, la insuficiencia de la estructura sanitaria, el desempleo,  la informalidad, la brecha de género, la pobreza creciente.

Este año de pandemia nos ha llenado de metáforas y conceptos con los que tratamos  de catalogarla,  pero siempre conservado el lenguaje político de la metáfora bélica, la alusión a la guerra contra el virus, que sirvió para ocultar y desdibujar las causas estructurales de la crisis, apuntando sólo a los síntomas, con lo que se esperaba lograr la cohesión social frente al daño, ante un enemigo invisible y desconocido.

Mientras seguimos con el barbijo puesto y el temor (¿o terror?) en nuestros corazones, la pandemia marcó un repliegue generalizado a las agendas nacionales, relegando o poniendo en discusión el valor del  multilateralismo y los liderazgos mundiales, debido a la realidad comprobada de la falta de estrategias cooperativas e internacionalistas.

En el último año, en plena emergencia, la paralización de las actividades económicas se tradujo en una reducción de 7% de la emisión de gases de efecto invernadero, a pesar de que el neoextractivismo no cesó sino que se aceleró como apuesta de los gobiernos a la exportación agrícola y minera en busca de divisas que apuntalaran una reactivación económica en esta etapa que algún publicista vende como “la nueva normalidad”.

La crisis produjo estallidos sociales en varios países de la región, pero no cayó ningún gobierno. Los que pagaron los desastres de sus gobiernos fueron los ministros de salud, cargo que se convirtió como el más inestable desde la aparición de la covid-19 hace ya más de un año. Perú, Ecuador, Bolivia y República Dominicana han cambiado de titular de la cartera de Salud al menos tres veces en los últimos de doce meses. En Argentina y Perú, la vacunación con privilegios tumbó a los ministros.

Desde el 26 de febrero de 2020, cuando se registró el primer caso de coronavirus en Latinoamérica, una veintena de ministros de sanidad –que habían ganado gran capacidad de gasto y por ende poder político- han debido abandonar sus cargos. Las causas, desde divergencias políticas hasta fallos estratégicos, desde corrupción en la compra de insumos y medicinas hasta en el proceso de distribución y aplicación de las vacunas

Había una vez algo llamado trabajo

Millones y millones de personas sin trabajo en todo el mundo. Gente que muere de hambre, que mendiga, más delitos, más violencia, esperanzas rotas y sueños destrozados. Más de cien millones de personas se verán ahogados en  la pobreza extrema, informa el Banco Mundial. Otra década perdida para América Latina, y van…

Según un informe de la CEPAL sobre el rol de las cuidadoras durante la pandemia, la misma en Latinoamérica dejará a 118 millones de mujeres viviendo en la pobreza, lo que implica un 22% más que en 2019. En este mismo informe se detalla que 15,2% de las mujeres quedaran desempleadas, seis puntos más que en 2019.

Alrededor de 13 millones de mujeres en nuestra región vieron desaparecer sus empleos o limitarse su desarrollo laboral por la pandemia de Covid-19, que exarcebó las brechas de género en los mercados de trabajo de la región, señaló la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Dos mil millones de personas, más del 61 por ciento de la población empleada en el mundo, se ganan la vida en la economía informal sin acceso al diálogo social; el 58 por ciento de las mujeres y el 63 por ciento de los hombres del mundo trabajan en la economía informal.

Aquí también las mujeres, tienen muchas más probabilidades que los hombres de pertenecer a los segmentos más vulnerables de la economía informal como trabajadores domésticos, trabajadores a domicilio o trabajadores familiares auxiliares, lo que significa que tienen poca o ninguna protección contra el despido y poco acceso a la protección social, incluida la licencia de enfermedad remunerada.

La pandemia ha puesto de manifiesto amplias deficiencias y desigualdades en el mundo del trabajo, y las ha acentuado. Las mujeres, los jóvenes y los trabajadores del sector informal, que se encontraban en una situación muy desfavorable antes de que comenzara la crisis, han padecido algunas de sus peores consecuencias.

Por otro lado, ha aumentado la concienciación pública sobre la labor, a menudo compleja e infravalorada, de determinados grupos, en particular los trabajadores de los sectores sanitario y de atención social y los servicios de limpieza, así como los trabajadores domésticos, cuya labor ha sido y sigue siendo primordial para superar la pandemia.

Y como si todo esto fuera poco, la ONU informa que más de 30 millones de personas en más de tres docenas de países, están a solo un paso de la declaración de hambruna y 10 millones de ellas se encuentran en grave riesgo de morir de hambre. Pero la causa principal de esta situación no es la pandemia, que ha acelerado procesos de empobrecimiento en el mundo entero, sino que se trata de una consecuencia directa de los conflictos armados vigentes y que ni siquiera el coronavirus detuvo.

¿Futuro?

No, no habrá una recuperación rápida, posiblemente –dicen los optimistas- una recuperación frágil y débil. Es que estamos sufriendo el fuego de la crisis capitalista. Tantas esperanzas hechas añicos, hambre y miseria no por causa de un virus, sino para recuperar la rentabilidad del capitalismo.

Lo cierto es que no podemos respirar,  no es sólo el covid… el capitalismo nos está matando.

Fuente e imagen: Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Comparte este contenido:

Covid, vuelta a clases y el apocalipsis de julio de 2022

Por: Aram Aharonian

América Latina vio hace un año cumplir sus peores presagios: un brasileño que llegó de Italia daba positivo en Sao Paulo el 26 de febrero de 2020 por covid-19 y hacía saltar las alarmas en la región, con sistemas de salud –quizá- más frágiles que en Europa. Desde entonces, 21 millones de latinoamericanos se han contagiado y casi 700.000 han muerto.

Hoy, el llamado a la vuelta presencial a las aulas de clases pareciera ser un común denominador de muchos de los gobiernos en América Latina, que han pautado el mes de marzo para esta convocatoria. La propaganda oficial, encubierta con un discurso de legitimación con narrativas de Unesco y Unicef,  trata de esconder los enormes intereses mercantiles que subyacen detrás de esta convocatoria.Cuidados. Unas 16 provincias ya publicaron en sus sitios web las medidas para la reapertura escolar.

Mientras, la debacle económica amenaza con lastrar los avances conseguidos y el futuro de una región que ha perdido los caminos de la integración y unidad, tan necesarias en épocas de crisis económicas, sociales, sanitarias, ambientales.

Pero no cante victoria: Dos sesudos técnicos del Fondo Monetario Internacional dibujaron el escenario posible de la pospandemia en julio de 2022, cuando los gobiernos piensan que lo peor ya ha pasado, tras una campaña exhaustiva de vacunas y paquetes billonarios de reactivación económica: el mundo, de repente, se enciende, hay batallas campales en cientos de ciudades, y los edificios en llamas se proyectan en millones de pantallas de televisión. Los gobiernos caen en elecciones tumultuosas. Apocalipsis el año que viene.

Philip Barrett y Sophia Chen, técnicos del FMI,  en su informe Las repercusiones sociales de las pandemias (enero del 2021) señalan que una pandemia “pone de manifiesto las fracturas ya existentes en la sociedad: la falta de protección social, la desconfianza en las instituciones, la percepción de incompetencia o corrupción de los gobiernos”.

A partir de un análisis de millones de artículos de prensa publicados desde 1985 en 130 países, el FMI elaboró un índice de malestar social que permite cuantificar la probabilidad de una explosión de protestas como consecuencia de la pandemia. Los técnicos relacionan los casos de estallidos sociales con 11.000 diferentes acontecimientos ocurridos desde los años ochenta: desastres naturales como inundaciones, terremotos o huracanes, así como epidemias.

Los expertos descubren “una relación positiva y significativa” entre desastres, epidemias y estallidos sociales. Muchos lo entendimos por experiencia o instintivamente, pero lo interesante del análisis del FMI es la relación cronológica que identifica entre las epidemias y los estallidos sociales, donde hay un importante efecto retraso de hasta dos años, que separan el momento álgido de la epidemia de las rebeliones.

Seguimos sufriendo

Un total de 20.747.458 casos de Covid-19 han sido registrados en América Latina y el Caribe. Brasil es el país más afectado por esta pandemia en la región, con alrededor de 10,5 millones de casos confirmados y 254 mil muertos. Colombia se ubica en segundo lugar, con más de 2,2 millones de infectados y casi 60 mil decesos.  México y Argentina registraron poco más de dos millones de contagios, con 185 mil y 52 mil decesos, respectivamente.

La llegada de las primeras vacunas ofrece esperanza pero la desigualdad en el acceso a más lotes, el reto logístico y la lentitud en su distribución, además de la corrupción, invitan a la precaución. Además, las nuevas variantes evidencian que el virus está lejos de controlarse en la región epicentro mundial de la pandemia. “Quiero enfatizar que ciertamente no estamos fuera de peligro”, aseveró la directora general de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa F. Etienne.

El impacto de un año de pandemia se centró en las mujeres, los alumnos pobres, en la clase media y por supuesto, en la gente que tenía comorbilidades y la gente mayor. Esos son los grandes perdedores en la región.  Un impacto recrudecido en Centroamérica, que tuvo que hacer frente a la crisis sanitaria y al embate de los huracanes Eta e Iota en octubre y noviembre, con gente en refugios sin poder aislarse. La Cepal advirtió que cerrarán 2,7 millones de empresas en América Latina y se perderán unos nueve millones de empleos.

La educación

Volviendo a la educación y la pandemia, las condiciones materiales de vida de la población estudiantil y docente fueron y siguen estando seriamente afectadas por la covid-19.  Muchas familias han sufrido sus estragos  y ahora los gobiernos, sin que previamente se haya vacunado a docentes y estudiantes, pretenden la reapertura general o parcial de las escuelas, lo cual atenta contra el derecho humano a la vida.

La precariedad de las condiciones de bioseguridad y los limitados o inexistentes apoyos institucionales para garantizar los protocolos que ella conlleva pueden derivar en una tragedia que afectará fundamentalmente a los trabajadores de la educación y, sobre todo, a les hijes de las familias de menos recursos, señala Otras voces en Educación.

En toda América Latina y el Caribe los sueldos y salarios docentes se han deteriorado mientras, aprovechando la precaria capacidad de movilización del magisterio, se atacan conquistas sociales importantes.

Fuente e imagen: http://estrategia.la/2021/03/01/covid-vuelta-a-clases-y-el-apocalipsis-de-julio-de-2022/

Comparte este contenido:

Covid, vuelta a clases y el apocalipsis de julio de 2022

Covid, vuelta a clases y el apocalipsis de julio de 2022

Aram Aharonian 

América Latina vio hace un año cumplir sus peores presagios: un brasileño que llegó de Italia daba positivo en Sao Paulo el 26 de febrero de 2020 por covid-19 y hacía saltar las alarmas en la región, con sistemas de salud –quizá- más frágiles que en Europa. Desde entonces, 21 millones de latinoamericanos se han contagiado y casi 700.000 han muerto.

Hoy, el llamado a la vuelta presencial a las aulas de clases pareciera ser un común denominador de muchos de los gobiernos en América Latina, que han pautado el mes de marzo para esta convocatoria. La propaganda oficial, encubierta con un discurso de legitimación con narrativas de Unesco y Unicef,  trata de esconder los enormes intereses mercantiles que subyacen detrás de esta convocatoria.

Mientras, la debacle económica amenaza con lastrar los avances conseguidos y el futuro de una región que ha perdido los caminos de la integración y unidad, tan necesarias en épocas de crisis económicas, sociales, sanitarias, ambientales.

Pero no cante victoria: Dos sesudos técnicos del Fondo Monetario Internacional dibujaron el escenario posible de la pospandemia en julio de 2022, cuando los gobiernos piensan que lo peor ya ha pasado, tras una campaña exhaustiva de vacunas y paquetes billonarios de reactivación económica: el mundo, de repente, se enciende, hay batallas campales en cientos de ciudades, y los edificios en llamas se proyectan en millones de pantallas de televisión. Los gobiernos caen en elecciones tumultuosas. Apocalipsis el año que viene.

Philip Barrett y Sophia Chen, técnicos del FMI,  en su informe Las repercusiones sociales de las pandemias (enero del 2021) señalan que una pandemia “pone de manifiesto las fracturas ya existentes en la sociedad: la falta de protección social, la desconfianza en las instituciones, la percepción de incompetencia o corrupción de los gobiernos”.

A partir de un análisis de millones de artículos de prensa publicados desde 1985 en 130 países, el FMI elaboró un índice de malestar social que permite cuantificar la probabilidad de una explosión de protestas como consecuencia de la pandemia. Los técnicos relacionan los casos de estallidos sociales con 11.000 diferentes acontecimientos ocurridos desde los años ochenta: desastres naturales como inundaciones, terremotos o huracanes, así como epidemias.

Los expertos descubren “una relación positiva y significativa” entre desastres, epidemias y estallidos sociales. Muchos lo entendimos por experiencia o instintivamente, pero lo interesante del análisis del FMI es la relación cronológica que identifica entre las epidemias y los estallidos sociales, donde hay un importante efecto retraso de hasta dos años, que separan el momento álgido de la epidemia de las rebeliones.

Seguimos sufriendo

Un total de 20.747.458 casos de Covid-19 han sido registrados en América Latina y el Caribe. Brasil es el país más afectado por esta pandemia en la región, con alrededor de 10,5 millones de casos confirmados y 254 mil muertos. Colombia se ubica en segundo lugar, con más de 2,2 millones de infectados y casi 60 mil decesos.  México y Argentina registraron poco más de dos millones de contagios, con 185 mil y 52 mil decesos, respectivamente.

La llegada de las primeras vacunas ofrece esperanza pero la desigualdad en el acceso a más lotes, el reto logístico y la lentitud en su distribución, además de la corrupción, invitan a la precaución. Además, las nuevas variantes evidencian que el virus está lejos de controlarse en la región epicentro mundial de la pandemia. “Quiero enfatizar que ciertamente no estamos fuera de peligro”, aseveró la directora general de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa F. Etienne.

El impacto de un año de pandemia se centró en las mujeres, los alumnos pobres, en la clase media y por supuesto, en la gente que tenía comorbilidades y la gente mayor. Esos son los grandes perdedores en la región.  Un impacto recrudecido en Centroamérica, que tuvo que hacer frente a la crisis sanitaria y al embate de los huracanes Eta e Iota en octubre y noviembre, con gente en refugios sin poder aislarse. La Cepal advirtió que cerrarán 2,7 millones de empresas en América Latina y se perderán unos nueve millones de empleos.

La educación

Volviendo a la educación y la pandemia, las condiciones materiales de vida de la población estudiantil y docente fueron y siguen estando seriamente afectadas por la covid-19.  Muchas familias han sufrido sus estragos  y ahora los gobiernos, sin que previamente se haya vacunado a docentes y estudiantes, pretenden la reapertura general o parcial de las escuelas, lo cual atenta contra el derecho humano a la vida.

La precariedad de las condiciones de bioseguridad y los limitados o inexistentes apoyos institucionales para garantizar los protocolos que ella conlleva pueden derivar en una tragedia que afectará fundamentalmente a los trabajadores de la educación y, sobre todo, a les hijes de las familias de menos recursos, señala Otras voces en Educción.

En toda América Latina y el Caribe los sueldos y salarios docentes se han deteriorado mientras, aprovechando la precaria capacidad de movilización del magisterio, se atacan conquistas sociales importantes.

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la) y susrysurtv.

Fuente: http://estrategia.la/2021/03/01/covid-vuelta-a-clases-y-el-apocalipsis-de-julio-de-2022/

Fuente de la Información: https://rebelion.org/covid-vuelta-a-clases-y-el-apocalipsis-de-julio-de-2022/

Comparte este contenido:

20 años no es nada o el reverdecer del Foro Social Mundial

Por: Aram Aharonian
Fuentes: CLAE / Rebelión – Foto: Ciranda.net

Es difícil explicar a aquellos que no lo vivieron, cómo era nuestro mundo al inicio del milenio, dos décadas atrás, cuando la tecnología digital aún estaba en pañales, y la luz de la esperanza se prendía detrás de la consigna de “otra mundo es posible” en la lucha contra el neoliberalismo y la globalización capitalista.

Hace dos décadas convergían algunos acontecimientos que marcaban el signo progresista latinoamericano en el comienzo del nuevo milenio. En la última semana de enero de 2001, más de doce mil personas se daban cita en la sureña ciudad brasileña de Porto Alegre, en el primer Foro Social Mundial, como contraparte del Foro Económico Mundial (FEM), también llamado Foro de Davos, donde se reúnen los principales líderes empresariales, políticos conservadores, así como periodistas e intelectuales obsecuentes, con el fin de marcar el ritmo de la economía mundial. Eran momentos de agitación, de banderas rojas, del renacimiento de la lucha, de asumir la necesidad de rejuvenecer el pensamiento crítico, tener objetivos concretos, comunes y compartidos.

Con el nuevo siglo, comenzamos a reverdecer los viejos sueños (la lucha siempre fue la misma), con la apuesta del Foro Social Mundial, en la sureña Porto Alegre, donde convergieron pensadores, trabajadores, movimientos sociales, organizaciones civiles, sindicatos, estudiantes, campesinos, académicos… y hasta políticos, pese a la oposición de algunos de los organizadores.Ya en el primer FSM, en esos cinco escasos días (entre el 25 y el 30 de enero de 2001) que despertaron a nuestras izquierdas (o al progresismo antineoliberal, si prefiere)  se fue discutiendo, debatiendo, consensuando, la nueva agenda soberana de los pueblos, los diversos caminos que nos dejaron entrever, aunque fuera por unos años, que ese otro mundo necesario, también era posible.

El mismo día de la inauguración del primer Foro Social Mundial, el 25 de enero de 2001, comenzaba su vida el portal Carta Maior en su lucha por la democracia en la información, por los valores democráticos y por una sociedad más igualitaria y justa.

En Venezuela ya gobernaba (desde 1999, tras imponerse en las elecciones con el 56% de los sufragios) Hugo Chávez, imponiendo reformas estructurales en camino a la democracia participativa bolivariana, con una nueva Constitución, con la nacionalización real del petróleo y la distribución de su renta a través de programas (misiones) públicos y de bienestar social.

Mientras, en Brasil asomaba la candidatura de Lula, un dirigente metalúrgico al frente del Partido de los Trabajadores, para ser el próximo presidente. Lo importante es que desde el primer FSM fueron recurrentes los debates en torno al poder, las formas o vías para hacerse de él y el cómo ejercerlo.

Al segundo FSM, también en Porto Alegre, del 22 de enero al 5 de febrero de 2002: acudieron más de 12.000 delegados, representando a gente de 123 países y 60.000 asistentes. Se llevaron a cabo 652 talleres y 27 conferencias.

En poco más de un año se modificó la escena política mundial con su abierta oposición a las políticas y a las consecuencias sociales negativas de la globalización económica neoliberal como al rol decisivo que en ella desempeñan las principales instituciones y agencias internacionales.

Formado por viejos y nuevos movimientos sociales, ONGs, redes de acción cívica y colectivos políticos y sociales con las más diversas concepciones, intereses, señales de identidad y recursos, el activismo trasnacional emergente logró rediseñar la cartografía de la política y conquistó el reconocimiento político del propio establishment económico y político. Ello, gracias a la legitimidad que fueron adquiriendo las manifestaciones de masa, los foros alternativos y las campañas que se organizaron, como la anulación de la deuda externa de los países en desarrollo.

Uno no puede dejar de recordar las manifestaciones contra la cumbre de la Organización Mundial de Comercio en Seattle, en el corazón del imperio (29 de noviembre al 3 de diciembre de 1999), donde más de 40 mil personas convocadas principalmente por sindicatos, ecologistas, profesionales, campesinos y ciudadanos comunes, lograron hacer fracasar la llamada Ronda del Milenio, en ,lo que dio por calificar como el inicio de la nueva etapa del movimiento antiglobalización.

Seattle  fue el momento culminante de un arduo proceso de convergencias progresivas y también precarias entre numerosas redes, organizaciones, movimientos y movilizaciones, alimentadas por las manifestaciones europeas contra el desempleo y del primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad contra el Neoliberalismo convocado por el zapatismo.

La amplia capacidad de movilización social alcanzada  en Seattle se repitió en Québec y Génova y mostró un movimiento heterogéneo, global, no doctrinario,  que lograba  establecer lazos con la opinión pública a través de la incorporación de temas y preocupaciones diversas en torno de dos ejes básicos: el rechazo a la transformación de todas las actividades humanas en mercadería, y la exigencia de democracia frente al poder fortalecido de los mercados .

Volviendo al FSM

Entre el segundo y tercer foro, se produjo el golpe de Estado del 2 de abril de 2002, en Venezuela, que fue detenido por el pueblo que repuso a Chávez en el palacio presidencial. En el golpe, que intentaba cortar de cuajo la experiencia democratizadora y socializante,  participó  toda la derecha, la policía y mandos castrenses, y contó con el apoyo expreso de los gobiernos de Estados Unidos y España.

El tercer FSM fue celebrado nuevamente en Porto Alegre, en enero de 2003, cuando Lula ya era presidente y Néstor Kichner se presentaba como candidato del peronismo renovador en Argentina. Hubo muchos talleres en paralelo, incluyendo, por ejemplo, el taller «La vida tras el capitalismo», que proponía una discusión enfocada a las posibilidades participativas de diferentes aspectos de las estructuras sociales, políticas, económicas y de comunicación. Allí se presentaron varios panales sobre Comunicación y democracia y comunicación popular (incluso se cubrió el evento con un pool de diferentes colectivos).

No obstante que en el Comité Internacional del FSM se manifestaron algunas reticencias, el presidente venezolano concurrió  invitado por la Central Unica dos Trabalhadores (CUT) y el Movimiento dos Sem-Terra (MST), así como por el Partido Socialismo e Liberdade (PSOL) para participar de actividades paralelas al FSM.

Chávez aseguró entonces que en el FSM se está construyendo una alternativa al modelo neoliberal y salvaje que amenaza con acabar nuestro planeta. “Si nosotros no acabamos con el neoliberalismo, el neoliberalismo acabará con nosotros”, sentenció en el anfiteatro de la Asamblea Legislativa de Porto Alegre, rodeado de dirigentes de la izquierda brasileña y regional.

Y así, el Foro, pese a que algunos de sus “dirigentes” no lo deseaban, fue sumando flautistas de Hamelín, más allá de intelectuales convocantes de multitudes como José Samanago y Eduardo Galeano, o la figura del octogenario excura belga Francois Houtart, fundador del Centro Tricontinental, caminando apurado, de foro en asamblea, lleno de libros en sus manos.

Allí, recuerda Flavio Aguiar, como vimos acontecer décadas después, fueron pactados muchos de los caminos que nos permitieron vislumbrar aquel “otro mundo posible”. Chávez, Lula, Evo, Correa, Fernando Lugo, Pepe Mujica, entre otros pasaron por las ediciones del FSM, construyendo los pasos de una agenda soberana en el continente

Y queda en nuestra retinas el acto en el Gigantinho, donde todos ellos, micrófono en mano desde la tarima central,  se sumaron a los artistas y al público, cantando juntos las canciones populares de nuestra América Lapobre.

Media Watch Global y Telesur

Como resultado de algunas de las conclusiones del 2002,  en el Foro del 2003 fue presentado en sociedad el Observatorio Mundial de Medios (Media Watch Global), que se proponía, sin censurar, lograr el predominio de la ética en el periodismo y evitar la manipulación informativa o política de los grandes medios.

“No crean que la manipulación política es un problema solamente del Tercer Mundo”, señaló entonces el fundador de Inter Press Service, Roberto Savio -uno de los propulsores, junto al director de Le Monde diplomatique Ignacio Ramonet y el director de Carta Maior, Joaquim Palhares-,  de la flamante organización. Se anunció que tendrá su sede central en París, y al menos representaciones en Venezuela y Brasil.

Una veintena de periodistas y militantes altermundistas viajaron de inmediato a Caracas, donde se estableció el capítulo venezolano (liderados por la revista Question), que tuvo su desarrollo, coordinando observatorios de medios durante elecciones presidenciales en Bolivia, Chile, Nicaragua, El Salvador, Venezuela, entre otros países.

Una de las preocupaciones mayores que teníamos aquellos comunicadores que participábamos en el FSM era la poco difusión que se lograba no solo sobre los foros, los participantes, la agenda que se trataba y sus conclusiones.

En los foros de comunicación comenzamos a hablar de la necesidad de tener una televisora latinoamericano-caribeña, para poder ver el mundo desde el sur, a socializar el proyecto que traíamos tras la Asamblea de la Federación Latinoamericana de Periodista en La Habana, lo que finalmente, pocos años después, se llamaría Telesur.

Socialismo, el ALCA, no confundir al enemigo,

EL FSM volvió a Porto Alegre en enero de 2005 (tras un paseo por Bombay en 2004), y Chávez fue la gran atracción de los miles de participantes, que colmaron el estadio Gigantinho (dentro y sus alrededores). Quizá fue el foro que quedó más marcado en nuestras retinas, donde Chávez dio un giro a la revolución bolivariana, cuando se manifestó abiertamente por el socialismo, sorprendiendo a muchos.

En su segunda visita a una reunión del FSM en Porto Alegre, Chávez  hizo hincapié en que había una nueva correlación de fuerzas en América Latina y en el mundo, y que Estados Unidos ya no puede imponer su voluntad.

Asimismo, en el Foro, Chávez paró de lleno el malestar de muchos militantes contra Lula, por un proyecto de reforma sindical de su gobierno y a su decisión de asistir también al Foro de Davos. “No confundir al enemigo: Lula es un socio, un compañero en esta lucha”.

Unos días después, en el Teatro Ateneo (hoy ND) de Buenos Aires (a donde viajó desde Porto Alegre), Chávez también defendió a Néstor Kichner, abucheado por algunos de los presentes, apelando al Martín Fierro: “Los hermanos sean unidos, esa es la ley primera”. Remarcó la necesidad de tener en claro quién es el enemigo y de trabajar por la unidad para la integración.

ALCArajo

En Porto Alegre se consolidó el No al ALCA, un amplio movimiento político-social llevado adelante por gobiernos, partidos políticos, sindicatos y organizaciones sociales de todo el continente americano, con el fin de oponerse al proyecto estadounidense del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA),

El movimiento se opuso a la regla del libre comercio  (free trade) como reguladora de las relaciones internacionales, sosteniendo que promovía la desigualdad y la pobreza, y propuso en cambio un orden internacional basado en criterios que permitieran achicar las asimetrías, como el comercio justo (fair trade), la integración económica regional y subregional y la complementación productiva.

El 5  de noviembre de 2005, cuando se reunió la IV Cumbre de las Américas en la balnearia ciudad argentina de Mar del Plata, para poner en marcha el ALCA, se produjo un histórico enfrentamiento entre los gobiernos que defendían el acuerdo ,con el presidente de EEUU George Bush a la cabeza, y aquellos que se oponían, liderados por los presidentes Lula da Silva, Néstor Kirchner y Hugo Chávez, que tuvo como resultado la paralización definitiva del ALCA..

Ya Telesur estaba en el aire e impidió que se invisibilizara tanto la reunión de la OEA (¡cómo olvidar las caras de Gorge Bush y su socio mexicano Vicente Fox!), como las multitudinarias movilizaciones populares bajo la consigna de “ALCA-rajo”, con Evo, con Maradona, con el pueblo en las calles marplatenses.

En 2006, el FSM se mudó a Caracas. Allí en la inauguración, Chávez señaló: «Solo apuntando al poder pudiéramos comenzar a transformar el mundo. No lo podemos hacer con este foro ni con cien más. Sirven de ayuda, son imprescindibles, pero a eso hay que acompañarlo con una estrategia hacia el poder, si no, no tendría sentido». Bien claro: en enemigo no está derrotado, la lucha continúa hasta la toma del poder (y no solo del gobierno).

En enero de 2007 el FSM se mudó a Nairobi, en plena África, y ahí estuvimos con Telesur, comprendiendo in situ que los problemas de africanos, asiáticos, latinoamericanos y caribeños era básicamente los mismos: la explotación capitalista y sus consecuencias. Este foro nos mostró los problemas de los pueblos africanos y enfatizó la necesidad de dar voz a sus 850 millones de personas.

En 2009, el FSM volvió a Brasil, a la nordesteña Belem do Pará, en plena Amazonia, impulsado por Carta Maior, abordando el tema principal de la preservación de todo el patrimonio natural aún existente en el planeta. En enero de 2010 volvió a Porto Alegre, Brasil, y se abrió con el lema “Diez años después: desafíos y propuestas para otro mundo posible”, peor el impulso ya había decaído..

Aquí estamos y a eso vamos

Veinte años después, el FSM, en formato virtual, vuelve a trabajar por otro mundo cada vez más necesario, cuando se habla del eventual fin de la humanidad.

Y quienes seguimos en la lucha por otro mundo imprescindible, la necesidad de aunar agendas, criterios, luchas; de intercambiar estudios, investigaciones; de renovar el pensamiento crítico, muchas veces estancado en viejos dogmas y en perspectivas de mundos que ya no son, continuamos peleando para que el mensaje se imponga en el imaginario colectivo mundial.

Somos conscientes de que esta guerra cultural, ideológica, la vamos perdiendo por goleada y hoy por hoy la idea de otro mundo posible y para todos  no logra imponerse en el imaginario colectivo. El mundo pospandémico, para el que debemos prepararnos, será muy diferente al que hasta ahora conocimos.

Hoy la continuidad de FSM depende de la elaboración de una agenda anticapitalista, anticolonial y antipatriarcal, partiendo de una relación del pensamiento crítico y estratégico; una forma de deliberación que supere el actual déficit democrático de su Comité Internacional y, sobre todo, de enamorar a las nuevas generaciones para luchar por un mundo mejor, ya que ellos serán quienes puedan disfrutar…o padecer. Ellos serán lo que podrán reverdecer el Foro.

Perdón, ¿20 años no es nada?

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la) y susrysurtv.

http://estrategia.la/2021/01/26/20-anos-no-es-nada-o-el-reverdecer-del-foro-social-mundial/

Foto de portada: El Foro Social Mundial celebra sus 20 años con una edición virtual. Foto: Ciranda.net

Comparte este contenido:
Page 4 of 11
1 2 3 4 5 6 11