Este repunte se materializa principalmente en forma de insultos, motes y burlas (89,5%), una tendencia creciente en los últimos años (ha experimentando un crecimiento desde 2018 a 2022 de 9,7 puntos porcentuales), ya que el aspecto físico es el principal motivo para meterse con la víctima (56,5%), según los encuestados. Estos datos coinciden, precisamente, con el último caso supuesto de acoso que ha tenido lugar en Zaragoza, donde una
niña de 10 años se ha intentado suicidar en el segundo día de vuelta al cole. Los padres aseguran que recibe insultos diarios.
La investigación, que recoge la opinión de estudiantes y docentes con una muestra de 5.123 alumnos y 229 profesores de 301 centros escolares, desvela también que el acoso afecta fundamentalmente a una sola persona (51,3%), principalmente chicos (55,2%); que la víctima sufre durante meses (42,9%) y que los responsables actúan grupo (72,6%).
Un problema real y de todos
«El acoso escolar existe. Representa el robo de la infancia y no hay derecho a que nadie le robe a un niño esta etapa vital de la vida en la que hay que ser feliz», reflexiona a este diario Lorenzo Cooklin, director general de la Fundación Mutua Madrileña. «Por ello, nosotros y Fundación ANAR llevamos muchos años trabajando en este sentido. Es un tema muy preocupante, del que antes no había conciencia, pero afecta a los niños, un colectivo muy vulnerable. No se debe normalizar y todo el mundo debe estar muy atento para detectarlo y atajarlo. Por suerte, la mayoría de los colegios ya no miran para otro lado, sino que tratan de solucionarlo».
«El acoso escolar existe. Representa el robo de la infancia y no hay derecho a que nadie le robe a un niño esta etapa vital de la vida en la que hay que ser feliz. Todo el mundo debe estar muy atento para detectarlo y atajarlo»
Lorenzo Cooklin/ Director general de la Fundación Mutua Madrileña
Según los profesores, la superioridad y la falta de habilidades sociales (empatía o sensibilidad, intolerancia, etc.) son las características que definen a los agresores. «Suelen tener problemas de carácter psicológico, poca tolerancia a la frustración y una tendencia a la superioridad. Se trata de un liderazgo negativo», explica Ballesteros, que «hay que tratar con atención». Según el experto, que también es psicólogo, «hay que estudiar y ver qué le pasa a ese niño que acosa, sin criminalizarlo, para poder actuar con eficacia. En muchas ocasiones, los agresores suelen tener problemas psicológicos por vivir situaciones de acoso, de abuso, de violencia de género… En otras ocasiones, hay detrás otras causas, como la hiperactividad. No hay que olvidar que ellos también son menores de edad».
Otro de los datos destacados del análisis tiene que ver con el «ciberbullying», cuya incidencia baja de manera notable: el 8,2% del alumnado piensa que alguien en su clase es víctima del acoso por internet, 16 puntos porcentuales menos que en 2020-2021. WhatsApp (66,9%), Instagram (53,1%) y Tiktok (48,6%) son los principales canales por los que actúan los acosadores.
Falta de comunicación
Todos estos datos ponen en evidencia la gravedad del acoso escolar y la urgencia de poner en marcha medidas efectivas que reduzcan estas cifras para no volver a los elevados índices pasados. Sin embargo, el 61,7% de los jóvenes indica que su centro escolar no hace nada y el 93% de los docentes asegura que el caso se solucionó. «Aquí hay algo que no termina de funcionar», señala Ballesteros. «Hay una falta de comunicación entre los profesores, los alumnos y el acosado. Los propios estudiantes tienen constancia sobre casos que no trasladan y las familias, en ocasiones, tampoco son conscientes».
«Los acosadores suelen tener problemas de carácter psicológico, poca tolerancia a la frustración y una tendencia a la superioridad. Hay que estudiar y ver qué le pasa a ese niño que acosa, sin criminalizarlo, para poder actuar con eficacia»
Benjamín Ballesteros/Director de programas de la Fundación ANAR
Para el responsable de Fundación Mutua Madrileña, esta percepción del alumnado tiene que ver con que «somos herederos de una historia». «Tradicionalmente -continúa-, los centros escolares miraban hacia otro lado y ese cambio de actitud tiene que materializarse. También tiene que ver los protocolos y procedimientos que se llevan a cabo y que deberían acelerarse».
La misma inacción, creen el 45,4% los alumnos, tienen los profesores, quienes aseguran que estos no intervienen ante una situación de «bullying» a pesar de que casi la mitad del profesorado (45,9%) reconoce haber tenido conocimiento de algún caso de acoso escolar y principalmente por terceras personas (46,7%). Además, más de la mitad del profesorado (56,1%) opina que la intervención de los centros escolares es adecuada sólo en algunas ocasiones.
Los alumnos, a su vez, parece que tampoco terminan de concienciarse, ya que 1 de cada 4 reconoce haber acosado a algún compañero sin darse cuenta y el 46,8% reconoce que no hace nada para apoyar a las víctimas. Ante estas cifras, el director de Fundación ANAR, recuerda, «el poder de los testigos». Y es que los alumnos han de aprender que el acoso escolar es «un problema de todos y aquel que lo detecte tiene que saber que ha de contárselo a un adulto para ayudar y poder tomar medidas, sin miedo a convertirse en un chivato sino todo lo contrario: se convierte en un héroe que se posiciona a favor de la víctima».
Formación y prevención
Según los expertos, la lucha contra el acoso escolar pasa, principalmente, por la prevención. Y en el caso de que exista un claro caso de acoso, atajarlo cuanto antes. Para los alumnos, solucionar el acoso escolar pasa por comunicárselo a un tercero/a (43,8%), ayudando, defendiendo, uniéndose a la víctima (29,2%) y dialogando con el agresor/a (13,7%).
«La sensibilización como forma de prevención es fundamental porque es lo que permite que los colegios, profesores, alumnos o familias no normalicen el problema», reseña Cooklin, quien recuerda que el acoso escolar «acompaña durante toda la vida» al acosado y que urge «reducirlo al máximo».
Para la mayoría de los profesores, según el estudio, favorecer la escucha, el diálogo y la comunicación en la resolución de conflictos (94,8%), trabajar el respecto a las diferencias (92,1%) y observar las relaciones que se establecen en el aula entre los alumnos (90,4%), son las principales acciones para prevenir el acoso escolar. A su vez, consideran que las nuevas tecnologías y las redes sociales (95,2%), la presión del grupo de amigos/as (94,3%) y la falta de respeto a las diferencias (93%) son aspectos bastante o muy decisivos para que se produzca el acoso escolar.
Al mismo tiempo, los docentes consideran que las familias han de prestar más atención a sus hijos (88,5%), hacer buen uso de las nuevas tecnologías/redes sociales (88,1%) y educar en valores (86,7%). Pero también los centros escolares aún tienen mucho que hacer: la falta de recursos y la dificultad para diferenciar el acoso escolar de otros problemas de convivencia son las principales barreras que, según los docentes, encuentran para poder afrontar el problema.