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La verdadera riqueza está en la lengua materna

21 de febrero de 2017/Fuente: el pais

Este martes se conmemora su día internacional. Este año está dedicado a la educación plurilingüe

En el mundo se hablan aproximadamente 7.000 idiomas, de los cuales, el 50% es probable que desaparezca en unas pocas generaciones. De los idiomas que sobrevivan, el 96% corresponderá a lenguas que solo serán habladas por el 4% de la población mundial. El resto de la población hablará unos pocos idiomas que se convertirán en mayoritarios. Este pronóstico apremió a que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) estableciera en 1999, el 21 de febrero como Día Internacional de la Lengua Materna. Este año, la celebración está dedicada a la educación plurilingüe.

Según manifiesta la Unesco, los idiomas, con su compleja imbricación con la identidad, la comunicación, la integración social, la educación y el desarrollo, son factores de importancia estratégica para las personas y para todo el planeta. Sin embargo, debido a los procesos de mundialización que pesan sobre las lenguas existe la amenaza de la desaparición de muchas de ellas.

Juan Uriagereka, profesor de Lingüística de la Universidad de Maryland, asegura que “las lenguas que tienen el futuro asegurado (inglés, chino, español, árabe, alemán o japonés) pertenecen a tres o cuatro familias lingüísticas, siendo generosos en el cómputo. Es decir, la mayoría de la docena y media de familias lingüísticas existentes hoy en día y que han sobrevivido durante miles de años están abocadas a su desaparición. Esto es una tragedia que todavía no hemos comprendido, comparable con la pérdida de hábitat salvaje o el calentamiento global.”

De la misma opinión es Ángeles Ruiz de Velasco, doctora en Pedagogía (UNED) y profesora titular de educación infantil en el Centro Superior de Estudios Universitarios La Salle (Universidad Autónoma de Madrid), quien afirma que la globalización puede convertirse en una amenaza para mantener la diversidad de las lenguas maternas. Fruto de las modas, explica Ruiz de Velasco, “existen familias que, pese a no ser su lengua materna, hablan a sus hijos en inglés, convencidos de que así les costará menos aprenderlo. Se olvidan de que el lenguaje, la palabra oral, contiene una carga afectiva, emocional y social, más fuerte que la mera instrumentalidad del aprendizaje. ¿Se puede consolar a un niño cuando se cae o tiene miedo, en un idioma que no sea el que le conecta directamente con la emoción auténtica de la persona en la que busca consuelo o seguridad? Creo que esa es la clave”, concluye la pedagoga.

La Unesco considera que la extinción de los idiomas llevará asociado, además, la disminución de la diversidad cultural, la pérdida de posibilidades, tradiciones, recuerdos y modalidades únicas de pensamiento y expresión, recursos valiosos y necesarios para lograr un futuro mejor. En este sentido, Pilar García Mouton, profesora de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas(CSIC), señala que “la lengua materna es uno de los bienes fundamentales de las personas. El primer patrimonio que se recibe en la infancia. Llamamos así a la lengua que se aprende en el entorno familiar, por eso se relaciona con la madre. Lo más normal es que tengamos una lengua materna, la primera, la de la familia que, a su vez, suele coincidir con la de la sociedad en la que esa familia vive”. Frente a la idea de que la globalización pueda ser una amenaza para mantener la diversidad de las lenguas maternas, García Mouton opina que “en principio no tendría por qué serlo, sobre todo en sociedades que han desarrollado una cultura relacionada con su lengua materna”. E insiste en que, “aunque es verdad que cada vez se hablan más lenguas con gran poder social y económico, como el inglés o el español, muchos de sus hablantes no las tienen como lenguas maternas. No expresan en ellas sus emociones y su cultura, solo las utilizan como lenguas vehiculares, es decir, lenguas de relación, de negocios o de comunicación inmediata”.

Asimismo, la Unesco opina que los idiomas desempeñan una función vital en el fortalecimiento de la cooperación y la consecución de la educación de calidad para todos, la construcción de sociedades del conocimiento integradoras y la preservación del patrimonio cultural.

Ruiz de Velasco declara que “el mantenimiento de la lengua materna favorece la consecución de una educación de calidad”. Además, expone que “la emoción de aprender está ligada con la lengua materna, que es la que nos conecta directamente con el área cerebral de la emoción, o con aquellas lenguas que producen en nosotros efectos emocionales”. Por ejemplo, afirma Ruiz de Velasco, “un estudiante Erasmus aprende mejor la lengua del país en el que está estudiando si hace amigos, se enamora o le gustan las clases a las que asiste”.

Asimismo, García Mouton afirma que “una educación de calidad debe basar el aprendizaje, sobre todo el de las primeras etapas, en una enseñanza adecuada de la lengua materna y en la lengua materna. Quien domina su lengua materna desarrolla sus capacidades intelectuales mucho mejor y se expresa y defiende también mejor. En cambio, quien tenga carencias en su primer aprendizaje lingüístico tendrá muchas más dificultades para desarrollar sus capacidades, para aprender otras lenguas y será una persona más indefensa socialmente”.

No obstante, mantener y fomentar las lenguas maternas no está en contradicción con el aprendizaje de idiomas foráneos. Así lo considera Juan Uriagereka, para quien “saber más de una lengua es útil por varias razones. Primero, porque te permite conocer más gente y sus culturas; segundo, porque ejercitas el cerebro; tercero porque en determinadas circunstancias te puede permitir enrocarte en una identidad, si es que lo necesitas. E incluso, es posible que haya componentes cerebrales que se activen con el aprendizaje de más lenguas. Pero, personalmente, no tengo dudas de que fomentar las lenguas, empezando por la materna, es el equivalente a impulsar las humanidades y las artes, junto con las matemáticas y las ciencias. Todo ello forma parte de la educación integral”.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/02/20/mamas_papas/1487588575_437395.html

Imagen: ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2017/02/20/mamas_papas/1487588575_437395_1487656244_noticia_normal_recorte1.jpg

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El trabajo en equipo, una destreza que hay que potenciar desde la infancia

Por: Ana Camarero

Los expertos animan a padres, instituciones educativas y Administración a practicar las 5C: complementariedad, comunicación, coordinación, confianza y compromiso

Cada vez más, los departamentos de recursos humanos (RRHH) buscan candidatos que sean capaces de trabajar al mismo ritmo y compartir los mismos intereses que el resto de las empresas. Unos factores que, según las propias compañías, favorecen la productividad. Para ello, una de las cualidades que buscan en los futuros candidatos es que sepan trabajar en equipo; es decir, que cooperen para lograr un fin común. Porque, la cohesión de un equipo de trabajo se expresa a través del compañerismo y del sentido de pertenencia al grupo que manifiestan sus componentes. Cuanta más cohesión exista, mejor trabajarán sus miembros y más productivos serán los resultados de sus acciones.

Por ello, cada vez más expertos animan a padres y madres, instituciones educativas y Administración a que fomenten en sus hijos la destreza del “trabajo en equipo” a partir de la incorporación del esquema de las 5C: complementariedad, comunicación, coordinación, confianza y compromiso.

María Victoria Sánchez, sénior director Page Personnel, manifiesta que, “desde hace algún tiempo, poseer la cualidad de trabajar en equipo es un requisito casi indispensable para cualquier puesto de trabajo. Los expertos en RRHH buscamos esta cualidad en los perfiles de los candidatos porque está demostrado que al trabajar en equipo se ponen más capacidades, inteligencias, ideas y destrezas al servicio de una tarea común, de tal forma que por el hecho de compartir esa actividad los resultados se consiguen de manera sólida y rápida”.

Actualmente, vivimos en una cultura en la que, cada vez más, se tiende hacia la colaboración. Según abundantes estudios, trabajando en equipo se complementan los talentos individuales; aumenta la motivación personal; las personas que trabajan apoyándose en un mismo proyecto aumentan notablemente la productividad; y el aprendizaje que se obtiene cuando se trabaja en equipo, es mayor. En este sentido, Sánchez señala que “cada vez se trabaja más en las aulas según este enfoque. El concepto “equipo” debería, por lo tanto, trabajarse desde que somos pequeños. En el ámbito educativo, estableciendo objetivos para toda una clase o mediante la incorporación de trabajos en grupo. Y también en la familia, por ejemplo a la hora de repartir las tareas del hogar con el objetivo de conseguir un resultado común en menos tiempo y con menor esfuerzo”.

Respecto a la importancia de la labor en los colegios, Dominique Cerri, directora general de InfoJobs, afirma que “es fundamental que desde las aulas se lleven a cabo dinámicas en las que se fomente el respeto a la hora de hablar y de escuchar las opiniones de los demás. También es muy valioso potenciar la escucha proactiva para que los niños y jóvenes se acostumbren a aportar sobre lo dicho en vez de lanzar críticas. Si adquieren estas habilidades cuando son pequeños, les acompañarán a lo largo de toda su vida”.

Sin embargo, familias y colegios tienen actualmente un enorme aliado en la práctica de deportes colectivos, como fútbol, baloncesto, jóquey o rugby, para el aprendizaje del “trabajo en equipo” por parte de niños y jóvenes. En este ámbito, Andrés Parada, preparador físico de FS Valdepeñas de 2ª División y director de la publicación deportiva Futsal360, señala que “desde un punto de vista meramente teórico, el deporte de equipo se caracteriza fundamentalmente por la cooperación, la oposición, la presencia de dos o más jugadores, la interrelación de los mismos, el dominio del espacio o contexto, y el móvil u objeto”. Según Parada, “todos estos aspectos, que el niño trabaja casi de manera inconsciente, podríamos considerarlos como los medios que utilizamos a través del juego para desarrollar una serie de valores o cualidades. Todos ellos se los irá encontrando poco a poco en su camino, tanto en la vida como en cualquier ámbito profesional que pueda desarrollar: “si viajas solo caminarás rápido, si viajas acompañado caminarás lejos”, “nadie puede silbar solo una sinfonía, es necesaria una orquesta” (cooperación), “un caballo nunca corre tan deprisa como cuando tiene otros caballos que alcanzar y adelantar” (oposición), “ningún jugador es tan bueno como todos juntos” (la interrelación de los jugadores), y mucho más ejemplos en los que no sabemos si hablamos de deporte, del ámbito profesional, o de la vida, porque en cierto modo, es lo mismo”.

Javier Martínez, profesor de Educación Física para Secundaria en el Colegio Los Nogales y profesor asociado del departamento de Ciencias de la Educación en la Universidad de Alcalá de Madrid, añade que, “aunque el deporte es un medio excelente para adquirir aprendizajes aplicables a otros ámbitos y a la vida cotidiana, por sí mismo no es educativo. Hay que saber emplearlo para lograr todos los posibles beneficios que conlleva su práctica. Por tanto, los chavales que aprenden a gestionarse bien dentro de un deporte de equipo son los que muestran una diferencia respecto al resto. De hecho, estos alumnos saben expresarse y escuchar de forma más adecuada e incluso se motivan más trabajando con compañeros”. Martínez añade que “las personas que hayan asimilado bien los aspectos mencionados, podrán integrarse de forma adecuada e incluso ventajosa en el mundo laboral. Destrezas con las que, además, desarrollarán actitudes de liderazgo y capacidad de competición interna, cualidades muy valoradas en la mayoría de profesionales”.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/01/30/mamas_papas/1485768165_491520.html

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Por qué debes dejar que tus hijos se aburran

Por Ana Camarero

Las vacaciones de Navidad ya están a la vuelta de la esquina. La iluminación y la decoración de avenidas y plazas, el espumillón de los escaparates y el ajetreo en las calles anuncian la cercanía de un tiempo de celebración que muchas familias viven con ansiedad, bajo la premisa de que el aburrimiento debe desterrarse de la rutina de sus hijos. Esta circunstancia genera en los hogares situaciones de estrés y ansiedad, en un intento de los padres por rellenar con múltiples actividades cada una de las horas que los pequeños pasan en casa. Se trata, en la medida de lo posible, evitar escuchar: “Papá, mamá, me aburro”.

Una situación, la de mantener a nuestros hijos continuamente entretenidos, a la que cada vez más expertos son contrarios. En opinión de alguno de ellos, el aburrimiento es una sensación positiva que todos, niños y adultos, podemos y debemos experimentar. Y lo defienden como una situación a la que nuestros hijos necesitan enfrentarse y resolver por ellos mismos.

Consuelo Coloma, psicóloga educativa coordinadora de la Universidad de Padres, se muestra partidaria de que los padres dejemos a nuestros hijos que experimenten ese «aburrimiento». En su opinión, “los momentos de no saber qué hacer son positivos siempre que se produzcan de manera natural, sin fomentarlos artificialmente”.

“De unas cuantas generaciones hasta nuestros días, los padres han buscado un papel más activo en la vida de sus hijos. Quizás, por ello, hemos perdido un poco la capacidad de saber diferenciar en qué momentos es necesario que estemos presentes como padres y en cuáles no, para favorecer que sean ellos mismos los que experimenten”, afirma Coloma. “Hoy en día, los niños no disponen de ocasiones para disfrutar de juego libre, es decir, de tiempo que nadie les organiza. Así que cuando sucede una situación como el aburrimiento, ocurren dos cosas: que el niño no sabe resolverlo porque no está acostumbrado y que los padres tampoco saben cómo gestionarlo”.

Si echamos la vista atrás, las generaciones precedentes vivían las vacaciones como sinónimo de descanso y de profundos momentos de aburrimiento. Momentos en los que aburrirse era casi obligado y natural. En esta línea, ya en 1930 el filósofo Bertrand Russell dedicó un capítulo de su libro La conquista de la felicidad al valor del aburrimiento. En él manifestaba que “un niño se desarrolla mejor cuando, al igual que una joven planta, se deja reposar en la tierra. Muchos cambios de lugar, mucha variedad de impresiones, no son buenas para los jóvenes, y aprenderán a medida que crezcan a ser incapaces de soportar la fructífera monotonía”. Y seguía indicando que “una generación que no soporta el aburrimiento será una generación de escaso valor”.

Sabina del Río Ripoll, psicóloga perinatal, directora de Centro de Psicología y Especialistas en Maternidad (CALMA), dice: “Isaac Asimov aseguró que el aburrimiento iba a ser una de las grandes enfermedades de nuestra época con las consiguientes consecuencias a nivel emocional, mental y sociológicas. Es necesario para el desarrollo de una sociedad que sus integrantes sean personas con capacidad de crear, innovar y solucionar, y esto solo es posible si permitimos que los niños y adolescentes tengan tiempo libre para ir evolucionando en su capacidad de pensamiento creativo”. Asimismo, Del Río explica que “Ken Robison, descrito como uno de los mejores docentes del mundo por su visión del mundo educativo, nos transmite que la imaginación es la fuente de todo logro humano, y hace hincapié en que la creatividad no es algo innato, sino que se aprende igual que aprendemos a leer o multiplicar. Cuanto más creativo sea un niño en su infancia, más posibilidades, tendrá el día de mañana de autorrealizarse y de obtener éxitos en los distintos ámbitos de su vida. Un niño aburrido y con tiempo para poder conectar consigo mismo va a poder ir descubriendo cuáles son: sus aptitudes, sus pasiones, sus actitudes y sus oportunidades; los cuatro pilares básicos sobre los que este autor sustentaría el adecuado crecimiento personal de los individuos”.

Una opinión que comparte Consuelo Coloma, quien destaca que “la creatividad es la capacidad del ser humano para crear algo dónde no hay o buscar soluciones a problemas, básicamente”. Y señala que, “para que la creatividad se dé tienen que darse dos circunstancias o una de las dos: que el niño no esté haciendo necesariamente otra cosa, es decir, que no tenga su mente ocupada en otras labores; o que teniéndola ocupada tenga que resolver problemas o enfrentarse a diferentes situaciones que le promuevan resolver conflictos. Justamente, estas dos situaciones no se dan hoy, bien porque el niño ocupa la mayoría de su tiempo en realizar labores o actividades, normalmente, bajo supervisión. O si existe algún conflicto o problema siempre hay algún adulto dispuesto a solucionarle la vida para que el niño no tenga que esforzarse mínimamente para hacer volar su creatividad para dar soluciones al problema”.

¿Cómo debemos enfrentarnos a los momentos de aburrimiento de nuestros hijos? Sabina del Río afirma que “el aburrimiento del niño debe ser un problema del que debe darse cuenta y del que debe aprender a salir por sí mismo”. La psicóloga asegura que “la mejor manera de ayudar a un niño frente a su aburrimiento es permitirle un espacio y un tiempo con materiales lo menos estructurados posibles (mejor al aire libre y en compañía de más niños de su edad), y dejando que sean ellos los que busquen y pongan en marcha sus recursos, tanto internos como externos, para distraerse y disfrutar de su tiempo”.

Fuente:http://elpais.com/elpais/2016/12/11/mamas_papas/1481440372_220104.html?id_externo_rsoc=TW_CM

Imagen: ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2016/12/11/mamas_papas/1481440372_220104_1481441539_noticia_normal_recorte1.jpg

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