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ACNUR ve señales esperanzadoras entre las ruinas de Alepo.

El representante del ACNUR en Siria, Sajjad Malik, informó de que 261.000 residentes ya han recibido ayuda para el invierno, aunque permanezcan las necesidades, ya que muchas personas se han refugiado en edificios abandonados y campamentos informales.

Asia/Siria/10.01.2017/Autor y Fuente: http://www.acnur.org/

Las agencias de la ONU que trabajan contra reloj para brindar ayuda urgente a los civiles de Alepo están encontrando alentadoras señales de optimismo para el futuro, según informó Sajjad Malik, representante de la Agencia de la ONU para los Refugiados en Siria.

Malik ha visitado la ciudad para evaluar las necesidades de la población civil y organizar la ayuda, luego de que terminara el sitio a las zonas orientales de Alepo el mes pasado.

“El alma de Alepo sigue ahí y hay optimismo y esperanza”, dijo Malik, quien además está desempañando las funciones de Coordinador Residente y Humanitario de la ONU en Siria. Malik estaba hablando desde la segunda de ciudad Siria, donde el pasado miércoles participó en una conferencia de prensa organizada por la ONU.

“Necesitamos ayudar a la gente de la zona este de Alepo por lo menos a empezar a reconstruir sus vidas y medios de sustento”, agregó.

“Necesitamos ayudar a la gente de la zona este de Alepo por lo menos a empezar a reconstruir sus vidas y medios de sustento”.

La brutal batalla de Alepo, que duró más de cuatro años, terminó el mes pasado, cuando fuerzas apoyadas por el gobierno retomaron el control de la ciudad antigua y se ordenó la evacuación de los civiles. Hay actualmente parciales esperanzas de que las partes en conflicto entablen diálogos de paz para llegar al fin de la guerra civil en su totalidad.

De los 1,5 millones de personas que se encuentran en la actualidad en Alepo, las agencias de la ONU han tenido acceso a unas 400.000, el mismo número de personas de las que se estima se encuentren desplazadas en la ciudad. Algunas familias se están quedando con amigos o parientes, sin embargo, otros miles se están refugiando en edificios abandonados o asentamientos informales.

El ACNUR, otras agencias de la ONU y las agencias socias se están concentrando en la asistencia inmediata. Las prioridades para asistir a esta población golpeada por años de conflicto son el alojamiento, la comida, el combustible, la ropa invernal, el agua y saneamiento, la atención médica y la protección de  los civiles.

En Alepo, la ONU cuenta actualmente con apenas 100 funcionarios, que trabajan con socios como el Comité Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja Árabe Siria, así como algunas ONG sirias y

Una pequeña parte de Alepo todavía no tiene acceso a la ayuda, principalmente debido a la presencia de municiones sin explotar, y se necesita asistencia urgente para ayudar a remover de manera segura estos artefactos.

Malik ha comentado que los niños están empezando a repoblar las calles y los residentes ya están hablando de cómo poder reconstruir sus medios de vida. “Necesitamos invertir en este optimismo y esperanza de los sirios – esta gente tan resiliente que está ahí – necesitamos darle una posibilidad a la paz”, añadió. “Los últimos cuatro, cinco días, ya han hecho una gran diferencia”.

Desde el mes pasado, se ha restablecido el acceso al agua potable para 1,1 millones de personas, gracias a la instalación de tanques de almacenamiento y a la reparación de la red hídrica.

Dadas las duras condiciones invernales, otra preocupación ha sido mantener a la gente abrigada. Más de 261.000 personas han recibido ayuda a través de la distribución de cobijas, colchones, ropa invernal, material aislante, carpas familiares, colchonetas, sacos de dormir y bidones. Sin embargo, se necesita mucha más ayuda para enfrentar el rigor del invierno, advirtió Malik.

Siete clínicas móviles y 12 equipos móviles están proporcionando servicios médicos y 70 toneladas de suministros médicos preubicados están disponibles para el tratamiento de 300.000 casos en zonas escasamente atendidas. Además, 10.500 niños han sido vacunados contra la polio y 1.381 residentes de la zona este de Alepo gravemente enfermos o heridos han sido trasladados a los hospitales públicos. Decenas de miles de personas han recibido kits de higiene.

Raciones de comida se han distribuido con carácter de urgencia, suficientes para 119.500 personas durante un mes. Se han instalado cocinas comunitarias para proporcionar comidas calientes para 20.700 personas en albergues colectivos. La ONU está distribuyendo pan fresco todos los días para 40.000 personas.

“Necesitamos invertir en este optimismo y esperanza… necesitamos darle una posibilidad a la paz”

La ONU ha identificado casos de niños no acompañados y separados, a los que se está dando el seguimiento adecuado. También se están instalando salones de clases prefabricados para los niños desplazados, y se están trayendo útiles escolares. El objetivo del ACNUR y sus socios es ayudar a restablecer plenamente todas las estructuras educativas que han quedado destruidas en Alepo.

“Hay mucho más por hacer, todavía”, dijo Malik. “Necesitamos seguir trabajando en esto”.

La ONU está trabajando con las municipalidades para remover los escombros de varios vecindarios y estaciones de bombeo; 115 personas desplazadas han atendido los talleres de la ONU sobre la rehabilitación básica de infraestructuras, y este modelo se usará en otros distritos.

Adicionalmente, se necesitará un enfoque integral sobre la reconstrucción. En esta área, la planeación todavía se tiene que definir, ya que el conflicto en el país no ha cesado. Se necesitarán maquinarias pesadas e ingenieros. La ONU está evaluando las necesidades de reconstrucción y pronto presentará sus conclusiones y los requerimientos financieros correspondientes a los donantes.

“En los últimos días, en que he ido y venido de la zona este de Alepo, con los equipos hemos visto la diferencia que este proyecto está haciendo en despejar las carreteras principales”, dijo Malik. “La gente está volviendo y empieza a preguntarse ‘¿Cómo reconstruimos nuestras vidas?’”

Malik subrayó que a pesar de que la batalla de Alepo haya terminado, permanecen enormes necesidades humanitarias en todo el país. El conflicto ha obligado a 4,86 millones de sirios a huir hacia los países vecinos, mientras que otros 13,5 millones dentro del país dependen de la ayuda humanitaria, de los cuales 6,3 millones de desplazados internos. Las agencias de la ONU y sus ONG socias han hecho un llamamiento por más de 4,69 millones de dólares (USD) para un plan de ayuda regional en 2017.

En una declaración el mes pasado, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados Filippo Grandi dijo que todavía existe un “grave riesgo” de que el desplazamiento y el sufrimiento no terminarán en Alepo, y se repetirán en otras guerras. “Para garantizar la protección de los civiles por doquier, el conflicto en Siria debe cesar, ahora, y sin atraso”, dijo.

Fuente: http://www.acnur.org/noticias/noticia/acnur-ve-senales-esperanzadoras-entre-las-ruinas-de-alepo/

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ACNUR: Niños dialogan sobre integración de migrantes y refugiados tras visitar exposición fotográfica “Muchedumbre: Geografía de la Piel”

Se trató del cierre de un ciclo de talleres en donde niños, niñas y adolescentes chilenos, migrantes y refugiados tuvieron la oportunidad de expresarse mediante la fotografía.

América del Sur/Chile/10.01.2017/Autor y Fuente: http://www.acnur.org/

La Oficina Nacional del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)- junto a la Fundación Ciudad del Niño y CorpArtes – llevaron a cabo una entretenida jornada en donde niños, niñas y adolescentes de diversas nacionalidades tuvieron la oportunidad de descubrir la mística de la fotografía y compartir directamente con el destacado fotógrafo Jorge Brantmayer, autor de la exposición “Muchedumbre:  Geografía de la Piel”, la que registra los rostros de más de 3000 personas, principalmente de origen haitiano, peruano, cubano y colombiano, que viven en nuestro país y que con su llegada han contribuido a enriquecer las costumbres nacionales.

El evento fue la culminación de un ciclo de talleres del ACNUR, en donde niños y niñas tuvieron la oportunidad de expresar, mediante la fotografía, las problemáticas de su vida diaria y sus visiones respecto a la multiculturalidad. «El objetivo principal fue dialogar con niños refugiados y migrantes, a modo de identificar cuáles han sido sus vivencias en torno a la integración local en Chile»”, señaló Daniela Peirano, funcionaria del ACNUR.

En el taller también participó la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas, FASIC (agencia socia del ACNUR en Chile), y la Municipalidad de Recoleta.

Respecto al cierre de los talleres, la Jefa del Departamento de Estudios de Fundación Ciudad del Niño, Francisca Gómez, indicó que este cumple con dos objetivos fundamentales para la institución; promover las relaciones interculturales entre niños y familias de diversos orígenes, y facilitar su acceso a instancias culturales de alto nivel como es esta exposición: “La Fundación Ciudad del Niño valora la diversidad cultural y la necesidad de integrar una perspectiva intercultural en las políticas públicas de infancia, con un enfoque que ponga el acento en la interacción entre las diversas culturas, reconociendo los aportes de cada una de ellas”.

“Muchedumbre”, que actualmente se expone en el Teatro de CorpArtes, se ha presentado en importantes museos y galerías del mundo, como Nueva York, Washington y La Habana, entre otros, por lo que los niños tendrán una oportunidad única de poder presenciar cultura de gran nivel en su ciudad.

Fuente: http://www.acnur.org/noticias/noticia/ninos-dialogan-sobre-integracion-de-migrantes-y-refugiados-tras-visitar-exposicion-fotografica-muchedumbre-geografia-de-la-piel/

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‘Desesperación creciente’ se apodera de los refugiados somalíes ‘olvidados’, advierte ACNUR

África/Somalía/10 de enero de 2017/Fuente: ACNUR

El Enviado Especial del ACNUR Mohamed Abdi Affey advirtió de que casi un millón de desplazados somalíes se enfrenta a una creciente desesperación, mientras se estancan las donaciones.

Un representante de alto nivel del ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, advirtió de que casi un millón de somalíes en los campamentos de refugiados en el Cuerno de África y la región colindante se enfrenta a una creciente desesperación, tras décadas de desplazamiento y de cara a un estancamiento de las donaciones.

“Hay una creciente sensación de desesperación en los campamentos, porque la gente se siente olvidada”, dijo Mohamed Abdi Affey, Enviado Especial del ACNUR para la situación de los refugiados somalíes.

La situación de los refugiados somalíes, ahora en su tercera década, está entre las más prolongadas del mundo, con una tercera generación de refugiados nacidos en el exilio. Casi un millón de somalíes están desplazados en la región limítrofe y otros 1,1 millones están desplazados dentro de la misma Somalia.

Affey dio su declaración desde Ginebra, de regreso de una visita a Somalia y a los campamentos de refugiados en Yibuti, Kenia, Etiopía y Uganda, donde 905.060 refugiados somalíes viven un interminable exilio desde la década de 1990. El mes pasado Affey visitó Yemen, donde fue testigo de las condiciones cada vez más desesperanzadoras a las que se enfrentan los refugiados en ese país asolado por la guerra.

“Hay cada vez más desesperación y la gente está perdiendo la paciencia”.

El Enviado Especial hizo hincapié en que la atención de los donantes se está concentrando en otras emergencias, como Siria y Sudán del Sur.

“La atención está disminuyendo… por el hecho de ser una situación prolongada. El mundo está concentrado en otros escenarios, olvidándose de una población muy importante”, advirtió.

“Mientras tanto aumenta el hambre, aumenta la frustración, hay cada vez más desesperación y la gente está perdiendo la paciencia”.

En una situación que se arrastra desde hace décadas, Affey lamentó que los refugiados en los campamentos tienen que enfrentarse a desafíos que van de la disminución de las raciones de comida, con la sequía que avanza por toda África Oriental, al escaso acceso a la educación y la capacitación vocacional, especialmente para los jóvenes.

“Los refugiados deberían recibir capacitación suficiente, una formación que los prepare a un eventual retorno, para que puedan participar a la reconstrucción de su país y no tengan que volver, después de 30 años, sin competencias. En los campamentos tenemos que crear estas condiciones y oportunidades”.

Tras seis años en Dadaab, la refugiada somalí Amal ha decidido retornar a Somalia con sus mellizas de tres años Fawzan y Furad. © ACNUR/ Assadullah Nasrullah

Desde que el ACNUR comenzó a apoyar la repatriación voluntaria de los refugiados somalíes en Kenia en 2014, un total de 39.316 refugiados retornaron a su país.

Aun reconociendo que las condiciones socioeconómicas y de seguridad en muchas partes de Somalia no sean aptas para retornos en gran escala, Affey ha hecho un llamamiento a la comunidad internacional para que se redoblen los esfuerzos para traer estabilidad al país, que se ha visto afectado por casi veinticinco años de conflicto armado.

“Se han registrado algunos avances reales en Somalia en los últimos meses, como la exitosa realización de las elecciones en el país. Lo que se necesita ahora es construir las infraestructuras necesarias en todo el país para que los refugiados no sufran a la hora de retornar”, dijo Affey, que fue viceministro de relaciones exteriores en Kenia.

“Nadie quiere ser un refugiado por siempre”.

Para conseguir apoyo internacional para los refugiados somalíes, el ACNUR está patrocinando una cumbre internacional que será dirigida por la Autoridad Intergubernamental sobre el Desarrollo de África Oriental en marzo de 2017, con el objetivo de encontrar soluciones duraderas para los refugiados somalíes.

“Nadie quiere ser un refugiado por siempre”, dijo Affey. “Una solución regional es la solución más viable para la situación de Somalia”.

En el marco de una respuesta regional, se continuará a brindar protección a los 262.000 refugiados somalíes en el complejo de campamentos de Dadaab, en el noreste de Kenia, que ha acogido a la gente que huía de la violencia en la vecina Somalia durante más de dos décadas.

Después de la decisión del Gobierno de Kenia de cerrar el campamento de refugiados de Dadaab en 2016, el ACNUR ha presentado un plan de acción en la reunión de una Comisión Tripartita compuesta por Kenia, Somalia y el ACNUR, en virtud del cual se ha logrado un acuerdo con el Gobierno de Kenia para aplazar el cierre.

El ACNUR ha reiterado su continuo compromiso para apoyar al Gobierno de Kenia en la protección de los refugiados somalíes, al tiempo que se exploraban otras opciones para encontrar soluciones duraderas para acabar con el desplazamiento prolongado de los refugiados, entre ellas, la repatriación voluntaria a Somalia.

Por Alex Court.

Fuente: http://www.acnur.org/noticias/noticia/desesperacion-creciente-se-apodera-de-los-refugiados-somalies-olvidados-advierte-acnur/

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Ayuda monetaria empodera a los refugiados y estimula la economía libanesa

Asia/siria/21 de diciembre de 201/Fuente: ACNUR

Los refugiados sirios dicen que el programa de ayuda monetaria les ayuda a tener un mejor control financiero y más dignidad, mientras que los negocios reportan aumento en sus ingresos.

Durante los cerca de seis años que ella ha sido refugiada en Líbano, Thawat de 38 años, se ha enfrentado a una constante lucha para lograr satisfacer necesidades como cómo poder comprar alimento y las medicinas para su madre enferma.

Pero desde que el ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, la incluyó en su programa para remplazar la ayuda en especie por un reembolso monetario mensual, Tharwat ha retomado el control de sus finanzas, lo que le ha dado más dignidad.

“El dinero que recibo ha cambiado mi vida”, dijo Tharwat, que se ha dedicado a cuidar a su madre enferma. “Ahora tengo la libertad para comprar lo que más necesito, que es la medicación de mi madre. Ella estaría demasiado enferma sin ella. Para mí la comida viene en segundo lugar”.

 “El dinero que recibo ha cambiado mi vida. Ahora tengo la libertad para comprar lo que más necesito”.

Tharwat es parte de los cerca de 1,8 millones de desplazados forzosos en Oriente Medio que este año recibieron ayuda monetaria como parte de un importante cambio en cómo se maneja la situación de los refugiados.

Tradicionalmente, la ayuda se ha entregado a través de un apoyo en especie. Pero con cerca de 80 por ciento de la población de desplazados viviendo en ciudades, a nivel mundial, y a menudo con un acceso legal al empleo inexistente o limitado, la ayuda monetaria ahora es usada para ayudar a quienes más lo necesitan.

Los beneficiarios reciben el dinero a través de tarjetas o cajeros automáticos. La ayuda monetaria directa reduce los costos y empodera a los refugiados como Tharwat al darles la opción de decidir cómo satisfacer sus necesidades más inmediatas.

“Solíamos esperar en filas durante horas para recibir cobijas o artículos de higiene. Esos son productos que realmente necesitábamos, pero ahora podemos decidir qué comprar y cuándo comprarlo”, dijo Tharwat, que es una de las 30.000 familias refugiadas económicamente vulnerables en el Líbano, que se benefician del desembolso mensual de $175 dólares.

Más de 800.000 refugiados en el Líbano también se están beneficiando de una ayuda mensual adicional durante los meses de invierno, entre noviembre y marzo.

Así como ayuda a los refugiados, el programa también le da un impulso a los negocios locales en Líbano, que acoge a más de un millón de refugiados de Siria, la mayor concentración de refugiados per cápita a nivel mundial, y que equivale a una de cada cuatro personas de la población.

“Las tarjetas que reciben los refugiados ha provocado que pasaran de ser receptores pasivos de asistencia a ser consumidores activos. Ellos realmente están moviendo nuestra economía en el Valle de Becá”, dijo Mohammad Taha, dueño de una gasolinera en Jeb Jennine, una ciudad en Becá Oeste, donde viven cerca de 8.000 refugiados registrados.

“Ellos realmente están moviendo nuestra economía en el Valle de Becá”.

“La venta de combustible a refugiados para la calefacción, durante el invierno, ha aumentado mis ventas en casi un 10 por ciento”, agregó.

El programa de asistencia monetaria ha ayudado a los refugiados a integrarse en la era de las operaciones bancarias en línea, dijo Chafica Salaam, sub gerente general del actual proveedor de servicios financieros para el ACNUR.

“Al inicio del programa, los refugiados tenían dificultades con la tarjeta y tenían preguntas básicas sobre el código de su tarjeta y cómo manejar sus recursos”, dijo ella. “Pero desde entonces, hemos logrado que sus habilidades bancarias mejoren”.

Salaam explicó que muchos refugiados ahora han aprendido a escalonar sus gastos y sólo retiran pequeñas cantidades cada vez.

“El mundo se ha movido rápidamente a las transferencias y pagos electrónicos, y ahora los refugiados están completamente al día con eso, y están canalizando el dinero que reciben de vuelta a la economía local”.

Fuente: http://www.acnur.org/noticias/noticia/ayuda-monetaria-empodera-a-los-refugiados-y-estimula-la-economia-libanesa/

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Guatemala: Las niñas y los niños centroamericanos enfrentan un duro camino hacia el norte.

Huyendo de la violencia en El Salvador y Honduras, las niñas y niños corren el riesgo del ser víctimas de abuso por contrabandistas y cárteles de la droga en un trayecto desesperado por encontrar seguridad.

Por: ACNUR.

Carlos de nueve años de edad y Susana de cuatro años de edad, permanecen sentados en las bancas del Río Usumacinta en Guatemala con su padre, Gerónimo Vázquez*, mirando sobre el agua hacia México, a donde planean viajar por la tarde sin documentos.

Trabajando en El Salvador, su país nativo, como oficial de policía, Vásquez estuvo involucrado en un tiroteo en el que murió un miembro de una pandilla callejera. Como venganza, los miembros de la pandilla rociaron su casa con disparos mientras que su familia permanecía dentro.

Al día siguiente partió hacia Estados Unidos con su esposa y sus hijos en un desesperado viaje terrestre en busca de seguridad, lo que según él, está resultando especialmente difícil para su joven familia.

“Es difícil para los niños. Ellos no entienden lo que está pasando pero no podíamos dejarlos en casa con toda esa violencia”, dice Vázquez, levantando a su hija. “Es mejor que ellos vengan con nosotros, incluso si este es un camino duro”.

«No podíamos dejarlos en casa con toda esa violencia”.

El año pasado, alrededor de 110.000 personas huyendo de las pandillas y otros tipos de violencia en los países del Triángulo Norte de Centroamérica, región comprendida par Guatemala, El Salvador y Honduras, buscaron asilo en el extranjero, cinco veces más desde 2011, según cifras del ACNUR.

La mayoría busca protección en Estados Unidos y México, aunque la cifra real de aquellos que corren por sus vidas es mucho mayor, pues algunos huyen sin documentos y no presentan solicitudes formales de asilo por falta de información o miedo a ser detenidos y deportados.

Entre los que corren una serie de peligros en el camino hacia el norte, hay un número creciente de niños. Además de los peligros físicos de cruzar los ríos fronterizos, las selvas y los desiertos, corren el riesgo de ser secuestrados por delincuentes vinculados a cárteles de la droga, y son vulnerables a los abusos sexuales. Otros quedan a merced de los traficantes de personas, cuya única preocupación es ganar dinero.

En este desordenado asentamiento fronterizo, sólo en el norte de Guatemala alrededor de 300-400 personas emprenden viaje hacia México a través del río cada día, según un funcionario de la Cruz Roja Guatemalteca, muchos pagan 150 quetzales, alrededor de $20 dólares, para cruzar en bote de remos, evitando los puestos fronterizos.

Aproximadamente 1 de cada 4 personas en dirección al norte son menores, algunos acompañados por sus padres, como Carlos y Susana, mientras que otros realizan el viaje solos.

“Es algo que asusta…Cuando sigues este camino sabes que estás poniendo tu vida en gran peligro”, dice Rodrigo Barrera*, de diecisiete años de edad, quien huyó de Honduras debido a la violencia generada por las pandillas, llegando a La Técnica sin un centavo en sus bolsillos.

«Sabes que estás poniendo tu vida en gran peligro”.

Como muchos menores no acompañados, no tiene idea del camino que tomará, dónde se quedará o cómo reaccionará si la policía lo detiene.

Los niveles de violencia en el Triángulo Norte han alcanzado niveles nunca vistos. Aquellos que corren por sus vidas a menudo llevan a sus pequeños hijos con ellos. Los niños lidian con raciones esporádicas de comida y con la falta de sueño durante el camino, descansando en autobuses, trenes, moteles, albergues o en el monte, afirman los trabajadores humanitarios.

En el módulo de la Cruz Roja Guatemalteca ubicado en la zona, la paramédica Miriam Castañeda describe cómo ella atiende a niños con diarrea, fiebre, tos y malnutrición. Castañeda afirma que frecuentemente las familias se ven obligadas a caer en manos de los llamados coyotes, o traficantes, que cobran alrededor de $6.500 dólares para llevar a las personas centroamericanas a Estados Unidos sin documentos. Estos coyotes hacen que los grupos sigan adelante, incluso si un niño está enfermo.

Abraham Suyen, quien trabaja para la Iglesia Católica a favor de los migrantes y refugiados en la zona, dice que las complicaciones psicológicas resultan ser más severas entre los niños en movimiento.

“Tenemos a niños que son forzados a huir de sus hogares, se van llorando, desesperados, estresados y tienen miedo de ser secuestrados”, dice Suyen. “Es un trauma muy fuerte que los marca para toda la vida”.

Suyen también señala los riesgos de explotación sexual para los menores.

«Existe el temor de ser víctimas del trata con fines de explotación sexual. Esta es probablemente su mayor preocupación», dice. «Podrían decir que tienen 22 años, cuando se ven de 15. Quieren ocultar su edad porque saben que son un blanco fácil».

Las autoridades guatemaltecas han reportado más de 5.000 víctimas de trata o de explotación sexual en un período de cinco años, de acuerdo con un informe de UNICEF de 2016. Según el reporte, más de la mitad de las víctimas son menores, siendo el grupo más vulnerables las niñas de 12 a 17 años, muchas son de Honduras y El Salvador.

A lo largo de la frontera mexicana, los cárteles de la droga como los Zetas, llevan a cabo secuestros masivos de migrantes y refugiados a cambio del rescate, frecuentemente asesinando a aquellos que no pagan.

ACNUR aboga enérgicamente por la protección de las personas desplazadas por la fuerza. Salvaguardar los derechos de las niñas y los niños que huyen en busca de seguridad presentando su propio conjunto de desafíos.

“Ellos son vulnerables, por ser menores y estar en desplazamiento”, dice Paula Worby, jefa interina de la oficina del ACNUR en la región de Petén, Guatemala.

Gran parte del apoyo actual a los que están huyendo proviene de una combinación de albergues administrados por iglesias, módulos de la Cruz Roja y voluntarios. A veces, los residentes ayudan espontáneamente a los menores no acompañados.

A pesar de los peligros y las dificultades del camino muchos, como José Barrera, no ven alternativas. Regresar a casa no es una opción, pues teme por su vida, y las vías migratorias regulares para buscar protección internacional a través de rutas más seguras son extremadamente limitadas. Él dice que está decidido a seguir adelante, con la esperanza de llegar a Houston, Texas.

“Quiero seguir adelante, porque detrás hay sólo maldad”, dice Barrera. “Tengo miedo pero también tengo la esperanza de tener una mejor vida”.

*Todos los nombres de los refugiados han sido modificados por cuestiones de protección.

Fuente: http://www.acnur.org/noticias/noticia/las-ninas-y-los-ninos-centroamericanos-enfrentan-un-duro-camino-hacia-el-norte/

Imagen: http://www.acnur.org/fileadmin/_processed_/csm_12.2016.09_Ni%C3%B1os_Centroamerica_c1b91aa8ad.jpg

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Libios desplazados por segunda vez hacen un urgente llamado de ayuda

Asia/Libano/8 de diciembre de 2016/Fuente: ACNUR

Desplazados de sus hogares por la lucha primero 2011 y de nuevo este año, los residentes de Sirte se enfrentan a una extrema necesidad, incluso a medida que su ciudad es retomada de las milicias.

– Mohmed, un sirio desplazado y padre de tres, quiere retornar a su hogar en la ciudad costera de Sirte, pero la destrucción causada por las dos feroces batallas que lo llevaron a huir dos veces ha sido completa.

Golpeada por los bombardeos, los morteros y los cohetes en 2011 y de nuevo en este año, durante las brutales luchas en las calles, la ciudad que una vez fue próspera y donde vivían 100.000 personas, está ahora en las ruinas y las calles están repletas de bombas sin explotar, y los servicios e infraestructura básicos clave están destruidos.

“Es una ciudad destruida y demolida”, dijo Mohmed. “Si no se eliminan las minas y los explosivos, se perderán muchas vidas. También necesitamos ayuda para reconstruir la infraestructura de la ciudad”.

Después de más de cinco años de convulsión en Libia, los cuales comenzaron con la insurgencia que quitó del poder al gobernante Muammar Gaddafi en 2011. Un estimado actual del número de hombres, mujeres y niños que han sido desarraigados por la convulsión está cerca de los 313.000. Sin embargo, los residentes de Sirte, como Mohmed, han tenido una situación más difícil que la mayoría.

La primera ola de destrucción para ocupar la ciudad de amplios bulevares, lujosos hoteles, centros de conferencias y bloques de apartamentos, se desató en 2011 cuando las milicias rebeldes lucharon calle por calle para derrocar a Gadafi, quien era de la ciudad y que tuvo su sangriento final allí.

«Es una ciudad destrozada y demolida. Si no se limpian todas las minas y los explosivos, se perderán muchas vidas».

La recuperación gradual de Sirte se estancó en junio del año pasado, cuando los extremistas, aprovechando la inestabilidad de Libia, se apoderaron de la ciudad. Once meses más tarde, el grupo leal al gobierno de unidad respaldado por la ONU en Trípoli, lanzó un asalto total con artillería y apoyo aéreo, retomando, finalmente, la ciudad en la semana pasada.

Esta vez, los residentes y las autoridades de Sirte, que se encuentra en la costa mediterránea, a medio camino entre Trípoli y Bengasi, dicen que la destrucción es peor y el desplazamiento mayor.

Según el ayuntamiento, unas 19.000 familias han huido solo desde junio de 2015. Los residentes ahora están dispersos en 18 ciudades alrededor del país, la mayoría en Tarhuna, Bani Walid, y Misurata, mientras que 4.000 familias ahora están viviendo en Trípoli, muchas en condiciones terribles.

“Es realmente trágico. Te vas a otra ciudad como una persona desplazada, y luego el alquiler y los gastos, es realmente difícil”, dice un empleado estatal de Taher, que se escapó de Sirte con su esposa y su joven hija en medio de “bombardeos al azar”, y ahora lucha para pagar el alquiler en un apartamento en la capital libia.

Muchos residentes desarraigados de Sirte viven con miembros de la familia, a menudo en condiciones de sobrepoblación. Entre ellos está Mokhtar, quien dice que él y su familia también se enfrentaron al ridículo público por someterse al gobierno de los extremistas en Sirte, muchos de ellos extranjeros de Siria e Irak. “Teníamos que escapar”, dice. “Sabíamos que era mejor enfrentar los insultos de la gente de aquí que enfrentar la guerra y la muerte”.

Con poca o ninguna ayuda de las autoridades, algunos residentes no vieron otra opción que regresar a sus casas a las afueras de la ciudad afectada, incluso cuando la milicia progubernamental golpeó a los extremistas con artillería y pelearon de casa en casa para controlar el centro.

“Las familias en las afueras están sufriendo de una grave falta de atención médica, gasolina, gas de cocina y no reciben dinero, lo cual es una crisis nacional”, dijo Mohamed Al Amien, miembro del consejo local de Sirte.

Al Amien también dijo que el consejo está movilizando convoyes médicos para ayudar a las familias retornadas con suministros de Misurata, una ciudad que se encuentra a 250 kilómetros al oeste de Sirte.

“Estamos preparando reuniones con organizaciones internacionales para obtener ayuda con reparaciones rápidas en escuelas, hospitales y edificios gubernamentales una vez que la guerra haya terminado”, dijo en una entrevista reciente.

Para los residentes que han sido desplazados dos veces, como Mohmed, y que no cuentan con medios para mantener a sus familias y que dependen de sus parientes, esa ayuda no puede llegar lo suficientemente pronto.

“Necesitamos asistencia inmediata”, dice. “Creo que la comunidad internacional debe ayudarnos en estas solicitudes porque el estado libio es incapaz de hacerlo ahora”.

“A medida que pasa el tiempo, las necesidades de protección de estas familias son cada vez más críticas”.

El ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, está particularmente preocupado por el deterioro de las expectativas de miles de familias desarraigadas por el conflicto en curso en Sirte, algunas de ellas desplazadas por la fuerza varias veces.

“Con el paso del tiempo, las necesidades de protección de estas familias son cada vez más críticas», dijo Samer Hadaddin, Jefe de Misión del ACNUR en Libia. «El costo de la renta para los libios desplazados en su propio país sigue aumentando, junto con la hiperinflación y la liquidez de los bancos libios. Al mismo tiempo, las oportunidades de empleo son escasas para todos. La vida es cada vez más difícil para la gente de Libia”.

Con el socio Mercy Corps, el ACNUR está llevando a cabo una rápida evaluación de necesidades en Sirte con el fin de identificar las necesidades de los desplazados internos y las familias que regresan. A medida que los remanentes de explosivos y los artefactos explosivos improvisados hacen que gran parte de Sirte sea inaccesible y dificulten la reconstrucción, la prioridad más apremiante sigue siendo la remoción de minas.

Durante los meses de verano, el ACNUR, junto con Libaid, distribuyó mantas, bidones, lámparas solares y juegos de cocina a más de 3.000 personas desplazadas de Sirte a Bengasi. 500 familias afectadas se encontraban entre las más vulnerables, sin tener vínculos familiares en su área de desplazamiento y viviendo en alojamientos improvisados.

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Oportunidades perdidas

Por: Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados

“Los refugiados se enfrentan a dos viajes, uno que lleva a la esperanza, otro a la desigualdad. Depende de nosotros llevarlos por el camino correcto”.

Cuando la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para Los Refugiados comenzó su trabajo el primero de enero de 1951, se le dieron tres años para completar sus labores para ayudar a millones de refugiados europeos que quedaron sin hogar o en el exilio después de la guerra. En ese momento, se consideraba que tres años eran suficiente para resolver los problemas de los refugiados, y después de lo cual, según se esperaba, la labor del ACNUR estaría completa.

Hoy hay 16,1 millones de refugiados bajo el mandato del ACNUR en todo el mundo. Más de la mitad son niños, y seis millones están en edad escolar primaria y secundaria. El tiempo promedio que un refugiado pasa en el exilio es de cerca de 20 años. Veinte años son más que una niñez entera, y representan una porción significativa de los años productivos de una persona. Debido a este panorama, es crítico que pensemos más allá de la supervivencia básica de los refugiados. Los refugiados tienen habilidades, ideas, esperanzas y sueños. Ellos enfrentan grandes riesgos y desafíos pero, como se ejemplificó con los inspiradores logros del Equipo Olímpico de Atletas Refugiados, también son personas fuertes, resilientes y creativas, con energía y motivación para forjar sus propios destinos, si se les da la oportunidad.

Asegurarse de que los refugiados tengan acceso a la educación está en el corazón del mandato del ACNUR para proteger a la creciente población de refugiados del mundo, y es central para su misión de encontrar soluciones a largo plazo para la crisis de los refugiados. Sin embargo, a medida que aumenta el número de personas forzosamente desplazadas por los conflictos y la violencia, la demanda por la educación naturalmente crece y los recursos de los países que los albergan están muy presionados.

De los seis millones de refugiados bajo el mandato del ACNUR que se encuentran en edad escolar, 3,7 millones no tienen un centro educativo al que asistir. Los niños refugiados son cinco veces más susceptibles a quedar fuera de las escuelas, en comparación con niños no refugiados. Solo el 50 por ciento tiene acceso a la educación primaria, comparado con el nivel global de más de 90 por ciento. Y a medida que crecen, las diferencias se hacen abismales: 84 por ciento de los adolescentes no refugiados asisten a los primeros años de educación secundaria, pero únicamente 22 por ciento de los adolescentes refugiados tienen la misma oportunidad. A un nivel educativo más alto, solo un uno por ciento asiste a la universidad, en comparación con un 34 por ciento a nivel mundial.

“La educación le permite a los niños y jóvenes a prosperar, no solo sobrevivir”.

Las historias personales en este reporte muestran que los niños y jóvenes refugiados, sean mujeres o hombres, niños o adolescentes, sea que vivan en ciudades, pueblos, campamentos u otros asentamientos, consideran a la educación como una necesidad básica, y no como un lujo. Sin embargo, los obstáculos para un participación completa en la educación formal son considerables.

La gran mayoría de los refugiados en el mundo, un 86 por ciento, están en regiones en desarrollo, con más de un cuarto en los países menos desarrollados. Más de la mitad de los niños refugiados que no asisten a la escuela están en siete países: Chad, República Democrática del Congo, Etiopía, Kenia, Líbano, Paquistán y Turquía. Los refugiados a menudo viven en zonas donde los gobiernos están luchando para poder educar a sus propios niños. Estos gobiernos enfrentan la labor adicional de contar con espacios para escuelas, maestros capacitados y materiales de enseñanza para las decenas, e inclusive centenas de miles de recién llegados, quienes a menudo no hablan el mismo idioma y pierden, en promedio, tres o cuatro años de educación.

Los obstáculos para una participación en la educación formal son considerables.

A finales de 2015, 6,7 millones de refugiados vivían en situaciones prolongadas. Los refugiados atrapados en desplazamiento forzado por periodos tan largos se ven a sí mismos en un estado de limbo. Puede ser que sus vidas no estén en riesgo, pero sus derechos básicos y sus necesidades económicas, sociales y psicológicas esenciales continúan sin estar satisfechas. A pesar de los esfuerzos para expandir la educación para más niños y jóvenes refugiados, el peso de los números ha causado que la asistencia haya caído en los últimos años, inclusive en países donde se han realizado determinados esfuerzos para llevar a más niños refugiados a las escuelas.

A pesar de que algunas situaciones prolongadas de refugiados han durado más de dos décadas, la educación para los refugiados está financiada en gran parte por fondos de emergencia, dejando poco espacio para planificación a largo plazo. Tradicionalmente, la educación de los refugiados no se contempla en los planes nacionales de desarrollo o en la planificación del sector educativo, pero algunos de los principales países de acogida están tomando pasos en la dirección correcta. Sin embargo, el acceso y la conclusión de la educación por parte de los refugiados raramente se monitorea a través de sistemas nacionales de monitoreo, lo que significa que los niños y jóvenes refugiados no solo están en desventaja, sino que también sus necesidades educativas y logros continúan ampliamente invisibles.

La retribución por la inversión en educación es inmensa y tiene un gran alcance. Existe una sólida evidencia de que la educación de calidad les da a los niños un lugar seguro, así mismo puede reducir el matrimonio infantil, el trabajo infantil, los trabajos de explotación y peligrosos, y el embarazo adolescente. Les da la oportunidad de hacer amigos y encontrar mentores, y les da habilidades para la auto resiliencia, resolver problemas, pensamiento crítico y trabajo en equipo. Les mejora los prospectos laborales y les aumenta la confianza y la autoestima.

La educación les permite a los niños y jóvenes prosperar, no solo sobrevivir. No poder darle educación a 6 millones de refugiados en edad escolar, por otro lado, puede ser sumamente dañino, no solo para los individuos, sino también para sus familias y la sociedad, perpetuando los ciclos de conflicto y por ende, el desplazamiento. Esto significa oportunidades perdidas para el desarrollo sostenible y pacífico en nuestro mundo. Como lo ilustra este reporte, la educación es central tanto para estas metas de paz y desarrollo, como para ayudar a los niños refugiados a desarrollar su potencial.

La retribución por la inversión en educación es inmensa y tiene un gran alcance.

Hace un año, miembros de las Naciones Unidas establecieron una agenda de acción global para los próximos 15 años. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 4, “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos” no puede ser alcanzado para 2030 sin satisfacer las necesidades educativas de las poblaciones vulnerables, incluyendo refugiados, apátridas y otras personas forzosamente desplazadas. El efecto multiplicador que tiene la educación en los otros objetivos, como erradicar la pobreza y el hambre, promover la equidad de género y el crecimiento económico, ilustra el importante rol de la educación para el cumplimiento de los objetivos.

Con la reunión para la Cumbre de la ONU sobre Refugiados y Migrantes, así como la Cumbre de Líderes, encabezada por el Presidente de los Estados Unidos, el ACNUR está llamando a una mayor colaboración entre gobierno, agencias humanitarias, socios de desarrollo y sector privado, para abordar los grandes vacíos en brindar educación de calidad para todos los refugiados.

Estamos empezando a reconocer la escala de este problema. En mayo de este año, gobiernos, compañías y filántropos se reunieron en la Cumbre Humanitaria Mundial en Turquía para crear el Fondo “La educación no puede esperar”, una iniciativa para satisfacer las necesidades educativas de millones de niños y jóvenes afectados por las crisis en todo el mundo.

Pero no estamos actuando lo suficientemente rápido. Muy a menudo, la educación para los niños refugiados se ve como un lujo, un extra opcional no esencial que viene después de la alimentación, el agua, el albergue y la atención médica. Es lo primero que se saca de la lista cuando la financiación es poca, como en la actualidad. Las cifras cuentan esta triste historia; uno de cada dos niños refugiados tiene acceso a educación primaria, lo que disminuye a menos de uno por cada cuatro en la escuela secundaria, disminuyendo a uno de cada 100 que tiene la oportunidad de continuar sus estudios en universidad o cualquier institución de educación superior.

Esto necesita cambiar. Al educar a los líderes del mañana, que sean ingenieros, poetas, científicos, filósofos, programadores de computación, les estamos dando a los refugiados, herramientas intelectuales para moldear el futuro de sus propios países desde el día que retornen, o a contribuir de manera significativa a los países que les ofrecen albergue, protección y visión de futuro.

Si abandonamos esta labor, estaremos fallando a la paz y la prosperidad. La educación brinda las llaves para el futuro en el cual refugiados pueden encontrar soluciones para sí mismos y sus comunidades.

Los refugiados se enfrentan a dos viajes, uno que lleva a la esperanza, otro a la desigualdad. Depende de nosotros llevarlos por el camino correcto”.

Panorama mundial

Hay seis millones de niños y adolescentes refugiados en edades escolares bajo el mandato del ACNUR. En 2015; 2,3 millones estaban en la escuela; 3,7 millones estaban fuera de la escuela. 1,75 millones de niños refugiados no estaban en la escuela primaria y 1,95 millones de adolescentes refugiados no estaban en escuela secundaria. Los 1,75 millones de niños en escuela primaria, así como 550.000 adolescentes en escuela secundaria estaban en una gran necesidad de apoyo para poder mantenerse y poder tener éxito en la escuela.

Los Gobiernos, el ACNUR y sus socios han logrado progresar en involucrar a refugiados en la escuela y asegurar que tengan acceso a educación acreditada en sistemas nacionales. La lucha es con los números absolutos: mientras que la población de refugiados en edad escolar fue relativamente estable en 3,5 millones durante los primeros 10 años del siglo 21, y hubo un progreso gradual en las cifras de matrícula desde 2011, esta aumentó en promedio por 600.000 niños y adolescentes al año. Únicamente en 2014, la población de refugiados en edad escolar aumentó en un 30%.

A este ritmo, esto significaría que en promedio se necesitaría por lo menos 12.000 clases y 20.000 profesores adicionales cada año.

Fuente: http://www.acnur.org/que-hace/asistencia/educacion/oportunidades-perdidas/

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