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Balance de 2020 y retos de 2021

Por: Dinorah García Romero

Por otra parte, el año 2021 presenta retos, cuya atención es impostergable. Requieren voluntad política del Gobierno dominicano y corresponsabilidad ciudadana. Cabe destacar el reto de una mayor y mejor observancia de la normativa del Ministerio de Salud Pública, MSP; de la Organización Panamericana de la Salud, OPS y de la Organización Mundial de la Salud, OMS.

El año 2020 ya está en el tramo final. Este período se ha dejado sentir con fuerza en los diferentes sectores y actores de la sociedad, tanto en el mundo como en el ámbito local. En general, ha sido una etapa compleja y aleccionadora. Su complejidad viene dada, especialmente, por la presencia de la pandemia COVID-19. Esta enfermedad ha generado, y continuará provocando, cambios sociales personales, locales y mundiales; institucionales y culturales. Ha sido un tiempo en el que, sin quererlo, hemos tenido que empezar a pensar y a actuar violentando tradiciones y prácticas habituales que nos llenaban de gozo, de satisfacción. En el 2020, muchas tareas sufrieron cambios drásticos: se han reducido las fiestas de familias extensas; los encuentros y fiestas sociales; el diálogo con expresiones libres de mascarillas; los abrazos y la proximidad física. El virus del año ha restringido la diversión nocturna; y la libre circulación vespertina y nocturna. De igual modo, ha urgido a dialogar en tono bajo, para evitar la expansión del contagio y la letalidad.

El año que finaliza no ha sido un tiempo fallido. Ha posibilitado el avance en muchos aspectos. A nivel mundial, se celebra la celeridad con la que se han obtenido vacunas para enfrentar el impacto del coronavirus. A nivel local, hemos de celebrar el inicio de una fase en la que parece que el Poder Judicial se respetará a sí mismo y actuará conforme a los dictados de la Constitución de la República y los principios de los derechos humanos. En este 2020, a nivel local, hemos de destacar el fortalecimiento de la conciencia y corresponsabilidad ciudadana, cuyo indicador más relevante se vincula con la vigilancia permanente del curso de acción de la corrupción y de la impunidad en la República Dominicana. Es un seguimiento inteligente y crítico, para controlar a los depredadores del Estado Dominicano. Ha sido el año de la educación preuniversitaria virtual y de la educación superior híbrida, despertando capacidades dormidas; movilizando la creatividad de los docentes y de los estudiantes. Este año ha propiciado oportunidades para repensar la práctica; sustantivar lo esencial; priorizar la vida y acentuar el cuidado personal y colectivo. El 2020 ha sido una época de reaprendizaje continuo y de búsqueda del sentido trascendente de la realidad pandémica.

Por otra parte, el año 2021 presenta retos, cuya atención es impostergable. Requieren voluntad política del Gobierno dominicano y corresponsabilidad ciudadana. Cabe destacar el reto de una mayor y mejor observancia de la normativa del Ministerio de Salud Pública, MSP; de la Organización Panamericana de la Salud, OPS y de la Organización Mundial de la Salud, OMS. Si continúa el cumplimiento discrecional por parte de los ciudadanos de las medidas sanitarias, la República Dominicana afrontará problemas graves, con repercusión para los que respetan la normativa y para los que las violan de forma sistemática. Asimismo, el año entrante nos presenta el reto de una educación virtual más consistente, fundamentada e incluyente. Este reto demanda, al mismo tiempo, atención especializada a la salud, al trabajo; y a la persona de los estudiantes y de los maestros, quienes han de renovar sus aprendizajes, para no reproducir de forma instrumental y rutinaria acciones y procesos básicos en el acto de enseñar.

El nuevo año también nos reta, personal y colectivamente, para que aprendamos a priorizar lo esencial. Nos reta, para que posibilitemos un bienestar común, a alejarnos del afán de parecer, negando la posibilidad de ser y de compartir los valores que poseemos. El país requiere un compromiso sostenido de cada ciudadano, para que entre todos potenciemos el desarrollo educativo, social, económico y cultural. En esta tarea nadie tiene vacaciones; es una responsabilidad ineludible desde el ámbito en el que nos desenvolvemos. Para actuar en esta dirección, es necesario una toma de conciencia colectiva de la necesidad del esfuerzo compartido, si queremos que la nación avance y, al mismo tiempo, favorezca la humanización de la sociedad y de sus instituciones. Acojamos el año 2021 como una ocasión nueva para aportar lo mejor de nosotros mismos, al tiempo que valoramos las potencialidades de las personas con las que damos pasos para buscar y construir el bien personal y social.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/balance-de-2020-y-retos-de-2021-8896375.html

Imagen: Free-Photos en Pixabay

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Una mirada libre

Por: Dinorah García Romero 

En el Ministerio hay personas con capacidad para promover y efectuar procesos de seguimiento sostenido y serio. Convendría revisar si están dispersando energías y talentos, para que reorienten el modo de gestionar ejes vitales del año escolar.

La República Dominicana, como otros países del mundo, decidió iniciar el año escolar 2020-2021. Todo se hizo entre temores y esperanzas; entre incertidumbres y contradicciones, pero, por fin, el 2 de noviembre del año en curso se dio el pistoletazo de salida; y hoy se inicia la cuarta semana de trabajo escolar. No cabe duda de que es un año escolar atípico y que requiere esfuerzos que pueden catalogarse de extraordinarios. Pero es un hecho saludable para el desarrollo de la educación, de la economía y  del país en general. En el proceso que se está desarrollando, son diversos los aspectos que merecen atención. En primer término, los estudiantes. Estos van entrando poco a poco en la nueva dinámica para facilitar el aprendizaje, aunque en un contexto de desigualdad preocupante. Esta desigualdad es estructural; y, como los cambios son cosméticos, conviviremos con ella por un tiempo más largo. A pesar de esta realidad, los niños participan actualmente de una oportunidad a la que tienen derecho y a la que se le ha de prestar atención, para que la calidad de los aprendizajes se aproxime a los requerimientos de la sociedad. En esta dirección, situamos las clases que se están impartiendo. Estamos observando a docentes jóvenes que ponen sus talentos al servicio de una oferta educativa en la que la virtualidad, la televisión y la radio son los medios que capitalizan el desarrollo del trabajo.

Algunos de estos jóvenes docentes evidencian creatividad, interés por el tema que abordan; apropiación de los contenidos que trabajan. Reflejan, también, dependencia de los medios transmisores de las clases, restándole vida al proceso educativo que les toca impulsar. Esta situación requiere seguimiento de parte del Ministerio de Educación. Se han de realizar sesiones de análisis de la práctica; y de orientación metodológica y conceptual con estos jóvenes. A pesar de la prisa y de la intensidad del trabajo, el seguimiento es fundamental para fortalecer capacidades, prevenir errores y garantizar coherencia interna de acciones y procesos.  Se nota que falta seguimiento sistemático al desarrollo de las clases; y esto se puede mejorar tomando la decisión de integrar el acompañamiento de los docentes como una política no como una estrategia coyuntural. De igual manera, se puede equilibrar la participación de docentes jóvenes con otros que tengan más experiencia y apropiación de la propuesta curricular  vigente en el país; preparación metodológica y conocimiento de los procesos centrales en el desarrollo de una clase.

El Ministerio de Educación de la República Dominicana está a tiempo para organizar un equipo responsable del acompañamiento de los docentes. Preocupa la poca importancia que se les está dando, hasta ahora, a los conocimientos previos de los estudiantes; a los procesos de construcción colectiva del conocimiento y a la relación de las clases con la realidad. Que esto pase al inicio del año escolar, se entiende; pero hay que organizar el acompañamiento para ir retomando temas que no son triviales sino fundamentales en las formas de enseñar que se orientan a garantizar calidad integral en el aprendizaje y en la docencia. Hay que tener cuidado de no subrayar la importancia de los medios de comunicación que se utilizan, sin ahondar en el corazón de las clases que se están desarrollando. En el Ministerio hay personas con capacidad para promover y efectuar procesos de seguimiento sostenido y serio. Convendría revisar si están dispersando energías y talentos, para que reorienten el modo de gestionar ejes vitales del año escolar.

Es necesario dedicar tiempo a los cuadernillos. Hay que valorar el esfuerzo de tenerlos a punto para iniciar el año escolar. Pero ya la Dirección General de Currículo debe emplearse a fondo para que analice y presente propuestas que los mejoren sustantivamente en la estética, en los enfoques y en los contenidos. Además, ha de revisar la propuesta metodológica, la relación con el contexto; y los procesos que se facilitan para enseñar a pensar y a proponer. En este sentido, se ha de eliminar toda resistencia a una mirada crítica y propositiva a los cuadernillos. Este material es pasible de mejora y de atención en los aspectos que puedan condicionar ideológicamente a personas, instituciones y países.

Nos parece muy importante que el MINERD haya habilitado un espacio para orientar y acompañar a las madres y a los padres. Para ellos el año escolar se ha convertido en una experiencia original y compleja. Progresivamente avanzarán en la comprensión de los procesos propios del curso escolar y de la responsabilidad que tienen de colaborar y de aprender. Invitamos al MINERD a remirar con libertad personal e institucional; y con sentido crítico, el año escolar que está impulsando. Esto le permitirá descubrir fortalezas importantes y mejoras necesarias para avanzar hacia las metas que se ha propuesto; y hacia los requerimientos del país en el ámbito educativo y social.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/una-mirada-libre-8886092.html

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Anhelo de justicia

Por: Dinorah García Romero

La primera contribución ha de ser que cada ciudadano respete y cumpla las leyes. Es fácil celebrar apresamientos y demandar prisa para que apresen a otros; mientras en mi pequeño mundo voy infringiendo las leyes; voy erosionando la justicia con una práctica distante de la ética y que lesiona el desarrollo de la sociedad dominicana.

Pero parece que los tiempos están cambiando y ya no es aceptable repetir las prácticas y las políticas que acomodan la justicia a los que tienen más poder económico, poder político o poder religioso. Estos tres poderes han utilizado la justicia a su antojo. Estamos frente a nuevas prácticas culturales; pues la mayor parte de la sociedad entiende que la justicia ha de romper el círculo de la corrupción y la cultura de la impunidad. La sociedad está muy atenta a las acciones de las nuevas autoridades judiciales. Confía en que, por fin, en nuestro país, la justicia va a proceder conforme a lo que indican las leyes, en coherencia con los dictados de la Constitución de la República. Solo pensar que esto va a ser posible, trae tranquilidad al pueblo. Pero no podemos considerar a los representantes de la Procuraduría General de la República como los sustitutos del Mesías Salvador. No. Estas personas están sencillamente cumpliendo las funciones que se les han  asignado dentro de la esfera del Poder Judicial. Son mortales que están trabajando arduamente y necesitan el concurso, el apoyo de la población para que sus responsabilidades se puedan llevar a cabo. No realizan nada extraordinario. Cumplen con su deber y esto se aplica a todos los ciudadanos. Hemos de ser responsables de los cargos y de las funciones que asumimos.

La primera contribución ha de ser que cada ciudadano respete y cumpla las leyes. Es fácil celebrar apresamientos y demandar prisa para que apresen a otros; mientras en mi pequeño mundo voy infringiendo las leyes; voy erosionando la justicia con una práctica distante de la ética y que lesiona el desarrollo de la sociedad dominicana.

El Sistema Educativo Dominicano y, de forma especial, las instituciones de Educación Superior han de trabajar para que la educación que se ofrece en el país posibilite el desarrollo de actitudes y prácticas favorables al comportamiento personal y social justo. La Academia ha de reforzar, tanto de estudiantes como de los docentes, la formación, la investigación y la producción en la perspectiva de la justicia. Pedro Poveda exhorta a las personas a que se comprometan con un mundo y una educación cada vez más justa; y, por esto, le dice a cada ciudadano “estima la justicia tanto como la vida”. Aspiro a que en ningún dominicano disminuya el hambre de justicia. Una justicia para todos, sin distinción de ningún tipo; una justicia sistémica, generadora de una cultura de paz y de estabilidad personal y social.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/anhelo-de-justicia-8890513.html

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Deseo laudable, pero insostenible

Por: Dinorah García Romero

La presencialidad ha de volver a tener vigencia, aunque con modalidades distintas. Este es un proceso que el MINERD debe estar preparando para no improvisar.

El mundo está siendo impactado por diversas pandemias -corrupción, feminicidios, narcotráfico, coronavirus-; este último tiene en estos momentos tal incidencia, que provoca pavor y desolación. En la geografía mundial, se cuenta con más de sesenta millones de personas infectadas y más de un millón de fallecidos. Son cifras que dejan a pocas personas impasibles, por el bloqueo que producen en el desarrollo humano, económico y social del planeta.

La República Dominicana, aunque todavía con ritmo lento, va incrementando el número de personas contagiadas, 140, 922; y 2, 317 de fallecimientos. Este ritmo puede acelerarse por los problemas de educación ciudadana. Hasta el momento hay bastante información sobre la pandemia para que la población comprenda la gravedad de la situación. Pero la ignorancia de unos y la indisciplina de otros hace que diariamente haya personas que irrespeten las medidas que pueden contener el avance de esta enfermedad letal. Estas personas se empeñan en desconocer las orientaciones de los especialistas del campo de la virología y, particularmente, de los que les están dando seguimiento especializado a la COVID-19. Esta pandemia ha permitido constatar con mayor pujanza la importancia de una educación situada y de calidad. La falta de este tipo de educación en la República Dominicana contribuye a que personas de diferentes estratos sociales se burlen diariamente de las orientaciones generales que los ciudadanos hemos de observar para controlar el avance de la pandemia.

A lo planteado en el párrafo anterior se han de añadir las precarias condiciones que tienen muchos centros de educación, tanto del ámbito público como del privado. Generalmente la educación privada se asocia solo con los colegios más suntuosos y de abolengo. No. El sector privado va más allá de aquellos que siempre suenan y van delante. Con esto lo que planteo es que desear educación presencial ahora es un deseo laudable, pero insostenible. El reclamo de la presencialidad, para que se pueda concretar, requiere que el Gobierno honre su promesa de que va a mejorar las condiciones de los centros educativos públicos, que son la mayoría, para que haya condiciones humanas que alienten los aprendizajes de los estudiantes y la motivación de los docentes en su tarea de enseñar.

Las dificultades para volver a la presencialidad no son solo por el problema para mantener la distancia social y las condiciones que requiere la biología humana. No. Es que hay muchos centros educativos que carecen de los servicios básicos.  Los profesores y directivos de esos centros -salvo escasas excepciones-, por miedo a perder el trabajo o por lealtad a su partido político, se han acostumbrado a trabajar en un contexto institucional que niega los derechos fundamentales. Un centro educativo que carece de agua y no cuenta con las condiciones sanitarias necesarias no puede desarrollar clases presenciales. No estoy de acuerdo con que Salud Pública insista solo en la fórmula de la distancia social y la mascarilla. Este Ministerio ha de sugerirle o urgir a su homólogo, el Ministerio de Educación de la República Dominicana, para que le preste atención integral a la diversidad de factores que pueden profundizar la pandemia.

La presencialidad ha de volver a tener vigencia, aunque con modalidades distintas. Este es un proceso que el MINERD debe estar preparando para no improvisar. Esperamos que ya haya un equipo estudiando la nueva configuración de la presencialidad en la educación dominicana. Es recomendable que se aproveche este tiempo para avanzar en la concreción de planes y de acciones que garanticen una presencialidad segura y sostenible.

Este es un tiempo propicio para que el MINERD ponga en acción toda su creatividad y capacidad de gestión inteligente e innovadora. De igual manera, puede avanzar estudios sobre la modalidad de enseñanza híbrida; para que cuando la realidad lo permita, cuente con diversidad de posibilidades que garanticen una educación coherente con las necesidades del país.

Apoyamos todas las medidas que se tomen para crear entornos educativos decentes y robustos; pero, principalmente, humanos. Las razones económicas no han de primar ante las razones de salud y de vida. Necesitamos movilizar la economía, pero no creando contextos de muerte. Reclamar presencialidad educativa es un derecho. Sin negarles este derecho a madres y a padres, les sugiero análisis más consistente de la realidad educativa y de salud del país. Hay una canción que nos recuerda que “esperar es un reto y una tarea”. Mantengamos el deseo de presencialidad; exijámosle al Gobierno, a través del MINERD, que propicie condiciones integrales para ello; y nosotros aportemos todo lo que pueda contribuir a esta causa

Fuente: https://acento.com.do/opinion/deseo-laudable-pero-insostenible-8888308.html

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La democracia despierta en el continente

Por: Dinorah García Romero

Esto ha de aplicarse en la República Dominicana. Ojalá podamos celebrar en la vida cotidiana gestos concretos de resurgimiento de una democracia viva en cada espacio, en cada decisión.

La democracia es un sistema político y social que tiene muchos valores y posibilidades para propiciar el desarrollo ciudadano y de las naciones. Como cualquier sistema, tiene limitaciones propias que no pueden sorprender. Ningún sistema, sea social, político o económico, es perfecto.

El sistema democrático ha estado rezagado y amenazado en América Latina y el Caribe en la última década. Este rezago se evidencia en los múltiples problemas que presenta el sistema democrático en la mayoría de los países de la región. Estas dificultades no la dejan avanzar; la precarizan de tal manera que se vive una democracia recortada; por ello los ataques a la prensa que intenta ser libre y presentarle al pueblo la noticia veraz; la muerte de líderes comunitarios que luchan por la calidad de vida, la integridad de las instituciones y los derechos de sus comunidades como acontece en Colombia y en México; la represión abierta y la violación de  los derechos en Nicaragua; y la emigraciones en masa de pobladores de Centro América, buscando una salida a sus problemas.

A lo anterior se añade la corrupción institucionalizada de Venezuela, República Dominicana, Haití, México y Brasil, que se distancia de los rasgos propios de la democracia, la debilitan y la convierten en un esqueleto que provoca desconfianza y repulsa, por su ineficacia para garantizar un ejercicio ciudadano y un desarrollo integrales. Es una vivencia que viola de manera constante los principios y los valores que constituyen este sistema.

Este ha vivido bajo la amenaza del fascismo; de los altos y bajos del populismo de Bolsonaro y de Donald Trump, dos gobernantes que se han atrincherado en las redes sociales para socavar los cimientos de la democracia, de la paz local y mundial.

Basta con revisar el comportamiento de Bolsonaro con la Amazonía; y de Trump con los inmigrantes, con los musulmanes y afrodescendientes. Las evidencias de un tratamiento antidemocrático y distante de lo humano son palpables y están registradas. Esta manera de liderar constituye una amenaza para la democracia en el ámbito global. Pero la democracia despierta; y esto se expresa en el desplazamiento de uno de los liderazgos más nocivos para la democratización y la dignidad de la Región.

El triunfo de Joe Biden y de Kamala Harris despeja el ambiente de tensión y de inseguridad democrática que se estaba elevando en la zona. Hemos de reconocer que Estados Unidos es un país con amplio poder en el mundo y su incidencia es notable en diversos órdenes de la vida de América Latina y del Caribe; así como en otros contextos de la esfera mundial.

Valoramos significativamente que la democracia de señales de revitalización y desempeñe el rol que le compete en el continente. Esto ha de aplicarse en la República Dominicana. Ojalá podamos celebrar en la vida cotidiana gestos concretos de resurgimiento de una democracia viva en cada espacio, en cada decisión.

Parecen pequeños detalles, pero forman parte de una red que obstaculiza una democracia sana por el impacto en la vida de los ciudadanos y en la institucionalidad. Es necesario que la democracia despierte totalmente y que su credibilidad e incidencia se extienda en la experiencia personal, institucional y social de América Latina y el Caribe.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/la-democracia-despierta-en-el-continente-8881027.html

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Año escolar 2020-2021, encanto y esperanza

Por:  Dinorah García Romero

La República Dominicana tiene experiencia sobrada de enfrentar dificultades de diversa índole; tiene conocimiento de lo que supone luchar contra naciones colonizadoras. Recuerda con dolor todo lo que le ha supuesto combatir la tiranía trujillista y los 12 años letales de Joaquín Balaguer. Asimismo, sabe muy bien lo que supone lidiar contra la fuerza devastadora de la colonización interna; así como la potencia destructiva de la impunidad, de la corrupción y de la sindemia que nos afectan actualmente. Es una nación formada, sin querer, para vivir y actuar creativamente en tiempos difíciles. Nuestro país puede darle lecciones a otros de lo que implica intervenir las dificultades y cómo sobrevivir, por encima de precariedades fundamentales y sistémicas. Por ello, hoy, que inicia el año escolar 2020-2021, nos encontramos frente a un acontecimiento más que requiere esfuerzos nuevos, corresponsabilidad nacional y puesta en acción del mayor potencial creativo que pueda existir en los dominicanos. Es así una ocasión nueva para aterrizar en el contexto educativo toda la capacidad emprendedora y de transformación que exige este momento.

La acogida del nuevo año escolar ha de alejarse del pánico, aunque tengamos presente que nos movemos en un terreno poco consistente y vertebrado por la incertidumbre. Ha de distanciarse del pesimismo, sin dejar de tener presente que nuestras emociones y sentimientos están afectados, por lo cual somos pasibles de angustia creciente y miedo exponencial. Pero es ocasión singular, la que nos ofrece la COVID-19: asumir y acoger el año escolar con encanto y esperanza. De todas las acepciones del concepto encanto, la que más encaja es la de gracia. Sí, el año escolar necesita que lo recibamos con elegancia, con una apostura que le abra espacio a la capacidad personal y colectiva de reaprender y desaprender.

Todos iniciamos el año escolar. Desde donde estemos, hemos de prepararnos para aprender lecciones diferentes y nuevas. Pero, también, hemos de estar dispuestos a prestar servicio, ideas y propuestas que contribuyan con una educación que, cada vez más, se acerque a la inclusión y a la calidad, dos dimensiones con anemia estructural en el país. Es necesario mirar y vivir este año escolar con la gracia natural y espontánea que brota del encanto. Sin duda, esta postura no puede obviar la dura realidad en la que se va a desarrollar el curso escolar, pero es lo más saludable para la joven generación que está convocada. El desarrollo del curso puede disminuir el atraso en la República Dominicana. Puede contribuir para que algún día podamos sacudirnos de tanta pobreza; y hasta de la indigencia intelectual, cultural y social que palpamos. Apelamos a vivir un encanto situado y comprometido. Se nos brinda una nueva oportunidad para convertir la sociedad dominicana en una escuela viviente, en un tejido abierto al trabajo conjunto para que el curso fluya.

El encanto ha de estar unido a la esperanza; y esta, a su vez, ha de estar mediada por la confianza y por una actitud de alerta. La confianza que necesitamos se ha de alejar de una actuación acrítica. No. El Ministerio de Educación, el gobierno y las familias requieren que nos mantengamos en estado de alerta. La capacidad crítica para interpretar discursos, para identificar eslogan y para desmontar prácticas institucionales y educativas obsoletas, no se puede esconder. Es tiempo de activarla. Al mismo tiempo se ha de poner en acción una actitud proactiva. La esperanza no es un producto de ciencia ficción, es una dimensión del ser humano. Ser esperanzado no es una fórmula coyuntural, es un elemento constitutivo de los humanos. Hoy más que nunca necesitamos robustecer la esperanza y comunicarles esa energía transformadora a las madres, a los estudiantes; y a los docentes que hoy enfrentan desafíos importantes y comprometedores. Este curso escolar se ha de inscribir en la cultura de lo posible. No se hará magia, pero se han de desplegar todos los esfuerzos necesarios para que los niños dominicanos continúen desarrollándose; y, sobre todo, para que puedan ejercer, con el cuidado requerido, el derecho a la educación. Es su derecho; y ningún poder ni ningún sector puede limitarles este derecho. El Ministerio de Educación de la República Dominicana ha de clarificar y consensuar más sus políticas educativas en este año escolar. De igual manera, la sociedad no puede dormir siesta. Se requiere de ella una posición de colaboración y de seguimiento crítico y sistemático a las disposiciones y acciones del MINERD. Esta criticidad ha de estar vinculada estrechamente a propuestas innovadoras, útiles y articuladas a la realidad educativa y social del país. La Asociación Dominicana de Profesores ha de presentarle a la sociedad su programa para fortalecer el ser y el hacer de los docentes en este curso escolar que se inicia. No caben ya las reacciones coyunturales. Es necesaria la planificación racional, actualizada y comprometida. No olvidemos, a partir de hoy, que el hilo dinamizador de la sociedad y de la educación ha de ser el encanto y la esperanza que despierta este curso escolar, 2020-2021.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/ano-escolar-2020-2021-encanto-y-esperanza-8878283.html

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Una tríada que no se puede esquivar

Por: Dinorah García Romero

Esta tríada, si se asume con responsabilidad y fundamentación científica, en Educación Inicial, Primaria, Secundaria y Educación Superior, sí que generará cambios significativos en la vida de las adolescentes, de las familias y de la sociedad en general.

La República Dominicana lleva varios años escuchando y repitiendo la palabra cambio. Este es un vocablo que se canta, se explica y se declama por doquier. Mientras unos repiten hasta la saciedad este término, diversas personas, colectivos e instituciones del país no solo esperan cambio, sino que están tratando de aportar para que se produzcan transformaciones pertinentes y concretas. Compartimos los deseos que hay en la población de que no se repitan las mismas prácticas y se pueda avanzar en todos los órdenes. En este contexto, hemos escuchado con frecuencia al Ministro de Educación, Profesor Roberto Fulcar, indicando que la propuesta curricular vigente hay que repensarla. La pandemia que nos afecta en estos momentos, demanda una adecuación curricular para reorientar una educación pensada con un peso esencialmente presencial y que ahora requiere una articulación con la educación virtual y la educación a distancia.

Una revisión curricular no se improvisa; requiere una preparación seria y, sobre todo, ha de ser pensada no solo para respuestas inmediatas. Ha de asumirse con una visión a más largo plazo. Antes de idear una revisión curricular, se impone una evaluación de lo realizado. Es necesario identificar qué es lo bueno e interesante que se ha hecho, además de explorar todas las acciones y prácticas que han de transformarse. Reconocemos que la calidad de la educación dominicana, tanto en el ámbito preuniversitario como en el nivel de la educación superior, es crítica. Esta realidad no la podemos eludir. Pero hemos de cuidarnos de cualquier generalización peligrosa, al asumir como punto de partida en una gestión determinada que nada sirve, que nada funciona. No compartimos posiciones extremas. Consideramos que, aunque sean mínimos, hay procesos, prácticas y culturas institucionales que aportan; y, que, a su vez, activan nuevas maneras de hacer y de aprender en los funcionarios que salen y en los que llegan.

Nos interesa recordarles a los nuevos gestores del Ministerio de Educación de la República Dominicana que cuando determinen los procesos de adecuación curricular en el contexto de la pandemia, han de tener en cuenta, con las modalidades que consideren plausibles, una tríada que tiene carácter de urgencia en nuestro país: educación sexual, educación ambiental y educación en género. El énfasis que hemos de hacer en la educación virtual no puede obviar áreas que constituyen tareas pendientes y que ya no se debe relegarlas más. Ha llegado la hora de enfrentar todos los obstáculos que bloquean intencionalmente la educación en estas tres perspectivas. En diversas ocasiones planteamos la necesidad de erradicar el lamento por embarazos de adolescentes, la histeria por los feminicidios y la neurosis por el descalabro del medio ambiente.

Esta tríada, si se asume con responsabilidad y fundamentación científica, en Educación Inicial, Primaria, Secundaria y Educación Superior, sí que generará cambios significativos en la vida de las adolescentes, de las familias y de la sociedad en general. Es una tríada que, de ser trabajada con sistematicidad, le ahorrará muchos problemas y gastos a la República Dominicana; pero, sobre todo, impulsará un desarrollo integral en las personas y en la sociedad. Las nuevas autoridades han de ser valientes y trabajar con empeño e innovación estas tres ramas del saber. Optamos por un saber que conecte con las necesidades de las personas y del tejido social.

No es recomendable formar a los estudiantes ignorando su cuerpo y escondiéndole sus funciones; no tiene sentido negar la educación en género, mientras la Ley General de Educación  N° 66-97 habla de igualdad y de equidad. Mucho menos es plausible desconocer la Educación Ambiental mientras desaparecen con celeridad ríos, bosques, se reduce la biodiversidad y la Ley 94-20 de Educación y Comunicación Ambiental es una perfecta desconocida.  Esta tríada no resiste más discurso ni más miedo a compromisos electorales, religiosos y empresariales. Estamos ante una tríada que no se debe esquivar.

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/opinion/una-triada-que-no-se-puede-esquivar-8862973.html

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